Hay un oso diligente
Cayeron al mediodía
que procura para él
a la casa de una avispa
un panal lleno de miel
dos bichos ojos de chispa
con las abejas ausentes.
vendiendo mil chucherías.
Llegan estas de repente
“¡Mire qué mercadería!
y encuentran todo el destrozo.
¡La traemos importada!”
Con un vuelo presuroso
Mas la avispa, desconfiada,
van al caco a interpelar,
se plantó que no y que no,
¡más para qué reclamar
y uno al otro murmuró:
cuando el oso... se hace el oso!
“Esta avispa... esta avispada”.
A la sombra de un cerezo
Un baile de ambiente chato
se reencontraron dos pavas.
en la selva discurría.
Se dieron, tan finas damas,
Ni jarana, ni alegría,
a su manera dos besos
según recuerda el relato.
y empezaron, pan y queso,
Dijo un cuervo: “Ya hace rato
una charla prolongada.
que no hay ocasión de nada”.
Hicieron una ensalada
En eso, de una enramada
de chismes y habladurías
se descolgaron tres monos
que fueron, como diría,
y al baile le dieron tono
pavadas, puras pavadas.
porque eran una monada. Oche Califa, La tortuga que sueña. México, SEP–Colihue, 2005.