TODOSADENTRO Nº 471

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música

sábado 20 de julio de 2013

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A los 70 años

Oscar D’ León es un sonero consolidado

Con su grito: “¡Sabroooso!”, su más caro anhelo es dejar este mundo cantando sobre una tarima y en contacto con su público

H

ilvanar los tejidos de una red construida durante 70 años resulta difícil, particularmente cuando se trata de un tejido aún no desteñido por el transcurrir del tiempo, lo que a todas luces resulta ser fenomenal. Las implacables manijas del reloj no han podido cercenar su estrepitosa voz, ésa que ha logrado expandirse por todo el globo terráqueo, derrochando sabor y sobrada alegría. Estamos hablando de “el Sonero del mundo”, “el Faraón de la salsa” o el “el Bajo danzante”, como lo bautizara en su momento el gurú del género: Phidias Danilo Escalona. Estamos hablando de Oscar D’León.

Cantar pase lo que pase

Oscar Emilio León celebra sus 70 años en medio de la noticia. Recientemente fue operado del ojo izquierdo como consecuencia de un lamentable

Un encuentro con Gilberto Santa Rosa

accidente casero. El resultado fue la pérdida de un alto porcentaje de su visión, pero Oscar no se amilana, sigue en lo suyo, y para el momento de ser publicada esta nota, se ha encarado al público varias veces; ofreció interesantes declaraciones y hasta inició sus acostumbradas giras internacionales. La agenda elaborada por su mánager está copada y los compromisos deben ser honrados. En una reciente declaración, el sonero aseguró que cuando niño nunca pensó ser artista. Afirmación que nadie le cree, porque gracias a su entorno, sabemos de las ganas de triunfo que desde pequeño anidó Oscar. En su trabajo como taxista, este gran embajador de nuestra salsa, atormentaba a los pasajeros en horas del mediodía a punta de golpes en el tablero, justo cuando Phidias Danilo Escalona hacía su aparición a través de las ondas hercianas

Con su inseparable bajo

con La hora de la salsa, el sabor y el bembé, el espacio radial donde Richie Ray y Bobby Cruz enloquecían a una masa informe de melómanos que comenzaron a ser llamados “salseros”, por obra y gracia del “Bigotón”.

Rompiendo cueros

Lo de Oscar fue la rumba de esquina, romper cueros con sus manos gigantescas, que a la postre le permitieron atrapar con facilidad el diapasón del bajo que guardaba en la maleta del coche. El chofer de entonces sabía de los tugurios nocturnos, de esos donde aún se reparte sabrosura hasta muy entradas las horas de la madrugada. Dejó huellas en La Distinción, Tío Pepe, La Burbuja, en todos los antros donde se guarecía la salsa, el guaguancó en toda su extensión, la rumba pareja y hasta el meloso bolero que se hacía popular en la voz de un diminuto cantante de nombre Wladimir. Por ese entonces Los Satélites eran la novedad, pero un día no pudieron continuar en la nocturnidad y Oscar se presentó “con bajo y to’, acompañado de Enrique Culebra Iriarte, Joseíto Rodríguez, César Monge, José Rojas y Elio Pacheco. A falta de cantante bienvenida era la voz del propio Oscar y fue así como se formó ese fenómeno musical que hoy está más vigente que nunca, llamado La Dimensión Latina. La

historia es más larga, pero no cabe tanto relato en un agotado espacio. La agrupación fue éxito casi desde el momento del vamos. Era un sonido distinto basado en tres trombones… En los cambios entró Jesús “Chuíto” Narváez en el piano y el bolerista Wladimir, y como diría Mayito Van Van, “Que se armó la rumbantela y se formó la gozadera”. Cada LP era esperado con ansias por los salseros, no sólo en Venezuela sino en Puerto Rico, Nueva York, Colombia, Panamá, pero así como llegaron los premios, giras y bailes, comenzaron las rencillas y Oscar decidió abrirse de la agrupación y debutó un buen día con su orquesta, La Salsa Mayor, en el Club de la Policía Metropolitana… “Oscar D’ León llegó otra vez / sin hacerle daño a nadie, / el mundo es para todos, / por eso puedo cantar… Les tiendo mi mano si quieren, /y así, les podré demostrar, / que yo, sigo siendo su amigo, / no importa lo que vayan a pensar de mi…” Una estrofa donde se destila sentimiento y que marca la separación. Un adiós definitivo por cuestiones de “mando”. Se habló de cooperativa, pero necesariamente debía haber un líder. Oscar asumió que él lo era.

La salsa mayor y Wladimir

Oscar se consolida con La Salsa Mayor. La Dimensión Latina sigue su


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