Revista DIPLOMACIA

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Bicentenario de Independencia

Bicentenary of Independence

La independencia americana

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E ha iniciado este año 2010 las conmemoraciones del bicentenario de la independencia de diferentes territorios españoles en América. Y aprovechando estas fechas, en las que la mayoría de los países hasta han compuesto sus propios himnos para celebrar su bicentenario, es un buen momento para una profunda reflexión, la cual exigimos a los historiadores que buscan la verdad. Esa reflexión nos lleva a analizar que ya nadie cree aquello de que un puñado de 200 españoles, por muy bravos ellos y llevar caballos, fueran capaces de batir en diferentes batallas a miles de indios. Eso sólo se conseguía al recibir el apoyo de otras tribus sometidas como animales y que encontraron en los españoles la libertad. Por otro lado, sigue siendo extraño cómo entre los primeros inicios revolucionarios y la independencia definitiva, pasaron muchos años. Así, la primera junta de gobierno de chile data del 18 de septiembre de 1810, pero su independencia llega en 1818. En Argentina el 25 de mayo se produce su revolución, pero se declara la independencia seis años después. En Bolivia, el Grito Libertario de Chuquisaca es del 25 de mayo de 1809, pero no es hasta 1825 que se declara independiente. Colombia hasta 1819, Uruguay hasta 1825 (que se independiza de Brasil) y Ecuador hasta 1822. Paraguay lleva a cabo su “gesta revolucionaria” en mayo de 1811, pero no se independiza de la Confederción Argentina hasta 1842. México, cuya independencia llegó el 20 de noviembre de 1810 es la excepción. Estos datos demuestran, en primer lugar, que los procesos de independencia se inician cuando Napoleón toma España. Y se inician porque los súbditos españoles no quieren ser franceses, y prefieren la independencia antes que rendir pleitesía a Napoleón. En segundo lugar que esos movimientos reciben un mínimo apoyo, de lo contrario no habrían sido procesos de diez, veinte y hasta treinta años de duración. ● Santiago Velo de Antelo Director

Presentación del Bicentenario

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SPAÑOLES y americanos compartimos muchas cosas en la actualidad; y son cosas esenciales: valores sociales y políticos, culturas, lengua y muy especialmente aspiraciones y voluntades de futuro. Es esencial recordar que ya compartimos, al comienzo del mundo contemporáneo, la primera oleada de derechos y libertades que tenían como meta igualar a los seres humanos ante la ley y atribuir la soberanía al pueblo y también compartimos, hace doscientos años, la lucha para quebrar el Antiguo Régimen, al menos durante un corto tiempo, en nuestro caso, porque los españoles tuvimos que volver a pelear durante demasiado tiempo para recuperar la libertad perdida, recuperada y vuelta a perder para recuperarla finalmente hace poco más de treinta años. Conmemorar los Bicentenarios de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas es una oportunidad realmente rara, que no podemos desperdiciar, para conocernos y comprendernos mejor en la vertiente de nuestro pasado y en nuestra realidad actual. Suelo decir, y es algo que siento profundamente, que los españoles desconocedores de América Latina tienen una enorme dificultad para conocer nuestra propia identidad, que está profundamente marcada – aunque algunos no lo crean -, por nuestra variable iberoamericana. ● Felipe González Márquez Embajador Extraordinario y Plenipotenciario para la Conmemoración de los Bicentenarios de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas

El “otro” Bicentenario de América

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N estos tiempos del bicentenario de varios países iberoamericanos es buen quizás realizar algunas “memorias históricas” verdaderas. El Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II coorganizó un interesante coloquio junto con la Universidad Antonio de Nebrija y la Casa de América con el título de esta nota. Porque lo importante no es detenerse en 1810 sino recorrer los tres siglos precedentes en los cuales la Corona española conquistó, civilizó, y cristianizó los ilimitados territorios que van desde los Estados Unidos a la Tierra del Fuego. España se desangró para engendrar nuevos pueblos mestizos que recibieron la cultura y la fe. Los Reyes de España introdujeron en aquellas tierras las mismas libertades y fueros de los reinos peninsulares. Nunca fueron propiamente colonias o factorías como las inglesas. Como subrayó el Profesor Ayuso en el mencionado coloquio la noción de “Estado” todavía no existía ya que fue creada después por los franceses y los alemanes. Los criollos de la independencia se inspiraron en estos para introducir el Estado en sus nuevas naciones liberales con resultados dispares en un siglo XIX perturbado a menudo por la instabilidad y los conflictos internos. La fe católica se mantuvo vigente a pesar del liberalismo de sus dirigentes. Y luego de la ruptura, con pocas excepciones, como en una familia de pueblos hermanos, se mantuvieron siempre los vínculos y los afectos entre españoles y americanos. Las raíces se entretejieron y afianzaron. Hoy día, trascendiendo las meras relaciones políticas y económicas ha llegado quizás el momento de examinar y darle un nuevo brillo a aquellas libertades y fueros que hoy día llamamos derechos humanos y que incluyen los valores de la fe y un destino común, dejando de lado los revisionismos y las reivindicaciones antihistóricas de algunos descastados. ● Daniel Pérez del Castillo Presidente del Consejo Editorial


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