Liahona Mayo 2010

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Por el presidente Henry B. Eyring Primer Consejero de la Primera Presidencia

Ayúdenlos en el camino de regreso al hogar Ayudamos mejor a los hijos de Dios al proporcionarles maneras de edificar su fe en Jesucristo y Su evangelio restaurado mientras son jóvenes.

H

ermanos y hermanas, nuestro Padre Celestial quiere y necesita nuestra ayuda para llevar a Sus hijos espirituales de regreso a Él. Hoy hablo de los jóvenes que ya están dentro de Su Iglesia verdadera y que ya han emprendido el camino estrecho y angosto para regresar a su hogar celestial. Él quiere que ellos obtengan a temprana edad la fortaleza espiritual para permanecer en el sendero; y necesita nuestra ayuda para que regresen al sendero rápidamente si empiezan a desviarse. Yo era un joven obispo cuando empecé a ver con claridad por qué el Señor quiere que fortalezcamos a los niños mientras son pequeños y que los rescatemos rápidamente. Les contaré el relato de una joven que representa a muchos de los que he tratado de ayudar a lo largo de los años. Ella estaba sentada frente a mí, del otro lado de mi escritorio de obispo. Me habló de su vida. Había sido bautizada y confirmada como miembro de la Iglesia cuando tenía ocho años. No 22

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derramó ninguna lágrima mientras se refería a los más de veinte años que siguieron, pero había tristeza en su voz. Dijo que la senda que la había llevado hacia el pecado había comenzado con decisiones de relacionarse con personas que ella pensaba que eran impresionantes. Pronto empezó a violar lo que al principio parecían ser mandamientos menos importantes. Al principio sentía un poco de tristeza y un poco de culpa, pero la relación con sus amigos proporcionaba

una nueva sensación de ser aceptada; y así, la resolución esporádica de arrepentirse parecía cada vez menos importante. A medida que aumentaba la gravedad de los mandamientos que quebrantaba, el sueño de un hogar feliz y eterno parecía desvanecerse. Estaba sentada frente a mí, y se refirió a su situación como miserable. Quería que la rescatara de la trampa del pecado a la cual se encontraba atada. Pero la única manera de salir era que ella ejercitara la fe en Jesucristo, tuviera un corazón quebrantado, se arrepintiera y, de ese modo, fuera limpia, cambiada y fortalecida mediante la expiación del Señor. Le di mi testimonio de que todavía era posible. Y lo fue, pero resultó mucho más duro de lo que hubiera sido ejercitar la fe temprano en su vida en el camino de regreso a Dios y cuando recién había comenzado a desviarse. Entonces, ayudamos mejor a los hijos de Dios al proporcionarles maneras de edificar su fe en Jesucristo y Su evangelio restaurado mientras son jóvenes. Y luego debemos ayudar a reavivar esa fe rápidamente, antes de que se debilite al desviarse del sendero. De modo que ustedes y yo podemos esperar una oportunidad casi constante de ayudar a los viajeros que hay entre los hijos de Dios. El Salvador nos dijo por qué sería así cuando describió la peligrosa jornada de regreso para todos los hijos espirituales de Dios a través de los vapores de tinieblas que crean el pecado y Satanás: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino, que conduce a la perdición, y


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