Apuntes para la historia de la Cocina Chilena

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dad de alto vuelo. Tenía sí sus horas de esparcimiento, sea en las regiones sureñas o en su refugio santiaguino de la avenida Matta, donde con sus propias manos preparaba las materias primas de sus delicados manjares. Tenía en sus habitaciones una colección de pianas antiguas verticales que había transformado en pequeños viveros para alimentar sus pavos, gallinas, conejos y faisanes, que luego cocinaba con olorosa leña en el fogón abierto para darle reposo y tiempo a sus creaciones culinarias. Julio Subercaseaux fue, en síntesis, ))un armónico acorde de toda una época de refinamientos en las cosas del cuerpo

que correspondía a un proceso semejante en las del espíritu«. Amaba la vida, las flores y la belleza. Su formación gastronómica la obtuvo como él mismo escribe, ))en la casa de sus padres«, tanto en Chile como en Francia, su segunda patria, y por eso todas sus recetas han sido degustadas y probadas por él mismo. Nos ha relatado su existencia de gran señor en sus Memorias

que publicó la Academia Chilena de la H i ~ t o r i a " ~y ha dejado su herencia culinaria en su libro Lo que he comido. Todos sus platos tienen sabor galo, pero no olvida lo nuestro. Hace el elogio de los quesos chilenos, el Cheddar de Melipilla, el holandés nacional de bola colorada, el Brie y el Camembert de San Bemardo116.

- José

Eyzaguirre fue otro chileno cosmopolita. Formó ho-

gar y familia en la Argentina, con hijos que prolongaron las tradiciones culinarias de la familia. En Buenos Aires fue el animador de una hermosa revista Saber Vivir, en que despliega sus conocimientos artísticos, literarios y junto a ellos, su ciencia culinaria de alta clase. Este saber lo concretó en una obra

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