Tacuarembó, un pago grande

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La historia dulce y amarga del agua tónica Paso de los Toros Leonardo HAberkorn

Todo comenzó una tranquila tarde de pueblo con un desafío. Después, Rómulo Mangini intentó conseguir la fórmula durante uno o quizá dos años. Al fin lo logró y su invento fue un éxito. Desde entonces, millones de personas han gastado millones en comprar millones de litros del agua tónica de Mangini. Un agua dulce y amarga, como su historia. Hubo un tiempo en que la fábrica fue el orgullo y el motor del pueblo: allí trabajaron casi cien personas. Hoy la fábrica no existe, el agua tónica es propiedad de Pepsi Cola (Pepsico Inc., NuevaYork) y en Paso de los Toros lo único que queda es un cartel despintado al borde de la carretera que tiene el logotipo del agua tónica y dice: “Aquí nació Paso de los Toros”. En 1924 Mangini, un montevideano que había llegado a Paso de los Toros para trabajar en el comercio de la familia de su esposa, instaló una pequeña fábrica de soda. Un año después la amplió y comenzó a fabricar el jabón Teru Teru, y en 1926 incorporó a su producción refrescos con gustos de frutas. Aunque aún hoy en Paso de los Toros se recuerda el dulce sabor de la Manzanet, solo uno de aquellos productos sobrevivió y se hizo verdaderamente famoso. 20

Tacuarembó

Quien desafió –y ayudó– a Mangini a conseguirlo fue un inglés llegado al pueblo de la mano del ferrocarril. Se llamaba Jorge Jones y era “un amante de la buena vida y exquisito bebedor”, relata Pedro Armúa en su Historia de Paso de los Toros. Por entonces, la tónica más consumida en Uruguay era la Bull Dog, importada de Inglaterra. Una de las tantas tardes en que Mangini y Jones coincidieron en el club 25 de Agosto, el inglés desafió al uruguayo: ¿por qué no fabricaba un agua tónica tan buena como la inglesa? Mangini respondió que no sabía la fórmula y Jones le contestó que él conocía los ingredientes, pero no las proporciones. Allí mismo, Jones le dijo a Rómulo cuáles eran los componentes. Pocos días después Mangini hizo su primer intento y se lo dio a probar al inglés. Así pasaron los meses, probando la fórmula uno, probando su sabor el otro. Para Mangini, un hombre de carácter fuerte, ex campeón de lucha grecorromana, aquello era un desafío. Un folleto editado por Pepsi en 1992 -escrito por su ex funcionario Carlos Pijuán –relata que Mangini– “se sumergió en una febril búsqueda de hierbas silvestres y frutas. Ninguna se

salva de ser exprimida, diluida, mezclada. Agita, deja reposar, prepara fuego con leña, calienta el brebaje, lo enfría, y con él concurre al club una y otra vez durante dos años”. Julio Monestier, un familiar de Mangini recientemente fallecido, cuenta en un escrito inédito que esos “largos meses de tanteos y experimentos tuvieron al fin su recompensa” el día que Jones sentenció: esta es verdaderamente el agua tónica inglesa. De tanto probar y probar fórmulas y licores diversos, Mangini había engordado. Su esposa lo retaba por ello y lo cachaba por ir tan seguido al baño, relató su nieto Marcelo Ceriani, de 33 años. Mangini se lo tomaba con humor. Años después le contó a uno de los camioneros que transportaban sus bebidas cómo habían sido aquellos días probando potajes imperfectos. “Un día el Viejo me dijo: ‘me agarré unas cuantas cagaleras probando’”, recuerda Roberto Paladino, que hoy tiene 62 años. Apenas Jones dio el visto bueno, Mangini comenzó a fabricar el agua tónica. Las fuentes no coinciden respecto a la fecha de inicio de la producción, se sabe que fue en los años 20. Su primer nombre fue “Príncipe de Gales”. La ca-


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