Liahona Noviembre 2005

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independientes11. La preparación comienza con la fe, que hace posible que soportemos las vicisitudes a medida que surjan. Consideramos la vida en la tierra como una jornada preparatoria. La fe en el Señor y en Su Evangelio conquista el temor y despierta la espiritualidad. La espiritualidad aumenta a medida que nos dedicamos “a orar y a andar rectamente delante del Señor”12. Es “la percepción de la victoria sobre sí mismo y de la comunión con el Infinito”13. La fe, la espiritualidad y la obediencia hacen que las personas estén preparadas y sean autosuficientes. Al obedecer el convenio del diezmo, quedamos protegidos de sufrir carencias y del poder del destructor. Al obedecer la ley del ayuno y dar generosamente para el cuidado de los demás, nuestras oraciones son escuchadas y la fidelidad familiar aumenta. Y cuando obedecemos el consejo de los profetas y vivimos dentro de nuestros medios, evitando las deudas innecesarias y guardando suficiente abastecimiento para sostener a nuestra familia durante por lo menos un año, recibimos bendiciones similares. Eso quizá no será siempre fácil, pero hagamos “lo máximo de lo mejor”14 y nuestro almacenamiento no nos fallará y tendremos “suficiente y de sobra”15. El Señor dice también: “Por tanto, sed fuertes desde ahora en adelante; no temáis, porque el reino es vuestro”16. La fortaleza y la resistencia provienen de una vida recta; el que es santo el domingo y holgazán el resto de la semana no tiene rectitud. Los apetitos desenfrenados son destructivos y hacen que el hombre trate “con liviandad las cosas sagradas”17. El presidente Brigham Young enseñó esto: “El pecado que estará sobre toda la posteridad de Adán y Eva es que no hayan hecho todo lo que sabían que debían hacer”18. El Evangelio de Jesucristo es el camino a la rectitud. La tragedia nunca triunfa donde prevalezca la rectitud personal. Por lo tanto, sigamos el 12

consejo del apóstol Pablo: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, “sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”19. Nuestro deber como Santos de los Últimos Días es prepararnos para la segunda venida del Señor Jesucristo, así como preparar esta tierra y a sus habitantes. La preparación y la fortaleza que el Evangelio nos enseña nos aseguran la felicidad aquí y en el más allá, y hacen posible la gran misión del Milenio. Nuestro querido presidente Hinckley nos ha aconsejado esto: “Ahora, mis hermanos, ha llegado el momento de andar un poco más erguidos, de elevar la mirada y ensanchar la mente para lograr una mayor comprensión y más entendimiento de la gran misión milenaria de ésta, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Estamos en una época en que debemos ser fuertes, una época para avanzar sin vacilación conociendo bien el significado, la amplitud

y la importancia de nuestra misión. Es una época para hacer lo correcto, sean cuales sean las consecuencias. Es una época en que debemos guardar los mandamientos. Es un período para extender los brazos con bondad y amor a quienes se encuentren en dificultades y anden errantes en la oscuridad y el dolor. Es una época para ser considerados y buenos, decentes y corteses hacia nuestros semejantes, en todas nuestras relaciones. En otras palabras, es una época para llegar a ser más como Cristo”20. La admonición del Profeta del Señor señala el camino para atravesar estos tiempos turbulentos. A todos los que sufren, nuestro corazón se conmueve por ustedes. Que en Su infinita misericordia el Padre Celestial alivie sus cargas y llene su vida con esa paz “que sobrepasa todo entendimiento”21. No están solos. Nuestro amor, fe y oraciones se unen a los suyos; sigan adelante con rectitud y todo estará bien. En el nombre de Jesucristo. Amén. ■ NOTAS

1. Citado en “The Lost City”, Evan Thomas, Newsweek, 12 de septiembre de 2005, pág. 44. 2. D. y C. 1:17, 37. 3. Véase José Smith—Mateo. 4. Véase D. y C. 45; 88; 101 y 133. 5. Lucas 10:40–42. 6. Mosíah 4:3. 7. Véase Mateo 8:25–27; Marcos 4:39. 8. 2 Nefi 2:26–27, cursiva agregada. 9. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 312. 10. D. y C. 38:9. 11. Véase D. y C. 78:13–14; “El proveer conforme a la manera del Señor: Guía para los líderes de bienestar, Manual de bienestar, 1990, pág. 5. 12. D. y C. 68:28. 13. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: David O. McKay, pág. 17. 14. Véase de Gordon B. Hinckley, “El permanecer firmes e inquebrantables”, Reunión mundial de liderazgo, 10 de enero de 2004, pág. 21. 15. D. y C. 104:17. 16. D. y C. 38:15. 17. D. y C. 6:12. 18. Discourses of Brigham Young, sel. por John A. Widtsoe, 1954, pág. 89. 19. Romanos 13:12–14. 20. Véase “Ésta es la obra del Maestro”, Liahona, julio de 1995, pág. 8; véase también “Discurso de apertura”, Liahona, mayo de 2005, pág. 4. 21. Filipenses 4:7.


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