Aportes andinos a nuestra diversidad cultural

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Aportes andinos a nuestra diversidad cultural. Capítulo 7. Testimonios de los inmigrantes

Y no es así, al contrario: levanta la autoestima porque creo que no tenemos que avergonzarnos de nosotros ni de nuestros idiomas el quechua y el aymara. Lo mismo que en la Argentina el “Che, pibe, ¿dónde estás viviendo?” –“Ayá”(remarca el sonido de la y). (Norma Andía Apaza, Bajo Flores) (Sangre boliviana): En realidad nuestros hijos son argentinos, mis hijos son argentinos, pero ellos van a seguir siendo de sangre boliviana, nadie puede cambiar eso. Van a seguir siendo hijos de un boliviano. A los italianos que vinieron hace mucho los siguen llamando italianos, siguen llamando turcos a los inmigrantes turcos. A nuestros jóvenes hay que decirles que nunca deben olvidarse de nuestras raíces. Yo siempre le comento esto a mis hijos, que por la sangre que tienen son bolivianos y van a seguir siendo así. (Damián Quiroga Condorí, Lules) (Eva Perón): Eva Perón es para mí lo máximo. Cuando yo quiero hacer algún proyecto o acercarme a algún organismo del gobierno, voy a su tumba y converso con ella. Estoy días enteros fumando un cigarrillo, tomando una gaseosa y le transmito mis inquietudes, converso con ella. Le digo que ella luchó por la gente más necesitada y que hoy necesito de su apoyo, de su varita mágica, de su bendición. Sé que está muerta pero su espíritu está vivo. Donde hay una necesidad hay un derecho. Gracias a Dios, las veces que he querido hacer algo, presentar algunas ideas o sugerencias, tocar las puertas de los organismos de gobierno, nos abrieron las puertas y nos fue bien. (Norma Andía Apaza, Bajo Flores) (Música e identidad): Cuando estoy triste me encierro en mi pequeño cuarto, donde escucho música y veo videos de Bolivia. O me pongo a tocar mi zampoña, la quena, el charango, porque al final uno necesita alimentar al alma con la alegría, con los recuerdos, o dejándose llevar por los ritmos del Altiplano. Por eso les digo, no sólo a los jóvenes, sino también a los hombres grandes, que vivan esa parte de nuestra música originaria, andina. Y no sólo ir a un baile a bailar, sino que deben tener sus propios instrumentos y tocarlos. Esa música hace que seamos mejores personas, porque esto es bueno y da mucha felicidad. No sólo he contagiado la música a mi hijo, sino también a mis sobrinos. Enseñarles esto es hacer que conozcan su identidad. (Mario Alberto Mallón, Lules)

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(Machismo y violencia familiar): El machismo está instalado en todos los países de Latinoamérica. Si tuviera que hablar del país en el que más violencia hay contra las mujeres, me duele decirlo, pero es Bolivia. Allí es donde la mujer está más sometida. El hombre es el que manda, la mujer obedece. En lo personal, en el hogar, en la intimidad. En muy pocos casos decide la mujer. Hubo un caso que nos marcó. Fue una mujer que venía al trueque, con la cara, la boca lastimada, las manos pisoteadas. Le decíamos que hiciera la denuncia, pero ella decía que se había golpeado contra una puerta o que se había resbalado. Alguna vez dijo, sí, esta vez me pegó, pero yo también lo lastimé. Pero finalmente, la mató. Y la descuartizó para hacer desaparecer el cuerpo. A partir de entonces, en la organización hicimos un clic y nos involucramos ciento por ciento a trabajar

en violencia familiar. Primero a pulmón, juntando fondos con bingos, haciendo afiches y trabajando desde la radio. Y luego presentamos un proyecto al Gobierno de la Ciudad y entre otros 600 presentados, el nuestro fue aprobado. Y así pudimos hacer más difusión y charlas con personas que padecieron la violencia familiar. Volvimos a presentarlo este año y volvió a ser aprobado. Mientras tanto, recibimos denuncias y acompañamos a las mujeres. En este momento estamos atendiendo a una señora que también fue muy golpeada, pero tiene una niña que le dice que no quiere vivir sin el papá, y por eso la señora no hace la denuncia. Pero el día de mañana, esa niña puede ser una niña sin mamá. Nuestra idea es tratar de trabajar con ambos integrantes de la pareja, tratar de salvar ese matrimonio, que hagan las terapias, luego hacer un seguimiento, pero tampoco nosotros podemos decidirlo. Apoyamos la decisión de la víctima. Primero vemos las lesiones físicas, para poder acudir a los médicos. El segundo paso es la denuncia en la comisaría, como corresponde. El tercer paso es dar la contención: un lugar donde dormir y comer con sus hijos. Y el cuarto paso sería capacitarla para que sepa generar sus ingresos para cuidar a sus hijos. (Norma Andía Apaza, Bajo Flores) (Trabajo infantil): Dentro de la comunidad boliviana, es natural que los niños trabajen una vez que llegaron a los siete u ocho años, así nos enseñan nuestros antepasados. Cuando uno es niño nos enseñan a ser voluntariosos, a ser comedidos, a ayudar dentro de lo que pueda el niño. No como si fuera un adulto, pero integramos a los chicos, les damos educación laboral. Es una manera de dejarlos preparados. Por ejemplo, cuando se ducha, que lave su ropa interior, que lleve la taza del desayuno, porque cuando no estemos más con vida, si ellos nunca levantaron una escoba, no podrán ganarse la vida. Nosotros obligamos a nuestros hijos a que vayan a la escuela. Ahora, cuando no rinden, cuando se quedaron uno o dos años en el mismo curso, los ponemos a trabajar en lo que sea, o los capacitamos en algún oficio. Pero nuestra mayor aspiración es que nuestros hijos sean profesionales. No queremos que sigan nuestro camino. Queremos que participen en la política, que tengan su oficina, que trabajen en algún departamento legal, en la salud. Ese es nuestro sueño. (Norma Andía Apaza, Bajo Flores) (Trabajo infantil y cultura del trabajo): En 2001, me llamó el delegado para una reunión. Allí había asistentes sociales, ingenieros agrónomos, que lo único que hacían era atacar a las madres bolivianas. Decían que las madres bolivianas explotan a sus hijos, que los hacen trabajar, cosa que no es cierto. Creo que no hay más madrazas que las bolivianas. Hay que verlas cómo hacen un guiso, aunque sea rejuntando toda clase de fideos. Los chicos bolivianos nunca van a ir a pedir nada a nadie. Siempre están al lado de los padres y, si pueden, ayudan. Decían que hacían trabajar a sus chicos, pero no es así. La madre boliviana lleva a veces a su hijo a su trabajo y lo tiene al lado para vigilarlos. Usaban eso para estar en contra de los bolivianos, porque decían que le sacaban el trabajo. No creo que le saquen el trabajo. En la actualidad, quisiera que los que están luchando por una bolsa de comida analizaran las cosas y aprovechen mejor todo lo que tienen en su suelo argentino. Ojalá los bolivianos tuviéramos la cuarta parte. Y si cada

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