Liahona Mayo 2010

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Santiago, Chile

Después de que el Señor termina de hablar con Josué, éste se dirige a los hijos de Israel. Al final de su discurso, en el versículo 16, los hijos de Israel responden a sus palabras y nos brindan la cuarta pauta. Ellos dicen: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos mandes”. Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la oportunidad de hacer el mismo compromiso de seguir a nuestro profeta, al presidente Thomas S. Monson, que nos acompaña esta noche. Por medio de la oración y la confirmación del Espíritu, cada una de nosotras puede obtener un testimonio personal del profeta viviente. Ese testimonio crecerá conforme escuchemos y observemos sus enseñanzas, y tengamos el valor de aplicarlas a nuestra vida. El escuchar y obedecer el consejo de nuestro profeta, nos permite tener acceso a bendiciones especiales. Escuchen algunas de las promesas proféticas que el presidente Monson nos extendió en la última conferencia general: “Que Dios los bendiga; que la paz que Él ha prometido los acompañe ahora y siempre…” (“Palabras de clausura”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 110). “…nos esperan grandes promesas si somos leales y fieles…” (“Se prudente… a tu alma 116

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gobernad”, Liahona; noviembre de 2009, pág. 69). “…invoco las bendiciones del cielo sobre cada uno de ustedes” (Liahona, noviembre de 2009, pág. 110). Las invito a que escuchen la próxima semana en la conferencia general las instrucciones y las promesas dadas por medio de nuestro Profeta y de los Apóstoles. Luego, apliquen la cuarta pauta al comprometerse a seguir el consejo del profeta y al reafirmar: “haremos todas las cosas que nos [ha] mandado, e iremos adondequiera que nos [mande]” (Josué 1:16). En este momento, estas cuatro pautas: la oración, la obediencia a los mandamientos de Dios, el estudio diario de las Escrituras, y el compromiso de seguir al Profeta viviente, pueden parecer cosas pequeñas y sencillas. Les recuerdo el pasaje de las Escrituras que se encuentra en Alma: “…he aquí, te digo que por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6). Cuando aplicamos en nuestra vida diaria esas cuatro “pequeñas y sencillas” pautas del libro de Josué, éstas se combinarán para brindarnos la más potente fuente de valor y fortaleza que existe: la fe en nuestro Padre Celestial y en Su Hijo Jesucristo. Nuestro Padre Celestial sabe que nuestra jornada personal no es fácil. Cada día nos enfrentamos a situaciones

que requieren valor y fortaleza. Un artículo reciente en el diario Church News, me llamó la atención: “Una maestra de secundaria hace unos meses comenzó su instrucción un día pidiendo a aquellos de sus alumnos que apoyaran un argumento político que se pusieran de pie a un lado del aula, y a los que se opusieran, que se pusieran de pie al otro lado. “Después de que los alumnos se ubicaron, la maestra adoptó la postura de los que se oponían. Señalando a una joven del lado de los que estaban a favor, la maestra comenzó a atacarla a ella y a los otros compañeros por sus puntos de vista. “La jovencita, que era una Damita de su barrio, resistió el ataque que criticaba sus creencias. “[Permaneció] tranquila frente a un ataque público dirigido por alguien que tenía autoridad” (“What youth need”, Church News, 6 de marzo de 2010). Esta jovencita demostró gran valor en su propio campo de batalla, que ese día resultó ser el aula de su escuela. Dondequiera que se encuentren y sea lo que sea lo que afronten, espero que aprovechen las pautas que se encuentran en el libro de Josué para que puedan confiar en la promesa del Señor: “…[esfuérzate y sé] valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (véase Josué 1:9). Deseo dejarles mi testimonio de que nuestro Padre Celestial conoce y ama a cada una de ustedes. Si se allegan a Él, ¡no les fallará! Las bendecirá con la fortaleza y el valor que necesiten para completar la jornada de regresó a Él. Estoy agradecida por las Escrituras y por los poderosos ejemplos como el del profeta Josué. Estoy agradecida por el presidente Monson, que se esfuerza por guiarnos a salvo de regreso a nuestro Padre Celestial. Es mi oración que, como los hijos de Israel, entremos a nuestra “tierra de promisión” y encontremos descanso en las bendiciones del Señor. Digo estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén. ■


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