Martín Alfonso Mendoza Briseño
ron suficientes tierras para sostener procesos de abasto estables y mantener su competitividad en el agresivo mercado mundial de madera de plantaciones dominado por los brasileños. Los casos de la Amazonia y de Malasia son emblemáticos del serio problema de la selva tropical. Este problema consiste en que el bosque primario contiene materiales de madera de muy alto valor, alta variabilidad de cualidades y tamaños y baja densidad de arbolado comercial; además, en tanto el bosque cultivado suele ser menos variable y sumamente productivo, en ese sentido el manejo de la selva alta termina siendo el mismo que el bosque boreal, o sea un manejo minero donde se trata de maximizar la creación de valor removiendo lo mejor del bos que tan rápido e intensamente como la tecnología, la geografía y las leyes permitan, para luego cambiar de giro, probablemen te hacia formas de silvicultura intensiva pero con otras especies, buscando tener productos de pequeñas dimensiones mediante sistemas silvícolas simplificados. Para las corporaciones en Malasia e Indonesia la solución al problema tropical fue salir de sus países a comprar tierras en Nueva Zelandia y cualquier otro país forestalmente importante que tenga políticas favorables a la inversión extranjera. El caso africano es tan diferente a los arriba mencionados, que por ello mismo asombra el que reitere los postulados básicos de la dasonomía industrial. En este caso fue la herencia colonial la que atrajo a las grandes empresas a plantar especies exóticas en varios lugares, siendo exitosas en el cuerno de África (Kenia y Tanzania), y en su cono sur, principalmente en Sudáfrica, pero también Zambia y otros países de la región. El uso de eucalipto y de pinos mexicanos como Pinuspatulay P. pseudostrobus per mitió cubrir extensiones de varios millones de hectáreas con ar bolado vigoroso que sostiene una industria forestal boyante. Finalmente, como caso fuera de serie ha de mencionarse a China, que en las décadas recientes se ha empeñado en plantar árboles tanto para fines de protección como para plantaciones comerciales, logrando hasta hoy arriba de 77 millones de hectá reas de bosques artificiales (37 por ciento del total de bosques de 92