Perspectivas, Volume 2 Number 1

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lgunos las buscan toda su vida, otros las admiran y muchos las desean. Su formación es lenta, su existencia escaza y su apariencia pura y brillante. La esmeralda es una de las piedras preciosas más cotizadas para formar parte de toda clase de joyas de incalculable belleza. Antiguamente la esmeralda era apreciada no sólo por su hermosura sino también por ser la piedra que simbolizaba el amor, el renacimiento y la eterna juventud. Entre otras cosas, se creía que la esmeralda estimulaba la memoria y desarrollaba la inteligencia. También era usada como amuleto de protección contra enfermedades y se creía que las mujeres portadoras de ella eran inmunes contra la epilepsia. De igual manera, la esmeralda ha sido apreciada por diferentes culturas del mundo por más de 4.000 años, por su rico color verde asociado con el color de la primavera. Cada esmeralda es un regalo de la naturaleza que combina factores como color, tamaño y apariencia para crear un valor tanto material como sentimental para quienes las poseen. Para poder apreciar esta importancia, se tiene que llegar a entender sus características, valor, origen y comercialización, los cuales contribuyen a otórgale la especialidad que se le acredita. La esmeralda es un silicato de clase mineral que contiene berilio. La mezcla de berilio, cromo y vanadio son los componentes que le dan su color verde característico, así como una gran dureza. Los berilios son silicatos que abarcan la más larga clase de minerales que incluyen: aguamarinas azul oscuro, morganitas rosadas, heliodores dorados, berilos rojos y berilos verde claro. Las esmeraldas son sólo una pequeña fracción de esta clase. Geológicamente la creación de esta piedra es un milagro, porque los elementos que la componen se encuentran en sitios muy diferentes en donde se encuentra el berilio y, no sólo eso, las esmeraldas únicamente se forman cuando hay movimientos telúricos que someten a líquidos adyacentes a presiones y temperaturas muy elevadas y que luego llegan al punto de enfriamiento en el que se cristaliza la esmeralda, dándole la brillantez que la caracteriza. El valor de las esmeraldas se determina según el tamaño, el color, la pureza y el brillo. Evaluadas estas características, el valor de una piedra puede vacilar entre los diez dólares y cuatro millones, aunque no es muy común hallar una esmeralda de tan considerable valor puesto que la probabilidad de que se forme una esmeralda de un gran tamaño y máxima calidad es muy poca. Las gemas talladas son valoradas por su peso denominado en quilates (cinco quilates equivalen a un gramo). El color de la piedra es otro factor que determina su valor. Aunque verde es el color original de la esmeralda, no todas las piedras poseen la misma pureza en su tonalidad. Según su color, estas son clasificadas en cinco categorías: Verde azuloso, verde ligeramente azuloso, verde muy ligeramente azuloso, verde ligeramente amarillo y verde profundo. El color verde profundo en esmeraldas es el más puro, el más escaso, y el más valioso. Esmeraldas de verde profundo solamente se encuentran en las profundidades del departamento de Boyacá en Colombia. Dentro de las esmeraldas colombianas existen dos criterios básicos referentes al color. El primero es la procedencia de la piedra o el color de la gema y, el segundo, es la intensidad del color. A mayor color, mayor cantidad de elementos químicos y mayor precio. Colombia abastece el 55% del mercado mundial de esmeraldas, seguido de Brasil con el 15%, Zambia 12%, Zimbabwe 5% y Pakistán 5%. Pero, en cuanto a calidad, Colombia posee las esmeraldas más finas del mundo. Las esmeraldas más exclusivas vienen de las primeras tres minas colombianas: Muzo, Chiyor y Conquez. Las esmeraldas se diferencian de las de otros países por provenir de minas en yacimientos encajados dentro de rocas sedimentarias mientras que las minas de Brasil, Sudáfrica y Egipto se encuentran en rocas volcánicas. Las condiciones del suelo en minas colombianas hacen las esmeraldas más resistentes, brillantes y de tonalidades más puras y profundas. Una vez las esmeraldas colombianas son extraídas de las minas, son trasladadas al mercado de la Avenida Jiménez con séptima, en el centro de Bogotá. En este mercado cerca de 10.000 comerciantes callejeros exhiben piedras de todas las calidades. El destino de las piedras puede seguir tres vías de comercialización: se venden directamente a compradores del exterior, se venden diciembre 2009 / EL OJO 92


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