Puntos de partida de Socialismo Libertario

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Índice

Puntos de partida de Socialismo Libertario Diciembre de 2008

Casas de Socialismo Libertario En la Ciudad de Buenos Aires: Ferrari 243 - Parque Centenario Tel. 4856-9879 socialismolibertario@hotmail.com En Rosario: Tres de Febrero 2641 “4” Tel. 0341 - 4248110 slenrosario@yahoo.com.ar www.slargentina.com.ar Cuidado de la edición: Comisión redactora elegida en el I Congreso de SL Corrección: Carlos Zeta Maquetación: Julia Aibar Diseño de tapa: Juan Manuel Moretto Impreso: diciembre de 2008 Cooperativa Chilavert

Introducción

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1. Somos personas comprometidas

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2. Autoorganización

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3. Revolución social

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4. Revolución socialista y libertaria

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5. Socialismo de la socialización

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6. Una humanidad sin fronteras

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7. La organización que proponemos

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Durante los días 1º y 2 de noviembre de 2008 se realizó el I Congreso de Socialismo Libertario (SL) en la ciudad de Buenos Aires. Para quienes fundamos esta organización en diciembre de 1999, pero también para tantos y tantas compañeros/as que luego se comprometieron en su construcción, destacando a quienes se organizaron activamente en los últimos meses, este I Congreso fue un momento concentrado de discusión y reflexión, de elaboración colectiva y de afirmación del nuevo período que estamos viviendo. Desde que lo convocamos, a fines de abril, se puso en evidencia un gran entusiasmo en toda la organización, particularmente por la discusión relacionada con la actualización de nuestros principios que hoy entregamos, como nueva aproximación, en estos Puntos de partida de Socialismo Libertario. Durante las dos jornadas del I Congreso, en las que hubo un gran número de intervenciones con múltiples aportes y planteando diversos debates, pudimos comprobar con satisfacción que efectivamente estamos dando pasos nuevos y que hemos iniciado un nuevo recorrido en nuestra búsqueda teórica, metodológica y constructiva, intentando probar nuestras afirmaciones y al mismo tiempo ensayando una apertura a otras elaboraciones y experiencias. La propia participación de los invitados que asistieron al Congreso, ya sea dirigentes de otras organizaciones o compañeros con una larga trayectoria en la lucha por la revolución y el socialismo, fue todo un aliciente en este sentido. El I Congreso fue de alguna manera “anómalo” para nosotros/as, ya que, incluso siendo también un primer punto de llega-

da de nuestro nuevo recorrido, aprobó estos Puntos de partida… y al mismo tiempo dejó abierta su discusión. Reafirmó que SL ha iniciado una vida nueva, proponiéndose y proponiendo estos Puntos de partida… en diferentes ámbitos o espacios de las mayorías explotadas y oprimidas, reconociéndose ante todo como parte de ellas. Y asumió como nuevo criterio que nuestras ideas básicas y fundadoras, elegidas libremente, constituyen sólo una aproximación a una teoría de la revolución y del socialismo; por lo tanto, lejos de cualquier concepción cerrada, las concibió como una propuesta sometida a la prueba de la vida, sabiendo que pueden ser corregidas o modificadas. Esta “anomalía”, que en realidad significa una mejor comprensión de lo que puede ser una organización socialista libertaria viva y activa entre las mayorías sociales, permitió que definiéramos a nuestra construcción como basada y abierta, proponiéndonos como una posibilidad entre otras, tal como lo señalamos en el punto 7. *** El grupo fundador de Socialismo Libertario, asumiendo sus propias convicciones, se inspiró hace una década en las ideas de Socialismo Rivoluzionario (SR) de Italia, en particular en su concepción de la revolución y del socialismo contenida en su programa de 1990 y en su propuesta de emprender “una construcción diferente” en el contexto de la “nueva época”. A partir de nuestra coincidencia con tales ideas y de la relación que entablamos con el núcleo dirigente de SR, al cual conocíamos muy poco y hoy lo decimos en un sentido autocrítico, elegi-


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mos impulsar, también con otros grupos de España y Brasil, una corriente internacional por un nuevo marxismo revolucionario intentando superar experiencias anteriores. Esta elección llevó a que nos retiráramos del Movimiento al Socialismo (MAS), organización en la cual algunos/as de nosotros/as habíamos vivido una importante experiencia de militancia, construcción y formación. No fue nada fácil retirarnos del MAS, pero sentimos la necesidad de hacerlo ante la imposibilidad de poner en marcha –no ya con todos los sectores del MAS, sino incluso con quienes teníamos mayores afinidades– un proyecto o un diseño de proyecto de refundación teórica y constructiva que era a todas luces necesario. El MAS se encontraba entonces en una profunda crisis teórica, metodológica y constructiva, luego de haber sufrido múltiples luchas fraccionales y rupturas. Nosotros/as, sin duda alguna, éramos parte de esa crisis, pero ya desde entonces rechazábamos cualquier forma de “disenso organizado”, sabiendo que siempre escondía alguna maniobra fraccional; postulábamos el debate y el disenso públicos no sólo dentro de la organización sino por fuera de ella como el mejor método para intentar un inicio de nuevas afirmaciones que en sí mismas no las concebíamos como alguna “superación” de la crisis sino como nuevas aproximaciones. No excluimos de todo esto los errores que cometimos; menos aún podríamos decir que solamente los otros sectores del MAS se equivocaron y nosotros/ as no. Pero sí queremos reivindicar nuestra búsqueda, conteniendo en ella todas las autocríticas que debemos procesar mejor: rompimos los esquemas y los límites de la forma-partido tradicionales, coincidimos con SR en 1999 y luego fuimos parte activa de la fundación de la corriente Utopía Socialista (US) al promediar el 2000. Sin esta coincidencia, sin este involucramiento

elegido conscientemente, y que ahora lo revaloramos en un sentido crítico, no hubiera sido posible la fundación de SL ni tampoco su primer recorrido. La relación entre US y SL delineó un perfil singular de la organización que estábamos construyendo. Asumimos la necesidad de “construir con las ideas y desde las ideas”, entendiendo que de esa manera avanzábamos positivamente hacia una “nueva fundación revolucionaria”. Siendo esto así, SL no sólo consideró a US como su “referencia teórica” en todos estos años. Nos involucramos de lleno, con todo entusiasmo, en ser parte activa de su fundación en Argentina y en esto seguramente también aportamos nuestra impronta militante: participamos en todos los encuentros internacionales realizados año tras año en Asís (Italia), así como en todas las escuelas internacionales realizadas en la Casa de la Cultura de Vallombrosa, también en tres conferencias de US y en algunos seminarios, siempre buscando aprender e intentando ser parte del nuevo emprendimiento que nos convocaba; lo hicimos con una importante y desinteresada inversión material individual de diversos/as compañeros/as y también de toda la organización. Invertimos fuerzas humanas en la traducción al castellano y en la edición de diferentes números de la revista teórica de US, conseguimos los fondos necesarios para publicarla, organizamos presentaciones públicas y difundimos centenares de ejemplares de cada número; también garantizamos todas las versiones del quincenario Letras de Utopía y de la revista Lucy. Realizamos con gran esfuerzo en diferentes planos un primer encuentro de US en Buenos Aires, en abril de 2006, con la participación de compañeros/as de Italia, España, Brasil, Bolivia y Haití. Participamos de todas las Campañas de Autofinanciamiento Internacional con un notable desempeño y un gran


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empuje militante. En fin, hicimos todo esto y mucho más con plena satisfacción y con un pleno convencimiento de que éramos parte de la fundación de una novedosa “corriente de pensamiento”. Sorpresivamente, entre enero y abril de este año, US rompió con SL desarrollando una discusión-no discusión sobre cuestiones “metodológicas”, de “relacionamiento” y hasta de “principios”. Más allá de todo lo que hicimos, bien o mal, con aciertos y errores, el recorrido de nuestra relación con US también había atravesado hasta entonces mayores o menores dificultades y crisis, pero nunca imaginamos que éstas causarían finalmente una ruptura. Desde luego, con nuestra trayectoria y experiencia acumuladas, buscamos siempre hacer valer nuestra propia personalidad, más aún cuando US, en tanto “corriente de pensamiento”, hablaba de la “autonomía” de las organizaciones o de una “sinergia” mutua. Esto llevó a que termináramos resistiendo, no siempre de manera explícita sino empíricamente, a los métodos reales de US y a su concepción autorreferencial centrada de manera exclusiva en sus propias elaboraciones, todo lo cual –lo sabemos mejor hoy– nunca permitió ninguna “autonomía”, tampoco alguna “sinergia”, mucho menos alguna relación real con otras elaboraciones y experiencias. Comprobarlo sin justificaciones endogámicas no fue nada fácil, fue más bien traumático cuando nos propusieron tal discusión-no discusión para romper con SL, organizando un “grupo de opinión” y luego una tendencia/fracción, reclamándonos el famoso y atávico “derecho al disenso organizado” en medio de una supuesta “construcción diferente” en la que imaginábamos haber superado los métodos fraccionales. Fuimos parte de US y por esto mismo, más allá de nuestra resistencia empírica, seguramente nos adaptamos en gran medida a su método, a

su estilo y hasta a su meta-lenguaje, pero incluso así preservamos nuestra trayectoria, nuestra experiencia y personalidad militantes. No haber hecho más explícita esta resistencia, no haber podido desarrollar antes una discusión orgánica al respecto, fue seguramente un error importante en medio del acierto de haber fundado SL. Sin duda, debemos reflexionar seria y detenidamente sobre todo esto. Por otra parte, también como adelanto de una reflexión mayor, debemos señalar que el cambio operado en US: pasar del “nuevo marxismo revolucionario” al “humanismo socialista”, entendiendo a éste como “superación del marxismo”, nunca fue asumido con todas sus implicancias en SL. Creemos, modestamente, que tampoco fue asumido por otras organizaciones o grupos que siguen teniendo a US como su referencia. Otro de nuestros errores, en este sentido, fue haber compartido rápidamente, y hasta con cierta ligereza, las Nuevas Hipótesis aprobadas en la III Conferencia de US (julio 2006), en las cuales US asumió con vaguedad u opacidad tal “humanismo socialista”, en correspondencia con una supuesta “nueva teoría general” basada en las “categorías de lo humano” o una “esencia humana universal”. Este corrimiento teórico, que podría ser respetable como ensayo de un nuevo pensamiento, necesitaba sin duda alguna un debate mucho más amplio, sin ninguna precipitación, también buscando interlocutores y contradictores, otras voces, múltiples experiencias, ensayos, comprobaciones, etc. Nuestro error, en un marco de “confianza orgánica”, sin reparar lo suficiente que tal confianza, más aún en una “corriente de pensamiento”, debía alentar siempre un pensamiento crítico, fue haber aceptado e incluso haber hecho propaganda de tal “humanismo socialista”. Poco nos importa hoy que US diga que nuestra

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relación con sus ideas fue “virtual”. Hoy, en efecto, no sólo afirmamos nuestra duda con absoluta libertad, ponemos en cuestión que tal “humanismo socialista” sea una nueva “teoría general” para la liberación humana, siempre comprendiendo que este enorme acontecimiento tiene como pasajes insustituibles diversas revoluciones con sus propias características, la revolución social, su transformación en revolución socialista y libertaria, así como la realización del socialismo basado en la socialización de los medios de producción y de todos los ámbitos de la existencia. Y creemos que esta duda tiene una base muy fuerte en todo lo que hemos expresado colectivamente en el I Congreso de SL: siendo críticos/as del marxismo en sus diferentes versiones, también del anarquismo, de la política revolucionaria, etc., no buscamos una “nueva teoría de lo humano”, que además se erige en nueva verdad, en este caso proclamada por o desde US. Estamos buscando una aproximación o aproximaciones a una teoría para la revolución y el socialismo en clave de liberación humana, basándonos en experiencias concretas, históricas y actuales, recuperando críticamente las distintas elaboraciones que nos precedieron en este camino. Tal vez ésta sea nuestra mayor diferencia con US. En un sentido podríamos decir que US rompió con SL por cuestiones “metodológicas”, “relacionales”, e incluso metió por la ventana ciertos “principios del humanismo socialista” que nunca fueron discutidos por nadie ni mucho menos “elegidos en común”, pero intuyó con certeza que SL no era de tal partido “humanista socialista”. Con esta ruptura –más allá de sus torpezas y maniobras fraccionales– alentaron de hecho nuestra mejor radicalización en los planos teórico, constructivo y de aprendizaje: hoy está muy claro que SL también rompió con US, con sus concepciones cerradas o

endógenas, con su esencialismo que desconoce cada vez más la existencia real de las personas, con su idea de “sustracción” que conduce a la falacia de “experimentar el experimento” imaginando “vivir el socialismo” en un plácido jardín epicúreo, etc., etc. También nosotros/as hemos roto, sí, es cierto, porque seguimos buscando la revolución y el socialismo en el tan desdeñado “barro” de lo social, porque seguimos proponiendo y prefigurando el socialismo día a día, porque seguimos siendo críticos de los usos de la política cotidianamente y en cada lucha de las mayorías explotadas y oprimidas. Nuestra primera trayectoria y nuestras elecciones nos llevaron hace una década a coincidir con SR y a ser parte de la fundación de US. Como ya hemos dicho, ésta fue una experiencia importante en la que también aprendimos y en la que ciertamente nos equivocamos mucho. Todo esto, tal como lo discutimos y aprobamos en el I Congreso de SL, será parte del “balance largo” que nos proponemos elaborar colectivamente hacia el II Congreso ya convocado para 2010. Ese balance, por todo lo que somos y por lo que buscamos cotidianamente, permitirá sin duda un reconocimiento mejor de todo nuestro recorrido. Queremos seguir aprendiendo, pero también, acumulando nuevas experiencias y reflexionando mejor, queremos equivocarnos menos. *** Entre 1999 y 2004 realizamos cinco conferencias en el marco de nuestra relación con US hoy concluida. En todas ellas debatimos y aprobamos documentos y resoluciones fundamentales que marcaron la vida de SL. Entre ellos queremos destacar dos textos de gran importancia: Qué es y qué quiere Socialismo Libertario (IV Conferencia, diciembre de 2002) y Principios de identidad (V Confe-


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rencia, diciembre 2004). Creemos necesaria una relectura de ambos documentos, no sólo para aportar a nuestro “balance largo” sino también para comprender mejor las concepciones que hemos manejado y con las que nos hemos construido. Esto significa volver a nuestras ideas anteriores sobre los principios y el programa, pero además, en un sentido más crítico, a nuestra anterior concepción de organización que hoy ponemos en cuestión y buscamos recrear con nuevos criterios que ya estamos ensayando. Queremos destacar, particularmente, los contenidos de Qué es y qué quiere Socialismo Libertario, aprobado a un año de la rebelión social iniciada en diciembre de 2001. Ellos expresan, de manera singular, algunas generalizaciones a partir de nuestra participación en esa rebelión, en la cual, como dijimos entonces, “SL empezó a existir”. Se trata de un texto que contiene reflexiones, análisis, críticas y sobre todo propuestas posibles a partir de ese extraordinario acontecimiento de protagonismo social en el que felizmente –no por ocasión sino por felicidad revolucionaria, socialista y libertaria– nuestra naciente organización empezó a probarse, reconociéndose en la multitudinaria rebelión y en sus creaciones, en las asambleas populares y en tantas iniciativas de autoorganización. Los Puntos de partida… que ahora entregamos expresan la elaboración que hemos alcanzado en nuestro nuevo recorrido iniciado en abril de este año que termina. Como ya hemos dicho son una propuesta en la que se basa SL, concibiéndola como una propuesta abierta. Contienen nuestras afir-

maciones, entendidas como aproximaciones. Las asumimos y las queremos probar en la cotidianeidad con la mayor apertura. En tanto Puntos de partida… están planteados o si se quiere definidos, pero aspiramos a que se sigan replanteando y redefiniendo a partir de nuestra relación insustituible con las luchas, los movimientos, las iniciativas y la vida cotidiana de las mayorías explotadas y oprimidas. Los concebimos con este criterio, como propuesta positiva en el largo y ancho camino de la revolución y de la creación colectiva del socialismo. El texto finalmente aprobado por el I Congreso de SL contiene diversas enmiendas y observaciones que fueron incorporadas al proyecto original. Este proyecto fue debatido largamente en sucesivas reuniones de una comisión ad-hoc elegida para tal fin en un Plenario Nacional de SL realizado el 24/25 de mayo pasado. Tal como esperábamos, hubo además una serie de aportes publicados en los boletines de discusión previos al I Congreso. Todos estos fueron debatidos y aprobados, encomendándose a esta comisión redactora su versión final. Se nos encargó también escribir esta introducción, no como algo accesorio sino con el objetivo de dar cuenta, aunque sea parcialmente, de nuestro propio recorrido. SL está iniciando un nuevo período de su fundación, su aprendizaje y su construcción asumiendo nuevos desafíos. Queremos ser y estar, también recrearnos y aprender más en cada lucha, por mínima que sea, en cada iniciativa surgida desde abajo, en la cotidianeidad compleja y difícil de las mayorías sociales.

Comisión redactora Manuel Martínez, Carlos Zeta y Ulises Bosia Buenos Aires, diciembre de 2008

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1. Somos personas comprometidas

Socialismo Libertario (SL) es una organización constituida por hombres y mujeres que hemos hecho una elección ética en nuestras vidas reconociéndonos como parte de las mayorías explotadas y oprimidas. Se trata de una elección primera y fundamental: luchamos por una vida digna para todos y todas, buscamos vivir la solidaridad y el bien común, enfrentando cotidianamente cualquier forma de opresión, de explotación, de violencia y de alienación. Nuestra elección es concreta: la asumimos con plena libertad y convencimiento, buscamos renovarla una

y otra vez en las luchas, en los movimientos y en diversas expresiones de protagonismo social, también en la vida diaria, oponiéndonos a todos los poderes opresores, a los Estados y a todas las dimensiones del sistema dominante. Tal como la concebimos, nuestra elección conduce a un compromiso activo y organizado con la intención de contribuir a la preparación de la revolución y del socialismo, en la perspectiva de una liberación total de la humanidad. Con mayor o menor intensidad intentamos vivir un compromiso revolucionario que busque revolucionar todo, aquí y ahora, desde nuestro presente concreto: las relaciones interpersonales y sociales, las relaciones de producción, las relaciones entre los géneros y el patriarcado, la normalidad impuesta por el sistema, los hábitos y costumbres que sustentan la opresión, la educación, la cultura y la vida misma. Asumimos esta elección y este compromiso como principios o puntos de partida constituyentes de SL. Nos proponemos vivirlos con satisfacción y los proponemos a quienes quieran participar de nuestra construcción. U


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2. Autoorganización

Nuestra elección ética y nuestro compromiso revolucionario motivan en nosotros y nosotras una relación permanente e insustituible con las expresiones de lucha de las mayorías explotadas y oprimidas, con la irrupción y el protagonismo social, con los movimientos que surgen desde abajo y con las búsquedas que contienen. En esta relación proponemos siempre la autoorganización y buscamos su crecimiento, concibiéndola como un principio que extraemos del largo recorrido de las luchas sociales. Acumulamos en este sentido nuestra experiencia fundamental en las jornadas de diciembre de 2001, en la creación de las asambleas populares y en otras iniciativas que buscaban entonces resolver colectivamente necesidades y/o movilizar a diversos sectores. También tenemos presente las insurrecciones populares de Bolivia de 2003 y 2005, así como la revuelta estudiantil de Chile de 2006, con las cuales nos hemos relacionado directamente. Valoramos igualmente las lecciones de la lucha de los docentes y del pueblo de Oaxaca (México) durante ese mismo año. Las diversas manifestaciones de lucha, así como también tantas iniciativas solidarias

o autogestionarias existentes, muestran cotidianamente diferentes niveles de autoactividad de sectores de la clase trabajadora, estudiantiles, barriales o populares, de mujeres, de pueblos originarios, etc. En estas expresiones de lucha e iniciativas sociales, más allá de su amplitud o extensión, existe siempre una autoconciencia mayor o menor respecto de lo que se está protagonizando y de lo que se busca. En algunos casos, a partir de tales luchas o iniciativas, surgen formas propias de autoorganización que contienen potencialidades transformadoras de la realidad, particularmente si asumen la centralidad del protagonismo directo por fuera de los marcos institucionales existentes. Estas formas de autoorganización, con toda la riqueza que contienen y que muestran sus creaciones, no necesariamente crecen ni se proyectan en un sentido revolucionario. Es más, no siempre permanecen como tales, sobre todo cuando deben enfrentar diversos intentos de cooptación política o institucional. Por nuestra parte, buscamos efectivamente su crecimiento y proyección autónoma, lo cual significa valorar cualitativamente la autoactividad de los/las protagonistas, sin adaptarnos al “hacer por hacer”, pero sobre todo contribuir al crecimiento de su autoconciencia y a la construcción de una nueva subjetividad posible que asuma la importancia central de la autoorganización: ir más allá de las demandas o reivindicaciones, asumir plenamente sus potencialidades transformadoras y la fuerza de la decisión colectiva, relacionarse con –y aprender de– otras experiencias, proyectar de manera conciente una reorganización de la sociedad por fuera de las ins-


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tituciones establecidas y del Estado mismo. Esta nueva subjetividad puede permitir una ruptura con los criterios tradicionales que siempre fomentan la delegación de aspiraciones y sentimientos de los/las protagonistas en algunos “representantes”. Al asumir la autoorganización como punto de partida con todas sus proyecciones, la pensamos y queremos vivirla también como inicio de una posible revolución social. 2.1. Nuevos movimientos Nos proponemos ser parte de la construcción de nuevos movimientos: de trabajadores/as, del estudiantado o juveniles, barriales, de mujeres, ambientalistas, antirracistas, de inmigrantes, etc. En todos los casos buscamos que estos movimientos sean autoorganizados, que resuelvan todo en asambleas de todos/as, que sean independientes del Estado, de los poderes económicos y de las instituciones patronales, de los partidos políticos, de las iglesias y de las ONG, sin funcionarios o burócratas y sin fuerzas de choque. Los concebimos más allá de la determinación social o de clase, de género y también circunstancial que motive su impulso y existencia, rompiendo con cualquier forma de corporativismo, buscando que puedan reconocerse como nuevos movimientos conformados por hombres y mujeres que piensan, sienten, trabajan, estudian, actúan y luchan en medio de una sociedad en movimiento. Esto demanda una nueva forma de relacionarse con el otro o la otra, una nueva sociabilidad basada en la solidaridad, una nueva subjetividad que aliente la fraternidad y el apoyo mutuo para luchar por una vida digna. La conformación de estos nuevos movimientos no se reduce solamente a nuevas formas de organización dentro de las fábricas o centros laborales, universidades, institutos o colegios, barrios o comunidades. Es

necesaria, ante todo, una nueva concepción de lo que significa pertenecer a tal o cual sector social, género o comunidad. Es necesario, a su vez, un pensamiento crítico y disruptivo respecto de la relación de tales pertenencias con las organizaciones tradicionales institucionalizadas y funcionales a los poderes. Sin duda, el reconocimiento de pertenencia a una parcialidad es fundamental, sobre todo para la lucha por reivindicaciones planteadas concretamente; pero, al mismo tiempo, es necesario pensarse como parte de un movimiento social más amplio, buscando la mejor relación entre todos los nuevos movimientos que surjan, reconociendo sus elementos comunes y también sus diferencias, aprendiendo los unos de los otros, construyendo efectivamente una nueva subjetividad transversal. 2.2. Comunidades, comunitarismo o comunalidad Buscamos también relacionarnos con las formas de organización comunitaria o comunales particularmente existentes en los pueblos originarios de nuestro continente. Más allá de su tradición ancestral, especialmente en ámbitos rurales, así como de su no siempre advertida proyección urbana a partir de la migración campo-ciudad, estas formas de agrupación humana no siempre contienen ni plantean la autoorganización pero han mostrado un protagonismo renovado en distintos movimientos sociales, en recientes rebeliones, revueltas y potenciales revoluciones de nuestro continente. Rescatamos sus aspectos más positivos, que han sobrevivido a la conquista europea y a la imposición de los Estados actuales: por ejemplo la producción colectiva de la tierra, el reparto e intercambio de los bienes producidos, el cuidado en común de niños y niñas, formas de educación propias, el sentimien-


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to de pertenencia a su pueblo por fuera de las “identidades nacionales”, etc. Al mismo tiempo, desde nuestra perspectiva revolucionaria, socialista y libertaria cuestionamos las formas de dominio patriarcal que contienen, así como la concepción y lugar de sus autoridades, más aún la idea existente en algunos casos de crear Estados propios. Nuestra relación con este comunitarismo o

comunalidad contiene su defensa del ataque de los Estados y de los poderes económicos, el rechazo a su utilización instrumental por los poderes políticos y religiosos, así como también cualquier agresión racista. Desde este lugar buscamos también su transformación, proponiendo una autoorganización comunitaria proyectada igualmente como inicio de revolución social y liberación. U


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3. Revolución social

A partir de la vigencia de rebeliones, revueltas y revoluciones, que se siguen reproponiendo en la época actual con expresiones multiformes y rompiendo esquemas deterministas, asumimos como principio la revolución social entendida como cuestionamiento global, explícito y activo de las mayorías al orden existente, a los poderes opresores, a las instituciones y a todos los mecanismos de regimentación de la sociedad. A diferencia de cualquier revolución centrada en la toma del poder del Estado, la revolución social nos remite siempre a cuestiones humanas fundamentales, proyecta un recorrido propio surgido desde abajo, seguramente largo y también contradictorio, con tiempos diferentes de los de la lucha por el poder político y con múltiples expresiones de radicalidad por parte de sus protagonistas: autoorganización, nuevos movimientos sociales y culturales, también partidos políticos. Se trata de una revolución que busca la transformación de las relaciones sociales y de la vida mis-

ma, proponiendo con diferentes niveles de conciencia una posible reorganización de la sociedad por cuenta propia. Se trata así de una creación material y subjetiva de los diversos sujetos sociales que actúan en ella, teniendo como una de sus características la pluralidad de diversas expresiones sociales, políticas o culturales. Esta idea de revolución social se basa en diferentes experiencias históricas de amplio protagonismo, entre las cuales resaltamos la creación y el recorrido de los soviet o consejos durante la revolución rusa (1905-1921), subrayando la importancia que tuvo la insurrección libertaria de Kronstadt (1921); la colectivización o socialización en diferentes planos durante la revolución española de los años 30; el papel de Solidarnosc (Solidaridad) durante la revolución polaca, a principios de los años 80, cuyo centro fue el protagonismo obrero y popular contra la burocracia estalinista; también en las lecciones que extraemos de 1968: el Mayo Francés, la Primavera de Praga y la lucha estudiantil de México. En todas estas experiencias diferentes, con sus propias contradicciones y límites, tuvo gran importancia el factor social y el protagonismo directo de las clases subalternas que se expresó en múltiples creaciones colectivas. Se trata de experiencias revolucionarias trascendentes que siguen entregando enseñanzas fundamentales, también en cuanto a la relación no siempre positiva e incluso dramática entre el factor social y el factor político o político-militar en algunos casos. Más allá del señalamiento de estos distintos factores con fines analíticos, asumimos que la política está presente en las mayorías sociales que protagonizan estas revoluciones. A partir de


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esto, reconociendo la importancia que tiene la cuestión de la política, dejamos abierta la discusión sobre su rol y su carácter mismo. Afirmamos que las revoluciones sociales, con toda la fuerza creadora que expresan, no necesariamente logran realizar en forma plena los objetivos que se proponen. La historia ha demostrado la necesidad de un crecimiento de la subjetividad en clave de liberación total, lo cual, a su vez, conduce a nuevas creaciones que puedan ampliar el recorrido de las revoluciones sociales y superar los obstáculos que se les presentan. Las experiencias que mencionamos, en las cuales fue visible y real un “contrapoder”, “anti-poder” o si se quiere incluso un “nuevo poder” surgido desde la sociedad misma, no lograron sin embargo superar el poder político-estatal y fueron desviadas, aplacadas e incluso derrotadas. En este sentido, al afirmar nuestros puntos de partida, señalamos que la cuestión del poder, con sus diversas formas posibles, sigue siendo un irresuelto que nos sigue desafiando. No de manera especular, sino más bien disruptiva, imaginamos un posible “poder social” que signifique la continuidad de un amplio y transversal protagonismo sin restricciones. La revolución social plantea por sus propias características la posibilidad del socialismo, aunque como tal no la garantiza por sí misma. Al mismo tiempo, sin una revolución protagonizada por las amplias mayorías de la sociedad no hay posibilidad alguna de socialismo ni de liberación total de las mujeres y de los hombres. Esta doble afirmación valora todavía más a las revoluciones sociales, reconociendo que expresan una pluralidad de tendencias, como ya lo señalamos, con lo cual se configura un escenario favorable para que en ellas pueda crecer una idea propia de socialismo, planteando todo un desafío para que esta idea pueda vivir como proyecto y

realización de liberación o autoemancipación humana. 3.1 Pacifismo revolucionario Afirmamos la lucha por la paz como un principio para una nueva convivencia humana. Como parte de nuestra elección ética y de nuestro compromiso revolucionario, estamos contra todas las guerras promovidas por el sistema y por los poderes opresores, así como contra todas las formas de terrorismo entendidas como respuesta especular. Es imposible lograr la paz mediante “negociaciones” entre los poderes, que siempre, en todos los casos, preparan nuevas guerras, ya que la violencia es un componente indisoluble de todas las formas de dominación, explotación u opresión. En este sentido, nuestra lucha por la paz es un principio que puede crecer desde la sociedad misma, desde los inicios de su posible autotransformación, no simplemente como rechazo a las guerras y a la violencia cotidiana sino como pacifismo revolucionario consciente y activo: contiene un impulso por empezar a vivir la paz en la sociedad desde ahora, contiene una elección que rechaza activamente tanto la concepción belicista del sistema como la violencia cotidiana que está presente en la misma sociedad. Por su carácter mismo, planteando una perspectiva de liberación total, esta alternativa no propone otras guerras para enfrentar las guerras del sistema y de los poderes, no promueve la “violencia de abajo” contra la “violencia de arriba”, mucho menos la utilización del terror como recurso de la revolución, tampoco apoya ninguna resistencia terrorista que prefigura otro orden estatal tanto o más opresivo. En este sentido, nuestra idea de pacifismo revolucionario es inseparable del modo en que comprendemos y luchamos por la revolución, el socialismo y la liberación humana.


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No igualamos sin embargo a todas las guerras, más bien las diferenciamos. Las guerras de ocupación o las que se libran contra la sociedad son diferentes de las guerras entre Estados. A partir de esto, nuestra lucha por la paz no excluye la autodefensa social autoorganizada ante los ataques brutales de los Estados, de sus fuerzas represivas o de sus tropas de ocupación. Por fuera de toda lógica belicista asumimos este tipo de autodefensa como defensa de la vida. Al mismo tiempo, lejos de asumir a la violencia como característica central de la revolución, pero también reconociendo que es inevitable e incluso necesaria en determinadas circunstancias, no renunciamos a priori al pasaje

de la autodefensa a la ofensiva en ciertos momentos de la lucha revolucionaria. Estos dos momentos: autodefensa y ofensiva, no se contraponen en lo más mínimo con el pacifismo revolucionario que afirmamos. Somos conscientes de la centralidad que ha tenido la violencia en todo el recorrido humano, así como de que la revolución ha sido concebida una y otra vez desde la violencia. Rebelándonos no sólo contra esta concepción sino contra estas leyes de la historia, poniendo en el centro la defensa de la vida humana y la paz como base de una nueva sociabilidad, comprendemos en nuestro pacifismo todos los pasajes inevitables e incluso necesarios de la lucha revolucionaria. U


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4. Revolución socialista y libertaria La lucha teórica y práctica para que la revolución social pueda adquirir efectivamente un carácter socialista y libertario es otro de nuestros principios fundamentales. Concebimos a la revolución socialista y libertaria ante todo también como un recorrido, y no como un momento, lo cual plantea su fundación como idea y como propuesta desde nuestro presente concreto, contribuyendo a su preparación, realización y desarrollo. Esta idea y propuesta de revolución está estrechamente vinculada a nuestra concepción de socialismo y de liberación total o autoemancipación. Se trata del mejor transcrecimiento posible de la revolución social, especialmente en el plano de la conciencia de los/las protagonistas, lo cual permite identificarla y definirla ante todo como revolución socialista en tanto realiza efectivamente una transformación de las relaciones sociales y una reorganización global de la sociedad. Su característica fundamental es impulsar la socialización de los medios de producción e intercambio, de los medios de comunicación, de la educación y la cultura, de la salud, la vivienda, etc. Propone así la socialización de todos los planos de la vida humana. No requiere de un sujeto político dirigente sino de la diversidad de sujetos sociales revolucionarios que confluyan a su creación y que la proyecten como revolución conciente en todas sus dimensiones. No se inicia ni se consuma con la toma del poder del Estado: no es un determinado “modelo” de revolución, se sostiene en distintas formas de autoorganización y en diversas iniciativas de socialización. En tanto revolución social y socialista creada por la sociedad misma enfrenta a todos los poderes opresores, bus-

cando quitarles toda base social de sustentación, superando la ideología de que siempre debe existir un poder por encima de la sociedad. Ensaya, al mismo tiempo, formas de autogobierno seguramente necesarias en consonancia con la reorganización global de la sociedad, pero siempre, en cualquier caso, condicionadas y sometidas a la voluntad de las mayorías. Siendo una revolución socialista y al mismo tiempo libertaria, afirma la más absoluta libertad de todas las personas. Concibe a la libertad como derecho inalienable y no reglamentado, como parte de una nueva cultura. Alienta una libertad absoluta de expresión, de opinión, de prensa y comunicaciones, de contenidos educativos y de aprendizaje, de expresiones artísticas y culturales, de uso de diferentes lenguas y costumbres, de elecciones de vida, de elección sexual y decisión sobre el propio cuerpo, así como también la libertad de organización, de reunión, de manifestación de lo diverso y discrepante, de pensamiento y de profesar la propia fe. Rechaza, en este sentido, cualquier limitación, discriminación o exclusión: el racismo, la xenofobia, el machismo y la homofobia. Sin embargo no se basa en el ejercicio de la democracia tal como se la comprende ahora, tampoco tiene en su horizonte la creación de una nueva democracia basada en nuevas formas de delegación, aunque ciertamente, en determinadas circunstancias, deba apelar a mecanismos democráticos. La revolución socialista y libertaria que imaginamos y proponemos contiene de manera indisoluble la lucha por la liberación del género femenino como un aspecto fundamen-


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U Revolución socialista y libertaria

tal. La experiencia de anteriores revoluciones demuestra más bien lo contrario en este sentido, en particular por las concepciones económico-sociales que las influyeron y que colocaron en un segundo plano, siempre postergado e irresuelto, otras dimensiones de la liberación social. Entre ellas la liberación del género femenino, que cuestiona de raíz el ancestral dominio patriarcal y todas las ideologías que lo sostienen. En este sentido, la relación entre socialismo y emancipación de las mujeres proyecta también una relación diferente entre los géneros, a su vez creadora de una nueva sociabilidad. Es más, si la revolución no permitiera cambiar la condición actual del género femenino, empezando por superar la opresión patriarcal, sería imposible imaginar el socialismo y la liberación total de la humanidad. Por otra parte, la lucha de las mujeres por su liberación constituye efectivamente una contribución fundamental a la revolución socialista y libertaria. Esta dimensión de la revolución que proponemos y que nos proponemos requiere de una propia conciencia activa y distintiva que haga crecer la solidaridad y la hermandad entre las mujeres, pero también, por otro lado, de una actitud autocrítica y transformadora del género masculino. Se trata de un desafío ideal, cultural y concreto que nos proponemos desde el presente como aspecto constituyente de una subjetividad liberadora. Otra dimensión de esta revolución radica en la búsqueda de una nueva relación de los hombres y de las mujeres con la naturaleza. Se trata de preservarnos como especie humana y al mismo tiempo de preservar la naturaleza, luchando contra su depredación y devastación, asumiendo con plena conciencia la importancia crucial que reviste este problema en la época actual. La revolución socialista y libertaria significa, en este sentido, una ruptura con la idea de promover el desarrollo de las fuerzas productivas a cualquier costo,

o, dicho de otra manera, una ruptura con la idea del “progreso” que inficionó al industrialismo burgués y al propio socialismo. Una nueva subjetividad debe traducirse también en una nueva cultura que busque desde el presente una relación más armónica con los recursos naturales: las fuentes de energía, el agua, la tierra y la minería, enfrentando la voracidad de los monopolios, los agronegocios y la tendencia al monocultivo, la contaminación ambiental, etc. En nuestra idea y propuesta de revolución asumimos la solidaridad plena entre todos los pueblos, rechazando cualquier concepción nacionalista, xenófoba o racista, lo cual incluye diversas variantes demagógicas y también teorizadas: por ejemplo “integración”, “multiculturalidad” e incluso “interetnicidad”, siempre planteadas desde algún “centro” de la civilización occidental que se erige como verificador o dirimente de “lo diferente”. La solidaridad entre todos los pueblos, considerando distintas tradiciones culturales y lenguas propias, significa que éstos puedan reconocerse mutuamente con absoluta libertad, también aprendiendo unos de otros, excluyendo la demarcación tan frecuente y opresora entre mayorías y minorías, así como la pertenencia a tal o cual Estado. En este sentido, nuestra idea y propuesta de revolución busca efectivamente una identidad humana que trascienda a las pertenencias “étnicas” y/o nacionales. Todas estas dimensiones de la revolución socialista y libertaria de alguna manera están ya presentes y viven de manera latente antes de su realización misma. Nuestra idea y propuesta de esta revolución no significa entonces una proyección hacia un futuro incierto. Puede iniciarse desde el presente como parte de la nueva subjetividad revolucionaria que nos proponemos contribuir a crear, asumiendo desde nuestro lugar esa posibilidad con firmeza y modestia. U


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5. Socialismo de la socialización

La realización del socialismo basado en la socialización es el punto de partida fundamental de nuestra concepción de autotransformación revolucionaria. Siendo el objetivo concreto de la revolución socialista y libertaria, al mismo tiempo la antecede, la impregna y la motiva como idea fundadora desde nuestro presente. No se ajusta a ningún esquema, no proviene de tales o cuales determinaciones socio-económicas, aunque las considera y se relaciona necesariamente con ellas; tampoco proviene de la naturaleza de los seres humanos o de su esencia. Se funda ante todo en la elección consciente de quienes se proponen realizarlo: esta elección contiene siempre y en todo caso el ser y la existencia de cada uno y de cada una. En tanto socialismo no significa la construcción de un nuevo sistema, sino más bien la ruptura definitiva con el sistema dominante y con cualquier idea sistémica. Tampoco, por lo mismo, significa la imposición de un “nuevo orden” político y social, mucho menos una regimentación de la

sociedad por parte del Estado: es lo opuesto a cualquier concepción de “socialismo de Estado”. En tanto idea fuerza, el socialismo basado en la socialización es una creación libre y consciente de las mayorías explotadas y oprimidas que se liberan y asumen directamente –por sus propios medios– la gestión colectiva y compartida de los medios de producción, de intercambio y de comunicación, los servicios públicos, la enseñanza o educación en todos sus niveles, la salud, la vivienda, la cultura, etc. Contiene por lo tanto la abolición de la propiedad privada concentrada, así como no se propone la concentración de los medios de producción por parte del Estado. Se trata de la socialización de la vida de todos y de todas, que a su vez conduce a una reorganización de la sociedad sin cánones preestablecidos. En las diversas iniciativas de socialización, lejos de cualquier idea de “planificación” desde arriba, debe vivir una permanente discusión libre que dé lugar a decisiones colectivas, a su vez nunca asumidas de manera definitiva, sino más bien siempre como ensayos respecto de qué se produce, cuánto se produce, con qué ritmos y para quiénes se produce; cómo se distribuye de manera equitativa lo producido; qué, cómo y con qué fin se enseña en la escuela o la universidad; cómo se conciben la convivencia social o sociabilidad, las relaciones entre los géneros, las relaciones entre adultos y niños o la ancianidad; cómo se garantiza el crecimiento cultural; cómo se organizan los deportes, etc. En este sentido, el socialismo basado en la socialización, asumido como proyecto de liberación humana, significa el creci-


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U Socialismo de la socialización

miento de múltiples y diferentes relaciones entre sus protagonistas, creando efectivamente una vida nueva. Al mismo tiempo, debe valorar plenamente el protagonismo individual de las personas, reconociéndolo en sus diferentes capacidades y situándolo en un nuevo contexto. Esta valoración de la individualidad como realización libre de todas las capacidades humanas es opuesta al individualismo burgués, que siempre y en todo caso alienta el egoísmo. Siendo opuesto a cualquier idea de “socialismo de Estado” y planteándose a su vez una reorganización de la sociedad, el socialismo de la socialización promueve formas de organización comunitaria o comunidades que se relacionen mutuamente y que a su vez puedan coordinarse mediante un autogobierno surgido de ellas mismas. Este

autogobierno siempre debe estar sometido a las decisiones de la sociedad comunitaria y de manera especial a los ritmos de la socialización. En ningún caso puede adquirir dinámica propia, incluso si se tratara de la defensa o autodefensa ante los ataques de la contrarrevolución, mucho menos aún puede erigirse en rector de la reorganización social. En tanto autogobierno todavía necesario, sólo debe garantizar una coordinación efectiva y eficiente de las comunidades y de las formas de socialización que estén en curso. Su rol coordinador, siempre sometido a las decisiones de los/las protagonistas del socialismo, no conduce a la conformación de una nueva forma-Estado: lo concebimos como necesidad transitoria o perecedera de la sociedad comunitaria que se está creando en clave de liberación total. U


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6. Una humanidad sin fronteras

Todos los rincones del mundo pueden ser realmente propios de quienes habitamos el planeta. Desde nuestra idea de revolución y socialismo rescatamos el valor histórico del internacionalismo, pero al mismo tiempo señalamos los límites de su concepción basada en el proletariado como clase universal, cuestionada por los distintos sectores que conforman las grandes mayorías explotadas y oprimidas, también particulares en América Latina. Buscamos una creación que vaya más allá de las identidades nacionales, también puestas en cuestión por los movimientos migratorios a escala mundial y por muchos de los pueblos originarios de nuestro continente, que a su vez, no en todos los casos, se identifican con Estados existentes, o aspiran como reivindicación a Estados propios. Como socialistas libertarios/ as rechazamos todo nacionalismo y etnocentrismo combatiendo todas las expresiones de racismo y xenofobia presentes en la sociedad, así como cualquier división entre “bárbaros” y “civilizados”, afirmando una

identidad humana trascendente basada en la convivencia y fraternidad entre todos los pueblos del mundo. Este principio refuerza aún más nuestra concepción de una revolución socialista y libertaria sin fronteras. La llamada “cuestión nacional” ha estado siempre presente en las revoluciones y después de ellas, suscitando diversos conflictos, enfrentamientos y guerras. Se trata de un irresuelto dentro de cualquier forma-Estado, incluyendo por cierto a cualquier forma de “socialismo de Estado”. Basta recordar el carácter opresor de la Unión Soviética, en la que se reproducía el dominio ruso sobre los pueblos que la conformaron. El problema nunca resuelto sigue presentando hoy enfrentamientos, invasiones y guerras en esa región del mundo. Otro caso es el de China, donde actualmente impera el “socialismo de mercado” oprimiendo a diferentes nacionalidades y culturas. Considerando éstos y otros ejemplos, reafirmamos que la convivencia pacífica entre los pueblos y su interrelación, conociéndose y aprendiendo unos de otros, puede efectivamente lograrse a partir de una autodeterminación libre, rompiendo las fronteras carcelarias de los Estados. La revolución socialista y libertaria contiene esta autodeterminación sin ningún límite, propiciando una fraternidad consciente surgida desde los propios pueblos. En nuestro continente, más aún con la irrupción de los pueblos originarios, en medio de las convulsiones sociales y políticas de la época actual, existe una crisis latente o abierta de los Estados. Al escenario crítico de Bolivia se le suman en otra medida los casos de Perú, Ecuador, Chile


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U Una humanidad sin fronteras

y los países de Centroamérica. Los pueblos originarios, que a su vez se han transformado desde la invasión europea hasta ahora, es decir desde hace medio milenio, sólo reconocen su pertenencia a los Estados actuales como una imposición forzada, más aún cuando en algunos casos han sido divididos entre dos o más Estados cuyas fronteras artificiales se trazaron a partir de disputas entre las clases dominantes (es el caso de los pueblos mayas, de los mapuches, los guaraníes, los quechuas y los aimaras). Existe por esto un creciente autorreconocimiento de estos pueblos como tales, más allá de las fronteras impuestas,

aunque en algunos casos crece también de manera especular la aspiración a crear sus propios Estados. Este panorama complejo plantea nuevos problemas a la revolución socialista y libertaria, también a la posibilidad del socialismo basado en la socialización. En este sentido, una vez más, la autodeterminación libre, rompiendo con la idea de Estado y traspasando las fronteras artificiales puede dar lugar a una nueva convivencia y a una real confraternidad entre nuestros pueblos, ampliando el horizonte de las pertenencias parciales hacia una perspectiva de reconocimiento como humanidad plena. U


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7. La organización que proponemos

Al reafirmar nuestra elección ética y nuestro compromiso revolucionario, asumimos la construcción de una organización socialista libertaria como un punto de partida fundamental con el propósito de contribuir a la lucha por la revolución y el socialismo. Nuestra organización es una agrupación libre de quienes compartimos principios e ideas comunes, asumiendo cada cual un compromiso concreto. Es autónoma de todos los poderes opresivos y alienantes, a los que enfrentamos cotidianamente. Buscamos realizarnos como una fraternidad de luchadores/as revolucionarios/as, socialistas y libertarios/as definiendo a nuestra construcción como basada y abierta: basada en todos estos puntos de partida que afirmamos y asumimos colectivamente, proponiéndolos y sometiéndolos a la prueba de la vida; abierta porque nuestras afirmaciones –siempre y en cualquier caso– constituyen sólo una aproximación a una teoría de la revolución y el socialismo, a partir de la cual asumimos como

necesidad una permanente apertura a múltiples elaboraciones y experiencias que vayan en el mismo sentido, debatiéndolas y también aprendiendo de ellas. Nos proponemos construir una organización relacionada con la concepción de revolución social, socialista y libertaria, así como del socialismo de la socialización que sostenemos. Al mismo tiempo, concebimos también como aspecto central de nuestra construcción una relación insustituible con las diferentes luchas, movimientos, creaciones y la vida cotidiana de las mayorías explotadas y oprimidas. Buscamos aproximarnos a un nuevo tipo de organización y por lo tanto a una construcción diferente, concibiendo a Socialismo Libertario como una posibilidad entre otras. Rechazamos así cualquier concepción dogmática y excluyente que concibe tanto a “la” organización o “el” partido, según sea el caso, como supuesta expresión única de la teoría, el programa y la práctica revolucionaria, socialista y libertaria. Una posibilidad entre otras significa afirmar nuestra propuesta y ensayarla paso a paso, en su hacerse concreto y cotidiano, con la plena convicción de que en el camino de la lucha revolucionaria existen otras propuestas, ideas y prácticas convergentes o divergentes, con las cuales siempre es imprescindible relacionarse. A partir de esto nos proponemos nuevas y diferentes relaciones e intervenciones junto con otras organizaciones y movimientos. Considerando la construcción de nuestra organización como una aproximación, concebimos a los organismos de Socialismo Libertario como flexibles y abiertos a diferentes niveles de compromiso de quienes asumimos y sostenemos todos estos puntos de partida. Los


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U La organización que proponemos

organismos fundamentales son los círculos conformados diversamente por compañeros/ as agrupados/as ya sea por su pertenencia a un lugar de trabajo o estudio, a un ámbito territorial o bien a partir de iniciativas temáticas. Su rol es decisivo en la construcción y en la vida de nuestra organización: son ámbitos de discusión y reflexión colectiva en los que se hace efectivo el trabajo en equipo entre todos y todas; deciden por su cuenta sus propias iniciativas, proponen también diversas iniciativas u orientaciones para toda la organización, así como también discuten y resuelven sobre las que proponen los organismos dirigentes. Los círculos eligen a sus coordinadores/as, los/las cuales, a su vez, reunidos/as en forma plenaria, constituyen el organismo dirigente de toda la organización. Los/las coordinadores/as pueden ser revocados/as por los círculos cuando éstos, según su propia evaluación, lo consideren necesario. Finalmente señalamos que nos proponemos construir una organización con una propuesta diversificada: junto con el trabajo constructivo cotidiano, proponemos talleres, seminarios, grupos de lectura, etc., con el fin de contribuir al aprendizaje socialista y libertario; también la constitución de un Centro de Estudios Socialistas invitando a que participen en él a diversos/as compañeros/as de izquierda, socialistas, libertarios/as, feministas, indigenistas, etc. Esta propuesta diversificada comprende como complemento necesario poner en marcha un emprendimiento edito-

rial, con el fin de publicar libros, cuadernos, folletos, etc., que contribuyan a nuestro proyecto y a su difusión. Incluye la proyección de la Biblioteca Rosa Luxemburgo, así como de nuestras casas –por ahora en Buenos Aires y Rosario– ya sea con iniciativas culturales o creaciones propias o con otras relacionadas con los diferentes emprendimientos que nos estamos proponiendo. Todo esto, sin duda alguna, se basa en el autofinanciamiento, es decir en la contribución material regular, libre y voluntaria de quienes constituimos Socialismo Libertario y de otros/as compañeros/as que sin estar organizados/as asuman este compromiso solidariamente. Partiendo de estas afirmaciones iniciales, que hacen parte de nuestra aproximación a la construcción de una organización diferente, proponiéndolas también como ensayo, señalamos nuestra plena disposición a seguir desarrollando la discusión existente sobre la organización de los/las revolucionarios/as, su carácter y sus finalidades. Asumimos la necesidad de esta discusión con la mayor apertura, más aún en la época que vivimos, con la certeza de que es necesario un amplio intercambio de opiniones sin prejuicios, buscando también situarnos en un espacio de experiencias y propuestas diversas en el cual, desde nuestro lugar y aportando nuestra propia experiencia, pensamos que podemos contribuir, y desde el cual, escuchando y reflexionando, podemos sin duda aprender y contribuir más. U




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