La verdad, Pedro sintió muy raro. Desde ese día, quiso leer más libros, le dieron curiosidad. Cuando me lo contó, yo en cambio pensé que esto no tenía ni un pelo de raro, porque así son los libros. Son como espejos, pero no como los de los baños, que sólo reflejan lo que está inmediato; cuentan lo que ya pasó, lo que alguien sueña, y lo que será. Lo raro para mí es que, aunque sea yo la Carmen del sueño de Pedro, nunca lo he soñado. En el sueño de Pedro fui una de los caballeros bondojitos, y yo… ¡ni cuenta! 51
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