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Julio 2010
Entrenamiento para ser actor
Sentimientos que fluyen hacia afuera por Gabriel Aráoz (Actor y conductor junto a Nelly Flores del programa radial “Frecuencia de vida”, FM Caacupé 91.1) continuación voy a transmitir lo que yo, a través de los años y mis estudios con Lito Cruz, he aprendido. Hay variados e importantes ejercicios que hacen a la formación de todo aquel que elija ser actor. El instrumento principal de un actor es su cuerpo y su palabra. A través de su cuerpo expresa sentimientos que fluyen desde una determinada situación. Luego, sus palabras llegan a los espectadores diciendo todo lo que sucede en su interior, logrando (o no) credibilidad ante el público. En los talleres de aprendizaje actoral recorren los siguientes ejercicios: A) Relajación (antes de comenzar
A
cada clase): El alumno controlará tensiones en diversas partes de su cuerpo: cuello, hombros, piernas y brazos. B) Memoria sensorial: Se trabaja con las sensaciones, gusto, olfato, tacto, etc. C) Memoria emotiva: Aquí el alumno recordará algo que le haya sucedido en su vida, así fluirá algún tipo de emoción: llanto, risa, grito, etc., y lo aplicará a una escena. D) Improvisación simple: Se trabaja desde una consigna con una determinada situación, tendrán objetivos diferentes para generar entre ellos (no más de 3 actores), un conflicto. En las improvisaciones el maestro indicará qué relación hay entre los que trabajan: hermanos, marido y mujer, amigos, etc. E) Improvisación con principio y final: es el mismo método a diferencia de que el alumno deberá darle un final concreto a través de un guión que escribirá. F) Para el cierre del taller se trabajará con textos de obras teatrales que elijan los alumnos, o en algunos casos, sus maestros, aplicando allí todo lo esperimentado. Para un actor, lo fundamental es creer lo que hace en escena y por ende transmitir credibilidad al público. Les puedo asegurar que es apasionante... Más información (011) 15-3389-0264 gabrielorozco44@yahoo.com.ar. n
En busca del apogeo cultural
Ritchie Blackmore: el segundo “puente” de los setenta por Pablo Etcheberry (Comentarios y sugerencias a pae_38@hotmail.com)
M
eses atrás analicé cómo Hendrix fue el puente entre el blues y la vanguardia sonora naciente, la psicodelia y el rock, las cuales encontrarían su forma en una breve e intensa trayectoria. Este proceso fue consolidado por sus “herederos”, encabezados por Zeppelin, Eric Clapton, Jeff Beck y Black Sabbath, entre muchos otros, que aportarían las bases de nuevos estilos y corrientes musicales. Uno de ellos sería el nuevo puente pos-Hendrix, desde el rock-blues psicodélico hacia el heavy metal. Su conexión se daría utilizando el elemento en que se fundamentó el movimiento, la transgresión: Ritchie Blackmore, con Deep Purple, reinventó la técnica de la guitarra tomando la base hendrixiana, pero combinándola con una formación clásica, fundamentalmente barroca, bachiana, con gran técnica y precisión. Esto le permitió agregar complejos arreglos -escalas, armonías y elementos interpretativos clásicos- e influencias de la mano de una base rítmica formidable: Ian Gillan, Roger Glover, Ian Paice y John Lord. Deep Purple, junto a Black
Sabbath, aportó la potencia, la densidad y la oscuridad rítmica propia del género, mientras que con la filosofía escénica de Led Zeppelin, fue el motor principal que daría impulso, a fines de los setenta y principios de los ochenta, al sub-género del rock denominado Heavy Metal, que luego también se fragmentaría en subgéneros-. Blackmore es uno de los músicos más importantes, un vanguardista que supo crear su propia técnica, cuya expresión logró sobrepasar al instrumento mismo. Cabe destacar que no sólo en Purple aplicó su estilo, también lo hizo en Rainbow, un proyecto orientado hacia sus influencias clásicas y, quizás, más alejado del blues, donde estuvo acompañado de una de las mejores voces de la historia del rock, Ronnie Jamos Dio, lamentablemente fallecido el pasado 16 de mayo. Hay artistas esenciales en el desarrollo de la música, sin los cuales mucho de lo que escuchamos hoy no existiría o no sería igual. Blackmore y Dio, tanto como Hendrix y aquellos que cada mes presento en este humilde espacio, son una roca fundamental en la cultura actual, y por eso merecen no ser olvidados, merecen el homenaje y agradecimiento diario por brindarnos un cotidiano alimento a nuestras almas.