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Aquiles: No sé si ya se dio cuenta de que está haciendo el ridículo. Tortuga: No me distraiga. Tengo que terminar este libro para antes de las nueve. Aquiles: ¡Pero si va en la página veintitrés y ya son las ocho y media! Tortuga: ¿Y qué con eso? Usted nada más no me distraiga. Aquiles: Voy a hacer algo que me agradecerá algún día. Tortuga: ¡Oiga! ¡Ni siquiera era mío! ¡Era de la biblioteca! Aquiles: Pues ahora es parte del cosmos. Un amasijo de hojas en el pavimento. Tortuga: Loco infeliz. Mire que arrojar a Murakami por la ventana sólo porque lo carcome la envidia. Aquiles: Escúcheme bien. Nadie, pero nadie, absolutamente nadie puede leer Crónica del pájaro que da cuerda al mundo en una hora. Nadie. Tortuga: Está celoso. No importa. Aquí tengo un buen arsenal. Aquiles: ¿Qué? Los bandidos de Río Frío, La broma infinita, 2666, Los pilares de la Tierra. ¡Pero si podría construir un edificio con estos tabiques! Tortuga: No me distraiga y prepare el desayuno, que ésa es nada más mi tanda mañanera. Aquiles: Está. Usted. Haciendo. El ridículo. Tortuga: Huevos divorciados para mí. “Capítulo uno. Santa María de la Ladrillera…”. Aquiles: ¿Cuánto lleva leyendo sin descanso, si se puede saber? Tortuga: ¿Exactamente? Se están cumpliendo veinticuatro horas justas. Aquiles: ¿Y cuántas reseñas lleva subidas a su blog? Tortuga: Ochenta y dos. Y contando. Aquiles: ¡Maldito degenerado! ¡No puede hacerle esto al mundo de las letras! Tortuga: Tan puedo que lo estoy haciendo. Y ya llegué a los diez mil seguidores en Twitter. Un éxito. Por eso puedo comprender que esté celoso. Aquiles: Y todo porque no puede tolerar la menor crítica. Tortuga: Ah. Y mi café muy cargado, por favor, que aún tengo algunos "tabiques" (usted los llama), "Obras cumbre de la literatura universal dignas de una reseña en forma" (yo los llamo), que leer de aquí a la una, hora de revisar el número de hits a mi página.
Aquiles: ¡No tiene nada de malo haber leído Seda en tres días! Tortuga: Ése fue mi "yo" anterior. El apático, el conformista. Mi "yo" renovado puede leer la obra entera de Balzac en un viaje en metro. De hecho lo hice. Entre Balderas y Copilco. Y hasta me sobró tiempo para tomar notas. Aquiles: Un solo comentario absurdo en su página y helo ahí, vuelto un demente. Tortuga: Nada de absurdo. Me hizo transformarme. Le estoy muy agradecido a ese lector de mi página. Aquiles: Absurdo y más que absurdo. Literalmente decía: "¿Tres días para leer Seda? ¿Pues qué, lo leyó de atrás para adelante? ¿O de una traducción coreana?". Tortuga: Como sea. Gracias a ese lector hoy desayuno Harry Potter, almuerzo La torre oscura y ceno Juego de tronos. Y sin indigestarme. Aquiles: Seda es una obra hermosa. Merece ser leída en tres días si así lo desea. Tortuga: Está celoso. No se preocupe. Yo mismo puedo preparar el desayuno mientras leo. Nosotros los lectores de a de veras podemos eso y más. Quítese. Aquiles: Okey. Le concedo. Pero al menos deje de publicar sus horribles reseñas. Tortuga: ¿Por qué? Aquiles: ¿Cómo que por qué? Voy a leerle la reseña de Lolita que subió a su blog hace apenas cuatro horas: "La historia de una chica que toca el tambor (creo que en Polonia) pero, como nunca crece, se pone a leer sin permiso de su esposo y esto la orilla a aventarse a las ruedas de un tren, no sin antes romper unos cuantos cristales (creo que a gritos) y huir con un hombre mayor al que le destroza la vida (casi seguro que en Rusia)". Tortuga: ¿Y? No entiendo el punto. Es una buena reseña, a mi parecer. Aquiles: ¡Ni siquiera se da cuenta! Debería leer las reseñas que hizo de Madame Bovary, Anna Karenina y El tambor de hojalata para entender mi punto. Tortuga: Diga lo que quiera pero, mientras discutimos, ya leí la mitad de este libro de Manuel Payno. Y sin perder el peinado. ¿Azúcar en su café? Aquiles: Váyase al diablo. Desayunaré en la calle. Con los cuentos de Monterroso. Tortuga: Mientras no se le indigesten... señor Don Envidioso. En fin... ¿En qué estaba? Ah, sí. “Capítulo 54. El casamiento de Mariana…”. +