Sandokán.Los tigres de la Malasia

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LOS TIGRES DE LA MALASIA

-El fuego se apaga hacia lo alto del río, tendiendo a aumentar hacia la parte baja- murmuró Yáñez-. Será mejor ponernos en marcha antes de que esos canallas tiendan otra cadena o que sus chalupas vengan hasta aquí. Suceda lo que quiera, marchemos. La bóveda de verdor que cubría el río en aquel sitio quedó destruida por el huracán de fuego que la abrasaba, y en ambas orillas ya no quedaban en pie más que algunos enormes troncos de durión y de árboles de alcanfor medio carbonizados que llameaban todavía como inmensas antorchas. Hacia Poniente, en cambio, donde la floresta estaba intacta todavía, avanzaba el incendio de un modo terrible. El peligro de que ardiese el velero se había evitado. -Aprovechémonos- dijo Yáñez-. El aire comienza a hacerse un poco más respirable, y la brisa sigue soplando de popa. Hizo recoger la inmensa tela, cuyos bordes estaban sumergidos en el agua, y mandó colocar las velas en los penoles. Las maniobras se realizaron con rapidez, entre una verdadera lluvia de cenizas que 75


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