Siempre me pregunto por qué no defendemos y alabamos más a los grandes profesionales con los que cuenta España en todos los ámbitos. Esta especie de inseguridad o complejo de inferioridad tenemos que aparcarla para dar paso al orgullo de contar con cardiólogos de fama mundial, ingenieros aeronáuticos en la NASA, primeros bailarines en las compañías más prestigiosas del planeta, diseñadores de moda que después de triunfar en Estados Unidos o Francia han sido finalmente reconocidos aquí.