REVISTA DE INVESTIGACIONES PSICOLOGICAS

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están muy relacionados con el vinculo laboral que se han constituido en una de las fuentes de insatisfacción de la pareja. Son varios los autores que han investigado el tema de las parejas dual carrier. Cooper y Lewis (1987), investigan sobre los roles de la desigualdad de la promoción profesional de la pareja, en particular cuando la pareja tienen más éxito que el hombre. La dominancia de uno sobre el otro cambia el modelo tradicional de la relación, que implica el éxito por parte del hombre, esta dominancia puede en alguna circunstancia llegar a la ruptura del vínculo. Meler y Tajer (2000), estudia a las parejas innovadoras, atribuyéndoles haber mejorado la asimetría del modelo tradicional de convivencia laboral. Las mujeres que tienen profesión hacen que los hombres no sepan manejar los roles y las relaciones en función a este beneficio que les otorga la profesión. También Watzlawick, Beavin y Jackson (1981), estudian a las relaciones que denominan simétricas, una potencialidad patógena, basada en la competencia que se presenta entre los cónyuges, quienes luchan por el poder. En una conferencia sobre violencia familiar Prado (1997) establece la búsqueda de la dominancia por el poder en la pareja, como una de las fuentes de violencia en la pareja. La problemática de las parejas que trabajan es globalizado, según Meil y Vara (2003) ,quienes hace una investigación en Europa reportan los siguientes datos. Entre los hogares formados por dos personas adultas en edad de trabajar (20 a59 años), el porcentaje de hogares con dos perceptores de renta alcanzaba el 43% en nuestro país en 2000, mientras que en el Reino Unido casi se duplicaba (75%) y muchos países del centro y norte de la Unión Europea se acercaban a este valor. Sin embargo, España se encuentra entre los países donde este porcentaje ha crecido en mayor medida durante la última década (12 puntos porcentuales). La tasa de empleo de las mujeres entre 20 y 49 años disminuye sistemáticamente con el número de hijos: mientras que algo más de la mitad de las mujeres españolas de dicha edad sin hijos realizaba un trabajo remunerado a comienzos del año 2001, la proporción de mujeres con tres o más hijos ocupadas en el mercado de trabajo era del 39,6%. En la mayoría de los casos (82,6%) la participación de ambos miembros de la pareja en el mercado de trabajo es a tiempo completo, independientemente de la edad de los hijos. Esta práctica es dominante en los países del sur de Europa, pero en muchos de los países del centro y norte de Europa, caracterizados por un mayor grado de incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, la proporción de hogares en los

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que la mujer trabaja a tiempo parcial y el hombre lo hace a tiempo completo está próxima, cuando no es superior (caso de Holanda), a la de hogares en los que ambos trabajan a tiempo completo. También encontraron grandes dificultades para conciliar trabajo y familia, tal cual lo reporta una encuesta realizada en Cataluña, entre un 11% y un 25% de los entrevistados reconoce que las tensiones y ansiedades familiares debilitan con frecuencia su capacidad para trabajar y entre el 8% y el 17% afirma que tiene dificultades para concentrarse como consecuencia de los problemas de conciliación. Asi mismo, siguen reportando Meil y Vara(2003) los datos de otra encuesta realizada en la Comunidad de Madrid muestran que al menos una de cada cuatro mujeres y uno de cada cinco hombres, han llegado tarde durante el último trimestre, han tenido que salir antes o han faltado al trabajo por motivos familiares. Además, dice Meil y Vara (2003), que hay una creciente incorporación ininterrumpida de la mujer al mercado de trabajo. Todos los países occidentales han conocido una incorporación creciente al mercado de trabajo de las mujeres no solteras desde la década de los años sesenta, aunque con diferentes ritmos y siguiendo distintos modelos. Mientras en unos países se implantaba un modelo secuencial de conciliación de vida familiar y vida laboral –abandono temporal del mercado de trabajo por las madres durante la fase de crianza de los hijos para volver al mismo después–, en otros el modelo de conciliación era simultáneo: las mujeres no interrumpían su relación laboral con la maternidad, ya que el Estado o el mercado facilitaban servicios para el cuidado de los niños. Este segundo modelo de continuidad– es el que ha ido imponiéndose en todos los países. En el caso español, la participación laboral de las mujeres no solteras ha crecido sobre todo en la última década y media. En el gráfico 1, se recoge la desagregación por edad es de la tasa de actividad de las mujeres no solteras en España desde 1976 hasta 2000. Se observa que dicha incorporación se produce principalmente a partir del fuerte crecimiento del empleo registrado durante la segunda mitad de los años ochenta, sin que la crisis de los años noventa indujera una inversión de dicha tendencia. Son las mujeres más jóvenes y, sobretodo, las más formadas las que han sido y continúan siendo protagonistas de este proceso. Si nos centramos en los hogares formados por dos personas adultas en edad de trabajar (20 a 59 años), el porcentaje de hogares con dos perceptores de renta –según la última explotación realizada por Eurostat de la Encuesta de Fuerzas Laborales– alcanzaba el 43% en nuestro país en 2000, mientras que en el Reino Unido casi se duplicaba (75%) y muchos países del centro y norte de la Unión Europea se acercaban a este valor. Sin embargo, España se encuentra entre los países donde este porcentaje ha crecido en mayor

Universidad Nacional Federico Villarreal


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