Diversidad Religiosa

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Para que el conocimiento nos lleve al autodescubrimiento

Director general: Rosendo Arróniz Martínez Edición y redacción: Adriana Erandi Irene Guijosa Corrección de estilo y redacción: Sergio Miranda Bonilla Diseño editorial e ilustración: Juan Pablo García Pulido Auxiliar de Diseño: Daniel Arróniz Rábago

Contenido EDITORIAL ................................................. 5 ESPACIO ESENCIAL SOCIEDAD La terapia familiar ¿una opción de ayuda en la actualidad? .................... 8 Ma. del Carmen Villa Montaño

Cartón: David Herrerías Guerra Administración: Carlos Arróniz Rábago Ventas y relaciones públicas: Ciro Nájera Contreras Francisco Zepeda Monroy Distribución: Christopher Chávez Comité editorial: Pablo Campos Macías, Libertad Castro Muñoz, German Estrada Laredo, Guillermo González Hernández, Ma. Teresa González Pacheco, David Herrerías Guerra, David Martínez Mendizábal, Isabel Montes Del Valle, Ciro Nájera Contreras, Jorge Olmos Fuentes. Colaboraciones especiales: Ma. del Carmen Villa Montaño, Carlos Maciel del Río, Gerardo Anaya Duarte, Adam L. Iwinski, Andrés Hernández Santander, Paulino Vacas Jacques, Karla Tapia Ortiz, Javi­ er Romero Salgado.

Acércate a nostros:

EL TEMA REALIDAD Esbozos regionales sobre diversidad religiosa ...........................................10 DIALÉCTICA El diálogo interreligioso y la práctica del creyente .......................................... 15 Carlos Maciel del Río, Gerardo Anaya Duarte, Adam L. Iwinski, Andrés Hernán­ dez Santander, Paulino Vacas Jacques LA MANO ¿Es el New Age o “Nueva Era”, una religión? .......................................... 21 Karla Tapia Ortiz ILUSTRADO Dios es amor.................................... 23 David Herrerías Guerra

diseres.posdata@gmail.com (477) 7-13-21-76 DÍSERES® es una publicación bimestral, gratuita, de contenido original y genuino. Los artículos, así como la publicidad, son responsabilidad de su autor o de la empresa anunciante, según corresponda. Se autoriza la reproducción del Tema Central para beneficio social. El uso no autorizado de los artículos escritos por los colaboradores especiales queda prohibido. Impresa en los Talleres de Gesta Gráfica Impresores: Blvd. Nicaragua 506 Col. Arbide, C.P. 37360. Tel. 7-13-21-76 Nextel 72*793087*2. Tiraje: 5000 ejemplares. León, Gto., México.

JOLGORIO LA NATA Y LA CREMA Sed .................................................24 Javier Romero Salgado La pizarra.........................................27




editorial La diversidad religiosa es un tema significativo para muchas personas, ya que profesar o pertenecer a una religión es una característica que, desde hace mucho tiempo, ha configurado las realidades individuales y sociales. La relevancia de la religión radica en establecer una relación entre el creyente y el ser superior; la fuerza y la profundidad de esa relación dan sentido a la vida de la persona, ayudándole a encontrar su desarrollo y plenitud. El teólogo suizo Hans Küng, en su obra El cristia­ nismo y las grandes religiones. Hacia el diálogo con el islam, el hinduismo y el budismo (1987), se refiere a la religión como una relación individual-social, efectivamente vivida dentro de una tradición y comunidad (doctrinal, moral y sobre todo, ritual), con algo que sobrepasa o abarca al hombre y su mundo, esto es, con una verdadera y última realidad, como quiera que ésta se entienda (el absoluto, Dios, el nirvana). En la religión se trata a la vez de un mensaje y un camino, un mensaje y un camino de salvación. Sin embargo, al hablar de diversidad de creencias nos cuestionamos si en la práctica entendemos o respetamos los credos de otras personas y cuál es nuestra postura ante la diversidad. Por eso, creemos conveniente compartir la experiencia del teólogo brasileño Leonardo Boff a partir de un encuentro con el Dalai Lama. En el intervalo de una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual el Dalai Lama y yo participábamos, maliciosamente, mas también con interés teológico, le pregunté: –Santidad, ¿cuál es la mejor religión? Esperaba que dijera: “El budismo tibetano” o las religiones orientales, mucho más antiguas que el cristianismo… El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, me miró fijamente a los ojos –lo que me desconcertó un poco porque yo sabía la mali­ cia contenida en la pregunta– y afirmó: –La mejor religión es la que te aproxima más a Dios. Es aquélla que te hace mejor. Para salir de la perplejidad delante de tan sabia respuesta, pregunté: –¿Qué es lo que me hace mejor? Él respondió: –Aquello que te hace más compasi­ vo, más sensible, más desapegado, más amoroso,

más humanitario, más responsable, más ético… La religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión. Callé maravillado, y hasta el día de hoy estoy ru­ miando su respuesta sabia e irrefutable… El tema central de este número expone algunos antecedentes históricos para explicar la situación regional con respecto a la diversidad religiosa y sugiere algunas ideas sobre lo que ésta implica. En los enfoques complementarios participan personas ligadas a las religiones predominantes, conocidas también como Iglesias Universales, ya que ejercen especial influencia en el mundo en virtud de su vitalidad, difusión y gran número de miembros, como son el judaísmo, el cristianismo, el islamismo, el hinduismo y el budismo (Küng, 1987). El tema de diversidad religiosa supone y lo hemos abordado con todo nuestro respeto por cada una de las religiones existentes. Mostramos los datos obtenidos con el fin de dar cuenta de una parte de la realidad que vivimos, esperando que en las diferencias también encontremos elementos para la unidad y, ¿por qué no?, para permitirnos ser mejores personas. Leonardo Boff termina su reflexión en torno al encuentro con el Dalai Lama expresando: No me in­ teresa, amigo, tu religión o si tienes o no. Lo que realmente me importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comu­ nidad, delante del mundo. Ésta podría ser la invi­ tación de la diversidad religiosa en la actualidad.

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La terapia familiar: ¿una opción de ayuda en la actualidad? Dra. Ma. del Carmen Villa Montaño*

La problemática de la vida contemporánea en las sociedades occidentales es muy compleja. Los aspectos social, económico, político y familiar se entrelazan en un gran nudo de demandas y exigencias, conformando una gran carga para las personas. Es un hecho innegable cómo las crisis económicas que se suceden una tras otra, al menos en nuestro país, han orillado a las personas a laborar dobles jornadas: hombres y mujeres trabajan fuera del hogar mermando la convivencia familiar y el cuidado de los hijos. Los niveles de estrés se incrementan con las dificultades diarias de organización y con la lucha sin fin para alcanzar las metas económicas, tanto en los círculos sociales donde se vive en gran medida para satisfacer necesidades creadas por el mercado, y así, mantener cierto estatus, como en otros circulos donde todo el esfuerzo se enfoca simplemente en lograr las metas de la subsistencia básica. A esto se suma una situación valoral y espiritual que generalmente da poco sustento a la vida interior de la sociedad, y la falta de educación en torno al manejo de emociones y resolución de conflictos como temas explícitos en la formación de las personas. Así tenemos el sustrato para las crisis de vida, la depresión, la falta de esperanza, el miedo a la aper­tura en las relaciones interpersonales, el egocentrismo que impide el encuentro edificante entre las personas. Y es aquí donde la psicoterapia tiene su campo de acción. La psicoterapia es un campo muy amplio, ya que desde que Freud creó el psicoanálisis, son muchas las corrientes y enfoques de psicoterapia que se han desarrollado. Cada una tiene su propio sustento teórico, enfocándose unas a lo emotivo, otras a lo racional, a lo interrelacional, a la conducta, al aprendizaje y otras al lenguaje y a la forma de ver el mundo de las personas. No hay necesariamente una terapia mejor que otra, lo importante es que una terapia funcione para una persona en una situación específica, considerando que su enfoque esté bien sustentado y que el terapeuta haya recibido una formación profesional en una institución educativa calificada.

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La idea de acudir a pedir ayuda para una situación personal no es fácil para mucha gente, ya que existe el miedo de ser etiquetado como enfermo o incapaz, pero hay que considerar que todas las personas atravesamos dificultades en la vida y de una forma u otra pedimos ayuda. Existen figuras de apoyo y guía tradicionalmente conocidas, como el médico, el sacerdote, el maestro, las personas mayores en ciertas culturas y muchas veces amigos, y nadie ve mal ir con ellos. Posteriormente se desarrolló la figura del psicólogo y del terapeuta, con una base científica, como un logro de la sociedad para obtener ayuda especializada, con mayor sustento que la experiencia personal o el simple sentido común. Ahora es muy común que los médicos y sacerdotes de cualquier culto estudien psicología o se formen como terapeutas. Entre los enfoques que mayor auge han tenido desde la segunda mitad del siglo XX hasta la fecha está la terapia familiar, que tiene como centro de atención el núcleo familiar y su dinámica, aten­diendo así a varias personas al mismo tiempo, lo que implica optimizar el uso de los recursos invertidos en el bienes­ tar familiar. El terapeuta familiar no busca culpables ni causantes de los problemas, sino que trata de entender junto con la familia cuáles son las interacciones que se repiten llevando a sus miembros a los mismos conflictos, cuáles son las soluciones intentadas una y otra vez con los mismos resultados negativos y cuáles son los recursos y capacidades aún no explorados por la familia y que se pueden aprender. Los temas frecuentes con los que acuden las familias a consulta son problemas de pareja, falta de comunicación, incapacidad para tomar acuerdos, mal manejo de la disciplina con los hijos, adolescentes con problemas de adicciones o rebeldía. También se presentan crisis evolutivas por el cambio de etapa de vida de los miembros de la familia, lo cual exige ajustes en la dinámica familiar y en los roles persona­ les, así como situaciones devastadoras como accidentes, enfermedades crónicas y la muerte de algún miembro, que rompen el equilibrio de la familia por algún tiempo. La terapia familiar pretende ser una experiencia de aprendizaje para la familia, donde el conocimiento

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se genera a partir de la participación de todos los miembros junto con el terapeuta, compartiendo la tarea y la responsabilidad en un marco de mutuo respeto. Tiende a manejar esquemas breves de atención, de tal manera que la familia siga su propio camino con nuevas posibilidades de bienestar, haciendo énfasis en la solución de problemas, en la toma de acuerdos, en la expresión clara de emociones y pensamientos y en la liberación de resentimientos, generando así una nueva visión de sí misma para la familia. Finalmente, es importante insistir en que el terapeuta cuente con la preparación adecuada para su labor, y en su obligación de tener a la vista de sus consultantes su título y cédula que lo acrediten como tal, así como la autorización para laborar de parte de la Secretaría de Salud. *Terapeuta familiar. Contacto: mcvilla22@yahoo.com.mx

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DIVERSIDAD RELIGIOSA

Esbozos regionales sobre diversidad religiosa Desde los orígenes de la humanidad las personas han buscado una relación con una divinidad o ser superior. La relación humano-divino es un elemento fundamental para la configuración de la visión de las personas, sociedades, razas, pueblos y culturas, independientemente de sus límites geográficos. La religión como tal marca un inicio para las civilizaciones; a partir de ella se genera un entendimiento de la visión del entorno y del mundo, y es a través de ella que se fijan los destinos finales (lo que hay después de esta vida o realidad); un ejemplo de esto son las narraciones del Popol Vuh, de los mayas quiché. En las culturas que habitaron nuestro país antes de la conquista española, la religión iba de la mano con toda su actividad social y política; partían de su cosmovisión para implementar su articulación social. La mitología griega también ayudó a comprender el origen y el presente de las culturas helénicas, de tal manera que las creencias religiosas iban ligadas estrechamente a la vida diaria. Mucho antes que los griegos, la cosmovisión egipcia inspiraba hasta la orientación astrológica de las construcciones en los valles del Nilo para honrar constantemente a sus dioses. La creencia en las deidades egipcias era, por tanto, importantísima, ya que regía y movía en gran medida la vida en aquellas sociedades. En la actualidad esto ha cambiado. La religión ya no es el centro de la actividad de muchas personas, pero sí continúa teniendo mucha relevancia en la vida cotidiana de algunas sociedades, como en México, ya que en ella se configuran una serie de elementos que le dan identidad cultural y espiritual a las personas que comparten alguna fe o que viven en comunidad bajo sus normas.

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Aproximaciones a la religión Quizá cuando hablamos de religión pensamos en la institución que dicta los principios y lineamientos para seguir cierta creencia, sabiendo que el cumplimiento de esos deberes y la coherencia en nuestras vidas respecto a ellos es determinante para aproximarnos y agradar al ser divino. Esta visión quizá se queda corta, porque la religión abarca mucho más que lineamientos o deberes en la vida de las personas. En el plano personal, la religión debiera ayudar, sanar, aliviar, dar sentido, incluso confrontar; por otro lado, la religión instrumenta y configura realidades sociales y, a veces, circunstanciales. La Iglesia Católica que ahora te­ nemos en México no es la misma que la que llegó en tiempos de la Colonia. Tampoco siguen siendo iguales los ritos que practicaban los mayas a los que ahora realizan sus descendientes, aunque su esencia y significación se conserven hasta nuestros días. Nos parece apropiada una interesante propuesta del teólogo suizo Hans Küng, quien considera el concepto de religión de manera universal: “Religión” no es de ninguna manera un término equívoco, sino analógico, que encierra cosas se­ mejantes-desemejantes. La desemejanza se pone de manifiesto principalmente en el hecho de que el término debe designar casi todas las opciones, desde la fe en muchos dioses, pasando por la fe en un sólo Dios, hasta la negación de toda fe en Dios en el budismo primitivo (1987). La visión de religión de Hans Küngs nos da pie para abrir el espacio frente al tema de la diversidad religiosa, desde la mirada que considera que no existe sólo una religión, o una verdad, o una imposición. Frente a esa perspectiva la contemplación de las demás religiones, incluso la propia, puede sumar en lugar de dividir.

Antecedentes históricos regionales La diversidad religiosa actual de nuestro país no se puede entender sin los antecedentes históricos que sirven como referentes para explicar el presente. En

el caso de Guanajuato, aunque hay presencia de varias religiones, la diversidad no es tan grande como en otros estados de México. Esto obedece en buena medida a la configuración histórica de la región. El centro occidente del país, que comprende Michoa­ cán, Colima, Nayarit, Jalisco, Guanajuato, Zacatecas, Aguascalientes, Querétaro y San Luis Potosí, representa una región que comparte elementos culturales, sociales, políticos y cuyas economías, desde la Colonia, se han visto articuladas y complementadas a través de las distintas actividades como la minería, la agricultura o la comercialización (Cerdi Juárez, 2009). Estas entidades generaron interés comercial, sobre todo en lo que respecta a la mine­ ría, y atrajeron el establecimiento de extranjeros para trabajarlas, lo que según la autora, atrajo agentes económicos, militares y evangelizadores (católicos y de otras religiones) a esta zona. Desde entonces surgieron afinidades ideológicas, culturales, sociales, políticas y religiosas entre los Estados de esta región, haciéndose más evidente la relación con Guanajuato de Jalisco, Zacatecas y Querétaro. Las convergencias entre estos Estados también se encuentran en los grupos de indígenas que había en ellos y que en algunos casos aún conservan sus comunidades. Actualmente, Guanajuato y Querétaro comparten la población indígena otomí y chichimeca, con características culturales, medioambientales y socioeconómicas similares, ubicados en la Sierra Gorda. En la región centro norte existe la presencia de gru­ pos indígenas (sic), en los cuales se encuentran distintos grados de marginación y pobreza y de multiplicidad de prácticas, cosmovisiones y concepciones religiosas propias de cada grupo indígena, que pueden ir unidas, al catolicismo institucional, otras amalgamadas con concep­ ciones del catolicismo popular y, las menos, con confesiones protestantes y pentecostales (Cerdi Juárez, 2009). Fue durante y después de la Conquista cuando diversas órdenes religiosas se establecieron y se arraigaron en la región, creando instituciones DÍSERES

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educativas que también transmitían las enseñanzas de la fe católica; órdenes religiosas que hasta la fecha tienen reconocimiento en la región, como los jesuitas, franciscanos, dominicos y ya en el siglo XX, maristas y legionarios de Cristo, por mencionar algunos. Un hecho histórico sin duda también propio de esta región es la Guerra Cristera suscitada en 1926 en nuestro país, y que resignificó la fuerte tradición de las costumbres de la Iglesia Católica en Estados como Guanajuato, Jalisco, Zacatecas y Querétaro. Sin duda, esta afinidad ideológica y religiosa se vio luego también manifiesta en la política actual de dichas entidades. Esta región es considerada por muchos analistas como un refugio y un baluarte del conservadurismo político y religioso católico en México, que como estandarte lleva el monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete en Silao, Guanajuato.

Contexto actual regional

La autora Elízabeth Cerdi Juárez ha agrupado a Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí en la región centro norte, para diferenciarla de Nayarit, Jalisco, Colima y Michoa­cán, que en conjunto forman la región centro occidente. Al hacer esta diferencia de zonas,

es evidente que la región centro norte es la que alberga el mayor porcentaje de católicos en México. Según datos del Censo de Población y Vivienda de 2000, el porcentaje de la población total que declaró esa adscripción religiosa va de 95% a 98%, a pesar de la diversidad de confesiones y creencias no católicas (Cerdi Juárez, 2009), y a pesar también de ser una de las zonas con mayor movilidad de personas tanto de lo rural a lo urbano como de ciudad a ciudad y de éstas al país vecino del norte. Según el citado Censo, Guanajuato es la entidad con el mayor porcentaje de población católica en el país; por cada 100 personas, 96 reconocen a esa religión, 2 pertenecen a un credo distinto y 1 persona no tiene creencias religiosas. Dentro del Estado, la cifra más baja la tiene Romita, con 93.4% de católicos, y aún así supera el porcentaje nacional. En Romita, los testigos de Jehová representan 2.2%, mientras que en el resto de Guanajuato ninguna creencia bíblica alcanza el punto porcentual. Según datos presentados en el proyecto Cambio religioso en México (Ávila, 2009), Romita presenta las siguientes peculiaridades: un cambio religioso bajo, un grado alto de intensidad migratoria, y 16.21% de población analfabeta mayor de 15 años, con un grado de marginación medio.

TABLA 1. Religiones en la región Centro Norte de México. Estados

AGS

GTO

QRO

SLP

ZAC

821, 404

4, 049, 950

1, 224, 088

2, 010, 539

1, 188, 724

95.64

96.41

95.27

91.96

95.13

0.11

0.11

0.13

0.57

0.29

Pentecostales y neopentecostales %

0.32

0.28

0.35

1.74

0.47

Adventistas %

0.05

0.04

0.14

0.16

0.21

Mormones %

0.16

0.07

0.12

0.12

0.1

Testigos de Jehová %

0.55

0.6

0.64

0.72

0.67

Otras evangelistas

1.48

0.92

1.44

2.31

1.18

Sin religión

0.85

0.69

0.93

1.54

1.1

Índice de cambio de religión

Bajo

Bajo

Bajo

Bajo

Bajo

Población total

Bíblicos no Protestantes y evangélicos evangélicas

Católicos % Históricas %

Elaboración por Diana E. Ávila, a partir de información del INEGI, XII Censo de Población y Vivienda 2000. Fuente: Regiones y religiones en México. Estudios sobre la transformación sociorreligiosa.

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En el caso de la población sin religión en Guanajuato, los siguientes municipios representan los de mayor porcentaje: Cortazar 4.11%, Jaral del Progreso 5.35%, Salamanca 4.08%, Uriangato 4.43% y Valle de Santiago 5.14% (Cerdi Juárez, 2009). Existen otras religiones en el estado que tienen menor cantidad de adeptos, y que no alcanzan una representación en porcentaje (ver Tabla 2).

Presencia de las religiones en el Estado Cerdi Juárez señala que, aunque la Iglesia Católica predomina en la región centro norte del país, el panorama religioso es cada vez más diversificado. Así tenemos varias coincidencias: Irapuato, Celaya y León tienen mayor presencia o sedes de las igle­ sias católica, protestantes y evangélicas, pentecostales y neopentecostales. A estos tres municipios se suma Salamanca cuando se habla de iglesias bíblicas no evangélicas y de las catalogadas como otras evangélicas. A las iglesias protestantes y evangélicas pertenecen las iglesias bautistas, calvinistas, luteranas y presbite­ rianas, las cuales aparecen en la región desde finales del siglo XIX. En esta misma rama se encuentran las iglesias pentecostales y neopentecostales, de las cuales existen en Guanajuato: Amistad Cristia­ na, Iglesia de Dios, Iglesia de Dios de la Profecía, Sociedades Evangélicas, Sociedades Pentecostales, Sociedades Cristianas Pentecostales y Sociedades Evangélicas Pentecostales. De las iglesias bíblicas no evangélicas se encuentran los Testigos de Jehová, la de mayor presencia en la región centro norte a partir de la década de los noventa, época de su mayor auge tienen, seguida de mormones y adventistas (Cerdi Juárez, 2009).

Implicaciones de la diversidad religiosa Frente a los datos que hemos expuesto, que están por cumplir una década y que seguramente habrán de cambiar con el censo de este año y fren­te a las distintas perspectivas, nos cuestionamos lo siguiente: ¿Existe un diálogo actual que incluya y haga partícipe a las diferentes religiones de mi región? ¿Estamos interesados en que esto suceda? ¿Qué pasa con la gente que no profesa ninguna religión… hay que convertirlos? Al respecto, el Dalai Lama declaró que de cada cinco personas sólo una o dos son creyentes de alguna religión (Goleman,

TABLA 2. Distribución porcentual de la población de 5 y más años por religión. Religión

Absolutos

%

Guanajuato

4 049 950

100.0

Judaica

317

NS

Budismo

159

NS

Islamismo

27

NS

Nativismo

3

NS

Espiritualismo

923

NS

Otras religiones

4 727

0.1

Sin religión

27 697

0.7

29 837

0.8

No especificado

Fuente: INEGI. XII Censo General de Población y Vivienda 2000. 1997). ¿Qué lleva a las personas a decidir no ligarse con alguna de ellas? Pero además y en un tono más profundo, ¿qué implica la diversidad religiosa? ¿Qué implica, desde mi persona y desde lo social, la multiplicidad de prácticas religiosas de mi entorno? La diversidad frente a las diferentes creencias no siempre se da en un tono de tolerancia; cuesta trabajo aceptarla. Generalmente, frente a estas situaciones hay cierto recelo que a lo largo de la historia ha traído como consecuencia guerras, peleas, sufrimientos, desgarramientos y reajustes sociales, a la par que la marginalidad de comunidades. Un caso de ello lo presenta el sureste de nuestro país, concretamente los Estados de Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Chiapas, donde la aparición de diversas religiones es muy notoria. Por ejemplo, en San Cristóbal de Las Casas, Chis., es común ver colonias de indígenas que han sido desplazados de sus comunidades nativas hacia este municipio por no aceptar pertenecer a una determinada religión. Esto trae como consecuencia que lleguen a asentarse en zonas irregulares, con las mínimas condiciones

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para sobrevivir. A esta situación hay que sumar la inconformidad de una parte de la sociedad frente a su establecimiento y, por lo tanto, la aparición de la marginalidad social, que lleva entretejidos problemas de salud, de educación, de desempleo, de religión, y que paralelamente se convierte también en una problemática de carácter político. Las formas en las cuales se manifiesta la diversidad religiosa también son importantes, y en gran medida tienen que ver con el lugar geográfico y la misma apropiación de la gente ante la práctica religiosa. La religión se expresa en las sociedades a través de la arquitectura, la literatura, la pintura, la música y obras de carácter social, de investigación, educativas y culturales, incluso mediáticas en la actualidad. Frente a este panorama, ¿qué supone la diversidad religiosa en nuestro país y en nuestra región? ¿Debemos alertarnos? ¿La diversidad hará más fuertes nuestras creencias, o nos alentará a poner en práctica virtudes como la tolerancia, el respeto y la aceptación de que cada persona tiene la necesidad y el derecho de buscar su camino entre las creencias? Claro está que la religión no se puede quedar en un concepto, en una idea, o en una ilusión. Para que ésta brinde el fruto deseado es necesario que los creyentes la vivan profundamente y la sientan a través de experiencias significativas que vayan enmarcando su fe y el sentido de la misma. Por ello, es esencial hablar de aquellas experiencias religiosas que mueven a tal grado nuestro espíritu que trascienden en nosotros mismos, en nuestro entorno, en nuestra religiosidad y espiritualidad. El Papa Benedicto XVI, durante un encuentro con representantes de otras religiones en Australia en julio de 2008, mencionó que el respeto al derecho fundamental de la diversidad religiosa da a los hombres y mujeres la posibilidad de adorar a Dios según su consciencia, de educar el espíritu y de actuar según las convicciones éticas que se derivan de su credo.

con responsabilidad recíproca, conscientes de que todos nosotros no poseemos la verdad ‘acabada’, sino que estamos en camino hacia la verdad ‘cada vez mayor’” (1987). Esto supondrá sociedades más abiertas y conscientes de la riqueza en la diversidad religiosa y el debido respeto para cada credo y para sus creyentes y, paralelamente, para aquellos que no profesan alguna religión. Fuentes: • Goleman, Daniel (1997). La salud emocional. • Gutiérrez, José (1984). Historia de la Iglesia en México. • Cerdi Juárez, Elizabeth (2009). “De lo monolítico a la diversidad. El centro norte, una región católica en disputa”, en Hernández, A. y Rivera, C. (coords.), Regiones y religiones en México. Estudio sobre la transformación sociorreligiosa. • Küng, Hans (1987). El cristianismo y las grandes religiones. Hacia el diálogo con el islam, el hinduismo y el budismo. • Discurso del Santo Padre Benedicto XVI (Encuentro con representantes de otras religiones, Australia 2008): http://encuentra.com/articulos. php?id_sec=70&id_art=5174&id_ejemplar=0 • Hoffmann, Odile, “Atlas de la diversidad religiosa en México”, Trace [En línea : http://trace.revues.org/index486.html • http://www.inegi.gob.mx/prod_serv/contenidos/espanol/ bvinegi/productos/integracion/sociodemografico/religion/ Div_rel.pdf • http://www.jornada.unam.mx/2009/08/26/index.php?sec tion=opinion&article=018a1pol • http://www.jornada.unam.mx/2008/05/21/index.php?sec tion=opinion&article=022a1pol • http://www.eluniversal.com.mx/nacion/146957.html • http://www.correo-gto.com.mx/notas.asp?id=141114

Finalmente, retomamos las palabras de Hans Küng referentes diálogo entre religiones, del cual sería bueno preguntar qué impacto ha tenido entre los creyentes: “En suma, necesitamos abrir un diálogo

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El diálogo interreligioso y la práctica del creyente Enfoque desde el judaísmo

Una valla para preservar un pueblo Carlos Maciel del Río1

Los agravios que Israel ha sufrido se podrían clasificar acomodando a los ejecutores por confesiones, nacionalidades o épocas. El resultado sería prácticamente el mismo. Una lista enorme surgiría bajo cualquier modalidad que se escogiera, para conformar la nueva lista de Schlinder. Griegos, persas, asirios o egipcios en la antigüedad remota; reyes católicos de la España del siglo XV o papas de la Roma medieval, ortodoxos de la Rusia más distante, acabarían pasando por el mismo rasero. El antisemitismo y la voluntad de arrinconar o reducir a la nada a un pueblo con pretensiones de afianzar, primero que nada, su singular identidad, asemeja a todos en una repulsa global hacia Israel. No se puede lidiar tan fácilmente con un pueblo que tiene la pretensión y la firme con­ vicción de ser el pueblo elegido, el pueblo de Dios. Israel no formuló con demasiada complejidad su credo originario; al contrario, lo redujo a una sigla breve, redonda y contundente, levantada sobre dos prefijos (im: con; anu: nosotros) y un nombre tan común como el (dios), que todavía subsiste en las lenguas semíticas. Para Israel, el dogma fundamental es una convicción contundente y pretenciosa: Dios con nosotros. En el enunciado y en la gramática hebrea no hace falta la cópula del verbo ser, se da por supuesta. La frase nominal está completa: “Dios con nosotros”, para cualquier israelita de todos los tiempos. Los de fuera somos los que reclamamos el complemento y parafraseamos sentenciando “Dios está con nosotros”. Israel se encontró con Dios en la historia. Fue ru­ miando sus cuitas y entuertos en las orillas del Nilo, fue introyectando sus tropiezos y descalabros en las humedades de los canales babilonios y fue aprendiendo a deletrear el rumor de palabras, que Dios le dispensaba en el acontecer cotidiano. Israel es el oyente de la Palabra. El pueblo que vive para EL

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escuchar. Una vez más recurrimos a una frase añeja y fundamental que registra uno de sus credos históricos antiguos: “Escucha, Israel: El Señor Dios es uno…”. Mientras que sus vecinos porfiaban en querer mirar a Dios en los eventos cósmicos, en las tempestades y huracanes invernales que sacudían las costas del mediterráneo oriental, y afirmaban que Tiamat y Apsut (el mar y el agua dulce) luchaban en un duelo incesante por bendecir o destruir la tierra, los israe­ litas rompieron ese círculo interminable de los ritmos vitales del nacimiento y la muerte (que condujeron a muchas culturas del Antiguo Cercano Oriente a recitar mitos de creación y erigir rituales propiciatorios al inicio del año nuevo, sistematizando religiones cósmicas que divinizaban a las fuerzas de la naturaleza) y apren­ dieron a releer sus migraciones, conquistas y asentamientos en clave de fe operante. Israel es el primero de los pueblos del entorno del Creciente Fértil que olfateó la misteriosa presencia de Dios en la historia. Como una comunidad profética se abocó a decodificar los balbuceos que Dios musitaba en el trajín de pueblos, reyes, soldados y emigrantes. No se trataba de estirar el oído para escuchar el dictado de ningún arcángel, había que guardar silencio, como Elías, para captar la suave brisa interior, y como una nueva mayeutés (partera) extraer desde el interior de cada persona un hallazgo compartido: muchos israelitas del siglo XIII o del XVII a.C. se habían reconocido e identificado en la convicción y la certeza de un Dios que hablaba en la rebeldía y la indignación de Moisés, en las ansias de arraigo de patriarcas que soñaban con desbrozar un te­ rreno allende el Jordán para arrancarle la miel y la leche con el sudor de la frente. La revelación de Dios en la historia se estaba fraguando. Ese pueblo se fue configurando en torno a “diez palabras”, el famoso decálogo que será la nuez y el núcleo fundante de esa instrucción identitaria que nosotros, los de fuera, llamamos Pentateuco y que ellos, los de dentro, los hijos de Abrahán, llaman

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Torah; la instrucción que Dios dio a Israel para protegerlo y conservarlo como un pueblo justo y sabio, como ninguna otra nación habría de serlo (Dt 4,4). Desde las coordenadas y los referentes de la Torah se tejería una red de prácticas, rituales, credos, sistemas axiológicos y costumbres que preservarían por milenios a un pueblo con raíces y con la certeza de ser, vivir y sobrevivir como el pueblo del Dios que libera. Biblista y académico del Colegio Miraflores y de la Universidad Iberoamericana León. Contacto: cmacieldelrio@yahoo.com.mx

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Enfoque desde el cristianismo

Lo prioritario en la praxis cristiana Gerardo Anaya Duarte, S.I.2

Sabemos que en muchos puntos hay coincidencia de la fe cristia­ na con otras religiones, empezando por la “regla de oro”, a la que luego me referiré. Pero entonces, ¿qué es ser cristiano? La pregunta ha sido frecuentemente asumida por importantes teólogos de las últimas décadas y ha sido respondida de manera cuidadosa y amplia. Aquí sólo puedo intentar una res­puesta básica. El pasaje de San Lucas en el que aparece la “regla de oro” constituye un programa para el cristiano. Transcribo el pasaje (Lc 6, 27-35): Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames. Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. Y si hacen bien a los

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que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así. Y si prestan algo a los que les pueden retribuir, también los pecadores prestan a pecadores para que éstos correspondan con algo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. Mucho se podría hablar acerca de este texto. Señalo sólo brevemente algunos aspectos. En primer lugar, que el centro de atención es la persona. Es un texto profundamente humano en el que no es Dios lo prioritario, sino el ser humano; y no “yo mismo”, sino el otro. La prioridad en el cristiano son los hombres y mujeres, buenos o malos, y en especial quienes están necesitados; cada cristiano está avocado al servicio en el amor. Dios mismo, el Altísimo, dice el texto, es bueno con todos, independientemente de la conducta que manifiesten. Dios no se pone a sí mismo en primer lugar; el primer lugar, y así nos enseña a nosotros, corres­ponde al ser humano. El cristianismo afirma a un único Dios, pero ese Dios quie­ re dársenos a conocer en un hombre, Jesucristo, que en el pasaje que he transcrito insiste en la prioridad de las personas. Él mismo “se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo” (Flp 2, 7). El texto de San Lucas no es un texto único, aislado en el Evangelio. Por ejemplo en otro pasaje (Mc 2, 27), dice Jesús que el hombre está por encima del sábado, que el judío debía guardar cuidosamente, de acuerdo con una norma de la Ley. Pero Jesús pone a la persona por encima de la Ley. Podemos también señalar en el texto de Lucas el tono imperativo que tiene: “Amen a sus enemigos”. ¿Puede obligarse a alguien al amor? Nos encontramos ante un mandamiento que está más allá de las obligaciones que brotan de una ética racional. La lógica de todo este texto ya no es la lógica racional característica de cualquier pensamiento ilustrado;

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la ética racional tiene un gran valor y un lugar decisivo en la vida personal y social. Pero aquí estamos ante una supraética. Estamos en la ética del amor. Quien lea y medite desprejuiciadamente el Evangelio no dejará de sorprenderse por las múltiples ocasiones, por ejemplo en las parábolas, en que hay verdaderas desmesuras: la deuda inimaginable que es perdonada; el levita y el sacerdote que pasan sin atender al tirado en el camino, mientras que es recogido por el enemigo samaritano; o la boda real a la que no asisten los invitados, sino los pobres y excluidos… La “regla de oro” que encontramos en el texto de San Lucas transcrito arriba (Lc 6, 31), y que pertenece a múltiples tradiciones religiosas, es fundamental. El cristianismo señala que hay que ir más allá, siguiendo a Jesucristo, poniendo a la persona, especialmente la más necesitada, como la principal preocupación de su praxis. Sacerdote de la Compañía de Jesús. Arquitecto y maestro en educación humanista. Académico del Centro Ignaciano de Formación Humanista de la Universidad Iberoamericana León. Contacto: gerardo.anaya@uia.leon.mx

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Enfoque islámico

Jesús en el Islam Adam L. Iwinski3

Hablar o escribir en nuestros días sobre el Islam significa asumir una actitud contraria a la voz del sentido común: terrorismo, guerra santa o represión hacia las mujeres se convierten en metonimias del Islam, y quienes siguen las revelaciones del profeta Muhammad son concebidos en el imaginario occidental como ciegos, fanáticos religiosos llenos de odio y rencor. Nada más ajeno a la realidad. Se trata más bien de los efectos de lo que M. Foucault llamaba la biopolítica, o el ejercicio del poder sobre la vida. De esta manera, en

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Occidente hemos sido testigos de la política de la malignidad del Islam, donde se exhiben más las diferencias entre ellos y nosotros, para mostrar la incompatibilidad de la cultura cristiana con la islámica Es cierto que muchos países islámicos atraviesan por profundas crisis, y no sólo económicas, sino ante todo de identidad social y política. El expansionismo otomano, el colonialismo europeo y, por último, la Guerra Fría y el intervencionismo norteamericano han obstaculizado y frenado la construcción de la identidad nacional de muchos musulmanes. No es de sorprenderse, entonces, que la principal fuente en la construcción de la identidad no sea la política, sino la conciencia religiosa islámica, la cual se distorsiona, deforma y exhibe en Occidente como el impedimento principal en el diálogo cultural entre musulmanes y cristianos. En realidad esto es distinto. El Islam nunca aspiró al rango de una religión diferente a la judía o cristiana. Más bien, se reconoce como la continuidad del legado de Moisés y de Jesús. La palabra Islam significa “sumisión”, sumisión a la voluntad de Allah. Allah, nombre derivado de la primera vocal, quien ha revelado su voluntad respecto a los hombres a Abraham (Ibrahim, en lengua árabe), a Moisés (Musa), a Jesús (Isa) y por, último, a Mahoma (Muhammad). La imagen islámica acerca de Jesús está situada entre dos extremos. Jesús en el Islam no es Dios, pero tampoco un hombre cualquiera. Fue concebido por intervención divina de la misma manera que Adán, el primero de los hombres. Los musulmanes creen que Jesús no fue crucificado (y mucho menos que murió en la cruz). Era el plan de los enemigos de Jesús el crucificarlo (y matarlo), pero Dios lo salvó y lo elevó hacia Sí. La apariencia de Jesús fue colocada sobre otra persona, y los enemigos de Jesús aprendieron a este hombre y lo crucificaron, pensando

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que era Jesús. Para buena parte de musulmanes, el crucificado fue Judas Iscariote. El Islam considera a Jesús como uno de los grandes profetas de Dios, y le respeta igual que a Abraham, Moisés y Muhammad. Esto está en perfecta coherencia con el punto de vista islámico acerca de la Unicidad de Dios, de Su divina guía y del papel complementario de los subsiguientes mensajes de Sus Enviados. La esencia del Islam, que es la sumisión a la vo­ luntad de Dios, fue revelada a Adán, quien se la transmitió a sus hijos. Todas las revelaciones posteriores a Noé, Abraham, Moisés, Jesús y, finalmente, Muhammad, estuvieron de acuerdo con dicho mensaje, además de cierta elaboración para definir la relación entre el hombre y Dios, el hombre y el hombre, el hombre y su entorno, con el fin de vivir de acuerdo con las instrucciones de Dios. Por lo tanto, cualquier contradicción entre las religiones reveladas se contempla en el Islam como un elemento provocado por el hombre e introducido en estas religiones. El profeta Muhammad glorificó a Jesús como un gran profeta y como la Palabra de Dios, ningún otro lo hizo como él. El Sagrado Corán le atribuye a Jesús milagros que no se mencionan en la Biblia; María, por otra parte, está considerada como la más casta y enaltecida entre todas las mujeres del Paraíso. La singularidad y universalidad del mensaje de Dios exige que la gente acepte a todos los Enviados de Dios. Si se rechaza a uno de ellos, esto supondría el rechazo a todos; por eso los musulmanes los aceptan a todos, pero objetan algunas interpretaciones históricas, así como las injerencias de elementos humanos en estas misiones divinas. Al igual que los cristianos, los musulmanes creen que Jesús volverá a la tierra, a juzgar a la humanidad y para demostrar su condición de mortal y refutar a quienes le atribuyeron cualidades divinas. Jesús también luchará contra el falso Mesías (Anticristo), que vendrá justo antes que él, y

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llamará a la gente a creer que es Dios. Jesús lo derrotará y el mundo conocerá un período de paz como no existió nunca antes, todos servirán al verdadero y único Dios. Así pues, la figura de Jesús en el Islam, si bien, difie­ re de la visión cristiana que concibe a Jesús como Dios encarnado, coincide en el mensaje mismo de Jesús, quien en la oración del “Padre Nuestro” enfatizó la sumisión al mensaje de Dios en las palabras “hágase tu voluntad, tanto en el cielo, como en la tierra”. 3

Académico de la Universidad Iberoamericana León.

Enfoque desde el hinduismo

Algunos principios éticos del hinduismo para el mundo de hoy Andrés Hernández Santander4

El hinduismo, o Sanata Dharma (“orden eterno”), como la llaman sus adeptos en la India, es una de las grandes religiones del mundo. En la actualidad es seguida por 900 millones de personas aproximadamente, y sus orígenes pueden rastrearse hasta los 4 mil años antes del cristianismo. Esta tradición espiritual, al igual que otros grandes sistemas religiosos como el cristianismo, el Islam, el judaísmo, el budismo y el taoísmo, representa un depósito vivo de sabiduría humana y podemos encontrar en ella principios (sadhavana dharma) y valores éticos fundamentales que sustentan el corazón de la humanidad. Los siguientes son sólo algunos de estos principios, los cuales he seleccionado como una pequeñísima muestra de lo que esta religión puede ofrecer como ins­piración (1) para enfrentar diversas problemáticas que sufre un mundo como el nuestro. Ante una humanidad convulsionada por la violencia y la guerra, el hinduismo propone a-himsa (no violencia, no dañar ningún ser vivo). Uno de los mejores ejemplos para entender de forma adecuada

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este principio es la “acción de no violencia activa” llevada a cabo por Mahatma Gandhi (de religión hindú) para la independencia de la India durante el siglo pasado, así como las acciones por la igualdad de derechos de los afroamericanos realizadas por Martín Luther King (de religión Cristiana)(2) en los E.E.U.U. Ante la devastación ecológica fruto de un sistema industrial y económico que mira a la naturaleza como un objeto de uso y cambio, el hinduismo pien­sa en Brahma (la unidad sagrada de todo tras la apariencia de diversidad). “Todos somos uno” en Brahma, en lo divino, en lo sagrado, y esto implica relaciones de trato diferente de la humanidad hacia la naturaleza: respeto, salvaguarda, susten­ tabilidad, hermandad (recordemos el cántico de las criaturas de San Francisco de Asís como un ejemplo cercano a nuestra visión cultural). A-himsa complementa este principio: no dañar ningún ser vivo. Ante una sociedad que sufre por la corrupción y la relativización de principios, el hinduismo propone satya (veracidad), no mentir, ser coherente y hones­to tanto de palabra como de acciones, gene­ rar una actitud mental y una percepción veraz de la realidad.

y brahmacharya (vida pura); además de las visiones más conocidas en occidente de las diversas co­rrientes de yoga, las cuales son una disciplina ética, religiosa y ascética (dominio sobre lo corporal para alcanzar los niveles de la trascendencia). Finalizo estas reflexiones esperando sirvan un poco para conocer mejor una tradición tan rica y vasta como el hinduismo, y como una fuente de ins­ piración para el sendero de nuestra cotidianidad. Notas: 1. “Inspiración”, “sendero” o “utopía” son faros que se ponen para seguir la luz que de ellos ema­ na, y ese es el sentido que tiene en este artículo. Soy consciente de que el hinduismo y su universo sociocultural tiene carencias, contradicciones y problemáticas que resolver en la construcción de una humanidad más fraterna, y que muchas de sus propuestas éticas aún son asignaturas pendientes. 2. Hemos de considerar que en la acción de Jesús de Nazaret existen estrategias de “no violencia activa”; por ejemplo, la célebre frase de “poner la otra mejilla” (de no tan célebre interpretación), en su contexto original simbolizaba la denuncia no violenta del abuso cometido por el victimario y la busca de una salida justa del conflicto. Antropólogo y máster psicoterapeuta. Contacto: andresbhs@gmail.com

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Ante la desigualdad social producida por sistemas económicos que enriquecen a unos cuantos y empobrecen a las mayorías, el hinduismo dice a-steya (no robar, ser justos). Es importante en este punto señalar que en cuanto a justicia e igualdad social, el hinduismo tradicional difiere un tanto de las visiones occidentales al respecto, esto principalmente por la noción del ordenamiento social del “sistema de castas”. Sin embargo espero no estar flexibilizando sobremanera el concepto de a-steya si afirmamos como una interpretación: “a cada quien en justicia según su necesidad”. Aquí, nuevamente Gandhi puede ser un referente de mejor comprensión en occidente desde sus posturas y enseñanzas de sencillez, austeridad (a-parigraha: no codiciar) y vida comunitaria, así como el privilegiar las opciones de producción y trabajo dentro de los parámetros de la autosuficiencia de la nación. Ante un individualismo egocéntrico y hedonista, el hinduismo propone a-parigraha (no codiciar)

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Enfoque desde el budismo

Los tres aspectos principales del camino Paulino Vacas Jacques5

La siguiente instrucción, atribuida a Buda Kasyapa (el Buda del pasado), sintetiza de forma simple la esencia del entrenamiento budista: No cometer actos malignos, acumular gran riqueza de virtud excelente y adiestrar a la mente. Ésta es la enseñanza del Buda. Estos consejos del corazón son la base del entrenamiento mental y espiritual budista. Para entender la importancia de evadir el daño a otros es indispensable sopesar nuestra experiencia de vida. Al contemplar cuán difícil es obtener una preciada vida humana, y cómo la duración de nuestra vida no es certera ni fija, nuestras prioridades de vida se

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invierten. A través de intimar que nuestra actividad de cuerpo, palabra y mente tiene consecuencias de las que somos responsables, y que el sufrimiento que experimentamos es el resultado del daño previamente realizado, nuestras prioridades de vida se invierten.

El último consejo del corazón atiende a la fuente genuina de la felicidad: una mente adiestrada. El entrenamiento mental en la tradición budista se ­lleva a cabo a través de la meditación. Diferentes tipos de meditación existen, pero dos son indispen­ sables en el desarrollo del individuo.

Así, esta primera instrucción tiene como finalidad transformar el estilo de vida del practicante. En contraste a vivir una vida volcada hacia fuera, las prioridades del individuo se modifican hasta que éste se torna en un “interno”. Es decir, en una persona que vive desde adentro. Cuando esta actitud de emerger definitivamente, de los hábitos que nos llevan a dañar a otros, surge en el individuo, éste ha actualizado el primer aspecto del camino.

El primero conlleva al practicante a cultivar la atención sostenida unipuntual voluntaria. El desarrollo de la atención hace de nuestra mente un elemento capaz de brindarnos servicio. Con dicha mente en balance, el practicante prosigue al segundo tipo de entrenamiento: la meditación analítica. La medi­ tación analítica sirve para erradicar las causas de nuestras dificultades y problemas en la vida. En particular, la contemplación analítica se centra en entender cómo existen los fenómenos. Así, el reto contemplativo radica en eliminar cuatro errores cognitivos: percibir aquello que es imperdurable como permanente, percibir aquello que es compuesto como sólido o unitario, percibir aquello que no existe inherentemente como si existiera inherentemente y percibir aquello que no es fuente genuina de felicidad como si lo fuera. El entendimiento directo de la manera en que existen los fenómenos (tanto internos como externos) lleva al practi­cante al desarrollo de la sabiduría, el tercer aspecto del camino.

El segundo consejo del corazón sirve como fundamento para desarro­llar la mentalidad altruista en el practicante. La mente altruista se cultiva mediante el desa­rrollo de la bondad amorosa, la compasión, el regocijo y la imparcialidad. Cada uno de estos estados mentales se basa en la capacidad de atender a las necesidades de los que nos rodean. Por ejemplo, el regocijo es una respuesta natural al contemplar la felicidad de otros. Mientras tanto, la compasión emerge cuando atendemos a alguien que experimenta dolor o sufrimiento. El ejercicio asiduo de la bondad amorosa, la compasión, el regocijo y la imparcialidad llevan al practicante a acumular gran riqueza de virtud excelente. Dicha acumulación alcanza su expresión más elevada cuando el individuo genera la intención inconmovible de alcanzar el despertar espiritual en beneficio de los demás. Esta intención, denominada “la mente del despertar”, representa el segundo aspecto del camino y se expresa tradicionalmente en forma de plegaria de aspiración: ¡Qué la preciada y sublime mente del despertar nazca donde no ha nacido, y en donde ya existe no decline, sino que crezca y se incremente por siempre! (Nagarjuna, India, siglo II).

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En esencia, el practicante budista procura vivir su vida siguiendo los consejos del corazón antes mencionados, manteniendo siempre presente cuán increíble es su existencia actual. En palabras del buda de nuestra era, Buda Shakyamuni: Esta preciada vida humana, tan difícil de obtener, ha sido conseguida. Con ésta se puede lograr el bienestar del mundo; si uno falla, al no tomar en consideración esta favorable oportunidad, ¿cómo es que esta ocasión ocurrirá nuevamente? Alumno desde hace diez años de Casa Tibet. Contacto: leon@casatibet.org.mx

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¿Es el New Age o “Nueva Era” una religión? Karla Tapia Ortiz*

“…Y todos tenemos la capacidad de cambiar nues­ tro futuro mediante la consciencia y la compasión humana, el auténtico poder de la divinidad reside en nuestro interior…”.

considerando su huella ecológica. Es así que realmente de todo, desde el inicio de un ciclo hasta su fin, se toma conciencia en las decisiones, haciendo a la persona responsable de ellas.

Si hubiera una frase para definir la corriente New Age, sería una como ésta, compartida también por Lee Carrol en su libro Cruzando el Umbral. Todos, absolutamente todos somos responsables de nuestros actos, de nuestra historia, de lo que sucede en la Tierra a los seres no sintientes, de la interrelación con otras dimensiones, y siendo así, somos también responsables de las consecuencias de nuestros actos, teniendo la capacidad de cambiar día a día nuestro destino con nuestras decisiones y actos.

De acuerdo con la Wikipedia, entre la variedad de credos y prácticas que se observan en la Nueva Era, ciertos modos de pensamiento son recurrentes entre sus adeptos:

¿Es entonces el New Age, o “Nueva Era”, una religión? Corresponde realmente a un sincretismo de creencias y prácticas, a veces mutuamente contradictorias, cuyos adeptos se encargan de fusionar, creando libremente sus propias corrientes de pensamiento. Tal es el caso de personas que pueden creer en Jesús y al mismo tiempo en la reencarnación, el karma y la energía. Las ideas reformuladas suelen relacionarse con la exploración espiritual (meditación, budismo, yoga, etc.), la medicina alternativa (biomagnetismo, ayurveda, flores de Bach, reiki, iridiología, uso de cristales), los estilos de vida (veganismo, alimentación macrobiótica, cultivos biointensivos, eco-aldeas) o la música (Enya, Kitaro, Vangelis, Medwyn Goodall, Enigma, Era, Robert Coxon).

•Rechazo del cientifismo. Existe una visión típica basada en el misticismo, más que en la teoría y la experiencia, para describir y controlar el mundo externo.

Todas estas corrientes son diferentes manifestaciones que muestran el sentir de la Nueva Era, una nueva generación que, a través de la apertura de consciencia, se siente conectada con absolutamente todos los seres de esta dimensión y de otras tantas… reconociendo el poder individual y las fuerzas no cognoscibles por la sensorialidad humana. Cada hecho que sucede en la vida tiene sincronicidad y sucede por alguna causa en específico. Existen sentidos ocultos, causas que pueden provenir de otras vidas y hasta de otros mundos. Cada manifestación es responsable de lo que genera y de sus consecuencias; así, de una manera holística, las decisiones ya no se limitan, por ejemplo, a la decisión de qué consumir. El sujeto evalúa hasta dónde terminarán los desechos de lo que consume,

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• La primacía de la experiencia subjetiva. Se reconoce una sola verdad, pero muchos caminos para llegar a ella. Utilizan fundamentos védicos, budismo zen, cábala y toda corriente que dé sustento a las ideas que integran.

• Fuerzas. Se afirma comúnmente que existen “fue­rzas” o agentes sutiles capaces de interactuar y producir cambios sobre el mundo espiritual (en las emociones, por ejemplo) y el mundo físico (haciendo que “sucedan” cosas). El concepto puede equipararse al tradicional de magia. • Poder. Si las “fuerzas” son agentes de cambio, el poder sería la acumulación de dichas “fuerzas” o la capacidad de producir cambios por medios paranormales, usualmente considerados como concentrados en un objeto, lugar o persona. Muchos creen transferible este “poder” mediante el contacto físico o la mera proximidad con “fuentes de poder”. Así, existen minerales y metales que transmiten energía y absorben vibraciones negativas. • Espíritu. La creencia en una entidad sutil y trascendente en los seres conscientes de sí es compartida en todas las vertientes del New Age. • Un cosmos interconectado. La idea de que los entes están unidos a un nivel fundamental, y que tal unión se manifiesta en ocasiones bajo la forma de milagros, es también recurrente. Entre los escritores importantes vinculados a esta corriente se encuentran Deepak Chopra, Lee Carroll (Kryon), James Redfield (La profecía Celestina),

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Marianne Williamson Milagros).

(Curso

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La creatividad surgida a través de las corrientes del New Age o Nueva Era no tiene límites. La apertura a todas las dimensiones y sensaciones ha permitido a los seres contactarse y abrirse a nuevas posibilidades en todos los medios de expresión. Una idea interesante que maneja Carrol, es que el ser humano olvida la neurosis de disociar para reconocerse como un ser único integrado con el todo y con conciencia de que posee la divinidad en su interior. Diría Neale Donald Walsch: “Somos seres espirituales que tienen una experiencia humana”. *Contadora y maestra en finanzas internacionales y desarrollo económico. Maestra en entrenamiento de Yoga Iyengar. Instructura de Urban Yoga. Contacto: karlatapia7@ hotmail.com

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Díseres, a través de la obra de siete escritores regionales, concede a cada pecado capital una perspectiva literaria. En esta séptima, y por tanto última entrega, presentamos la avaricia.

Sed Javier Romero Salgado*

“En el pecado llevas la penitencia” (dicho popular). El Sr. Pickens no había comido ni bebido nada desde hacía dos días. Lo único que podía hacer para aplacar un poco su estómago era dormir. Dormir y pensar. Aunque esto último le costaba mucho más trabajo. Los momentos en los que estaba despierto pensaba en su situación y los eventos que lo habían llevado a ella. Meditó al respecto, devanándose el cerebro por encontrar un culpable, pero no lo logró. Razonó que había sido la suerte, o como otros le llaman, el destino. Le sorprendió llegar a esa conclusión, pues nunca había creído en semejantes cosas. Su éxito siempre había sido por sus decisiones, decía, sólo los tontos creen que se amasa fortuna gracias a la suerte. O eso solía pensar. Recordó con lucidez cómo había comenzado todo. Los tres hombres abordaron el helicóptero. Su mano derecha, Kerry Ferguson, tiburón de las finanzas y excelente piloto. Decía que le gustaba volar para relajarse, pero Pickens sabía que su amigo piloteaba para estar donde creía merecer estar: por encima de todos los demás. El otro pasajero era Davidson, un brillante ingeniero, según le habían dicho. Ferguson había mentido a la base informando que se dirigían a la planta 17, cuando en realidad iban en sentido opuesto, directo a un yacimiento secreto que se hallaba en medio del rocoso y árido paraje conocido como “Los Dientes del Diablo”. Quizá el haber mantenido oculto el sitio de extracción, así como la información –incluso de los directivos–, fue una elección errónea. ¿De qué otra manera se habría podido iniciar el proyecto sin temor a que otra petrolera hiciera algo similar? Maldijo a los espías y a la paranoia que provocaban en los empresarios como él. No es que nunca hubiese ocupado alguno: pensaba que aquellos que no trabajaban para él eran imbéciles. También temía a los hackers. Desde que les creció una conciencia, muchas trasnacionales comenzaron

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a tener problemas, pues sus trapos sucios eran expuestos al público. Le venía a la memoria una farmacéutica que había sido ligada con grupos terroristas cuyas armas preferidas eran las bioquímicas; nadie, sin importar lo influyente que fuera, podía salvarse de una cosa así. Más aún cuando la competencia se encargaba de poner el dedo en la llaga. Por todo esto había decidido no transferir ningún dato por medios electrónicos. Nadie los recibió al arribar al lugar. Había tiendas montadas, pero nadie habitándolas. Pickens se encargaba de rotar al personal, prescindiendo de aquellos cuya lealtad era dudosa. Inspeccionaron rápidamente el lugar y quedaron atónitos al observar cómo de una grieta en el suelo brotaba el codiciado petróleo. Todo iba como se había planeado: vieron los planos; Davidson dio el visto bueno a todas las suposiciones de Pickens respecto a extraer el petróleo de manera inclinada; propuso la mejor manera de succionar cada gota de oro negro debajo de esa área protegida que no le habían permitido comprar ni siquiera usando una de sus compañías alternas, como Green Paper, la compañía de papel más amigable con el medio ambiente. Ambos sabían que al obtener el petróleo ese lugar colapsaría. Ya sería algo que las generaciones futuras podrían resolver con la tecnología. Cuando Davidson calculó la cantidad que se podía ob­tener, sus ojos se iluminaron con aquél brillo que sólo puede provenir de la avaricia. Uno nunca podía estar seguro de la fidelidad de los empleados, y era terri­ ble que luego pudieran volverse lastres. ¿Quién hubiera pensado que al tratar de matar al ingeniero, éste le daría lucha y esquivaría los primeros disparos? Las balas eludidas

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La nata y la crema


hicieron que los tanques de combustible para el helicóptero estallaran, haciendo que el vehículo –con todo y Ferguson adentro–, así como varias carpas, ardieran. La rabia lo llevó a descargar el revólver sobre el cuerpo de Davidson. Ni siquiera eso lo contentó. Sabía que estaba perdido, pues nadie iría a buscarlo a aquel lugar. No tenía forma de comunicarse, ni tampoco había alimento: todo se había perdido en la explosión. La sed fue lo primero en oprimirlo. Había durado ya dos días sin beber una sola gota y el calor lo asfixiaba. Casi no se movía para conservar sus ­energías, pero procuraba sentarse sobre una roca, y contemplaba cómo el petróleo brotaba por sí sólo de la tierra. Su garganta le ardía, exigiéndole algo para calmar la aridez que sentía en sus entrañas, pero sólo veía ese seductor líquido negro. Se acercó, juntó sus manos y comenzó a beber. *Diseñador gráfico e ilustrador. Corrector y traductor.



díseres

te presenta las siguientes actividades a través de:

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