19 vulgo, ese honorable grupo del cual casi todos formamos parte. Lo que sentimos, pensamos o deseamos se puede expresar con un máximo de cinco mil términos, y es seguro que nos sobrarían muchos. El grupo de amigos que junto con este servidor participamos en un trabajo lexicográfico, llegamos a varias conclusiones que están dentro de la temática general de este libro; pero hay una de ellas que guarda una relación directa con la escogencia de la terminología que debe incluirse en un diccionario.
Intentamos una medición del léxico promedio de la gente, y para
eso, seguimos diversas metodologías; hicimos cuestionarios generales y específicos para ser aplicados en diferentes grupos según sus oficios, profesiones, actividades variadas; por aficiones, deportes, política, descanso, viajes, diversión, televisión, religión, emociones etc.
Y los
resultados que obtuvimos estuvieron dentro de un rango que va de mil a cuatro mil palabras. Ese resultado, incompleto desde luego, fue el que nos sugirió la idea del Diccionario escalonado que proponemos para el Ameriñol, y el cual será descrito en su lugar. Esta conclusión podría parecer desalentadora si la comparamos con el volumen total del DRAE, pero la verdad es que la gente se “comunica bien” con un glosario que no pasa de tres mil palabras. Si somos profesionales o escritores, no dejamos de sentir cierta frustración ante un resultado así; pero también es una buena base para emitir juicios y planificar un trabajo que ya es impostergable Es deseable que una persona que se dedica a escribir tenga un léxico amplio, pero ¿es práctico emplear un vocabulario que esté fuera del alcance de los lectores? ¿Es aconsejable que alguien que escribe tenga que ser leído con un diccionario sobre la mesa? Es algo que en el Ameriñol tenemos que pensar muy bien, pues creemos que todo escritor honesto debería limitarse al uso de aquellas palabras que forman parte de su habla cotidiana. No es decente estar escarbando en el diccionario para introducir términos “raros” en lo que escribimos; pero peor todavía, cuando escribimos con la intención de ser bien comprendidos por un público al que no podemos suponer, en forma arbitraria, de nivel académico elevado. La idea del Ameriñol es la re-creación de una lengua general que tanto en forma hablada como escrita, sea de curso legal en toda la América hispanoparlante. Formada de palabras como hijo, papá, hambre, comida, felicidad, paz... que sean entendibles en forma inequívoca en todos nuestros países. Sin embargo, eso no significa el desconocimiento de la riqueza lingüística folclórica, para la cual, según nuestra propuesta, hay un capítulo especial de regionalismos. Habrá un Diccionario Básico que contenga el Ameriñol de todo el continente, y otros locales en donde se recopilaría la producción lexicográfica de cada país. Voces que a medida que