Liahona Noviembre 2004

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Esas decisiones pueden privar a una persona de servir en una misión o de recibir las bendiciones del templo. Podríamos tomar decisiones incorrectas porque los engaños del mundo distorsionan la realidad y nos hacen vulnerables. Al salir con personas del sexo opuesto, una mala elección puede limitar posteriormente el tomar una buena decisión. Entonces, ¿en qué bando estamos? Al demostrarle nuestra devoción a Dios mediante nuestros buenos actos diarios, Él sabrá de parte de quién estamos. Esta vida es para todos un tiempo tamizador y refinador. Todos enfrentamos pruebas. Los primeros miembros de la Iglesia también fueron probados y refinados cuando debieron decidir si, al igual que el hermano Giles, tenían fe para poner sus pertenencias en un carromato o un carro de mano y viajar por las llanuras estadounidenses. Hubo quienes no tuvieron esa fe, pero los que sí la tuvieron, viajaron “con fe en cada paso”. En la actualidad, estamos viviendo una época cada vez más difícil de pruebas y refinación. Las pruebas son más sutiles porque la línea que separa el bien del mal está siendo erosionada. Muy pocas cosas se consideran sagradas en cualquiera de los medios de comunicación pública. En dicho entorno, deberemos asegurarnos en qué bando nos hallamos en todo momento, en el compromiso que hemos adquirido concerniente a las verdades y a los convenios eternos. Aprendemos mucho sobre cómo hacer frente a los padecimientos gracias a “un varón [de la tierra de Uz] llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”11. Satanás recibió permiso del Señor para tentar y probar a Job. Éste era un hombre rico que tenía siete hijos y tres hijas; pero su propiedad fue destruida y perdió a todos sus hijos. ¿Cómo afectó esto a Job? Él dijo, refiriéndose al Señor: “aunque él me matare, en él esperaré”12 y “él mismo será mi salvación”13. Job atestiguó: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha

esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios”14. Job confió plenamente en el Señor, al grado de confiarle todas sus preocupaciones. Para tener gozo en esta vida debemos tomar la resolución, así como Job, de soportarlo todo por Dios y por Su obra. Sólo así recibiremos la dicha infinita e incalculable de estar con nuestro Salvador en las eternidades. Tal y como cantamos en uno de nuestros bien conocidos himnos: Al alma que anhele la paz que hay en mí, no quiero, no puedo dejar en error; yo lo sacaré de tinieblas a luz, y siempre guardarlo, y siempre guardarlo, y siempre guardarlo con grande amor15. El presidente Howard W. Hunter dijo en cierta ocasión: “Dios sabe lo que nosotros no sabemos y ve lo que nosotros no vemos”16. Nadie conoce la sabiduría del Señor; ni conocemos exactamente con anterioridad cómo va a llevarnos de donde estamos ahora a donde debemos estar, pero Él nos brinda ciertas indicaciones generales en nuestra bendición patriarcal. El camino de la vida que conduce a las eternidades está plagado de baches, curvas y desvíos, aunque también se nos dan muchas enseñanzas y correcciones al viajar por él. El Señor dijo: “…el que no aguanta el castigo, no es digno de mi reino”17. “Porque el Señor al que ama, disciplina”18. Mientras vivamos en la tierra, deberemos caminar con fe, no dudando nada. Cuando el viaje se torne, aparentemente, insoportable, hallaremos consuelo en las palabras del Señor: “Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano”19. Puede que parte de este proceso de sanidad se efectúe en otro mundo. Tal vez nunca sepamos por qué suceden determinadas cosas en esta vida. El motivo de parte de nuestro sufrimiento sólo lo conoce el Señor. El presidente Brigham Young manifestó la profunda reflexión de que al

menos parte de nuestros padecimientos tienen un propósito: “Todos los seres inteligentes que sean coronados de gloria, inmortalidad y vida eterna tienen que pasar por cada experiencia que se requiere de cada ser inteligente para obtener la gloria y la exaltación. Cada calamidad que pueda padecer todo ser mortal será requerida de unos pocos a fin de prepararlos para que disfruten de la presencia de Dios… Todo problema y experiencia por los cuales ustedes hayan tenido que pasar son necesarios para su salvación” 20. Tenemos razones para tener esperanza. Nuestro puede ser el gozo si estamos dispuestos a sacrificarlo todo por el Señor. Entonces podremos anhelar la inmensa posibilidad de sobrellevar todas las dificultades de esta vida; y estaremos con el Salvador para siempre, tal como dijo el presidente Brigham Young, “disfrutaremos de la gloria, la excelencia y la exaltación que Dios ha preparado para los fieles”21. Dios vive, Jesús es el Cristo, el presidente Gordon B. Hinckley es nuestro profeta y éste es el momento de prepararnos para presentarnos ante Dios. De ello testifico en el nombre de Jesucristo. Amén. ■ NOTAS

1. Fragmento de una carta. 2. The Teachings of Spencer W. Kimball, editado por Edward L. Kimball, 1982, pág. 77. 3. Véase Eclesiastés 12:7. 4. Juan 14:2. 5. Abraham 3:25. 6. Romanos 8:18. 7. D. y C. 58:4. 8. Alma 62:41. 9. Véase Job 1:21. 10. Véase Andrew Jenson, Latter-day Saint Biographical Encyclopedia, cuatro tomos, 1901–1936, tomo II, págs. 507–508. 11. Job 1:1. 12. Job 13:15. 13. Job 13:16. 14. Job 19:25–26. 15. “Qué firmes cimientos”, Himnos, Nº 40. 16. En Conference Report, octubre de 1987, pág. 71 o “Cuando una puerta se cierra, otra se abre”, Liahona, enero de 1988, pág. 57. 17. D. y C. 136:31. 18. Hebreos 12:6. 19. 2 Reyes 20:5. 20. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, pág. 276. 21. “Remarks”, Deseret News, 31 de mayo de 1871, pág. 197.

L I A H O N A NOVIEMBRE DE 2004

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