tin'te.ro Transmigración

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Juan Rulfo & YuriHerrera Juan Carlos Hidalgo

La transmigración de la costumbre Rafel Tiburcio García

La lección del Norte Alfonso Valencia Encuentro con Yuri Herrera Timo Viejo / Martín Rangel

Ojo & Oído Reseñas audiovisuales

Repisa

Reseñas literarias

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Editorial La palabra transmigración define el paso del alma de un cuerpo a otro tras la muerte. Sin embargo; Yuri Herrera provocó, en una junta de trabajo del consejo editorial, que éste concepto fuera destruido, maniatado y cuestionado en nuestra mente con su novela “La Transmigración de los Cuerpos”. Nos planteamos cómo es el peregrinar de un concepto a otro, el paso del alma a otro plano e incluso la transmigración dentro de un mismo cuerpo.. Ésta fue la razón principal por la cual este número es un pequeño homenaje al escritor que es Yuri Herrera. Su talento es definido en los textos escritos por Juan Carlos Hidalgo, Alfonso Valencia y Rafael Tiburcio. En la plática que tuvimos con él, se descubren los principales ejes que lo llevan a construir una prosa única a partir de un lenguaje en el cual todo nos pertenece. El editor fantasma nos muestra el abandono del alma por medio de la música.

Colaboradores

Juan Rivera nos cuenta el caso de un hombre que al recibir una llamada toma el lugar de alguien más. Así como Daniel Castillo del Razo y Susana de la Torre, muestran el volver a empezar desde diversas perspectivas uno desde la filosofía y otro desde la cotidianidad. En la sección de Repisa, Martín Rangel y Javier A. Martin comparten con nosotros sus disertaciones sobre los libros recomendados este bimestre. El concepto de transmigración también abarca las imágenes compiladas en este número. En las ilustraciones de Max Vera se puede observar el cambio o el viaje de una realidad hasta la obra del artista. Edén M. Rodríguez nos presenta la transmigración dentro del mismo cuerpo; mismo caso de Ana Paula Guarneros quien describe éste proceso en un transexual en la cual su cuerpo está en proceso para llegar a la perfección. Timo Viejo

Alfonso Valencia. Escritor. Ex- columnista del diario Plaza Juárez de Pachuca. En el 2008 con El libro de las cosas que no sucedieron ganó el Premio Estatal de Poesía Efrén Rebolledo. En el 2012 con Teoría de la precipitación ganó el Premio Estatal de cuento Ricardo Garibay. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo durante 2011, en la categoría Jóvenes Creadores, en la disciplina de Letras, en el área de Poesía. Escribe la columna “Tábula Rasa” en Milenio Diario.// Juan Carlos Hidalgo. Escritor. Ha publicado los libros: “Suave como el peligro”, “Rutas para entrar y salir del Nirvana”. Es colaborador de la revista Marvin. Editó el libro “Morrisey y los atormentados” Escribe la columna “Las posibilidades del Odio” en Milenio Diario// Juan Rivera. Pachuca, 1992. Escribió y dirigió el trabajo teatral La vida moderna (2007). En 2009 obtuvo la mención honorífica en el Concurso Preuniversitario de Cuento Juan Rulfo de la Universidad Iberoamericana. Con El lecho del mar ganó el Premio Estatal Ricardo Garibay. Becario del curso de creación literaria para jóvenes 2011 capítulo Monterrey, de la Fundación para las Letras Mexicanas. Actualmente realiza sus estudios de licenciatura en Casa Lamm// Javier A. Martín. Es editor multimedia y entusiasta de la fotografía. Estudió letras en Puebla. Le gusta beber agua y respirar.//Daniel Castillo del Razo. Nunca gateó cuando era bebé, estudió comunicación y ha colaborado en distintas revistas. Trabaja en una galería de arte y es columnista de la revista [tin’te.ro]// Susana de la Torre Ponce de León. Guadalajara Jalisco 1989. Sus primeros acercamientos al periodismo, las letras y el guion los tuvo en la preparatoria, donde estudió Técnico en Comunicación, realizando también proyectos audiovisuales. Posteriormente realizó estudios universitarios en realización de medios audiovisuales fungiendo como productora en la mayoría de estos proyectos, así como en la parte del guion de algunos cortometrajes. Actualmente realiza sus estudios en filosofía en la UdeG. // Ana Paula Guarneros Varela. Tlalnepantla de Baz, 1993. Estudia la Licenciatura en Letras Hispánicas en el ITESM. Ha participado con poesía y cuento en concursos como el XVI Premio de poesía Manuel Barbadillo y el Concurso Literario Ciudad Alfaro 2012. Actualmente forma parte del Consejo Editorial de la revista [tin’te.ro] @2_Oclock.// @flyinfleetfield Retórico, semiótico, diseñador editorial, ilustrador y próximo músico, en ese orden. // Editor Fantasma. Ha fundado sinnúmero de proyectos editoriales, escribe en varias revistas digitales, prefiere mantener su anonimato porque le teme a la fama// Timo Viejo. Escriba. Fundador de las revistas El Comité 1973, Pneuma y [tin’te.ro]. Le han publicado sus textos en revistas, blogs y periódicos. Toca el bajo y es director general de esta publicación.// Eden M. Rodríguez. Nació en México y por razones que ni él comprende como terminó viviendo en Canadá. Amante de la fotografía e iPhoneographer de antaño, trabajo por el cual es incomprendido y exhibido en distintas partes del mundo. Padre de 4 y esposo. // Max Vera. Diseñador gráfico. Ha participado en convenciones de comic, así como de ilustración. Es parte del Colectivo Divagante de ilustración conformado por artistas hidalguenses.//Juan Martín Rangel Noguez. Pachuca, 1994. Estudia la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la FFyL, UNAM. Ha publicado en la Antología del XXVI Concurso Nacional de Creación Literaria del ITESM. Participó como invitado en el “Ciclo de Escritores Hidalguenses” dentro de la XXXII Feria Internacional del Libro Politécnica (2013). Es director editorial de la revista [tin’ter.ro]. twitter@enosderana.// Rafael Tiburcio García. Villahermosa, 1981. Vive en Pachuca, Hidalgo. Es licenciado en Ciencias de la Educación y actualmente cursa la maestría en Estudios Humanísticos con enfoque en Literatura, en el Tecnológico de Monterrey. Se ha desempeñado como docente de primaria, locutor, productor radiofónico y periodista. Durante 2010 escribió la novela “Rabia/Ikari” con el apoyo del FOECAH. De 2009 a 2010 publicó semanalmente la columna Idiosingracia en el diario El Independiente de Hidalgo. Ha publicado cuentos y poemas en antologías de Chile, España y México. Ha realizado radiodramas, reportajes, radio cultural y educativa y actualmente es conductor del podcast Indisciplina en la estación Radio.CiudadPlastika. com twitter@juancorvus

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columnas

4El MacLaren’s

6Volver para hacerlo de nuevo cuento 9Timbrazo Daniel Castillo del Razo Susana de la Torre

Juan Rivera

Director General

Timo Viejo

Jefe de Redacción

Martín Rangel

Corrección de estilo

Eduardo López Paula Guarneros

Dirección de Fotografía

Abraham Carrasco

Fotografía

Arturo Islas

Coordinador Ilustración

Luis Francisco Martínez Diseño Editorial

@flyinfleetfield

Escritores Columnistas

Daniel Castillo del Razo

Susana de la Torre

Marketing

Luis Antonio Sánchez Contacto

tn.te.ro.mag@gmail. http://www.tintero.in/

dossier

10Juan Rulfo & Yuri Herrera 12La lección del Norte 14La detransmigración la costumbre 16Encuentro con Yuri Herrera portafolio 23Max Vera 24Edén Rodríguez reseñas 26Ojo & Oído 28Repisa Juan Carlos Hidalgo Alfonso Valencia

Rafael Tiburcio García

Timo Viejo & Martín Rangel

Ilustración Fotografía

Transamérica y la transmigraión del Ser Exhala

La transmigración de los cuerpos Kant y los extraterrestres

Ilustración Portada y Contraportada Max Vera El nombre [tin’te.ro] está protegido bajo derechos de autor. Queda prohibido su uso o reproducción total o parcial. La revista en formato digital está protegido bajo la licencia Creative Commons. [tin’te.ro] Transmigración. by [tin’te.ro] is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercialSinObraxsus respectivos autores, queda prohibida la reproducción total o parcial de los mismos sin el permiso correspondiente. 3


Afortunados ellos que ya tienen un lugar que de cierta manera les pertenece y acoge a la menor provocación, un pequeño refugio.

El McLaren’s Daniel Castillo del Razo

Siempre he querido mi propio MacLaren’s. Desde hace un par de años, una serie que no nombraré (seguramente muchos de ustedes la conocen), y se ha convertido en mi favorita, plantea escenarios en un pub neoyorquino, llamado MacLaren’s, que está ubicado justo debajo del edificio en el que se desarrolla gran parte de la ficción. Ahí, los cinco protagonistas de la serie beben cerveza diariamente, hablan de sexo, mujeres, y un largo etcétera de tópicos. Afortunados ellos que ya tienen un lugar que de cierta manera les pertenece y acoge a la menor provocación, un pequeño refugio. Sin embargo, la utopía de obtener una segunda casa de recreación queda bastante lejos cuando, en primer lugar, no vives a dos metros de un bar y en segundo, no has vivido toda tu vida en una metrópoli tipo New York y de repente llegas a una ciudad nueva. Por difícil que parezca, mudarte a un nuevo lugar implica una serie de procesos sociales bastantes complejos, que no se superan fácilmente y que nos hacen recordar las reglas más básicas de convivencia y socialización. Lo difícil es ponerlas en acción. Es como en la primaria: buscas los lugares más cool, con la gente más cool, esperas encajar, hacer amigos. Es como estar en búsqueda de tu propio MacLaren’s.

El problema viene cuando vas a los lugares más interesantes esperando encontrar alguna mente solitaria como la tuya que necesite compañía y nada. Nadie por aquí, nadie por allá: eres nuevo en la ciudad, dale tiempo para que te muestre sus mejores ejemplares.

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Cada fin de semana esperas salir por ahí, encontrar amigos, unirte a un grupito, acabar en una fiesta épica, algo interesante. ¡Vaya sorpresa!, nadie en lo absoluto repara en tu presencia, nadie. Tal vez no ibas tan bien vestido o no le expresaste una sonrisa a la chica adecuada, en el momento oportuno, y no obtuviste nada. Dos meses desde tu llegada, tres, cuatro. Todos en su mundo, y tú… esperas que la ciudad se muestre benévola y te ponga en el camino a personas que se conviertan en tus amigos. En el inter, andas de vagabundo por ahí. Eres un ser errante frente a un montón de gente que va por la rutina y a la que no le importa en absoluto andar haciendo amigos. ¡Qué va!, ya tienen los suyos y no necesitan más. La intención de tener mi propio MacLaren’s se ha ido difuminando con el tiempo, y la verdad es que ya no me importa demasiado. Desde que llegué a la ciudad en donde vivo desde hace como nueve meses, intenté hacer crecer mi círculo de amistades y de contactos y de todo, naturalmente. Fueron tantas veces las que la misma ciudad me negó el chance que, cuando desistí de la idea, el MacLaren’s llegó solito. Lo interesante es que por fin entendí que el pub de mis sueños se podía sustituir por muchas otras locaciones comunes y corrientes: el café de la esquina, el metro, un parque, y que la compañía no era necesaria. Los pocos amigos que en este tiempo he hecho ni siquiera son de la ciudad en donde vivo. Lo interesante es que en las conversaciones que hemos tenido, también se encontraban en busca de su propio MacLaren’s. A todo esto, lo único que buscaba comunicarles, mis estimados amigos, es que a pesar de que lo busqué infinita y tercamente, ya entendí que el lugar que llegué buscando a esta ciudad existía desde hace mucho, al menos en mi cabeza, y que no hay necesidad de mendigarlo en locaciones equivocadas. Deseo vivir el ahora, con lo que tengo, con los que tengo, y dejar de andarme inventado escenarios de series gringas, eso mero.

Deseo vivir el ahora, con lo que tengo, con los que tengo, y dejar de andarme inventado escenarios de series gringas, eso mero. columnas •

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¿Qué pasaría si, según el ser humano que has sido —por tus virtudes y aciertos, así como por tus defectos y errores—, fueras seleccionado para volver a vivir en cierto tipo de cuerpo y espécimen?

Volver para hacerlo de nuevo Susana de la Torre

Existió un filósofo en la Antigua Atenas, al que solo conocemos a través de su discípulo más apegado; un hombre que fue juzgado y muerto por alterar la mentalidad y conciencia de los jóvenes. De él, todos conocemos su frase más célebre: ‘Yo solo sé que no sé nada’. Pero antes de morir, Sócrates daría un último discurso —después escrito por Platón en el Fedón—, de mayor importancia. El sabio griego habla, en él, del alma y de su transcendencia: “Es indudable que hay un regreso a la vida, que los vivos nacen de los muertos, que las almas de los muertos existen, que las almas buenas libran bien, y que las almas malas libran mal.” A saber, si fuimos buenas personas, tuvimos virtudes, dimos y enseñamos a los demás, nuestra alma viajará para después parar en un ave, por ejemplo. Pero si fuimos personas ruines, lo más seguro es que nuestra alma termine transformada en el alma de un gusano.

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Sería injusto decir que ésta es la teoría de Sócrates sobre el alma, porque no lo es en absoluto. Lo que en verdad importa en este argumento recae en la forma en la que él cree que se debe percibir nuestro entorno: el cómo conocer y aprender. El filósofo se defiende en su apología diciendo que los seres humanos poseemos estos procesos a causa de la reminiscencia, que aprendemos porque lo hicimos antes. Y es que en realidad todo lo que se nos enseña lo reconocemos, se nos muestra algo —un color, una imagen, algún valor— y lo recordamos porque nuestra alma ya estuvo ahí, vivió, murió, dio la vuelta y cayó de nuevo en nosotros. Estará siempre dando vueltas, cayendo y volviendo a caer, lo que al momento de llevar a cabo el proceso de aprendizaje le ocasiona un “recuerdo”. En esto, precisamente, consiste la reminiscencia: el alma aprendió, recuerda y vuelve a aprender; repitiéndolo por siempre. Ésta es una de las muchas pruebas que Sócrates da sobre el tema en lo que Platón llamó ‘El Fedón’ o ‘Del alma’. El alma transmuta a otros cuerpos, aprende en ellos y habita en otros para recordar. El alma no muere. Sócrates es tajante en esto: el alma vive, se extingue, gira y da vueltas hasta volver a ocupar un cuerpo. Todo ya se vivió y se volverá a vivir. También hubo un filósofo alemán que afirmó, sin tapujos, “Dios ha muerto”, y es dentro de esta misma obra, que Friedrich Nietzsche habla del “Eterno retorno”. Se dice, claro, que el pensador tomó dicha premisa del estoicismo —el cual afirma que el mundo, en una repetición, muere para volver a crearse a partir de donde murió: nace del fuego, muere del fuego y vuelve a ese fuego para nacer de nuevo—. A este acto, los estóicos lo llamaban conflagación. Ellos dieron a entender que la vida era una constante espiral, que todo se haría de nuevo en el mismo espacio y en el mismo tiempo, de nuevo y para siempre, no en forma de ciclo sino de espiral. En el caso estóico pueden presentarse más variantes que en lo que Nietzsche llamó “El eterno retorno”. Los primeros dan lugar a nuevas combinaciones almacuerpo: una forma más parecida a la versión socrática antes mencionada; no obstante, para la nietzscheana dirección del alma el viaje es lineal, en esta posición el alma vuelve al mismo hombre. Éste vuelve a vivir una y otra vez lo vivido en el tiempo y forma en el que lo vivió, sin solución evidente. Ya en obras anteriores a la más celebrada, Nietzsche menciona este proceso infinito del hombre en la “Gaya ciencia”, incluso afirma que los sentimientos, pensamientos, errores y aciertos de este hombre —a causa del repetir— serán los mismos, ¡sin posibilidad de cambio!, de igual forma en “Así habló Zaratustra”, donde lo plantea con mayor amplitud.

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Quizá la diferencia radica en la forma en la que están escritas ambas obras: en la segunda existe el enigmático personaje Zaratustra, que lleva a cabo el planteamiento del alemán en su concepto de ‘El eterno retorno’, dejando en claro que éste estará estrictamente ligado al superhombre (definición altamente mencionada por el filósofo). Zaratustra vive bajo esta concepción del tiempo y en algún punto queda sorprendido de tal manera que cae en una especie de ‘trance’, del cual despierta a los siete días para después darse cuenta de que está viviendo en este eterno retorno, ya que regresa a vivir lo mismo. En estudios más avanzados se ha llegado a la disyuntiva de saber si el alemán en realidad creía que esa era la forma en la que se desarrollaba el tiempo o si estaba llegando a un tipo de concepto moral. Durante el transcurso de la obra, el concepto del eterno retorno se enlaza al superhombre de una manera interesante, y es que a partir de retornar y de ser ‘maestro del volver a lo mismo’ el hombre será capaz de reconocer dónde está el error: llegará así a la superación de él mismo. Sólo dándose cuenta de que es capaz de convertirse en ‘más’ después de haber sido menos (se ejemplifica con el mono) se dará el nacimiento del ‘superhombre’.

El alma viaja —muchos lo han dicho— en los sueños, en el sexo, después de la muerte. Nos gusta creer que trasciende, que no se queda ahí. La filosofía responde de muchas maneras a estas preguntas. ¿Qué pasa después?, ¿a dónde vamos?, ¿qué nos pasa? Sócrates cree que podríamos transmutar a un ave, aprender cosas de ave; Nietzsche, que volvemos a vivir en nuestro cuerpo y pasar nuevamente por lo mismo. Cualquiera que sea nuestra concepción del viaje —si estamos de acuerdo con el ateniense o con el alemán— depende del enfoque. Quizá sea que preferimos creer en espirales interminables antes que concebirnos con un principio y un final. Transmuta el alma porque así queremos que sea, aunque sea en un gusano. Seguir así sería mejor que terminar para siempre de viajar.

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ilustración: Max Vera

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Juan Rivera

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s Timbrazo —Hola, hola, Robertito. Estoy desnuda, me encontré recargado contra la tocándome y pensando en ti —dijo la voz pared dudando: colgar o responder. al otro lado del teléfono. —¿Verdad, Roberto? —insistió luego de La espalda se me congeló de re- un silencio. pente. Sin despegar mi rostro del auricular, me asomé al comedor para comprobar que mi esposa y los invitados seguían con los relatos vacacionales y las risas de siempre; al parecer, el viaje del verano pasado me daba unos minutos de tranquilidad en la cocina.

Luego de un par de semanas de inactividad, la erección me llegó de sorpresa. El lenguaje provocador fue reemplazado por fuertes respiraciones. Nos tomamos el tiempo que quisimos para recuperarnos; ella, sin preocuparse del recibo telefónico; yo, sin prisas de volver con mi esposa y los invitados.

Desde el comedor llegaron los ecos que celebraban otra historia de un viaje muy contado, y con ellos también arribó a mi mente una verdad absoluta: Me dan hueva los invitados, me da —Sé un caballero y despídete correchueva mi esposa, me da hueva la tamente, Roberto —me aconsejó con cena, me da hueva mi vida. ternura.

—Adiós. —Sé un canalla y cuelga como siempre, Esas cuatro palabras bastaron Roberto —me aconsejó con travesura.

—Ay, Roberto, si tan sólo… —la interrumpió un gemido largo y —Sí, claro que sí —dije como una apuesprofundo, y luego prosiguió— ¿A veces ta a que no sería atrapado por nadie. te acuerdas de mí? Quise colgar fríamente, sin responder una sola palabra. No hay nada más hermoso que la voz de una fea, me dije para darme valor y cortar la llamada y regresar a la mesa. No te rindas con el oído. Pero esa voz era tan suave y sensual que juré tenerla a mi lado y sentir el calor de su aliento.

—La verdad es que no, nunca lo hago. —Eres malvado, señor hoy-no-quierojugar. Pero te voy a dar una oportunidad más. Sé que te estás haciendo el difícil, exactamente como me gusta, ¿verdad? Caminé nervioso por toda la cocina; el cordón del teléfono de pared se fue enredando entre los electrodomésticos y los muebles del desayunador hasta que se tensó por completo. Entonces tuve que andar de regreso todo el recorrido para deshacer la telaraña de cable, y al final >

para que mi interlocutora se desatara en frases cachondas y en gimoteos de placer, como si de pronto estuviéramos juntos y la penetrara por fin, después de una interminable sucesión de besos. Mis monosílabos se convertían para ella (quizá por la interferencia) en porras que la exhortaban a estimular cada vez más su cuerpo, y sus manos se multiplicaban para llevar a cabo esa función, además de coger el teléfono y tirar de su cabello (como confesó que le gustaba). El calor de aquel polo de la llamada comenzaba a filtrarse por el cable y la bocina hasta el mío, por lo que tuve que tomar asiento y desabotonar el cuello de mi camisa. Sus gritos llegaron a un tono agudo que anunció el orgasmo que se acercaba, e iban a la par, en un duelo de pasión, con los míos que retumbaban en mis adentros. >

En eso, lentamente, teniendo mis hesitaciones, llevé el auricular hasta la base y colgué excitado y confundido. Lo excitado se debía a que jamás en mi vida había mantenido una conversación tan sexual, ni siquiera en la cama. Lo confundido tenía que ver con el hecho de que mi nombre no es Roberto.

Me dan hueva los invitados, me da hueva mi esposa, me da hueva la cena, me da hueva mi vida. cuento •

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Juan Rulfo & Yuri Herrera Juan Carlos Hidalgo

Publicado en su columna Las posibilidades del odio. Diario Milenio el 26 de Mayo del 2013

Suele haber una discusión sempiterna acerca de lo que constituye a una buena novela o sobre los elementos que distinguen a un escritor relevante del género. Hay quienes destacan el tipo de historias que se cuentan, otros se decantan por la complejidad en la estructura y unos cuantos más por lo atractivo de la prosa misma. Debate interminable. Se requierede una peculiar combinación de cada parte para que una novela se logre. Aun así me interesa destacar aquello que distingue a Yuri Herrera. Son muy pocos los que como él ponen especial énfasis en trabajar fundamentalmente con el idioma español. Este hidalguense es un orfebre del lenguaje. Y es que antes incluso que hallar el tono que debe llevar lo que se propone contar lo que hace es elegir las palabras que lo atraen; las busca, tropieza con ellas, las tiene >

presentes y en todo caso si no existen como las necesita pues las inventa. Para Yuri el lenguaje se comparte como un ser vivo. Muta, evoluciona; no se mantiene exento de transformaciones radicales, perversiones, desgastes o progresos. El lenguaje no puede mantenerse inmutable. Es una herramienta para el uso humano que con tanto manoseo cambia constantemente. Ese es su destino inevitable. Y es una decisión del escritor evidenciar tal proceso. A fin de cuentas, las palabras son partículas elementales para sus experimentos. Es un aspecto que no pasa desapercibido. Por ello quisiera compartirles un fragmento de un texto del boliviano Edmundo Paz Soldán en el que explicita claramente la manera en que Herrera trabaja:

Hace un par de años entré al cuarto en el que se quedaba Yuri Herrera en mi casa -había venido a Ithaca a dar una charla-- y lo encontré sentado frente a la computadora. Una lista de palabras aparecía en la pantalla. Me dijo que era una de sus maneras de componer una novela. No a través de la organización de la trama, que eso venía después, sino escogiendo primero cuáles eran las palabras que quería usar. Una vez que tenía una constelación adecuada, con ciertos centros de gravedad -jarchar, en Señales que precederán al fin del mundo--, todo se hacía más fácil. Posiblemente Yuri no me decía la verdad, pero quise creerle. Era la explicación adecuada para entender su obra, que hace del trabajo minucioso con el lenguaje una poética.

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Lépera, torzón, avorazó, desmuertadero, briagadales, desbalagadas, comolevar, primerodiosar, muyamabliar, buenosdiar, nalgasmeadas...

En lo personal, me quedó claro que desde Trabajos del reino teníamos delante a un estilista. A un cazador de palabras que sale a atraparlas por doquier, aunque se suele insistir en que sus parajes favoritos son cantinas, tugurios y otros espacios barriobajeros. Puede que así sea, pero en La transmigración de los cuerpos ya no se circunscribe al norte de la república ni a la franja fronteriza. Esta historia transcurre en una ciudad sin nombre que puede ser muchas dentro de sí misma. Aunque seremos los pachuqueños quienes tendamos un nexo con lo que se conoce como El corredor de las caricias, por citar un ejemplo.

entre nos, la coartada la inventamos aquí entre nos; la transa es providencia”.

En la novela que nos ocupa esa ciudad está paralizada por una epidemia desconocida que va invadiéndolo todo. Hay una tensión casi de estado de sitio en la que se tienen que mover los personajes para resolver un entuerto que ha dejado en familias contrincantes a respectivos muertos ajenos a los que hay que devolver.

Quisiera despedirme retomando un pasaje de una nota aparecida en una importante revista electrónica española y en la que podemos darnos cuenta del impacto que produce la narrativa de Herrera más allá de nuestro entorno cultural:

Se cuenta que en una gira promocional europea, una persona que presentaba a Yuri a la prensa lo recomendaba como un Juan Rulfo para el siglo XXI. Cuando nuestro hombre se dio cuenta le dijo a la mujer que dejara de hacerlo, que era una aseveración desmesurada, a lo que ella respondió: -es para que te pongas a trabajar-. Debemos de reconocer que aquella especialista no estaba equivocada. De las tres novelas de Herrera está es la que más ecos rulfianos despierta. Hay una urbe casi fantasma habitada por gente que se ha acostumbrado a la muerte y al agregado de la violencia y la corrupción como forma de subsistencia. Tan es así que el texto se dice: “Su bronca la arreglamos aquí entre nos, el secreto ese lo guardamos aquí entre nos, la multa la rebajamos aquí >

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Eso justifica la existencia de El alfaqueque, un negociador, un solucionador de problemas turbios. Siempre al servicio de la clase pudiente y actuando con extrema discreción. El problema que tiene entre manos es equiparable al shakespearo dilema de Romeo y Julieta ocurriendo en uno de los círculos del infierno de Dante. Sólo que en vez de Virgilio, nuestro acompañante sería Dashiell Hammet –uno de los padres de la novela negra e influencia innegable de Yuri, dicho por él mismo-.

“Leyendo las primeras páginas de la celebrada La transmigración de los cuerpos (Periférica), llenas de modismos, coloquialismos y jerga mexicana, tuve la misma sensación de la primera vez que vi Amores perros (2000): mi cabeza era un gran signo de interrogación seguido de uno, igual de grande, de admiración; me costaba entender lo que decían pero la fuerza de sus imágenes/ de la prosa era tal que no podía dejar de mirar/ de leer”. Celebremos pues el presente de un escritor en toda ley, que aprendiendo de Rulfo a aprehender todas esas voces que esparcen nuestros vicios y pasiones, nuestras filias y fobias. Sólo nosotros sabemos crear neurosis y delirios propios, porque como dijera Yuri: “Esa epidemia no declarada es el miedo que no tenemos los unos a los otros, el recelo, el odio”.

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La lección del Norte Alfonso Valencia

Publicado en su columna Tabula Rasa del diario Milenio el 25 de Mayo del 2013

I En el 2005, Rafael Lemus acusó, en un artículo de Letras Libres titulado “Balas de salva”, a Eduardo Antonio Parra, Federico Campbell y Élmer Mendoza (entre otros) de, más o menos, aprovecharse del narco para erigir una literatura intrascendente. “El narco no es novelable: para recrearlo se necesitan antinovelas”, escribe, y acusa que ninguno de los autores norteños cuenta con recursos para la tarea. Acrimina, apunta y sentencia: la narcocultura como una moda que define el quehacer artístico del norte, la impaciencia de los escritores por retratar y no explicar ni denunciar el fenómeno, abusar del narco, escribir acerca de él y terminar haciendo una versión domesticable, en tonos pastel. El texto, intencionalmente polémico, deja abierta la posibilidad de una nueva estética literaria que, para poder llamarse auténticamente narcoliteratura, aborde el narco sin hablar del narco. O algo así.

Yuri Herrera construyó su universo literario en el no-lugar, en la ciudad sin nombre que, aunque sabemos fronteriza, bien puede ser cualquier ciudad. Del mismo modo, sus personajes, cuyos nombres se reducen a sus roles arquetípicos (El Artista, El Rey), habitan la frontera entre lo real y lo ficticio, van de la identificación a la mera creación literaria. Su ciudad es cualquier ciudad ya que casi todas tienen un Palacio: ese estilo de mansión erigida con el poder y en el lujo ostentoso de la mafia (que puede ser el narcotráfico o no, en realidad no importa), y sus habitantes son aquellos que ostentan el poder mediante la intimidación y aquellos son sometidos o se enfrentan a él con los medios a su alcance. La obra de Yuri es dual: retrata nuestra realidad (violenta, viciosa) y la universaliza: la novela de Yuri trata y no, al mismo tiempo, del narco mexicano fronterizo: lo hace de manera tan desnuda y certera que deja de ser un fenómeno meramente local.

Luego llegó Yuri Herrera (Actopan, 1970), cuya primera novela, Trabajos del reino, ganadora del No es gratuito, entonces, que académicos de Premio Binacional de Novela “Border of Worlds”, Italia y Alemania hayan celebrado y abordado publicada en 2005 por el Fondo Editorial Tier- críticamente su obra, por ejemplo. ra Adentro y reeditada en 2008 por Periférica, transformó las perspectivas de la novela del narco mediante la transgresión: arrancándola de sus lugares y sus nombres.

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II Los personajes de las novelas de Yuri Herrera son capaces de conciliar y conectar el mundo y sus realidades opuestas mediante el lenguaje: son todos ellos poseedores de competencias lingüísticas extraordinarias en sus propios contextos: Lobo, el protagonista de Trabajos del reino, accede y se enfrenta al poder de un capo del narcotráfico mediante la palabra, mediante la composición de corridos. Lobo, músico de cantina, se convierte en El Artista en la corte de El Rey, quien lo deja acceder al Palacio por su talento para trascender historias mediante la palabra. Lobo es un artista de la palabra, versificador más que músico excelente. Makina, la protagonista de Señales que precederán al fin del mundo (Periférica, 2010), es traductora, punto de encuentro entre tres culturas (la indígena, la mexicana y la estadounidense).

El conocimiento de sus lenguajes le permite conocer realidades distintas y opuestas, y moverse y conciliar a sus habitantes. Finalmente, El Alfaqueque, protagonista de La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013), última novela de Herrera, es consciente del poder conciliador, persuasivo y manipulador de su “verbo”: es el punto de encuentro entre dos familias rivales, dos visiones completamente distintas de la realidad. La intervención de su palabra tiene el poder de contener la violencia. Mediador entre jefes que dominan a través de la violencia, El Alfaqueque se empodera entre ellos con la palabra: su poder radica en que sabe qué, cómo y cuándo decir, exactamente, lo que tenga que ser dicho.

III Posiblemente la novela del narco (y sus variantes) quede en la historia de la literatura como un capítulo que obedeció a su contexto (si es que en algún momento lo superamos): a la obligación de escribir y tratar lo que se vive. Anécdota local de un fenómeno que tiene sus lugares y personajes bien ubicados, bien delimitados: destinados a la muerte cuando la fuente se agote (si es que se agota). De todas esas obras, que ya son bastantes, las de Yuri tienen lo necesario para quedarse: la concreción y exactitud de las palabras justas. La lección del norte vino a enseñárnosla un hidalguense. Chingón.

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La transmigración de la costumbre Rafael Tiburcio García

Yuri Herrera (2013). La transmigración de los cuerpos. Cáceres, España: Editorial Periférica.

Cuando asistí a la presentación de La transmigración de los cuerpos tuve la ocurrencia de llevar Trabajos del reino para que Yuri Herrera la dedicara también. Preguntó mi nombre para escribir en el ejemplar de La transmigración, se lo dije y pareció recordarlo de Facebook o por ahí. Impertinente, solté algún dato inútil sobre mi currículum y la entrevista acabó abruptamente. Quizá en ese momento cumplía ciertos compromisos editoriales o simplemente no estaba de humor, el caso es que tomó Trabajos mostrando cierta nostalgia, pero también cierto desdén, dijo algo así como “Es la primera edición” y me lo devolvió. Un libro con dedicatoria, no dos. ¿Qué fue lo que ocurrió ahí? Es simple, hasta hilarante: si yo fuera uno de sus personajes me habría asesinado. Suelen compararlo con Rulfo. Críticos, colegas, lectores nacionales y extranjeros sueltan el lugar común “Recuerda a Rulfo”, y luego el paliativo “Guardando las distancias”. La comparación suele limitarse a su artificio con el lenguaje, el de un artesano, no, más bien el de un joyero. Pero sus temas y personajes también evocan a otro grande. Carlos Fuentes, sin el tema de lo fantástico, parece una fiera domada por Herrera cuyos personajes oscilan de trotadores de cantinas hasta duros que cuadran al mundo. Las relaciones que teje entre nichos sociales establecen un discurso en torno al poder definido por jerarquías que asientan, áridos y brutales, sus microcosmos narrativos, “Makina hablaba las tres [lenguas], y en las tres sabía callarse” nos dice en Señales que precederán al fin del mundo; rasgos, la jerarquía y el abolengo poniendo a cada uno en su lugar, que están presente en sus novelas, pero también en los cuentos anteriores a ellas, quizá porque el mundo a veces funciona así.

Me interesa destacar este asunto menos espectacular, más propio de un alumno refundido en estudios comparativos que de un intrépido y valemadrista ensayador de conexiones. Desde la primera vez que leí a Herrera llamó mi atención el desarrollo costumbrista que presenta en su narrativa. En La transmigración deja de lado la orfebrería alegórica que magnificó sus dos novelas anteriores para traernos un experimento centrado en las palabras, en los significantes, pero también en la visión costumbrista de una ciudad. La Ciudadcita es a la vez tema y personaje que posibilita el desarrollo de la trama que tejen el Alfaqueque, el Delfín, la Ingobernable y las demás criaturas que pueblan las páginas. La ciudad habla usando nuestras mismas frases y sus reflexiones más altas golpean en medio de hechos simples en torno a los personajes:

“Todos valemos lo mismo, no importa si crees en yerba ardiente, en pájaros jariosos, en libros enterrados, en la lana, en el verbo o en la verga, todos tenemos un espacio aquí. No, qué, él sabía: la regla era Me vale madre lo que hagas, nomás no te me quedes viendo, cabrón.”

Mediante costumbres. 14

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En la década de los sesenta teóricos como Greenblatt postularon que la literatura no refleja pasivamente la Historia sino que interviene en ella desde el momento en que la representa. La mimesis va acompañada de intercambios culturales colectivos que el lector se apropia, de modo que la literatura no se concibe como un ámbito separado de la práctica social. Sin profundizar en estos pormenores teóricos, la ciudad de Herrera nos presenta este intercambio que a cuentagotas revela algunas de las maneras y conductas que tienen quienes viven en ella, a la par que despliega esa joyería semántica que mencionábamos antes:

“Hubo otras épocas de la ciudad en que la gente se moría a carretadas, pero en ese entonces era por tuberculosis a sueldo o por derrumbes a destajo, normal. Quizá porque la vida era corta, la gente de la ciudad había aprendido a no meterse en lo que hicieran los otros [...] Quizá también por eso eran tan afectos a las buenas formas, buenosdiar y comolevar y primerodiosar y muyamabliar todo el día, para poner distancia.” Así hablamos en la ciudadcita y mientras a nosotros no nos sorprende ver en papel frases como “Tienes la boca atascada de razón”, para un lector extranjero debe ser un festín cultural, una nueva complicidad. Parte de su éxito se debe a que recuerda puntualmente a los grandes maestros, Rulfo y Fuentes, sí, también Arreola, Ibarguengoitia, pero su voz sigue siendo personal. Una apuesta estilística importante es navegarv a contracorriente en plena era del intertexto.

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Herrera es un joyero, toma materiales concentrados, caros en sí mismos, palabras y frases del slang popular llenas de fuerza autónoma, y les asigna formas caprichosas que sin embargo el usuario final carga con naturalidad, como si fueran hechas para ellos, como si fueran hechos por los lectores mismos. Es el poder del contexto. Todo éxito es un malentendido. Los intercambios entre texto y sociedad se multiplican a través del tiempo. La creación escrita adquiere legitimidad y, al mismo tiempo, se convierte en materia arqueológica del porvenir:

“se acercó a darle un beso, y cuando estaba a punto de hacerlo se volvió hacia un lado y estornudó en la parte interna del brazo. / A lo mejor en el futuro la gente ya no se acordaría de cómo fue que todos empezaron a hacerlo así, en vez de taparse la nariz con las manos. Tenía que llegar un susto de a deveras para que algunos gestos prendieran y luego quedaran como cicatrices que parecen siempre haber estado ahí.”

El hecho es que esta novela, quizá sin plateárselo, propone convertirnos en objeto histórico. Este secreto velado en torno a lo que somos los conciudadanos, puesto en evidencia mediante rasgos de costumbres y relaciones jerárquicas, es lo que ubica a La transmigración de los cuerpos en el mismo nivel altamente lírico y alegórico de sus dos novelas anteriores, a pesar de que sus temas más superficiales y su artificio lingüístico parecen enfocar nuestra atención lectora en otros aspectos.

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Por Timo Viejo y Martín Rangel. Yuri Herrera es un escritor que camina las calles de las ciudades donde ha vivido. Él ha manifestado que se alimenta de ellas para después recrearlas en sus novelas. Le ocupa lo cotidiano, y esto se percibe cuando uno lee sus novelas. Yuri puede llegar a ser un personaje enigmático: a él, se rumora, suelen incomodarle las charlas con otros escritores. Prefiere estar con sus amigos o haciendo otras cosas. Sus obras se han caracterizado por el uso que le da a las palabras.

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Un ejemplo es el concepto de transmigración que él ha utilizado para escribir su reciente novela La transmigración de los cuerpos. Allí maneja éste concepto en tensión, lo opone a la teoría que supone que el alma inmaterial viaja. Herrera dice que los cuerpos muertos viajan o cambian de posición dentro de un lugar físico, dentro de nuestro imaginario, e incluso dentro de nuestra mente. Así es el uso que él le da a los conceptos y a las palabras, quizá hallemos aquí la esencia de lo que le ha dado a sus obras tal peculiaridad. Te consideras Flaubertiano al indicar que estas en búsqueda de la “palabra justa”. En mi opinión sería la frase justa, porque ésta le da rapidez, hace de tu obra algo de lectura ágil y presente.¿Cuál es el complemento o qué es lo que añade Yuri Herrera una vez que encuentra la palabra justa? Bueno, cuando hablo de la palabra justa, no hablo de la palabra justa como una palabra que ya esté existiendo pegada a cada objeto, situación, emoción o sujeto, sino más bien la palabra justa que de algún modo refleje lo que te está sucediendo frente al mundo sensible. Es un acto creativo, no un mero hallazgo azaroso y, cuando decimos la palabra justa, no sólo nos referimos a una sola palabra, sustantivo o adjetivo sino a la manera en que reconstruimos el mundo desde nuestra sensibilidad, nuestros fantasmas, nuestros anhelos y desde nuestros miedos.

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En Señales que precederán al fin del mundo utiilizas con frecuencia el verbo “jarchar”, que, como has dicho en anteriores entrevistas, se deriva de las jarchas (formas líricas primitivas de nuestra lengua). Por el mismo rumbo, tu personaje del Alfaqueque tiene su antecedente explícito en el alfaqueque que se hace presente en la obra alfonsí. ¿Por qué es importante para ti retomar estos aspectos de la tradición medieval en nuestro idioma? ¿Dónde ubicas su relación con nuestra situación actual?

ahora que vivimos en una época en la cual pareciera que estamos en un cambio permanente. Volver a la edad media en ese sentido creo que nos pone los pies en la tierra.

Alfonso Valencia asegura que la “lección de la literatura del norte” la llegaste a dar tú, un hidalguense, al marcar en tu obra una gran distancia respecto de la tintura periodística imperante en el género. ¿Crees que el empleo de personajes arquetípicos y la omisión de referencias Lo primero que diría es que se históricas y geográficas dota debe asumir que toda la herencia a tu trabajo de mayor lingüística de los distintos países universalidad? y distintas épocas nos pertenece, y que podemos echar mano de No automáticamente, sería deella. Eso no implica dar la es- masiado fácil decir que por no palda a tu propia tradición, sino usar referencias culturales de tu enriquecerla. Entonces, una de época ya estás haciendo algo que las cosas que me han llamado la puede ser leído en cualquier époatención —una de las mayores co- ca y lugar. sas que me han llamado— de la lit- Lo que yo digo es esto: si nosotros eratura medieval es, entre otras escribiéramos de vampiros adorazones, que fue una época (una lescentes, de hobbits o de héroes larga época) en la cual se produ- decimonónicos, siempre estaríajeron muchas bases de lo que es mos escribiendo de nuestra éponuestro mundo actual; cuando ca, nos guste o no. No tenemos se empezó a entender la forma remedio, y no es que tenga una de relacionarse con ciertas in- fobia a las referencias culturastituciones, cuando empezaron a les ni ninguna cosa así, sino que codificarse algunas lenguas. Esto pienso su utilidad y no darla por es significativo > hecho.

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Cuando es necesario lo incluyo, pero de cualquier manera en la forma que construyes tu lenguaje en los problemas que a ti te preocupan, de algún modo te refieres a tu tiempo, a tus pares, te refieres a lo que te ha tocado. Así ha funcionado para mí; no es tanto pensando en la universalidad o en el tiempo que te ha tocado escribir tu literatura porque la verdad no tenemos ningún control sobre eso En la novela Los trabajos del reino, el tema principal es la relación del arte con el poder. ¿Qué opinas del cacicazgo que parece dominar el ámbito de las letras en un lugar como Hidalgo, que fue tierra de caciques? ¿Crees que eso se reproduce en la literatura? Sí, creo que en la literatura se reproducen muchas de las prácticas de poder que se dan en otros campos en el país: el autoritarismo, el culto de la personalidad, la verticalidad…, pero creo que eso ha cambiado de forma acelerada. Una de las razones para que esto suceda es la irrupción de las nuevas tecnologías; si antes nosotros teníamos el campo literario mexicano divido en dos grupos >

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de poder —los que se agrupaban en torno a la revista Nexos y los que se agrupaban en torno a la revista Vuelta—, las nuevas generaciones no requieren de esos grupos de influencia para legitimar su trabajo. Por un lado pueden publicarse a sí mismos en la red y es cierto que, si bien no tiene el mismo impacto que tenía antes ser publicado por las editoriales más importantes, ya es una grieta dentro de eso; por otro lado está la desaparición de los grandes popes que de algún modo representaban esa cultura vertical: ya no están Fuentes, Paz, Monsiváis; con todo el bien que le hicieron al campo literario, al mismo tiempo determinaron una cierta manera de relacionarse, de encontrar tu espacio dentro de la literatura nacional. Creo que nunca dejará de haber grupos de poder, o gente que quiera controlar qué se publica o cómo se publica o cómo se lea algo, pero ya no es tan sencillo como hace tiempo.

No sé si decir un auge sea demasiado optimista, lo cierto es que existen otras opciones. Yo conozco gente que ni siquiera ha mandado sus manuscritos a las editoriales sino que directamente lo ha hecho a través de Amazon o que ellos han encontrado pequeños editores y los sacan. Eso te seguirá poniendo en el margen, pero ya no significa la inexistencia. No lo llamaría un auge que este determinando el campo editorial, pero si hay nuevas posibilidades. ¿Los ojos de lía, dirigida hacia el público infantil, podría ser una historia que se desarrolle paralela al tenor de tu trilogía?

De hecho, ese libro me lo pidieron en Sexto Piso. Me solicitaron algo para niños que tuviera que ver con la violencia, en ese sentido tendría que ver con los otros dos libros, con lo que ellos consideraban mis preocupaciones; de algún modo (la historia de Lía), está dialogando con ellos en otro registro, con otro tipo de desarrollo del personaje, pero se relaciona con las Entonces tu opinión hacia los otras dos. No podría haber evitado nuevos espacios independientes las cosas de las que ya había hablaes que hay un nuevo auge frente do antes. a los gigantes editoriales. >

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En tus obras, es constante el darnos cuenta de ciertas cosas señalar a los muertos como que nos molestan de la naturalealgo sin valor. ¿Crees que es- za humana. temos pasando por un proceso de insensibilización ante la muerte y la violencia?

Olvidando eso del pasar del tiempo; si tu obra más reciente, La transmigración de los cuerpos, se recordara como un lienzo ¿qué imagen te gustaría que mostrara?

Entre los escritores contemporáneos mexicanos, Élmer Mendoza es un exponente en su obra de la situación actual del país. Dentro de 30 años su obra podría empezar a clasificarse como histórica o que retrata a la sociedad en cierto período histórico de México. ¿Cómo ve Yuri Herrera sus novelas dentro de 30 años?

Eso depende de cada lector. Una imagen que a mí me gusta cómo está resuelta en la novela es cuando, hacia el final, el Alfaqueque carga el cuerpo de la Muñe saliendo de la casa para llevarlo con su familia. También supongo que funciona la imagen de la ciudad abandonada, en pánico, con la gente paranoica encerrada.

Bueno, no debería ser así. Hoy es cuando tenemos más información que nunca en la historia. Cualquier persona con un aparato en su mano puede acceder a gran parte del conocimiento producido a lo largo de los siglos. Da la impresión de no ser suficiente para sensibilizarnos frente a lo que está sucediendo, frente al significado de las cosas más terribles que pasan cotidianamente. No estoy seguro de si nos hemos vuelto más insensibles o de si no hemos reparado en lo insensibles que somos ahora que estamos tan interconectados. En otros momentos tal vez simplemente cada cual se quedaba en su casa y no le importaba lo que sucedía, nosotros no reparábamos en lo que otros pensaban, si tal vez compartíamos una cierta solidaridad. Hoy esta marea de información también contiene nuestra indiferencia ante muchísimos problemas. No creo que haya un cambio fundamental en la naturaleza humana, sino que hoy es más fácil >

No, pues no sé (sonríe). En primer lugar, yo espero seguir vivo dentro de 30 años y no estar preocupándome sobre mi obra pasada, sino seguir escribiendo en ese momento. Creo que es un poco absurdo pensar en tu legado cuando apenas estas empezando a trabajar. Es absurdo pensar en qué generación vas a quedar en los libros de historia de la literatura cuando lo que tienes que hacer es seguir aprendiendo a escribir bien, entonces yo no sé. Esperaría que mis libros, lentamente como ha sido hasta ahora, sigan encontrando lectores pero no aspiro a tener un control sobre cuándo y cómo serán leídos.

Eres un escritor afortunado puesto que has conseguido lectores a nivel mundial. También has dicho que “tardarte” en publicar te ayudó en cierta manera a madurar ¿Qué supones qué hubiera pasado en tu carrera si hubieras publicado más joven? Esto lo he dicho antes. Aunque yo ya estuviera ansioso de publicar, como todos a los 20 años: pensaba que ya tenía algo que valiera la pena de ser leído. Siempre existe desde joven la ansiedad por esa pequeña famita. >

Las preguntas rápidas. 1. Mujeres – desde siempre… 2. El Perro – mis dos perros… 3. Escribir – disciplina… 4. Pachuca – caminar… 5. Fotografía – archivo Casasola… 6. UNAM – libros y pachanga… Yo empecé a escribir desde muy chavo, antes de mis 20 años. Las primeras cosas que escribí, las publiqué en Pachuca en un par de periódicos y revistas que ya desparecieron. En mis 20 años y parte de mis 30, me pasé enviando mis cuentitos a premios y editoriales, siempre me rechazaban. A veces me enojaba, a veces me entristecía pero nunca me desanimé. Nunca pensé que había errado mi camino. Siempre pensé que quería seguir escribiendo y eso es lo que se me ha quedado como una de las reglas más importantes del oficio: si vas a escribir, vas a escribir. No debes preocuparte por las becas, editoriales o por tener buenos comentarios. Sí, es importante la autocrítica, >

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pero lo más importante es que tú tengas la voluntad y la certeza de que tienes algo importante por decir. Es por eso que agradezco haber publicado tan tarde. Ya se me había pasado la ansiedad, la preocupación por no ser famoso, es por eso que sólo me quedo la costumbre de seguir escribiendo y seguir intentando. ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera publicado más joven? ¡No tengo idea! Es decir, a lo mejor me hubiera envanecido y me hubiera preocupado de más, a lo mejor hubiera publicado más de lo que he publicado, ¿quién sabe?

Alguna ocasión mencionaste que la Biblia era una de tus lecturas cotidianas o de consulta. ¿Qué te ha enseñado o qué tomas de ella a la hora de construir tus historias? Mira, (se dirige hacia su mochila y saca su Kindle) saqué esto por te quiero enseñar que no lo utilizo para libros nuevos que me interese leer, sino para aquellos otros que leo constantemente. Tengo Moby Dick, El Quijote, La Biblia, La Divina Comedia, libros a los que se puede volver todo el tiempo y que ,como todos los buenos libros, siempre les vas a encontrar nuevas connotaciones. La Biblia por ser una serie de libros escritos a lo largo de mucho tiempo por varios autores

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es un libro extremadamente complejo; por eso, y por la materia de la que está hablando. Nosotros frecuentemente trabajamos con arquetipos salidos de estos libros antiquísimos de la literatura griega y de los libros sagrados. Siempre lo digo a manera de chiste, pero un poco en serio: me interesa mucho la Biblia porque está llena de sexo y violencia —en especial el viejo testamento—. Pero es mucho más que eso, es la problematización del sexo y la violencia. Esto es lo que hace a los fundamentalistas religiosos tan patéticos. Ven libros tan complejos y ricos como un instructivo. Entonces, digamos, cuando te preguntan cuáles son las influencias dentro de tu obra, uno responde conforme a sus deseos: “Yo quisiera que San Juan o Shakespeare fueran mis influencias”, pero eso no se tiene tan claro a la hora de estar escribiendo.

. Cada tanto tengo la oportunidad de leer algunos otros, a veces me llegan, otras veces me los enseñan. He tenido la oportunidad de dar talleres en la Fundación Arturo Herrera Cabañas y puedo leer cosas que se han hecho recientemente. Lo que yo veo es que hay gente como ustedes que está trabajando mucho y están creando nuevos espacios (y eso que no había mencionado a otros como Daniel Fragoso, Juan Carlos Hidalgo ya con trayectoria; también está Alfonso Valencia, Diego Castillo, Julia Castillo muchísima gente). Creo que en México se está haciendo buena literatura y que, gracias a la apertura de estos nuevos espacios y a que tal vez se ha ganado confianza entre escritores jóvenes, que antes nos faltaba, para publicar, para debatir, pronto veremos a más gente (de Hidalgo) que publique su trabajo fuera de aquí.

¿Qué esperas de la literatura hidalguense? ¿A quién conoces? ¿ Qué consejos le darías a al¿A quién sigues? guien que quisiera comenzar a escribir? Hay muchas cosas interesantes haciéndose. No me voy a acordar Esto tiene que ver con lo más báside todos los nombres. Cuando co y es lo que se diría en cualquier sacábamos la revista el perro, de otro oficio: ¿Qué es lo que se le la gente publicada, la mayoría era diría a un jugador de futbol? Pues hidalguense. En la actualidad te que se ponga a entrenar, y que si diré de los que ya se ha hablado: no le sale bien pegarle a un balón Agustín Cadena, Karla Olvera, con el empeine, pues que lo haga Enrique Olmos. mil >

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veces hasta que le salga bien y que tenga la suficiente humildad de aprender de los que lo saben hacer bien; esto funciona en todos los oficios y en la literatura. También hay que leer buena literatura: no tenemos ninguna necesidad de estar perdiendo el tiempo cuando tenemos más obras maestras que vida; podríamos sólo leer obras maestras y nunca acabaríamos, lo cual es una maravilla. No es deprimente que no hayamos leído muchas cosas buenas, es maravilloso que estén ahí todavía y que las podamos leer. Esto no significa que tengamos que leer cosas viejas, hay obras maestras que están publicándose el día de hoy. Hay que leer buena literatura, hay que escribir mucho. Lo que yo diría para poder lograr el oficio es que hay que equilibrar dos cosas: por un lado ser suficientemente autocrítico para reconocer cuando no te están saliendo bien las cosas, y por otro ser lo suficientemente necio, a pesar de las críticas de los otros y de las tuyas, para persistir en un proyecto personal y en algo que te hace distinto a los demás. Es muy difícil porque a veces se puede caer en la auto-denigración o la auto-celebración. Creo que en la medida en que uno pueda hacer un balance entre estos dos aspectos, será cuando se sepa que va uno por buen camino.

• entrevista


Really? (2013) Tinta china sobre opalina

Amigo duende (2013) Plumones y tinta china sobre opalina

Max Vera

Madre coneja (2012) Plumones sobre cartoncillo

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Be strong (2013) Plumones y tinta china sobre opalina

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1 (2013) Técnica Mixta

Edén Home-made

2 (2013) Técnica Mixta

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3 (2013) Técnica Mixta

Rodríguez Monsters

4 (2013) Técnica Mixta

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Transamérica y la transmigración de la psique. “Mi cuerpo puede ser un trabajo en proceso, pero no hay nada de malo con mi alma” 24 de julio de 2013. En Jamaica una mujer es asesinada porque sus semejantes no están de acuerdo con que su sexo y género sean incongruentes. En Transamérica (2005) sucede algo similar que, en lo personal, me llevó a un solo cuestionamiento: ¿Qué es lo que en la actualidad hace hombre o mujer a un ser humano? La cinta presenta la historia de la transformación física de Stanley Schupak hasta “convertirse” en Sabrina Claire Osbourne (Felicity Huffman). La película habla de un proceso psicológico, también define la necesidad de Bree, o Sabrina, por completar el cambio a través de un procedimiento quirúrgico para modificar sus genitales. Transamérica puede ser un filme que retrata el constructo social existente o puede llegar a ser no una crítica sino la cruda exposición de un estereotipo latente de rechazo, misoginia y homofobia. Instituciones como la familia, la escuela y los medios no han logrado que, a pesar de las luchas y exigencias de la comunidad LGBT, se conozca —o deje de ignorarse— la diferencia entre sexo-género y el derecho de un ser humano a elegir libremente lo que hace o no con su cuerpo. En la sociedad que vivimos se ha llegado a un punto en el que el exterior es lo que define la conducta, las relaciones y modo de vida que una persona debe o no tener. El alma y la mente de cualquier individuo pasan a segundo término. Sabrina se crea una identidad nueva que surge a partir del miedo de no ser aceptada por su hijo en problemas (Kevin Zegers) —quien espera un padre, no un freak, mentiroso que no es mujer y rechaza ser hombre—. La llegada de Toby genera un desajuste en los planes de Bree, su cirugía y en la decisión que ha tomado para ‘ser’ una mujer por completo. Sabrina emprende un viaje con destino a Los Ángeles en compañía de su hijo. Su psicóloga le aconseja no dejar problemas al aire —que acepte el hecho de que ella y Stanley son uno mismo— antes de poder alcanzar el último peldaño de su metamorfosis. Al parecer, para Sabrina todo se vuelve difícil al tener que recurrir a su familia, quienes se rehúsan>

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—I got a pone call last night from a juvenile inmate of the New York prison system. He claimed to be Stanley’s son —No third-person —[…] My son

a aceptar lo que su hijo ha hecho con su cuerpo. En una conversación con la familia, la madre de Bree le dice “No te hagas esto, por favor. Extraño a mi hijo” a lo que Sabrina responde “Mamá, tú nunca tuviste un hijo”. Es difícil entender el porqué de la negación y la dificultad de su madre para aceptar que su hijo, en verdad, siempre se ha considerado mujer: el proceso quirúrgico y hormonal al que se está sometiendo sólo es un paso más para llevar a término las características físicas que a su nacimiento no le fueron dadas. La psique de Bree es la de una mujer: el cuerpo que tiene no le corresponde, así que lo moldea junto con su rol social: “Mi cuerpo puede ser un trabajo en proceso, pero no hay nada de malo con mi alma”. En la relación con Toby, funge como consejera y como protector, siente el deber de proveer lo necesario para su hijo. Le ofrece una casa, un hogar. Toby lo malinterpreta y cuando finalmente Bree se siente con la confianza para decirle que ella es su padre, él reacciona violento, la golpea y se va. Ya sea por compromiso o por decisión, su ser oscila entre padre-madre y hombre-mujer. “Caminamos junto a ustedes” le dice un transexual masculino o a Toby cuando el creyó haber visto a un hombre desde un principio. Esta es la verdad, un transhombre es, a fin de cuentas, un hombre y una transmujer es una mujer. Transamérica trata, sin éxito, de dar a conocer la transmigración de la psique o el conflicto que existe cuando hay una ruptura entre la sexualidad de un individuo y su género. Cae en lugares comunes y expone a los transexuales desde una perspectiva cissexual, hasta cierto punto llena de prejuicios.

(Ana Paula Guarneros)

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n

Exhala El disco se puede descargar en la siguiente dirección: http://breathecompilations. org/v-a-exhala/ Dámaso Pérez y Paisajes agretes del artista visual Raúl Burgos por su congruencia entre imagen y melodía.

La primera ocasión que oí Exhala fue en mi laptop, un amigo me lo había recomendado. De inició me pareció vano, cerré el reproductor y prometí darle una segunda oportunidad más tarde. Ésta, sucedió unas semanas después: no pude prestarle atención mientras corría, por consecuencia, tampoco pude terminar de ejercitarme. Me senté en la banqueta para escucharlo, entonces tuve claro que Exhala es música para interpretarse. Exhala forma parte de un álbum doble (Inhala/ Exhala), del netlabel Breathe Compilations, con el cual celebran su quinto aniversario. Este sello discográfico, sin becas ni apoyos institucionales, presenta el trabajo inédito de varios artistas, en su mayoría mexicanos, radicados en diversas partes del mundo. Ellos, al ser parte de un netlabel, tienen la clara idea de que el arte no debe comercializarse, sino difundirse y compartirse. Sus discos están registrados bajo Creative Commons, una licencia que permite la descarga legal y gratuita. Producciones como esta son una opción para la difusión musical en esta época, en la cual, la gran mayoría de la población está habituada a que toda descarga por internet es ilícita. La música se ha cohesionado con el trabajo visual; en el caso de Exhala se complementa con ocho fotografías acertadas a la temática, y que son el aditamento ideal de los 12 temas que lo conforman. En este punto, se resalta la creatividad de Constelación de luciérnagas de >

reseñas •

Podría definir Exhala como una traducción al lenguaje auditivo de las emociones que encierra el alma. Inicia con Water Crystals, su melodía te introduce en una realidad distinta en los primeros segundos; es el momento brusco antes de desdoblar tu ser para salir del mundo y dirigirte a la seguridad del tuyo; la suavidad de sus notas te transportan a una cueva imaginaria donde puedes refugiarte. With a cloud above your head, te hace despertar dentro del sueño, las cuerdas que adornan la canción le dan una textura de calma que se adueña de tu cuerpo para después alebrestarla con pistas como Parklife y confluir en lo onírico en canciones como Sleeping Society. Mornings, nos evoca a grupos como The Knife con una mayor atmosfera. Tercer Oido e Indian Summer transgreden y nos dirigen hacia la versatilidad inclasificable de nuestra psique. Ondine, es por mucho lo mejor del álbum, ya que retoma la pieza: Tesorero de la noche: tres poemas para piano sobre Aloysius Bertrand compuesta por Maurice Ravel. La canción inicia con un extracto del poema homónimo escrito por Bertrand, recitado por una suave voz femenina, que con sólo el primer verso —“Ecoute! Ecoute! C’est moi, c’est Ondine”—, nos atrapa en el momento del éxtasis más sobrio que hemos de experimentar. Es también la puerta a la recta final del álbum donde Music for when you are very tired evoca el cansancio emocional o espiritual del cual muchos padecemos. Breathing In, I Smile, nos despide con un melancólica oportunidad de inhalar nuestras emociones para reinventarlo todo en el momento de exhalar.

(Editor Fantasma)

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La palabra frente al caos

Sabemos quién es Yuri Herrera: uno de los escritores más leídos y elogiados de su generación. Sabemos de su obra: publicada en España, leída en casi toda Hispanoamérica, y comparada por su maestría en el uso del idioma con la de Rulfo. Ambas situaciones alcanzan su confirmación y clímax en la más reciente novela del hidalguense: La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013). En este libro, Herrera vuelve a desmarcarse de la tradición que parece dictar el canon de la literatura de tintes norteños en nuestro país: violencia a desmesura, tratamiento periodístico del tema del narco, entre otros. >

Un género hibrido

En un país al borde del colapso, como lo es México, viene muy a cuento --o ensayo-- hablar de distopías y corrientes apocalípticas, como lo hace el autor Juan Pablo Anaya, quien con su libro de ensayos “Kant y los extraterrestres” sitúa al lector frente a un juego borgiano no exento de referencias multiculturales: de Kant a Maussán; Ridley Scott, Herman Melville, autores ficticios, coloquios literarios improbables y teorías desorbitadas pueblan esta narración que sirve, como el propio autor lo afirma, para despojar de ese halo doctoral que suelen acompañar las discusiones filosóficas de la academia. Por ejemplo, en “Canción de amor para un androide”, Juan Pablo Anaya divaga acerca “del sueño del maquinismo”, la biomecánica, y los recuerdos implantados a partir de la cinta “Blade Runner” (1982). Estos postulados, que en apariencia son formales, le sirve para introducir un personaje ficticio que sería una especie de alter ego del ensayista, un joven investigador que desarrolla ensayos a partir de una investigación exhaustiva. Hasta aquí todo sería cierto si no es porque gran parte de los autores y estudios que cita –hay que decir que no todos— son falsos. Y es esto mismo lo que le da una dimensión literaria profunda a este texto, que recuerda a Borges y sus Ficciones. Así, en el primer capítulo asistimos a las reflexiones que suscita el amor del investigador por otro personaje —esta vez de una película— lo que le sirve para descubrir que “la identidad se funda en una facultad bastante frágil”: la memoria. >

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de tintes norteños en nuestro país: violencia a desmesura, tratamiento periodístico del tema del narco, entre otros En La transmigración el autor se aparta explícitamente de este segundo lastre, pues decide situar su trama lejos de toda referencia histórica o geográfica. Esta lejanía dota a la novela de una universalidad que permite lecturas desde situaciones disímiles a la nuestra como país, es decir, toma de la problemática nacional —que ha sido, a su vez, problemática de todos los tiempos— lo únicamente esencial. >

La idea se confirma cuando los labios car mín de la bella androide Rachel sugieren: I can´t rely on my memories (no pued confiar en mis recuerdos). Este que es un tema que ya ha hecho correr mucha tinta no se queda en la sobada crítica al “carác ter falso de la memoria” o a la distorsión de la identidad a partir de las emocione espurias. El tópico de la película es el pre texto para ahondar en lo que llama un “gesto post-replicante”, a saber, la estrate gia para volver a experimentar y repensa los recuerdos que conforman la identidad

En el capítulo “Ahab en el diván”, el na rrador, que es el mismo personaje de primer ensayo, nos habla del profeso Acha-Benavides, quien le dio clases de li teratura norteamericana, y al cual, el na rrador principal dedica este capítulo en un supuesto homenaje póstumo. El homenaj a Aníbal Acha se basa en su dramátic existencia al perder un hijo, y su obsesión con la novela Moby Dick, a partir de la cua elabora una desquiciada teoría que busc identificar posibles relaciones entre obje tos culturales.

Es gracias a estas afiebradas hipótesi que el lector vislumbra que de la novela Moby Dick a las películas Tiburón y Orca La ballena asesina sólo hay un paso, e así como Acha-Benavides se da a la tarea como el furioso capitán Ahab, de identifi car cómo la cultura de masas puede tor narse un pastiche que echa mano de l historia del arte para convertirla en un reserva de retazos con potencial significa do emotivo. >

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r: do n a, cn es en ear d.

ael or ian je ca n al ca e-

is a a: es a, firla na a-

En una ciudad delirante, sin nombre, que es azotada por una extraña epidemia, cada instante cuenta. La transmigración… es una novela que parece escrita al margen devorador de una epidemia: el autor no se da el lujo de desperdiciar ningún recurso, sino que cada cosa está acomodada en su preciso sitio. El camino que recorre el autor en este libro se asemeja a aquel que andaría un poeta al buscar hallar para cada cosa una manera de nombrarla por vez primera. En esta >

Pablo Anaya hace un guiño a La Raza Cósmica de José Vasconcelos cuando postula un sistema de reencarnaciones culturales con tendencia a volverse cada vez más decadente. Este capítulo es, en particular, interesante porque se desarrolla a partir de un juego de espejos, historias similares pero “invertidas”, que evocan el esperpento de Valle Inclán. El tercer capítulo lleva al lector a una dimensión literalmente fuera de este mundo, al aludir a la obra de Kant Historia general de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que el entonces incipiente filósofo alemán no duda en imaginar escenarios hipotéticos sobre “las características físicas y morales de los extraterrestres”, basado en el lugar de sus planetas con su relación al sol. A partir de esta obra, y de un supuesto hallazgo en una biblioteca del IPN, el personaje del joven investigador nos introduce a un desquiciado debate en torno al papel del Hombre en el Universo y la postura que deberá tomar cuando se encuentre frente a esa alteridad límite que representan los alienígenas. Si bien para Kant el negro cósmico del universo se abre de forma inconmensurable gracias a la demostración que hiciera Isaac Newton de las teorías de Copérnico, para Chinchilla y Badoglio —los personajes de este nuevo ensayo— el encuentro con una nueva especie “fomentará la hermandad de la raza”, pues este hecho produciría un asombro generalizado que uniría a las naciones. >

reseñas •

travesía recorrida en pos de la precisión del lenguaje, es posible dar cuenta de la importancia del verbo —portado por el Alfaqueque, personaje principal— como herramienta mediadora entre dos partes en disputa. La palabra es para Herrera una oportunidad para enfrentarse al mundo y reconstruirlo; para hacer frente al caos y reordenarlo.

Martín Rangel

Ambos autores, parafrasean a Heidegger al destacar la postura del “ser-en-el-mundo-ante-extraterrestres”, que hará, según afirman, que “el sustantivo humanidad” vuelva a ser el fundamento de la moral a través de un gran ejército que enfrentará a los extraterrestres. Sin embargo, el avistamiento de ovnis no será posible sin ese grupo autodenominado “Los Vigilantes”, que en la figura del alucinado mayor, Jaime Maussán, encuentra a su capitán. El ejercicio de observar el cielo en busca de objetos no identificados se vuelve la metáfora “del carácter contingente e ínfimo” del ser humano en el Universo y un pretexto para la melancolía. La pintura El caminante sobre el mar de nubes (1815), del alemán Caspar David Friedrich, sirve a Anaya para hablar sobre el carácter profundamente melancólico que encierra el acto de contemplar un paisaje (el vigilante), donde la naturaleza alude al “enigma de lo divino”. Este marco tan poético y socarrón no está exento del anhelo (deseo) y la amenaza que conlleva la otredad, encarnada en la figura-enigma de los ovnis y la hermandad que podrían provocar entre la raza humana al hacer su sorpresiva aparición trastocando definitivamente el paisaje terrestre. Así el autor traza una ruta crítica en clave de ironía sobre la idiosincrasia del ser-en-el-mundo-mediático a partir de la relación con sus objetos culturales y sus anhelos-expectativas con respecto a la otredad.

Javier A. Martín 29


• Agosto/Septiembre 2013 •


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