Politicas De La Postmodernidad.

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II. Política postmoderna

que la política y el cambio político se han convertido casi en totalmente irracionales e impredecibles, la relativa ración de nacionalismo, un factor de invariable racionalidad dudosa, ha seguido siendo, como mínimo, una constante. Su ración tal vez ha aumentado. Y lo que es peor, su función ha cambiado. Porque hay mucha parte de verdad en el viejo truismo marxista: la «cuestión nacional» ha sido, desde la creación de las modernas naciones-Estado, en gran parte una cuestión de clase. Una vez, sin embargo, surgieron las naciones-Estado, el énfasis en el componente nacional, tan representado en la condición política postmoderna, aumenta el elemento irracional en la política postmoderna. El racismo, que cualquiera consideraría muerto después de Hitler, se convirtió de nuevo en un asunto politizado, y que no está del todo desligado del relativismo postmoderno, el cual ha socavado nuestro sentido del tabú. El «componente de etnicidad» de la política, que parecía haber desaparecido con la creación de las naciones-Estado, se ha convertido de nuevo en un explosivo conflicto. Hay que hacer una especial mención al rol cambiante de los movimientos estudiantiles en esta atmósfera cada vez más irracional e incierta de la política postmoderna. Pese al hecho de que retrospectivamente se puede observar claramente el autoengaño de un importante actor social colectivo, nos parece un hecho incontrovertible el que los movimientos estudiantiles tengan la mejor parte en los grandes acontecimientos emancipadores de los años sesenta; al luchar por los derechos civiles e inmovilizar la máquina de guerra en los Estados Unidos, así como por promover el cambio funcionalista en Europa (aunque sus objetivos explícitos y poderosamente ideológicos fuesen por completo distintos). No obstante, ya en los años sesenta, pudo verse una señal de alarma en los estudiantes chinos. Porque prepararon y organizaron una de las mayores catástrofes políticas de nuestro tiempo después de la Segunda Guerra Mundial: la «Revolución Cultural». Un drama político similar de magnitudes casi comparables se desarrolló en Irán, donde los estudiantes de la excesivamente planeada y madura Universidad de Teherán sirvieron como guardianes de la dictadura de Jomeini. La izquierda ha emprendido, a partir de los años sesenta, diversos intentos «sofisticados» para subsanar estos movimientos (sobre


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