El Ameriñol

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79 Mundial, de los préstamos, del TLC o del comersio con China; del protecsionismo europeo o de nuestra afiliasión a la “democrasia” norteamericana. La escuela nos a mentido, pues lejos de proporsionarnos una bisión realista de lo que somos en los objetibos de las grandes potensias, nos a echo creer que es posible yegar a acuerdos equitatibos con nasiones capitalistas que no tienen otra meta que la de enriqueserse al costo que sea. Nuestra sosiedad no piensa en plural, y no es solidaria porque el sistema educatibo que enpleamos no estimula estas altas birtudes, sino la conpetensia feroz cuyo único objetibo es “aser plata”. El prinsipio de autoridad con el que nos dejaron tarados los españoles sigue presente no solo en el idioma, sino en nuestra conducta ante la bida. Somos perezosos y bibimos soñando con que España, los Estados Unidos o Taiwán nos agan obsequios de puentesitos o de un par de lanchas patruyeras para bijilar sus intereses; mientras que a canbio de esas migajas (las cuentas de bidrio) nuestros “gobiernos” les asen consesiones para que se yeben gran parte de las riquezas marinas que tenemos. El sistema escolar nos a engañado, porque en lugar de enseñarnos que estamos solos y que dependemos de nuestro esfuerso y solidaridad, nos a echo creer que la solusión a los problemas locales puede benir del exterior; de los Estados Unidos, Europa, China o Japón; que nada más es cuestión de firmar unos cuantos tratados y ya entramos al segundo o primer mundo. Nos an domesticado para que permitamos que otros desidan por nosotros. Nos a conbensido de las bentajas y birtudes de la democrasia que bibimos, y de lo agradesidos que debemos estar a los gobiernos y funsionarios por la paz que gozamos. De lo felises que debemos estar por la quietud idílica en la cual nos desenbolbemos grasias al sistema capitalista e igualitario que, patrosinado desde las grandes “democrasias mundiales” (USA-Europa-Japón-Israel), se irradia justisiero por sobre toda la América Latina. El Ameriñol es el prinsipio de la rebolusión que nesesitamos; pero no una de las tantas e inútiles insurrecsiones de balas y muertos que tanto dolor, daño y atraso nos an causado. Esta chispa de guerra que se inisia con el Ameriñol no es una lucha de montañas o siudades, sino una que comienza en nuestra propia mente y consiensia. Una que no pueden detectar los “cazadores de terroristas”, y que tanpoco pueden inpedir que dé sus inebitables frutos. Cada Ameriñol debe conbertirse en un insurjente en su interior; primero con el idioma, y luego con las consecuensias que bendrán después de probar un cachito de la berdadera independensia. En mis años de profesor, cuando estaba en su apojeo la guerra fría, recuerdo que los profesores de Estudios Sosiales resibieron del Gobierno órdenes tajantes para eliminar de los


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