10 VERSIÓN FINAL OPINIÓN Maracaibo, domingo, 10 de junio de 2012
Opinión
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Friedrich Nietzsche
Orden y Progreso (I)
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Diario zuliano fundado en Maracaibo, Venezuela, el 8 de septiembre de 2008
“Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”.
DIEGO LOMBARDI
R
odeada por 27 estrellas que representan sus estados se lee en la bandera del Brasil “Orden y Progreso”. Esta frase es tomada del filósofo francés Auguste Comte, “El amor por principio, el orden por base, el progreso por fin”, la cual viene a resumir en buena medida los principios del positivismo ideológico, y más aún del Leviatán de Hobbes, según los cuales las leyes y el contrato social están por encima de aspectos morales y de alguna forma subjetivos. Se trata, pues, del Derecho por encima de todo, del cumplimiento de la Ley como precondición para la convivencia en sociedad por parte de los seres humanos. En Venezuela estas ideas encontraron en Laureano Vallenilla Lanz una reinterpretación, que terminaron convirtiéndose en justificación de regímenes autoritarios como el de Juan Vicente Gómez a través de la idea del “gendarme necesario”. Según esta, idea el caudillo es una figura indispensable para
poner orden en sociedades donde el caos social impera, concepción que parecía tener sentido en un país como Venezuela que venía de décadas enteras de guerras civiles. Es así como según esta visión, compartida por otros intelectuales venezolanos, el régimen gomecista trajo la “paz” al país.
“Una cosa es el imperio de la Ley, y otra muy distinta la tiranía de un caudillo”. Estas reinterpretaciones y justificaciones de regímenes tiránicos sustituyen al Estado por simples hombres, quienes con sus pasiones y defectos terminan por encima de la Ley, violando ellos mismos el principio fundamental que dicen representar. Una cosa es el imperio de la Ley, y otra muy distinta la tiranía de un caudillo. La primera nace de un “contrato social” que delega en el Estado el poder para hacerlo cumplir, el segundo es
una persona que se autoproclama representante del pueblo y secuestra el poder del soberano para sí. Uno y otro son distintos por más que se traten de presentar como complementos de una misma visión. En Venezuela debemos dejar atrás el “bochinche” del que ya hablaba Francisco de Miranda, y empezar a transitar por el camino del progreso a partir de un orden social garantizado por el Estado, encontrando en la Ley la máxima expresión de ese contrato que al final de cuentas no es otra cosa que las reglas de juego. Ninguna persona puede estar por encima de la Ley, y ésta debe aplicarse sustentada en principios de justicia e igualdad ante ella. Para lograr esto es necesario dejar de pensar en el “orden” como inexorablemente ligado a regímenes autoritarios, el mismo puede y debe ser una aspiración desde la Democracia. Director del IZEPES
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SEMILLAS DE MISERICORDIA
La misión de ser papá JOSÉ LUIS MATHEUS
D
esde nuestra más tierna infancia tenemos modelos o referentes que nos ayudan a ir modelando nuestra identidad. Sin lugar a dudas los mas importantes y principales referentes suelen ser los padres, quienes quizás sin darse cuenta van como escribiendo en los niños, cuales libros en blanco, desde formas de pensar hasta conductas. Es por esto que quisiera en el día de hoy reflexionar un poco sobre la gran y trascendente misión de ser papá. Aunque los tiempos y maneras de pensar han ido cambiando, aún vivimos en una sociedad marcada por el machismo, sin dejar de reconocer que en muchos matrimonios modernos han parecido comprender la importancia de que ambos colaboren tanto en los deberes y tareas del hogar, como en la crianza de los hijos. Si echamos un vistazo a nuestra sociedad latinoamericana, no nos costará mucho trabajo descubrir que somos un pueblo muy mariano, y en gran parte esto se debe a que somos sociedades donde el matriarcado está marcadamente de manifiesto. Y entonces ¿qué ocurre con nuestros papás?, en muchos casos nos encontramos con que están ausentes, y no me refiero sólo al hecho de que no estén en sus hogares, sino al hecho de
que estando fí-sicamente pre-sentes, no lo están emocional y afectivamente. Estas conductas pueden formar parte de un ral, social y familiar esquema cultural, reciera ser ya aceptado y conque aunque pareciera l h ñ all siderado como normal, hace un gran d daño desarrollo integral de los hijos y por ende al forjamiento de una sociedad mas justa que sea cada vez más parecida a lo que Dios quiere que sea. También es de suma importancia crear conciencia de que en gran medida, la relación que los hijos tengamos con nuestro padre, podría condicionar en gran medida la relación que tenemos con Dios. He aquí parte de la grandeza de la misión de ser papá, amar y servir a nuestros hijos, con el mismo amor que Dios tiene por nosotros, para que a través de nuestro ejemplo ellos aprendan a amarle y servirle en el prójimo con rectitud y santidad. Sin lugar a dudas estamos llamados a
ser imagen de Dios Padre, y esto no es poca cosa. Quizás algunos dirán que esto es una utopía, que no es posible llegar a tal nivel de amor y perfección, y efectivamente no es tarea fácil pero debemos siempre recordar la invitación que nos hace Jesús en el evangelio: “vosotros sed santos, como vuestro Padre del cielo” (Mateo 5,48), sin olvidar las palabras del apóstol: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4, 13). Pongamos nuestra confianza plenamente en Dios y en su gracia, y oremos para que quienes hemos recibido la inmensa gracia de ser papá, aprendamos a cumplir con tan sublime misión. Equipo Arquidiocesáno de Animación Pastoral