La Voz De Dios, Cindy Jacobs

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91 China. El lenguaje fue luego traducido de las notas corregidas que tomaron algunas personas que asistieron al entrenamiento. Cuando recibí mi llamado del Señor a ministrar, el tema de la autoridad estaba en mi corazón. Estando en oración, el Espíritu Santo me previno un día: «Cindy, si te quieres mover con gran autoridad debes estar sujeta a otros en autoridad. Tu unción crecerá en proporción a tu entendimiento de la sumisión espiritual. Recuerda al centurión que se acercó a Jesús para pedirle que sanara a su siervo. Sucedió un gran milagro porque él entendía la autoridad». Reflexioné en esto y leí la historia en Mateo 8.7-10: dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: Que ni aun en Israel he hallado tanta fe.

LA AUTORIDAD DE DIOS Y SU VOLUNTAD El mismo Señor Jesucristo modeló en el huerto de Getsemaní la sumisión a la autoridad de Dios y a su voluntad. Nee lo expresa de este modo: Algunos piensan que la oración de nuestro Señor en Getse¬maní, cuando caía su sudor como gotas de sangre, se debió a la debilidad de su carne o a su temor de beber la copa. De ninguna manera, para la oración de Getsemaní se aplica el mismo principio de 1 Samuel 15.22. Es la más grande oración en la cual nuestro Señor expresa su obediencia a la autoridad de Dios. Nuestro Señor obedece primero la autoridad de Dios antes de sacrificarse en la cruz. Ora con sinceridad para poder conocer la voluntad de Dios. No dice: «Quiero ser crucificado, debo beber la copa». Sencillamente insiste en obedecer. Él dice, en efecto: «Si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba», sin embargo, aun aquí no hace su propia voluntad. Continúa de inmediato con: «Hágase tu voluntad». La voluntad de Dios es lo absoluto; la copa (esto es, la crucifixión) no es absoluta. Si la voluntad hubiera sido que el Señor no fuera crucificado, entonces Él no hubiera necesitado ir a la cruz. Antes de que supiera la voluntad de Dios, la copa y la voluntad de Dios eran dos cosas separadas; sin embargo, después de que supo que era de Dios, se unieron en una sola. La voluntad representa autoridad. Por consiguiente, para conocer y obedecer la voluntad de Dios hay que estar sujetos en autoridad. Mas, ¿cómo se puede estar sujeto a la autoridad si no se ora o se pone el corazón en saber la voluntad de Dios? Lo primero que deberíamos conocer como siervos de Dios es la autoridad. Antes de que podamos trabajar para Dios debemos ser derribados por su autoridad. Nuestra relación completa con Dios se regula si hemos o no conocido la autoridad. Si la hemos conocido, entonces nos podemos topar con ella en todas partes, y por lo tanto Dios nos restringe para cuando pueda empezar a usarnos para Él.

LA SUMISIÓN A LA AUTORIDAD DELEGADA Me encanta lo que dice la Biblia sobre la sumisión a la autoridad: Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos [reconocien¬do continuamente su autoridad sobre usted]; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta (de su fe]; (haga su parte] para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es [tampoco] provechoso (Hebreos 13.17).


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