REVISTA DE INVESTIGACIONES PSICOLOGICAS

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fue acompañado de diferencias claras en las tasas de los dos pares estudiados en esta condición. En un estudio posterior, Shimoff & cols. (1981) compararon las ejecuciones que se lograron con instrucciones con aquellas que se lograron con moldeamiento: la comparación se hizo tomando como base diferentes programas en los que se variaban la duración de una contingencia RDB que se había sobrepuesto a un programa de intervalo al azar con reforzamiento monetario. Se estableció el presionar una tecla por moldeamiento o por una combinación de demostración e instrucciones, en estudiantes universitarios, para que respondieran a una tasa baja (“deben presionar con lentitud: si presionan demasiado rápido no funcionará”). Cuando se eliminó la contingencia de RDB a la mitad de la sesión (y por tanto, se hicieron imprecisas las instrucciones), se incrementaron las tasas de 7 de 11 sujetos, cuyas respuestas habían sido moldeadas, en comparación a 3 de 10 sujetos que habían recibido instrucciones. Por lo general, este patrón de resultados fue similar al de un segundo experimento donde las respuestas se reforzaron según un programa de razón al azar, al que se agregó una contingencia RDB. Cuando se redujo el tiempo mínimo entre respuestas respecto a su valor original, las tasas aumentaron en un mayor número de sujetos moldeados que en los que recibieron instrucciones. Todos estos experimentos, coinciden en señalar que las contingencias programadas logran un control pobre cuando la respuesta se establece por medio de instrucciones respecto a la respuesta (o por su demostración). Los diferentes experimentos también identifican procedimientos que pueden aumentar la sensibilidad a las contingencias del programa. Uno de estos consiste en omitir toda instrucción acerca de la respuesta que favorezca el desarrollo de la respuesta, al utilizar procedimientos de moldeamiento. Otra estrategia consiste en proporcionar instrucciones más elaboradas que describan las contingencias del programa y que también especifique la respuesta. Por tanto, se concluye, en general, que la conducta bajo control instruccional es relativamente insensible a las contingencias de reforzamiento (véase también Catania, 1985; Catania & cols., 1982; Hayes & cols., 1986). En un análisis crítico de estas investigaciones, Ribes & Martínez (1990) señalaron que dichos estudios partían de dos supuestos básicos: (1) que las diferencias entre los patrones de respuesta de humanos y no humanos bajo programas de reforzamiento podrían ser atribuidas a la insensibilidad a las consecuencias derivadas de las respuestas verbales de los sujetos en reacción a las instrucciones y las condiciones del programa, y (2) que las instrucciones, en la medida que ellas son formuladas como reglas, sí trabajan como estímulos que “abstraen contingencias” fomentando conducta verbal auto-dirigida que controla el desempeño bajo programas de reforzamiento. Sin embargo,

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surgen varios problemas en relación con tal interpretación. Entre ellos destacan en particular dos: (1) la conducta gobernada por reglas, como conducta “racional”, requiere de un verdadero desligamiento de la situacionalidad espacial y temporal en que se da la conducta, es decir, de un desligamiento de eventos y contingencia concretas, y por tanto, requiere de una posibilidad de transferencia de conducta efectiva a diferentes situaciones y contingencias concretas (es decir, es conducta transituacional, según Ribes & López, 1985). (2) Un estímulo similar a una regla puede ejercer múltiples propiedades funcionales, que pueden variar desde aquellas equivalentes a los estímulos verbales condicionados hasta estímulos verdaderamente simbólicos y situacionalmente desligados. La conducta “racional” es esencialmente conducta lingüística, que no es lo mismo que conducta verbal. Esto significa que las autodescripciones y reglas sólo deben ser consideradas diferentes de la conducta discriminativa simple cuando la conducta bajo su control funcional se muestra desligable de sus propiedades situacionales concretas de estímulos y contingencias. Entonces, la conducta racional consiste en responder a los eventos reales de acuerdo con contingencias que son funcionales pero no presentes en la situación. El “desplazamiento” funcional de contingencias es posible solamente a causa del lenguaje, lo que, debido a su naturaleza convencional, puede ser emitido de manera independiente de las circunstancias físicas actuales. Por tanto, el correcto desempeño en una situación experimental mediante instrucciones semejantes a reglas no necesariamente significa conducta gobernada por reglas. La conducta gobernada por reglas solamente puede ser probada en una situación diferentes envolviendo nuevos estímulos concretos bajo las mismas contingencias, o los mismos estímulos concretos bajo nuevas contingencias, que proporcionen las propiedades extra o transituacionales de los genuinos “estímulos regla”. Por otro lado, los estímulos no deberían ser funcionalmente clasificados por su forma debido a que, aunque la morfología es importante de acuerdo con las convenciones lingüísticas sociales, es su contexto y prácticas de uso lo que determina la propiedad funcional de los estímulos verbales. Los estímulos son presentados en la forma de instrucciones similares a reglas, prohibiciones e indicaciones que no necesariamente envuelven conducta gobernada por reglas por un individuo respondiendo a ellas. Los estímulos verbales parecidos a reglas pueden ejercer propiedades funcionales de estímulos condicionales o discriminativos. La conducta gobernada por reglas no es sola una función de los estímulos que son presentados, sino también de la conducta realizada por un individuo de acuerdo a la historia previa a contingencias similares yo diferentes. Debido a estas consideraciones, Ribes & Martínez (1990) utilizaron procedimientos de discriminación

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