Orsai Número 2

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EN BUSCA DEL CORSO Nueva Orleans, a cubrir el Mardi Gras, que si se quiere es un carnaval con más pedigrí, más literario, también más triste, además de quedar más cerca, en fin, todas ventajas. Muy contento reservo una habitación en un hotel para los primeros días de marzo, y un pasaje para ir desde Iowa City a Nueva Orleans, ida y vuelta. Cristina, la mujer de Casciari, eficaz y encantadora, me manda por Western Union lo necesario para cubrir esos gastos. Yo empiezo a leer bibliografía sobre Mardi Gras. Pero de nuevo interviene el dios de los divorciados o el remolino de los boludos que se quedaron sin domicilio fijo, surge un imprevisto que me obliga a dejar Iowa y volar a Bordeaux, donde está instalada mi exmujer, lejos de Mardi Gras y de todos los carnavales de los que yo tenga noticia. La búsqueda de un carnaval que resuene con aquel corso se está convirtiendo en una travesía del desierto. Ahora bien, leer acerca del carnaval, cuando no se tiene tiempo o ánimos para hacerlo, puede ser una tortura, pero hay torturas que son como un lenguaje, y si se presta atención, en ese lenguaje algo o alguien está queriendo decirte algo. Y es verdad que hay ideas que no quieren irse. Cierto, el carnaval tiene su origen en un acto bien simple, estamos por pasar un mes sin comer ni beber ni hacer el amor, así que hagamos todo eso al máximo y en un solo día, hagámoslo como si no lo fuéramos a hacer nunca de nuevo, porque ese puede ser realmente el caso. Quiero decir que se percibe algo, en esas láminas que muestran carnavales antiguos, carnavales del siglo XI después de Cristo que algún monje tuvo la idea de dibujar torpemente, y donde se ven figurines que levantan copas, ninguna máscara todavía pero sí una especie de desesperación hierática, y de aceptación de esa desesperación, o carnavales mantuanos del siglo XVI donde sí hay algo así como disfraces, pero curiosamente todos incluyen atributos del Demonio, acá unos cuernos de carnero, allá una capucha negra, en la mano de alguien una gallina muerta, como si fuera una misa negra, pero no lo es: lo que sucede es que la cuaresma conmemora los días que Jesús pasó en el desierto, y en ese desierto hubo un diálogo entre Jesús y el Demonio, diálogo que llamamos tentaciones y que, en efecto, pertenece de manera inconfundible al orbe de la seducción. Convierte estas piedras en pan, y alivia tu hambre. Salta a ese abismo y confía en que los ángeles te sostendrán. Inclínate

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SE INUNDÓ LA CIUDAD PORQUE EL PERRO ME COMIÓ LAS ESCLUSAS.


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