DIALOGO DE SABERES Nº 10

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José Javier León

Es por eso que nos deslindamos tanto de la teoría sobre movimientos sociales como de aquella que versa sobre las organizaciones comunitarias pre-vistas por el Estado. En ese sentido, ubicamos a nuestros sujetos organizados en redes de intercambio recíproco, construyendo una territorialización invisible al Estado, misma que la ciencia social precisa relevar, descubrir, ver si quiere constituir/instituir una comunicación desde las comunidades, desde los sujetos y no desde sujetos y comunidades fabricadas, vistas, observadas, esto es, racionalizadas por un Estado que necesita para sobrevivir reducir la diferencia digiriéndola. Alejandro Ochoa (2004) nos advierte sobre las precarias condiciones en que se construye esta invisibilidad, toda vez que en la ocupación de los espacios urbanos marginales ocurre que, lo «común» es la ocupación transgresora del espacio, transgresión que se traduce en precariedad y tránsito anónimo, lo cual sumando las actividades económicas y la propia subsistencia fuera del espacio del barrio redunda en la poca importancia que le darían al barrio sus pobladores, convirtiéndolo en «un espacio de tránsito anónimo en el cual sobreviven algunos mecanismos de interacción solidaria que responden a formas no urbanas de relación y que configuran un cierto espacio para la búsqueda de lo común» (356). Se entiende que tales acciones ocurran en condiciones de extrema fragilidad, no sólo porque «aquello que los reúne entre sí los hace simultáneamente ilegítimos al exterior, incidiendo negativamente en la posibilidad de concurrir a otros espacios», sino porque la «condición de tránsito anónimo despoja de protagonismo e incluso de

acción al actor social» (356-357): Tal anonimato explicable y entendible en el marco de un espacio consolidado y libre de incertidumbres; pero existen condiciones en el cual el anonimato es subvertido por las condiciones hostiles del mismo espacio; aspectos tales como dificultad de acceso, transporte deficiente e inseguridad, propician que los individuos sometidos a estas condiciones se reconozcan con otros individuos en condiciones de minusvalía o dificultad lo que da posibilidades para la aparición de acciones comunes acometidas para superar tales obstáculos y superar la incertidumbre. Puede postularse que un elemento propulsor es el afán por alcanzar la homogeneidad y certidumbre que poseen los espacios públicos ya consolidados (357-358) La cita nos permite visualizar que en comunidades incluso fundadas recientemente, puede ser alcanzable la superación de la incertidumbre aún con problemas evidentes de transporte o inseguridad, por no decir de acceso a bienes y servicios, lo que nos abre a un complejo campo de problemas teóricos toda vez que debe existir una homogeneidad y certidumbre incomprensibles para el Estado, y aun para investigaciones como ésta, que fundan lo político y lo que Alejandro Ochoa entiende como construcción de lo común, en acciones destinadas menos a la superación de los obstáculos y la incertidumbre, cuando conducen a formas de vida homogéneas propias de «espacios públicos ya consolidados» (358), que a la construcción de la oikonomía, esto es la territorialización o construcción política de espacios (autónomos y autogestionarios que trascienden la racionalización

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