Tropo a la uña 1 - nueva época

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15 de agosto a las 21:10 Pos ya que estamos aquí, hagámoslo lo mejor posible. En mi jardín siempre un letrerito que dice “Canta, como si te supieras las palabras”. Así vivo cada día. Yo chiflo, y la vida cree que sé lo que hago.

17 de agosto a las 13:07 Emilia, a las bugambilias no les gusta que las rieguen. Necesitan la sequía para florecer. También hay gente así. No tú.

18 de agosto a las 18:23 Emilia, nunca subestimes a una ventana al pensar que por allí no entrará el agua, que nunca, que imposible; los vientos cambian, Emilia. Así en la lluvia como en la vida. Es agosto de 2011, apenas. Pero ya tengo que decírtelo.

20 de agosto a las 11:30 Emilia, escucharás hablar de plantas y árboles que “pegan por gajo, o por esqueje”, son las que no necesitan raíz para sembrarse en otro ambiente, viven por su enorme deseo de tener hojas o pájaros. Se reconstruyen sus raíces de voluntad y no temen los cambios. Hay personas que tienen ese don. Tú también.

21 de agosto a las 13:50 A besos me acuerdo, a veces no…

25 de agosto a las 21:40 La semana pasada cayeron mis llaves atrás de un colchón. Sin ver, metí la mano y saqué mis llaves… Y mi querido anillo extraviado meses atrás. Anoche, lista para dormir, al darme cuenta de que dejé el celular en la cocina, bajé por él: una llave de gas de la estufa estaba abierta. La vida es encantadora, magnífica, sabia. Escuchemos. Que brille el sol.

9 de septiembre a las 10:15 Cada noche deposito un poema en la cuenta corriente de la vida. Un día, al amanecer, vencerá el plazo fijo de esa cuenta, y me mirarás. (¿0 no hay plazo fijo en las cuentas corrientes?)

17 de septiembre a las 15:16 En mi buró hay tres lentes distintos para leer. De unos ya me comí los plásticos que los recubrían, los de metal estás rayados y unos más tienen demasiado aumento, y marean: ninguno de los tres es de mi graduación. Unos se los robé a mi papá, otros los heredé cuando Pedro murió, y los terceros alguien los dejó en mi casa. Si no entiendo algo mientras leo, me cambio los lentes. No por la graduación, sino por la vibración.

22 de septiembre a las 16:28 Siempre me ha gustado investigar, saber, descubrir… He vivido 44 años en un auto-interrogatorio. Sin embargo desde hace tres días ya no me pregunto —ni quiero saber— por qué de toda una

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cama king size la gotera del aire acondicionado cae justo sobre mi cabeza. Ahora, al caer la gota, solo pienso “Bai-Hui”, como decía mi acupunturista al clavar, en la misma ubicación de mi persona, la aguja que me conectaría con el universo. Sea pues.

23 de septiembre a las 23:36 Buscando la vida encendida llegué hasta el sitio de la muerte, que al fin de cuentas es el otro extremo de la cuerda, tal y como la oscuridad es solo ausencia de luz. Ya lo dijo Lao Tsé. Siempre he creído que nada me ha enseñado tanto de la vida como la muerte… Hoy en el panteón general la vida encendida sonaba en los pasos de quienes caminaban con flores en las manos para llevarle a sus muertos y en el retoño de un árbol que sembró mi mamá, junto a la tumba de mi abuela. Me quedo con la idea de que la muerte ocurre en los que se quedan abrazando el vacío. Me quedo, entre otras cosas, con el verso del Isa Upanishad: “Aquel que comprende tanto lo permanente como lo impermanente, manteniendo ambos en tensión, con lo impermanente va más allá de la muerte y con lo permanente alcanza la inmortalidad”.

25 de septiembre a las 21:08 Reconozco mis colores. Hace 26 años —en un día como hoy— me casé con un muchacho de sonrisa espectacular que pasó a la inmortalidad hace casi seis años. Y estoy a punto de ser abuela. No sé, es como el verso de Juarroz: “Hemos amado juntos tantas cosas que es difícil amarlas separados”. Tengo que querer el doble a Emilia. Mañana es octubre. Hace falta.

30 de septiembre a las 22:10 Emilia, cada amiga o amigo es una flor distinta en el jardín de la vida. Diferentes colores, aromas y texturas. Y cada uno de ellos aporta lo suyo a tu florero; es la diversidad de ritmos lo que forma un hermoso ramo. Yo convoco amigos, les pido una flor que corten en la calle (la que les guste), coloco un florero vacío sobre la mesa, hago sangría, enciendo velas, y espero su llegada…

9 de octubre a las 19:30 —¿Y qué harás con todos tus problemas por resolver? —me pregunta. Yo bostezo y le digo: —Dormir tranquila: problemas tienen los ateos, o los que no creen en nada, no yo. Yo solo recibo instrucciones para ser mejor.

14 de octubre a las 00:01 Antes y después. A veces siento como si me atropellara la tarde y su ráfaga de pájaros. Inmóvil ante el canto de los grillos, siento un lago por dentro, por lago al que no cae ni una hoja. Mientras decido qué leer, Edmond Jabés mece la hamaca: “De noche, todos los caminos caen”, dice. Es octubre todavía, de no sé cuándo ni por qué.


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