Contexto Ed. 58

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PERIODISMO UNIVERSITARIO

ISSN 1909-650X

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

Medellín, abril 2017

No. 58 Distribución gratuita

PRESUNTOS INOCENTES

La frecuencia con la con la que ocurren algunos fenómenos de la delincuencia, lo visibles que se han hecho; las proporciones y los alcances de otros delitos, como la corrupción; así como las características de los debates sociales, que surgen a partir de casos que han tenido un especial despliegue en los medios como los del joven Luis Andrés Colmenares o la niña Yuliana Samboní, son hechos que invitan a retomar conceptos básicos como: el de justicia, el castigo, y a mirar a fondo el sistema jurídico y penal de nuestro país. En esta edición se ofrecerá un reportaje para nutrir de argumentos este debate, en complemento con algunos contenidos digitales. Y así, se analizarán casos recientes

Foto: Manuel José Mejía Sierra.

que, en nuestra ciudad, ponen en cuestión la aplicación de la justicia como parte del ejercicio de gobernar. Además de los reportajes y las crónicas que profundizarán en los hechos de actualidad, como el proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), o la salida de una empresa de utensilios de cocina de su histórica sede en el municipio de Copacabana; podrá leer un reportaje que repasa la vida de Melitón Rodríguez, uno de los fotógrafos más reconocidos en la memoria visual de nuestra región. Asimismo, estrenaremos nuestra sección permanente sobre Deportes, gracias al equipo de “Desde la Raya”, del Semillero de Periodismo Deportivo de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Lea en Contexto

10-11 Este tiempo

Antioquia en los planes del ELN Historia e incidencia de esta guerrilla en la región

6-7

Este tiempo

El juego de la industria textil en Medellín Retrospectiva a partir de la feria anual

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Este tiempo

¿Remedio de muchos consuelo de tontos? Paracetamol, uno de los medicamentos de más prescripción en Colombia


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OPINIÓN

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

CONTEXTO No. 58

Abril de 2017

PERIODISMO, MEMORIA Y RECONCILIACIÓN* Valentina Vogt Albiser / valentina.vogt@upb.edu.co

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos” José Saramago. Cualquiera que sea periodista en Colombia, o que esté encaminado a serlo, sabe que nuestra sociedad está fracturada; que la violencia trizó toda esperanza y que su gente ha soportado dolores insufribles. Hoy el periodismo tiene un desafío: lograr que las palabras impulsen el cambio, pero sin olvidar nunca lo que hemos padecido. Las filas de los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se desintegran ante los ojos del mundo, para concretar un pacto que, después de 52 años de conflicto armado, por fin se firmó. Colombia está en una etapa clave de su historia y el periodismo debe cubrirla. El dolor se ignoró por muchos años, a este se le sumaron cientos de muertes, como si no fueran seres humanos quienes morían, personas que no tuvieron escapatoria. Y ante esta realidad, cabe preguntarse, ¿por qué naturalizamos la guerra si esta se ha llevado tanto de nosotros? En las épocas más oscuras, muchos periodistas tuvieron que ser un testigo más del conflicto. El miedo los paralizó y terminó por acallarlos. Si con ello los periodistas fallaron, ahora es tiempo de contar la verdad para poder superarla colectivamente. Mucho se dijo y se escribió sobre la polémica consolidación del Acuerdo de Paz, aunque en la actualidad las palabras de muchos periodistas ya se han esfumado, cuando por el contrario, hoy más que nunca, el ejercicio periodístico debe reivindicarse.

Gloria Castrillón, una las autoras del libro “Pistas para narrar la memoria”, miembro de Consejo de Redacción y periodista del diario El Espectador, reconoce este periodo que vive Colombia como una mina de oro, de la cual, los periodistas debemos apropiarnos para lograr la reconciliación. Es hora de que el periodismo dignifique a esas personas que han sufrido las secuelas de las armas, pero para lograrlo hay que replantearse la forma de hacerlo. Lo primero que el periodista tiene que hacer para acercarse a las víctimas, según Castrillón, es reconocer a ese otro como alguien cercano. Entender que su historia podría ser la propia y que su dolor, de hecho, lo comparten cerca de ocho millones de colombianos registrados en la Unidad de Víctimas. La empatía es esencial para narrar sus historias, solo desde ahí pueden contarse verdades con respeto y dignidad. Pero ponerse en los zapatos del otro, implica también, hacerlo con aquellos a los que nunca hemos comprendido. Hemos visto siempre a quienes han cargado un fusil como hostiles, y aunque nos resulte casi imposible justificar su responsabilidad en tantas atrocidades, ellos también merecen contar su historia. En Colombia todos hemos asumido un rol, y hemos padecido el conflicto, solo que en distintos niveles. Los estigmas que rodean a los protagonistas de nuestra historia, han obstaculizado el camino hacia la reconciliación. Además, hemos creado la imagen de que la víctima está derrotada y que no puede transformar el dolor en superación, esto con respecto a: los desplazados, los secuestrados, los familiares de las personas asesinadas, los soldados heridos en combate, etc. El periodismo debe mirar más allá, contar también lo que ha pasado con muchos afectados que han salido adelante, aquellos que hoy son el ejemplo latente de lo que Colombia necesita.

Pero ponerse en los zapatos del otro, implica también, hacerlo con aquellos a los que nunca hemos comprendido.

Las instituciones educativas también cumplen un papel fundamental; deberían dejar de esquivar la guerra colombiana y asumirla, incluyéndola en los planes de estudio. ¿Cómo se supone que no repetiremos nuestra historia, si nadie parece considerar pertinente que la conozcamos? Para Castrillón, desconocer nuestra realidad “es borrar la historia y conduce a perderse en el superfluo”. Resulta contradictorio que en la televisión abunden las novelas de personajes como Pablo Escobar, pero que en los colegios se pase por alto explicar siquiera quién era él y lo que hizo. Lo mismo pasa con los grupos guerrilleros, ignorando estos temas lo único que conseguimos es la naturalización de la violencia y muchos otros males. Tenemos tanto que aprender de sociedades como la alemana, capaz de asumir su pasado, de no esconderlo, de hacer historia desde la memoria de quienes lo padecieron. Alemania reconoce cuál fue la causa de los sucesos dolorosos en su larga historia, y es capaz de asumirla. Aceptar la historia como parte de una identidad, que al fin de cuentas, es una consecuencia de los sucesos en una sociedad. Este es el momento en el que Colombia debe mirar sin tapujos su realidad; entender realmente lo que sucedió y escuchar a las víctimas. Esto es en últimas, validar su parte en la historia del conflicto y legitimar el dolor compartido. No se trata de re-victimizar a las personas, sino de tejer, con relatos y testimonios, nuestra realidad; esa que tanto queremos dejar en el pasado. Recordar puede causar dolor, pero para Castrillón, “cuando el ejercicio de memoria se hace bien, es benéfico para las personas”. No podemos, desde el periodismo, garantizar que entre las víctimas y los victimarios pueda existir el perdón, y tampoco es nuestro deber lograrlo. Lo que sí está en manos de nuestra labor, es aportar las voces, para que cada día más personas estén conscientes y miren al otro, y así, entiendan la grandeza que significa que hoy en Colombia pueda hablarse de paz. *Análisis derivado de la conferencia enmarcada en la conmemoración del Día del Periodista en Colombia, que se llevó a cabo en la Universidad Pontificia Bolivariana, gracias a la Facultad de Comunicación Social-Periodismo, con el apoyo de Consejo de Redacción.


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EDITORIAL

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EL RETO DE UNA CIUDAD ‘BICHE’ periodico.contexto@upb.edu.co

Los entreveros técnicos, de la administración pública actual, pasaron factura con altos costos políticos, entre otros, al joven gobierno de Medellín. Joven porque cuando el barullo decembrino pasaba y la ciudad se encontraba con la mayoría de sus bibliotecas públicas cerradas, pues no había personal contratado para atenderlas, el equipo liderado por Federico Gutiérrez apenas evaluaba su primer año de gestión; joven también porque ese es un rasgo característico del equipo que administra esta ciudad. Desde este, un espacio que precisamente se debe a sus votos por el trabajo de las nuevas generaciones consideramos que esa juventud es un rasgo valiosísimo. No repetiremos el equivocado juicio de desconfianza asociada a la inexperiencia que, desde todo desconocimiento, se arroja gratuitamente sobre los jóvenes. Pero sí corresponde a esta tribuna, como el proyecto pedagógico que también es, señalar la importancia de la madurez, como el valor esencial para asumir los retos, que en tiempos de cambio, suelen sacarnos a todos de las zonas donde nos acomodamos; a cada uno de nosotros, a una ciudad entera. Madurez que le permitió a la Alcaldía de Medellín, representada por su Secretaría de Cultura, reconocer los errores que impidieron que las bibliotecas públicas estuvieran al servicio de sus habituales visitantes, y de los turistas, para visitarlas en tiempo de vacaciones (El Espectador, 26 de febrero de 2017). La madurez como criterio que ha permitido reconocer los aciertos y los cambios necesarios en el equipo y en las formas de gestión de lo público; construyendo a partir de lo ya establecido. Deponiendo celos, egos y dándole un lugar útil a los ímpetus y a las insolencias juveniles, que si bien pueden dar nuevos aires, también pueden con-

vertirse en pedestales volubles, de culto a la personalidad; cuando lo que se necesitan son bases sólidas para construir lo público. Madurez que también necesitamos, como ciudadanos, para convertirnos en elementos activos en la construcción de ciudad; capaces de hacer aportes positivos a largo plazo: si nos ahogamos y enfermamos con el aire que respiramos; si nos decepciona pasar tanto tiempo metidos en los “tacos”; si nos agobia sentirnos amenazados por la delincuencia; si nos indigna conocer los hechos de corrupción, mientras que esperamos el recibo para el pago de nuestros impuestos. Ese estado de las cosas es la factura que, como ciudadanía, nos pasan por las soluciones irresponsables, que en la mayoría de casos, hemos dado a los problemas que nos interpelan: nuestro desinterés por la calidad del ambiente que nos rodea, por el exceso de vehículos con los que hemos querido “movernos más rápido”; no entender que la buena calidad del transporte público es un derecho; considerar altruismo la “seguridad” ofrecida por grupos de delincuentes; desentendernos del problema de la corrupción en todo ámbito, y que hoy nos tiene bajo una nueva reforma tributaria, debatiendo los recargos para las obras públicas, haciendo elecciones extraordinarias para sustituir a los gobernantes destituidos, a quienes vendimos nuestro voto, o por cuya elección no nos interesamos; enterrando niños desnutridos, etc. Pero también comprando fichos para los trámites oficiales, pagando intermediarios; peleando por subir primero al ascensor o para entrar antes al estadio; teniendo que presentar documentos a cualquier particular que decide usurpar la tarea de la Fuerza Pública; cerrando empresas mal orientadas por profesionales cuyos títulos son un fraude.

Maduramos cuando pensamos en todo lo que hemos vivido. Un signo de este tiempo es que la juventud no impide que una persona viva numerosas experiencias, y otro, es la variedad de factores que impiden reflexionar y decantar esas experiencias. Pero las circunstancias lo ameritan, lo han hecho imperativo, porque exigir a los gobiernos un plan, es un recurso manido (no por ello prescindible); porque la omisión de nuestros deberes como seres humanos y ciudadanos, nos pone en la base de los problemas, que como ciudad (como país) vivimos. Y los actos de contrición ya son insuficientes. El vértigo que se impone en las redes sociales, parece ser el reflejo de la ciudadanía reactiva que somos, la de las soluciones a corto plazo, que hoy son la raíz de los problemas de nuestra ciudad. Valga mencionar que, de ello parece haber tomado nota el mismo Alcalde de Medellín, tras el episodio en el que, durante un fin de semana, informó en directo sobre la persecución

a los autores de un atraco en las calles de la ciudad; este había sido captado en video y divulgado en las plataformas digitales. Para Gutiérrez, hoy las redes sociales parecen ocupar un lugar más proporcionado, como herramienta de comunicación que apoya la gestión en los escenarios reales, los de la mayoría de medellinenses que, claramente, no “habita” el mundo digital. Es de esperarse que esto sea muestra de una forma de gobierno que madura; que de ese modo ofrece derroteros para la ciudadanía, aquella que debe hacer lo mismo para construir, para darle a las soluciones el ritmo y el alcance que necesitan. Porque este seguirá siendo nuestro lugar cuando acabe el cuatrienio y porque en la agenda de nuestra ciudad, los problemas existentes: ambientales, de corrupción, del manejo integral de la seguridad y de la justicia; en la educación y la cultura; en el desarrollo económico sostenible y competitivo, son puntos inaplazables.

Madurez que también necesitamos, como ciudadanos, para convertirnos en elementos activos en la construcción de ciudad; capaces de hacer aportes positivos a largo plazo

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Miembro de la Red Colombiana de Periodismo Universitario • Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decano Escuela de Ciencias Sociales: Ramón Arturo Maya Gualdrón / Directora Facultad de Comunicación Social-Periodismo: María Victoria Pabón Montealegre / Coordinador del Área de Periodismo: Juan Manuel Muñoz Muñoz / Dirección: Joaquín A. Gómez Meneses / Fotógrafas: Manuel José sierra Mejía • Margarita María Restrepo / Redactores en esta edición: Juliana Gil Gutiérrez • Alejandro Vallejo Torres • Juliana Restrepo Zuleta • Sebastian Bedoya Gutiérrez • Simón Moreno Salinas • Luis Felipe Gaviria Gil • Valentina Vogt Albiser • Juan Camilo Villa Múnera (Desde la Raya) / Foto portada: Manuel José Sierra Mejía / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación y corrección de textos: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twiter: @ pcontexto / Correo electrónico: periodico.contexto@upb.edu.co / ISSN 1909-650X.


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OPINIÓN

Y sin embargo… Juliana Restrepo Zuleta* / Julirestre25@hotmail.com

Sí a la libertad. Sí a la igualdad. No a la tortura. No a la censura. Fuera la Corrupción. Y sin embargo, se

Séptimo mandamiento: no robarás Cristian Camilo Cifuentes Salazar / cristian.cifuentes@upb.edu.co

¿Qué necesidad tuvo Dios de reglamentar un acto social que, en el contexto colombiano, es de lo más común? La pregunta, tal vez, se podría plantear de otra forma: ¿Puede existir una sociedad en la que no se robe? En nuestro país nos acostumbramos a tener de plato fuerte un escándalo de corrupción, y pasar a la sobremesa con otro, aún peor. Aunque no solo roba el político que concede una licitación a una empresa,

Devolverse Sara Betancur Carvajal / sarita_0095@hotmail.com

Diseño: Mateo Sepúlveda

La clase era a las 10 de la mañana, en el piso 5 del bloque 7. Recuerdo que vivía asombrada con la capacidad del profesor para contar historias y hacer que nos las imagináramos. Nadie hablaba, nadie interrumpía. Intentábamos no perdernos el relato, mientras tomábamos nota de lo que nos parecía importante; que para ese entonces, y ante lo bonito de la ignorancia, era casi todo. Me viene a la memoria lo que nos dijo el profesor Ramón, el profesor, al final de la materia: “Espero que cuando nos volvamos a ver, ya en sexto semestre, conserven este mismo entusiasmo. Espero que cuan-

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vive a diario, se defiende, e incluso, se llega a saborear con satisfacción. En los últimos días, el mundo ha tenido fija su mirada en las decisiones de Donald Trump, criticadas porque vulneran los derechos y las garantías de las personas. Y sin embargo, hoy, en Colombia, se apoya y se reclama la pena de muerte y la cadena perpetua para los violadores. Se quiere incrementar las penas sobre los delitos, más medidas de aseguramiento privativas de la libertad para los presuntos culpables, y menos garantías para los presos. ¿Cómo es posible pedir la paz?, señalar de inhumanas las normas penales de otros países, como China; y al mismo tiempo, exigir penas de muerte. ¡Qué contradicción! Y sin embargo, pasa en Colombia. Como dijo Michel Foucault: “El poder de juzgar ha sido

transferido, por una parte, a otras instancias. La operación penal entera se ha cargado de elementos y de personajes extrajurídicos”, y es por eso, que la pena y el proceso penal se han satanizado, como bien lo afirma Adolfo Maya, politólogo y sociólogo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Se critica la tortura en el proceso penal de otros países, pero acaso, ¿no es lo mismo que pedir pena de muerte? Y si tal vez, ¿el condenado a muerte fuera un inocente o un discapacitado mental? , entonces, ¿se busca castigo sin garantías?, o lo que se quiere, ¿es una verdadera justicia? * Estudiante Comunicación socialPeriodismo y Derecho.

con tal de ganarse el 17 % de comisión; no, también nosotros, que seguimos comiendo en silencio cada plato que nos sirven, mientras ajustamos con la frase preferida de los colombianos: “Por eso yo no creo en los políticos”. Sigamos sentados, démonos unos golpes en la espalda, consolémonos por el dolor de que nos saquen ¡50 billones al año!, según las cifras del Contralor General de la Nación, Edgardo Maya Villazón. Eso, junto con el alza del dólar, nos tiene quejándonos cada fin de mes. Ahora súmele una reforma tributaria que, mal que bien, busca recaudar 18 billones, que nos hacen falta de algún lado, ¿de dónde? Con estos pesitos, “embolsillados”, podríamos financiar de nuevo las vías 4G; o daríamos estudio universitario a tantos bachilleres que no contaron con las oportunidades, en vez de ofrecerles empleo “sin experiencia”; o sacaríamos a familias enteras de la pobreza para poder salir de ese deshonroso puesto número siete, que ocupamos en el ámbito global, en términos de desigualdad; o repararíamos definitivamente a los más de ocho millones de víctimas del conflicto armado; o haríamos carreteras para los pueblos más

alejados del triángulo dorado; o le abonaríamos a esa deuda externa que sube, igual que la cantidad de corruptos. Pero tranquilos, les traigo un remedio, entre casero y astronómico, para que calmemos el tormento colombiano que se nos presenta, con síntomas tan claros como los famosos dichos: “Yo qué gano” y, “qué hay para mí”; viene con un precio bastante elevado, no obstante, los que le apuesten a un país mejor, se jugarán el todo por el nada, se le conoce como: ¡Honestidad! Diez letras, que juntas, son el lastre de un ambicioso por lo ajeno. Pero las mejorías serán inmediatas. Usted dejará de colársele en la fila a los que pacientemente llevan unos minutos en esta; llegará temprano a esas citas que programó con los demás, con tal de no robarles el tiempo; devolverá la billetera al dueño, con los miles de “Gabos” que se encuentren dentro; entregará ese libro, que confiadamente le prestó un amigo. Y así, el día de mañana, cuando a usted le digan: “Ayúdeme con eso que yo le doy su parte”, moverá la cabeza de izquierda a derecha, pensando en el resto de los 49 112 124 de colombianos.

do se pierda la novedad, sigan igual de maravillados con la comunicación”. En ese momento, dos cosas me parecían imposibles: una, desencantarme de la carrera; y dos, estar algún día en el sexto semestre. Pero, sin que pudiera siquiera percatarme, ambas cosas ocurrieron. Un día, no mucho después de las palabras de Ramón, me descubrí sentada en el bulevar, con una pereza infinita de tener que entrar a clase; buscando excusas forzadas para no leer dos documentos y preguntándome, un poco por pánico, un poco por tortura, ¿por qué había decido estudiar esto?, y no Administración o Medicina. A estas preguntas se les unían los comentarios de amigos y de los profesores sobre las astronómicas cifras de egresados, y de las estadísticas, muy similares por cierto, de desempleo; además de las ocasionales sentencias colectivas sobre: “Todos pueden ser periodistas”, y los monólogos de: “tengo 25 años y ya he escrito 7 libros”. Y así, con una sutileza mortal, el desencanto llegó a mí. Dejé de emocionarme por las ideas de los autores con los que me iba encontrando; de disfrutar con la coherencia de lo que escribía y de sentir posibles los sueños del futuro. De la niña entusiasmada que entraba todos los días por la carrera 70, no quedó más que la foto del carné.

Pero ahora, cuando la cuenta de las materias que me faltan me cabe en los dedos de las manos, algo en mí ha empezado a cambiar. Hace poco vi el Aula Magna repleta de togas y birretes, y no pude evitar una sonrisa de nostalgia. Algún día, pronto, pensé, esa voy a ser yo, y esto se habrá acabado. La cercanía del final se me hizo especialmente nítida y sentí que en el pecho se me separaban las costillas. Quise devolverme en el tiempo para recordarme a mí misma que debía huir de los afanes y de los comentarios demasiado realistas. Me hubiera gustado reencontrarme con esa niña sentada en el bulevar pare decirle: “Escogiste esto porque es lo que amas, porque según muchos no sirve para nada, pero es útil para todo; porque tenías muy claro que no había otra opción más noble que la de dedicar la vida a las historias”. El tiempo se me hizo de pronto demasiado corto, y por un segundo, tal vez dos, me arrepentí mil veces por no haber hecho caso a las palabras de Ramón, ese día a las 10 de la mañana, en el piso cinco del bloque siete. Porque él tenía razón. Aún después de la inevitable novedad de los primeros semestres, la comunicación sigue siendo igual de interesante, los que nos volvemos aburridos somos nosotros.

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ESTE TIEMPO

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Paracetamol, uno de los medicamentos de más prescripción en Colombia

REMEDIO DE MUCHOS, ¿CONSUELO DE TONTOS? Juliana Gil Gutiérrez – julianagil95@gmail.com

Dolores, fiebres, malestares. “Para todo sirve”, dice algún paciente que la compra en el Centro de Medellín. Para esto y aquello, ¿a quién no le han mandado acetaminofén en la EPS? Trabajo producto del taller sobre periodismo de investigación realizado por el capítulo Antioquia de la Red Colombiana de Periodismo Universitario y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. A Beatriz Helena Zapata, su médico general de la Nueva EPS, le recetó acetaminofén para la gripa. Tiempo atrás, también se lo prescribieron para el dolor de cabeza. Y ella cuenta, que se lo toma para el malestar general también, porque “eso lo mandan pa’ todo”, y puede comprarlo sin fórmula médica. “Yo digo que no deberían mandarlo para todo porque hay dolores más fuertes y eso no sirve. A veces me tomo dos o tres… pero no me hace nada”, cuenta Beatriz, mientras espera que la atiendan en la sede de su EPS, en la Avenida Oriental del centro de Medellín. El paracetamol es un fármaco con propiedades analgésicas, que puede comprarse en tabletas o cápsulas, gotas, jarabe o hasta inyectable. Las concentraciones varían, según el laboratorio que lo produzca, la marca o la presentación que tenga. Datos del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) señalan que en Colombia se comercializan 267 registros sanitarios vigentes de acetaminofén o paracetamol; 48 de estos bajo una designación genérica y 288 con una denominación comercial, en diversas presentaciones. En el listado vigente de registros de acetaminofén del Invima se muestran 142 presentaciones con el mismo principio activo. En el país, el Invima es el encargado de regular la comercialización de los medicamentos, estudiarlos y autorizarlos para la venta; mientras que las Secretarías de Salud, de cada departamento, deben vigilar la comercialización en las farmacias y en los establecimientos acreditados para este fin. Por último, para hacer que el producto llegue al público, deben acogerse a la Ley 9 de 1979, del Código Sanitario colombiano. Este fármaco fue descubierto por el químico estadounidense Harmon Northrop Morse en 1873, pero solo incursionó en la medicación para el dolor hasta mediados del siglo XX, cuando salió al mercado en Estados Unidos, con el nombre de Tylenol. Años después, la patente para la fabricación de paracetamol expiró, motivo por el que puede ser fabricado por diferentes casas farmacéuticas, sin restricciones; y sus componentes son de conocimiento general. En el presente, decenas de laboratorios lo producen, es de venta libre y se puede adquirir, en sobre y a precio comercial, desde 800 pesos. El único componente indispensable para producirlo es el paracetamol, que realiza una acción analgésica; luego, cada marca le puede añadir otros componentes, según los efectos deseados en el organismo. “Se volvió un medicamento del común, tiene un componente básico para cualquier receta y es de fácil elaboración porque normalmente son tabletas o comprimidos”, afirma Leidy Johana Rendón Castrillón, química farmacéutica de la Universidad de Antioquia y especialista en Biotecnología.

¿Por qué es tan común?

José Julián Aristizábal Hernández es Médico Toxicólogo de la Universidad de Antioquia, él afirma que los tratamientos médicos con acetaminofén son comunes porque este “cuenta con un buen respaldo científico, sobre todo por el bagaje de las investigaciones y la experiencia médica en su uso”. Además, resalta que es de bajo costo y bien tolerado por la mayoría de los pacientes. Son muchos los analgésicos disponibles en el mercado que contienen acetaminofén o paracetamol, pero este no es el único componente; algunos lo com-

Los costos del paracetamol varían en parte por los desarrollos que haga cada laboratorio a partir del mismo componente. Foto: Juliana Gil Gutiérrez.

El paracetamol es el componente principal de los medicamentos conocidos como acetaminofén. Es este el que permite la acción analgésica en el cuerpo. binan con sustancias como: antihistamínicos, codeína o ibuprofeno, para lograr mejores resultados en el organismo. Sin embargo, el paracetamol es el principal componente responsable de inhibir el dolor: cuando llega al cuerpo detiene la producción de prostaglandinas, que son los derivados de los ácidos grasos que se encargan de la aparición de las molestias en el cuerpo. En toda Colombia, el paracetamol es un medicamento que se receta repetidamente en las Entidades Prestadoras del Servicio Salud. La doctora Ana María Damato Betancur, egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana y con más de 30 años de experiencia como médico general, defiende este analgésico, pues resalta sus propiedades para calmar el dolor y la fiebre, sin causar daños significativos en el cuerpo humano. “Cuando uno va a diagnosticar debe buscar causar la menor cantidad de efectos adversos negativos en el paciente y el acetaminofén permite calmar el malestar, disminuyendo los daños”. Más que una medicación común, a su juicio, se trata de una responsabilidad médica de cuidar el cuerpo del paciente, antes de recurrir a otros fármacos más fuertes.

Más allá del paracetamol: lucha comercial de marcas Una casa farmaceuta como Genfar S.A., Tecnoquímicas S.A., Procaps S.A. y más (la mayoría de estas multinacionales radicadas en otros países) están au-

torizadas por el Gobierno para comercializar diferentes productos: por cada medicamento que deseen entrar al mercado, deben cumplir con un proceso de autorización por parte del Invima, en el que se determina la viabilidad que este tiene. Ya en el mercado, este producto puede conseguirse, por medio de una Institución Prestadora de Servicios (IPS), contratadas previamente por las Entidades Prestadoras de Servicios de Salud (EPS) para atender a sus usuarios, o de forma particular en un establecimiento comercial. El paracetamol que se consigue en cualquiera de estos lugares tiene componentes comunes, mas no la misma marca, ni el mismo precio. Pero el costo del medicamento está permeado por el desarrollo tecnológico y el conocimiento que se necesitó para poderlo sacar al mercado, sobre todo cuando se trata de presentaciones con componentes activos, que prometen una mayor efectividad en el cuerpo. Además, el paracetamol tiene un canal, fisiológicamente hablando, por medio del que se suministra al cuerpo, que es conocido solo por el laboratorio que lo produce. Hay medicamentos más costosos porque “cobran la investigación, el desarrollo y la marca como tal”, afirma el abogado de la Universidad de Antioquia, especialista en Salud, Carlos Gómez García. El experto hace hincapié en que la lógica de los medicamentos está dentro de la lógica del capitalismo, “implica que no hay un control directo sobre los precios, sino que fluctúan según la oferta y la demanda. Todo depende de quién pueda pagarlo”, es por esto que en un medicamento tan “común”, como el paracetamol, se adquiera por precios tan diversos. Sin embargo, él es crítico al indicar que no se puede estudiar un solo caso sin tener en cuenta que la medicación está inmersa en la crisis estructural del sistema de salud. Sí, es un medicamento común y los pacientes sienten que lo formulan “para todo”, como comenta José Cardona, usuario de Nueva EPS. Pero desde la Medicina, es una alternativa viable porque “causa un menor daño” en el cuerpo del paciente y es adecuado para tratar enfermedades que se presentan en un país tropical como Colombia: la fiebre, la gripa y hasta el dengue.


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Restrospectiva a partir de la feria anual

EL JUEGO DE LA INDUSTRIA TEXTIL EN MEDELLÍN Alejandro Vallejo Torres / alejandro.vallejot@upb.edu.co

La vigésimo novena versión de la feria textil-confección, Colombiatex de las Américas 2017, marcó el inicio de un “nuevo juego” en la industria, basado en la tecnología y la innovación por parte de las empresas; tanto las que han hecho historia, como las que comienzan a emprender su camino. La historia de la industria textil en Medellín carga consigo un sello de tradición y de alta calidad, con el reconocimiento en diferentes países de Latinoamérica y el mundo. Entre estos se destacan: Brasil, México, Perú, Ecuador, España e India, como principales aliados en la cadena de producción y comercialización de textiles, dentro y fuera de la ciudad. Sin embargo, para alcanzar la posición en la que se encuentra la industria textil en la actualidad, fue necesario atravesar un camino lleno de altibajos; grandes momentos y caídas en picada; ascensos y descensos, pero siempre teniendo presente el objetivo que las compañías del sector querían alcanzar: hacer de Medellín la ciudad textilera y de la moda por excelencia. A comienzos del siglo XX la pregunta era: ¿Cómo convertir a la ciudad en ese referente de capital productora de fibras, hilados, telas y productos terminados?, que pudiera competir con otras ciudades de Latinoamérica y, por qué no, mundialmente. Adaptándose a los cambios, a las nuevas tecnologías y a las dinámicas financieras que regían el mundo, para garantizar el éxito de las exportaciones e importaciones que, a partir de ese momento, comenzarían a ser un pilar de la economía, no solo de Medellín, sino también de Colombia. La respuesta solo sería descubierta años más tarde, cuando la industria alcanzó su punto máximo, y Medellín pasaba por una de sus épocas de esplendor, siendo el principal centro industrial del país; gracias al desarrollo de varios sectores de la economía, entre estos y el más destacado, el sector que un día soñó con llevar a la ciudad a la cima: el textil.

Primera mitad del siglo XX: el “nuevo juego” del momento Después de la caída de la fábrica santandereana Hilados San José de Suaita, y de la barranquillera Tejidos Obregón, fracasó la idea de industrializar, en materia textil, a estas dos regiones del país. A esto se le sumarían otros factores que incidieron de forma negativa en este intento: en Santander, el analfabetismo y la pobreza de los campesinos hizo que se redujera el consumo de textiles. Mientras que la industria barranquillera decayó con la salida masiva de alemanes, cuando Colombia se declaró ene-

Antioquia contaba con una sociedad, para la cual, la moda y el vestuario constituían una parte fundamental de la cotidianidad.

El juego actual de la moda incluye nuevos desarrollos a partir de materiales tradicionales. Foto: Inexmoda.

miga de su país en la Segunda Guerra Mundial. Así lo afirma la filósofa y escritora Lila Ochoa en su libro “Colombia es moda”. Se creía que la Costa Atlántica, al ser una de las entradas marítimas más grandes del país y una región próspera, tendría gran potencial en la industria; además, contaba con grandes cultivos de algodón, la principal materia prima para la producción de telas. Sin embargo, esto no fue suficiente para sostener a las fábricas, debido a que el clima obligaba a las personas a vestirse con prendas ligeras y frescas, por lo cual el mercado no era muy amplio.

En aquel entonces, había una región en Colombia que no llamaba mucho la atención, por su localización, geografía y de difícil acceso. No obstante, se destacó por una razón: el nacimiento de una élite que estaba creando industria. “La mayor ventaja, sino la única, fue la introducción de los procesos tecnológicos necesarios para crear una clase empresarial dedicada a la industria, a medida que se desarrollaba la minería”, argumenta Lila Ochoa. A partir de ese momento, ya entrado el siglo XX, este territorio sería el encargado de cultivar el algodón para la producción de fibra corta; y de la compra de este mismo insumo para

la elaboración de fibra larga. Además, tendría a los nuevos empresarios de la industria, quienes habían estudiado en el extranjero y habían aprendido el “saber hacer”, para replicarlo en Colombia. Así nació la capital industrial del país: Antioquia. El departamento sin comunicación y en donde todo se transportaba en mula, se convirtió en la región textilera por excelencia. Antioquia contaba con una sociedad, para la cual, la moda y el vestuario constituían una parte fundamental de la cotidianidad. El clima no era una excusa para no vestirse bien y no seguir las tendencias del momento. Incluso, las personas más acaudaladas se cambiaban de ropa varias veces al día para demostrar su capacidad adquisitiva; y en los hogares de las familias menos pudientes, había un artículo imprescindible: la máquina de coser. Nuevas dinámicas nacían para la industria y en estas eran protagonistas todos los habitantes de la región, quienes paulatinamente se convirtieron no solo en consumidores, sino en parte fundamental de la industria; la cual buscaría estar a la vanguardia con la tecnología y las tendencias para la producción y comercialización de insumos textiles. Estos movimientos activos y enérgicos del sector textil, se convertirían en lo que se podría denominar como el “primer nuevo juego” que hubo en la industria, revolucionando las dinámicas de fabricación y de creación, venta y comercio; e incluso, de importación y exportación de materias primas y productos terminados. En esta industrialización de la región, varias empresas nacientes jugarían un papel fundamental, entre estas se destacaron: Compañía de Tejidos Medellín


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(1905), Coltejer (1907), Tejidos Rosellón (1915), Fábrica de Hilados y Tejidos del Hato – Fabricato (1920), Everfit (1940) y Lafayette (1942).

Años posteriores y el nacimiento de Inexmoda La industria siguió con su crecimiento, siendo testigo de la innovación y la implementación de nuevas tecnologías; que cada día democratizaban más la moda en el país, haciéndola llegar a diferentes tipos de consumidores, según sus gustos y preferencias; acrecentando la cantidad de usuarios, aumentando la producción y ampliando el mercado. Gracias a las nuevas tecnologías que se fueron implementando, las empresas tenían mayor capacidad de fabricación y las personas, más opciones de consumo. Debido a esto, hubo una creciente exigencia, por parte de los colombianos, por consumir productos fabricados en el país; y además, en los años cincuenta, se impulsó una política textil con la cual se cerraron las importaciones; con esta reforma se generó que la producción del país, que no se detenía, siguiera aumentando. Durante la expansión y el crecimiento de las empresas, se dio un gran giro con la llegada de nuevas teorías en la administración: el taylorismo fue una de estas. El sector textil fue uno de los pioneros en su implementación, este se basaba en “la observación cuidadosa, el análisis y la toma del tiempo de los movimientos de cada trabajador; en la medida precisa del costo de cada operación y, por último, en el establecimiento de estándares basados en estos cálculos”, así lo explica Rafael Gómez Henao, en su texto “La Industria en Colombia durante el siglo XX”. Con este método, los industriales comenzaron a ahorrar tiempo, costos y trabajadores, generando mayores ganancias e ingresos netos. Para la década de los años sesenta, la computación industrial llegó al país. Las compañías Fabricato y Coltejer trajeron los primeros equipos IBM, los cuales no habían sido implementados por ninguna compañía en Colombia hasta ese momento. La adopción del telar sin lanzadera, también significó una gran innovación tecnológica para el sector y redujo los costos de producción y manufactura, tal como lo hicieron los equipos computacionales. De esta manera, la innovación industrial y tecnológica marcó la llegada del “nuevo juego” de la segunda mitad del siglo XX, el cual fue denominado como “el boom de la productividad”, debido al constante progreso de la producción en masa de textiles y prendas. Gracias a esto, el crecimiento no paró, pero la ciudad necesitaba algo que unificara a una industria que, a pesar de todo el progreso, seguía trabajando de forma separada y dispersa.

La industria textil ahora también se sustenta en los desarrollos para explorar acabados diferentes en las prendas. Foto: Inexmoda.

En el año de 1982 se llevó a cabo un seminario llamado “La Incidencia del factor moda en el mercadeo del producto textil-confección”, realizado por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y Proexpo. A cargo de esta conferencia estuvieron dos expertos franceses del Instituto del Algodón de París. Así, se dieron los primeros pasos para la creación de un instituto que reuniera a todo el sector textil y de la moda en la ciudad: El Instituto para la Exportación de la Moda: Inexmoda. Cuenta Roque Ospina, el primer director ejecutivo de la fundación, que “el 17 de diciembre del año de 1987, los empresarios de textiles y confecciones colombianos que estaban afiliados a la ANDI, firmaron el acta de constitución de Inexmoda”. Para el año siguiente y después de la firma de un cheque de 300 millones de pesos, por parte del Banco de la República, se conformó el primer equipo de trabajo de Inexmoda, el Taller de Moda, hoy Laboratorio de Moda y Económico, y el informe de moda ISCI.

Colombia como plataforma internacional Con la apertura de Colombia como un país referente en la industria textil de Latinoamérica, se abrieron muchas oportunidades de negocio y, además de esto, le dio una nueva imagen en el exterior al país, que por esos días sufría las dificultades que acarrearon las guerras contra las guerrillas y el narcotráfico. En el año de 1999, la visita al país del diseñador Óscar de la Renta, generó el

La innovación industrial y tecnológica marcó la llegada del “nuevo juego” de la segunda mitad del siglo XX, el cual fue denominado como “el boom de la productividad”

interés y la llegada a Colombia de nuevos diseñadores internacionales, que además de mostrar sus colecciones, pretendían revindicar al país como un centro de negocios. Después de Óscar de la Renta, Medellín vibró con la primera pasarela de alta costura de una casa francesa. En el año 2000, Balmain desfiló en la ciudad. Y así seguiría en ascenso con la llegada de nuevos diseñadores: para el año 2002, los diseñadores estadounidenses Mark Badgley y James Mischka presentaron una colección en la ciudad; el año 2004 estuvo marcado por la visita de la española Ágatha Ruiz de la Prada; y en el año 2005, José Enrique Oña Selfa presentó su colección, con la famosa casa Loewe. Asimismo, grandes colecciones de diferentes diseñadores fueron presentadas en la primera década del siglo XXI, marcando la concepción de Medellín como la capital de la moda.

2017: el nuevo juego de la actualidad La historia de la industria textil en Medellín, una de las más prósperas del país y de la región, ha estado ahí, convirtiéndose y renovándose durante más de un siglo. El año 2017 será el comienzo de una nueva etapa para estos cambios. Por esta razón, la vigésimo novena versión de Colombiatex se denominó: “Nuevo Juego”, un concepto que marca el inicio de una transformación. La tecnología seguirá desempeñando uno de los papeles más importantes en esta evolución, en la que la innovación, la agilidad, la rapidez y la libertad, son los principales indicadores que evidencian la revolución de la industria. Para que las empresas logren estar al ritmo de estos cambios, deberán tener un pensamiento ágil y una mente abierta para llegarles a esos nuevos consumidores, quienes se mueven a la misma velocidad de las dinámicas socioculturales del mundo. Para Carlos Eduardo Botero Hoyos, presidente ejecutivo de Inexmoda,

el nuevo juego es “la mirada que debemos tener hoy, y la agilidad con que tenemos que asumir los cambios”, esto se debe a que estamos en un mundo cambiante, y añade que “para reaccionar a esos cambios, hay que actuar con agilidad y mente abierta, para lograr atender a un consumidor final exigente”. Esta evolución, tanto social como económica, de la industria textil, se demuestra en los 326 millones de dólares, en expectativa de negocio que dejó la feria Colombiatex 2017 (4% más que el año anterior); gracias a la participación de los 510 expositores de los países de: Colombia, India, Brasil, España e Italia y los 21 924 asistentes, de los cuales, 1 928 fueron compradores internacionales. El primer “juego”, de la primera mitad del siglo XX, se dio con la industrialización de la región; el segundo, en la segunda mitad, estuvo marcado por la revolución tecnológica y administrativa. El juego actual, está dirigido directamente a un consumidor cambiante, que busca nuevas experiencias. “El nuevo juego significa cambiar la industria, en términos de textiles, de insumos, pero también de experiencias de compra; de dinamizar el mercado, no solamente con ese antiguo pensamiento en el que el consumidor va y busca cuando necesita ropa, sino que ya, él realmente tiene ropa; lo que él necesita es innovación, necesita motivarse para encontrar algo distinto; eso es un nuevo juego”, manifiesta Catherine Villota, editora del portal de moda “Fashion Radicals”. Colombiatex de las Américas 2017 cerró, dejando grandes esperanzas y mucha confianza con lo que viene, en este año, para la industria textil del país. Una tercera etapa del “nuevo juego” comienza, con nuevas propuestas y aspiraciones, que tienen como fin dinamizar la industria, que lleva creciendo más de un siglo y que ha estado muchos años en la cúspide, dejando en alto el nombre de la ciudad como referente textil en Latinoamérica y generando un crecimiento económico, social y cultural en el país.


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Elementos para un debate cuando la delincuencia se hace común

¿CASTIGO O JUSTICIA? Juliana Restrepo Zuleta / juliana.restrepozu@upb.edu.co

“Damiens, un desequilibrado mental fue sentenciado el 27 de marzo de 1757, por haber herido levemente a Luis XV: al condenado se le obligaría a la ‘pública retractación ante la Iglesia de París’, debía ser ‘ llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa, con un hacha de cera encendida en la mano’ ; después ,(…) y sobre un cadalso le debían ser atenaceadas las tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, (…) y a continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos; y sus miembros y tronco consumidos en el fuego’(…) ”. Michael Focault, Vigilar y Castigar

En la historia de la humanidad siempre ha sido tema de discusión la sanción penal, mejor conocida como la pena. Pero en la actualidad, la pena y, en general, el derecho penal, se han satanizado. Hoy la sociedad reclama un castigo proporcional al delito cometido, sin importar los derechos y las garantías. ¿Esto se debe a un desconocimiento del proceso penal, o de las normas penales? La palabra pena proviene del latín poena, palabra que era empleada por los romanos, y que hacía referencia a la pena impuesta, como una sanción ante la realización de una conducta punible. Esta es consecuencia de un debido proceso, en el que se demuestra la culpabilidad de una persona. El hombre siempre ha buscado castigar, o imponer penas, a aquellos ciudadanos que han cometido un delito; esto con el fin de mantener el orden social, y que así, sea posible la “existencia en coexistencia”, como lo afirma el abogado Henry Solano en su libro “Pulimento Raciovitalista del Derecho”. ¡Bruja es una bruja, quémenla viva! ¡Degüéllenlo!, ¡ahóguenlo! ¡Arránquenle las uñas!, ¡Tortúrenlo hasta que diga la verdad! ¡A la cámara de gas!, ¡qué pague por lo que hizo! ¡Es un delincuente, sufre de una enfermedad, extermínenlo! Estas fueron expresiones con las que se exigía al rey, o al Estado, que fuera justo con los inocentes, en especial en la Edad Media y Moderna. Con el tiempo, el sistema penal comenzó a humanizarse, y para cumplir un fin respetuoso con la dignidad humana, Joseph Ignace Guillotin propuso que se implementara la guillotina, como lo afirma Lynn Hunt en su libro “Inventing Human Rights”. En cada época se ha tratado de sancionar de manera distinta, atendiendo a las diferentes finalidades que se busca con la pena; es decir, en un principio se buscaba que fuera una expiación de las culpas, o que reafirmara el mismo derecho. Por esa misma razón, Beccaria describe en su libro “De los Delitos y las Penas”, los suplicios de antes y durante la Edad Moderna. Tiempo en el que el cuerpo del culpable era fundamental, en este se reflejaba la sanción impuesta; en otra palabras, se aplicaba “ojo por ojo y diente por diente”, sentencia mejor conocida como la ley del talión. Aquí no importaba el procesado, solo interesaba que la persona pagara por haber cometido un delito, a costa de sus derechos.

Hoy la finalidad ha cambiado, con la imposición de la pena lo que se busca es prevenir futuros delitos, y que el acusado se resocialice; razón por la cual el proceso debe realizarse de manera pública y respetando unas garantías (artículos 3 y 4 del Código Penal). Sin embargo, en las últimas noticias se escuchan palabras como: ¡Pena de muerte a los violadores!, ¡castren a los violadores! ¡Queremos cadena perpetua! ¡En este país no hay justicia! Son expresiones que se acercan más a una finalidad retributiva de la pena y que no son coherentes a lo que proclama la Constitución de 1991, que establece el respeto a la vida como un derecho fundamental (artículo 11); el derecho a la presunción de inocencia (artículos 28 y 29); la prohibición de los tratos crueles (artículo 12) y el derecho al debido proceso (artículo 29). Asimismo, la Ley 906 de 2004, reafirma dichos principios, e instaura un proceso penal con tendencia a un sistema oral, basado en el sistema acusatorio norteamericano. Esta ley surge como consecuencia de la firma del Plan Colombia con Estados Unidos, en el año de 1999; con la cual se buscaba erradicar los cultivos ilícitos, combatir el narcotráfico e implementar la Seguridad Democrática, según lo relata Juan Carlos Valencia en su escrito “El Plan Colombia, Fortalezas y Debilidades”. Lo que trae como consecuencia que las leyes penales tipifiquen más las conductas, lo que a su vez, genera que las penas sean más severas y que las medidas de aseguramiento se impongan durante el proceso, por causales Colombia todavía debate reformas al proceso penal para equilibrar la que abarcan un mayor número de coneficacia del sistema de justicia con las garantías de los ciudadanos. ductas. Foto: Juliana Restrepo Zuluaga. Con esta posición, se buscaba un sistema más garantista, eficaz a la tivas especial, positiva y retributiva de la pena (Ver hora de impartir justicia y que garantizara una justicia Foucault dice). restaurativa; un sistema basado en teorías preven-

¿Qué es el Proceso Penal? Un balance de las denuncias realizadas. El 70% han sido archivadas, el 11 % de estas la acción penal se ha extinguido, 9 % ha conciliado, el 3 % la fiscalía ha solicitado preclusión y el 5 % ha llegado a sentencia. Según el Balance de los diez años de la Ley 906 de 2004, realizado por la Fiscalía General de la Nación.

Para el abogado y Doctor en Derecho de la Universidad de Sevilla, Ricardo Molina, “el proceso penal es una garantía para el procesado y para la sociedad en general, pues es en este en el que se demuestra, o se desvirtúa, la presunción de inocencia de una persona. Todos los ciudadanos pueden cometer una conducta punible, por esa misma razón el proceso penal debe respetar los derechos y las garantías fundamentales de los procesados penales”. En otras palabras, el proceso penal es una protección al ciudadano, para que se le respete su dig-


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“El poder de juzgar ha sido trasferido, por una parte, a otras instancias. La operación penal entera se ha cargado de elementos y de personajes extrajurídicos” (Foucault, 1975, pág. 155). nidad humana y su presunción de inocencia. Es un instrumento que una persona, que ha pasado de ser inocente a presunta inocente, tiene para defenderse de dicha pretensión, la cual es sostenida por la Fiscalía. Pues solo hasta ser demostrada la culpabilidad y la necesidad de pena, el Estado, por medio de los jueces, puede aplicar el ius puniendi, que es la facultad que tiene de castigar. Si esto no fuera así, el Estado tendría el poder de condenar a cualquier persona, sin demostrar su culpabilidad; sin importar si se es inocente o culpable. Además, los delitos son concretos y específicos, precisamente porque nadie puede ser sancionado sin motivo alguno; establecimiento legal conocido como el principio de legalidad y taxatividad. Las penas en Colombia deben respetar la dignidad humana y la vida, es por esa razón que la pena de muerte, o la cadena perpetua, no son permitidas; como tampoco los tratos crueles e inhumanos. Incluso, existen muchas penas que no restringen la libertad personal de los culpables, como la privación del ejercicio de otros derechos, las multas, entre otras. (Artículos 35, 36, 37,39 y 43 del código penal). Las sanciones varían de acuerdo al tipo penal y la necesidad de imponer la pena, ya que en muchas ocasiones un ciudadano comete un delito pero no es necesaria la pena, porque el daño moral que el delincuente se ha ocasionado a sí mismo, con la realización del delito, es suficiente; pues como afirma Ricardo Molina, “se busca un fin preventivo, es decir, que las personas no vuelvan a llevar a cabo esta conducta”. Un ejemplo claro de esto es cuando una madre, por un descuido, deja que su hijo se muera; en ese caso la pena es innecesaria, es suficiente con la “pena moral”.

¿Cuál es la perspectiva de los ciudadanos? Los ciudadanos no creen en el proceso penal, ni en la justicia de este país”, dice Ana Milena Monsalve Montoya, directora del Consultorio Jurídico de la Universidad Pontificia Bolivariana y especialista en Derecho Penal y Criminalística. Según la Encuesta de Percepción Ciudadana, realizada por Cómo Vamos, en Medellín en el año 2016, el 46% de los encuestados consideran que la probabilidad de que un delito sea sancionado en la ciudad es baja. Sin embargo, como se dijo anteriormente, no todos los delitos son sancionados por medio de penas privativas de la libertad. “La mayoría de las personas consideran que un delito es sancionado por medio de una pena privativa de la libertad, es decir, que el culpable vaya a un centro carcelario, lo cual no es cierto”, afirma Adolfo Maya, sociólogo, politólogo y profesor de la Universidad de Eafit. Asimismo, el balance de los diez años de la Ley 906 de 2004 demostró que, “en el periodo de los años 2010-2014, las denuncias que ingresaron por año fluctuaron entre 1 000 000 y 1 100 000 (…) de las cuales, el 70 % fueron archivadas (…) Hay dos causales principales que se invocan para el archivo de las diligencias en el Sistema Penal Acusatorio: (I) por conducta atípica y, (II) por la imposibilidad de encontrar o establecer

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el sujeto activo de la conducta”, lo que quiere decir que una parte de las denuncias archivadas son consecuencia de un desconocimiento de las personas sobre las conductas que pueden ser delitos. A todo lo anterior, se le suma la percepción que tienen los ciudadanos sobre la seguridad en Medellín, en la encuesta recogida por Cómo Vamos, el 15 % de los encuestados considera que la ciudad es insegura, pero los niveles de denuncia son bajos, en tanto solo el 42 % de los habitantes denuncia un delito, es decir, seis de cada diez personas no denuncian los delitos.

¿Castigo o justicia? “Toda persona se presume inocente y debe ser tratada como tal, mientras no quede en firme una decisión judicial”, afirma el Artículo 7 del Código de Procedimiento Penal (Ver un balance). Es por dicha razón que la Fiscalía General de la Nación tiene la facultad del ejercicio, de lo que es conocido como el ius persiquendi, y que en otras palabras es: la capacidad que tiene para investigar a las personas que han realizado una conducta típica penalmente relevante. Lo que quiere decir, que solo puede perseguir comportamientos que al Estado le interesa castigar, porque ponen en peligro la coexistencia; pero siempre debe hacerlo respetando la dignidad humana y los derechos fundamentales del indiciado. Los derechos del procesado son límites de la persecución penal, que está en cabeza de la Fiscalía; por lo que no se debe torturar a las personas para que digan la verdad, no se les puede privar de la libertad, si no existen motivos fundados y si no hay necesidad; y no se puede obligar a auto-incriminarse. Si esto sucede, el fiscal encargado está en el deber de eliminar toda prueba que surja como consecuencia de ese indebido proceso, y el juez no podrá valorar dichas pruebas. Por esta razón, el ente acusador siempre debe solicitar al juez de control de garantías, una especie de permiso, para intervenir los derechos y las garantías del indiciado para investigar. Es el juez quien tiene la facultad jurisdiccional en la etapa de indagación e investigación. Sin embargo, en la sociedad rige un “populismo punitivo”, que acarrea sanciones más costosas que en el mismo proceso penal y la sanción como tal. Es decir, la sociedad y los medios de comunicación se han convertido en jueces. “El populismo punitivo es un término muy generalizado, por lo que se puede pensar que hay sanciones sociales muy costosas para quienes son delincuentes (…) y se piensa que se le da más valor a la eficacia simbólica del derecho, que a la eficacia real de este, porque la primera hace que exista un imaginario que plantea que con la inflación normativa existe más seguridad y justicia, pero no es así, porque es una cuestión social y cultural que tiene que ver con una estructura mental”, asegura Maya. La sociedad termina defendiendo el castigo y no una justicia real, en cuanto cree que aumentando penas, creando más normas penales, vulnerando las garantías de los investigados y culpables, e incluso, ejerciendo la justicia por propia mano, se llega a una seguridad ciudadana, a una verdadera justicia y a la paz. “Se ha satanizado el concepto de justicia y de derecho penal, por un desconocimiento de la ley, las normas y el sistema penal, pero aún más, por falta de educación, las estructuras sociales y el tejido social colombiano.”, asevera Adolfo Maya.

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En relación con este tema, encuentre además: GOBIERNO EN VIVO Los días en que la ciudad siguió por internet la persecución y la captura de los autores de un robo grabado en video. LAS REDES Y LA POLÍTICA. EL CASO FEDERICO GUTIÉRREZ ¿Qué papel han tenido las plataformas digitales interactivas en la forma de gobernar en Medellín?


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Historia e incidencia de esta guerrilla en la región

ANTIOQUIA EN LOS PLANES DEL ELN Redacción Contexto / periodico.contexto@upb.edu.co

Antioquia, un departamento al que se le reconoce un espíritu de tradición y pujanza, tiene un protagonismo importante en la historia violenta de un conflicto que ha traído horror al territorio y ha llenado a la población de temor. A mediados de 1964 nació la guerrilla del ELN, un grupo armado que encontró en el territorio antioqueño un lugar de poder sobre las poblaciones alejadas, con la influencia de ilustres militantes y, con las vueltas de esta guerra, sobre el narcotráfico y otras economías ilegales. El pasado 20 de octubre del año 2016, el Estado colombiano, representado por el presidente Juan Manuel Santos, declaró públicamente el deseo de emprender un nuevo proceso de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) quienes, a pesar de sus antecedentes de inestabilidad, respondieron al llamado de forma positiva, en concordancia con los acercamientos secretos previos, y argumentando la necesidad de conciliar y acabar una confrontación que, cada vez con más opiniones, perdió su fundamento. Tras la liberación del ex congresista Odín Sánchez, se iniciaron las conversaciones en Ecuador, el 7 de febrero del presente año, sobre el rastro de polarización que dejaron los resultados del plebiscito del 2 de octubre de 2016, que reprobaron los acuerdos suscritos inicialmente con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Antioquia, uno de los departamentos en los que la mayoría de los votos fueron del “no” al tratado de La Habana, es también uno de los principales escenarios en la historia del ELN, como proyecto político y militar, con todas las consecuencias que esto conlleva. Es por eso que, de nuevo, Antioquia tiene un papel protagónico en el horizonte hacia la paz.

De los primeros focos, al ejército rebelde A mediados del año de 1964, nació en San Vicente de Chucurí, Santander, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en manos de intelectuales influenciados por las teorías de Marx y la Revolución Cubana; que tomó fuerza en aquella época, ambientada por las luchas obreras del sector petrolero. Existen versiones que sostienen que los fundadores de esta guerrilla recibieron formación militar e ideológica del mismo Fidel Castro, según registros consultados en el Archivo Histórico de la Universidad Nacional de Colombia. Los planteamientos del Che Guevara fueron una inspiración importante, según los cuales una revolución no necesita condiciones plenas para ponerse en marcha, sino que pequeños focos pueden dar el impulso inicial a un levantamiento de las masas, que conduzca a derrocar el establecimiento. De allí la denominación del ELN como una guerrilla foquista. El grupo fundador, que inicialmente no superaba los 500 insurgentes,

estaba encabezada por Fabio Vásquez Castaño, un joven activista político, que tras el asesinato de su padre a manos de conservadores, volcó su acción a la idea de tomar el poder del país con un proyecto de unidad nacional; que fundamentó más tarde el ingreso de los intelectuales a la llamada “Teología de la Liberación”, como lo fueron los sacerdotes Camilo Torres y Manuel Pérez, quienes en corto tiempo dieron estabilidad y consolidación al grupo. A pesar de los ímpetus y las ideas iniciales Comparadas con las conversaciones con las FARC, los diálogos públicos con el ELN en Quito, Ecuador, para llegar al poder por transcurren de manera discreta y bajo menos escrutinio de la gran prensa. medio de la fuerza, a Foto: Presidencia de la República. pocos años de fundado, el ELN mostró deseos de iniciar un diálogo con el Estado colom- nadora Nacional Guerrillera Simón Bolí- jador en Cuba tenía la tarea de tratar de biano; entre otras razones, porque la var (integrada por las FARC, el ELN y el llevar a los líderes de esta guerrilla a un confrontación con el Ejército Nacional EPL). Las conversaciones sostenidas en acuerdo. 2010 – Hoy: a finales del año minaba las posibilidades del proyecto diferentes países se suspendieron en el político, ejemplo de esto fue la conoci- año de 1992, tras el asesinato del exmi- 2013 se iniciaron los diálogos exploratorios con el gobierno de Santos, que toda Operación Anorí, en el año de 1973, nistro Argelino Durán Quintero. un fracaso militar que influyó en el rele1994 -1998: Ernesto Samper hizo maron fuerza tras la firma del acuerdo vo de Vásquez Castaño en la comandan- numerosos esfuerzos para iniciar nego- de paz con las FARC. La fase pública de cia general. ciaciones. El ELN intensificó los secues- conversaciones comenzó el 7 de febrero Desde entonces, la historia del tros; tras la muerte de Manuel Pérez, el en Quito, Ecuador. ELN ha estado marcada por numerosos grupo guerrillero buscó dialogar, hasta intentos para negociar la salida de su lu- que los contactos se rompieron con el cha armada. Un recuento hecho por el atentado al oleoducto cerca al corregidiario El Tiempo, en marzo del año 2016, miento de Machuca, en Segovia. recoge los intentos más significativos: 1998-2002: en febrero del año 1974-1975: tras la Operación de 1998, meses después de la elección Anorí, que desarticuló el Bloque Prin- de Andrés Pastrana como presidente La ubicación de Antioquia como deparcipal comandado por losVásquez Casta- de la República, se reanudaron los en- tamento limítrofe con Santander, ha ño, bajo el gobierno de López Michel- cuentros con el ELN. Sin embargo, las definido la situación de este territorio sen. El fracaso se atribuye a la falta de conversaciones con las FARC en el Ca- como escenario de operaciones del ELN, compromiso de los insurgentes. guán concentraron toda la atención del específicamente en la región geográfica 1982-1986: el Presidente Belisa- Gobierno. del Magdalena Medio y, por extensión, rio Betancur hizo el llamado público al 2002-2010: asegura El Tiempo el Nordeste de Antioquia y el Bajo CauELN y a otras guerrillas para iniciar diá- en su recuento que “los borradores de ca, en donde las problemáticas sociales logos. No hubo respuesta. un acuerdo con el ELN durante los ocho han sido un factor histórico para la pro1990 – 1994: el presidente César años de gobierno de Álvaro Uribe fue- liferación de grupos armados, en distinGaviria se aproximó a la llamada Coordi- ron incontables”. Julio Londoño, emba- tos momentos de la historia del conflicto armado del país. Por otra parte, la fortaleza del componente político en el proyecto subversivo del ELN, desde sus inicios, favoreció la constitución de cuadros que, por ejemplo desde Medellín, hacían un trabajo político, al calor de las luchas estudiantiles; estas tuvieron como escenarios destacados las universidades públicas y algunas privadas. Lo que le dio a esta guerrilla una característica de cercanía con las clases medias

ELN y FARC, guerrillas diferentes

SAN VICENTE DE CHUCURÍ, SANTANDER, EL EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL (ELN), EN MANOS DE INTELECTUALES INFLUENCIADOS POR LAS TEORÍAS DE MARX Y LA REVOLUCIÓN CUBANA.


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LA HUELLA MÁS DOLOROSA DE LA GUERRA DEL ELN EN ANTIOQUIA SE MARCÓ EN EL AÑO DE 1998 CON LA VOLADURA DEL OLEODUCTO CAUCASIA-COVEÑAS. y bajas; que en las ciudades conocieron de sus acciones políticas, los actos panfletarios con los que esta guerrilla daba a conocer sus puntos de vista sobre asuntos de actualidad o hacía denuncias diversas, así como algunas de sus acciones militares. Es lo que se puede colegir gracias a los análisis que expone el licenciado en Estudios Latinoamericanos Carlos Fernando López de la Torre en su artículo “La violencia revolucionaria en las urbes colombianas de los sesenta”, publicado por la revista “Pensar Historia”. El ELN encontró en las ciudades un escenario propicio y, especialmente al inicio de la década de los años noventa, cuando los grupos de milicias tuvieron una presencia notoria en los barrios periféricos de Medellín, Bogotá y aún hoy, se mantienen en Bucaramanga, Cúcuta y otras poblaciones de los Santanderes. Y es que la agenda que se ha comenzado a negociar en Quito deja en evidencia el recorrido histórico del ELN como proyecto político, cuando se consideran como principales, en los seis puntos de negociación, la participación de la sociedad en la construcción de la paz (abrir las negociaciones a la participación de diversos sectores sociales) y la democracia para la paz, que según el comunicado oficial sobre el inicio de diálogos, “apunta a la realización de un debate que permita examinar la participación y las decisiones de los colombianos en los problemas que los afectan y la manera como se tratan los conflictos, en aras de la construcción de la paz”. Esto aparte de una revisión de garantías legales y de hecho para las manifestaciones públicas y las movilizaciones sociales en Colombia, según lo acordado para conversar en Quito. A lo anterior se suma que el mando del ELN funciona como un cuerpo colegiado, que construye consensos, con un Comando Central (COCE) conformado por 5 personas, quienes coordinan la toma de decisiones de la Dirección Nacional, conformada por 31 miembros, según explica el analista Ariel Ávila, en un especial para el diario El Espectador. La comandancia toda se incluye en las decisiones, exclusivamente en aquellas tan relevantes como las que atañen el cese de hostilidades. Comparada con la estructura de las FARC, con un secretariado integrado por los comandantes de los distintos bloques, a cuyas decisiones se subordinan todos los frentes; la del ELN es una estructura más horizontal, lo que puede suponer que la toma de decisiones sea más compleja, considerando además los cuadros políticos no armados, que hacen parte de la que se conoce como base social, arraigada en la presencia histórica de esa guerrilla en ciertos territorios del país. Esto puede explicar las versiones que circularon, en relación con des-

Miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja reciben al patrullero de la Policía Héctor Pérez, liberado por el ELN en el sur de Bolívar el 2 de abril de 2016. Entonces ya había contactos con el Gobierno Nacional para llegar conversaciones públicas. Foto: CICR.

acuerdos de ciertos comandantes con el inicio de la fase pública de conversaciones, en tiempos en que se pedía la liberación del dirigente chocoano Odín Sánchez. Es necesario entonces conocer las particularidades de cada región, para saber que la misma guerrilla tiene agendas que difieren, según opere en el nororiente, suroccidente o en los Llanos Orientales. La ya mencionada sintonía que ha tenido en su historia el ELN con las dinámicas urbanas y los ritmos propios de estas como centros de poder, han hecho de esta una guerrilla con gran capacidad de adaptación a los cambios. Un rasgo que las autoridades aprecian inicialmente desde el componente militar. La secretaria de Gobierno de Antioquia, Victoria Eugenia Ramírez Vélez, aseguró en una rueda de prensa que “al ELN se le reconoce por ser quienes están ocupando los territorios que dejan las FARC, por ser los promotores de la extorsión y el secuestro, y por ser quienes tienen el control sobre los cultivos de coca y las rutas del narcotráfico en el departamento”. Además, por haber nacido en el centro petrolero del país, el ELN se identifica por sus constantes acciones bélicas en contra de la infraestructura petrolera y por la extorsión a las actividades de este sector y otras industrias extractivas; principalmente, según lo argumentan sus cabecillas, para “permitir el paso y aprovechamiento del recurso que se busca explotar”. Es así como los frentes de guerra del ELN tienen una fuerte presencia en los territorios con alto potencial productivo a partir de los recursos naturales. Por ejemplo, de todos sus frentes de guerra, el más fuerte es el Oriental, con 11 estructuras armadas en Arauca y Casanare, según un informe de la Fundación Ideas para la Paz.

ELN en Antioquia La ya mencionada cercanía con la cuna del ELN, ha hecho que en las regiones del Bajo Cauca, el Nordeste y el Urabá, haya presencia del frente de guerra Darío Ramírez Castro, que se subdivide en 7 frentes, distribuidos en los municipios de: Remedios, Anorí, Segovia, Angostura, El Bagre, Zaragoza, Tarazá, Peque, Ituango y Mutatá. Estos son solo 10 de los 109 municipios, en donde tiene presencia este grupo insurgente, según reportes de la Secretaría de Gobierno de Antioquia. Con aproximadamente 160 militantes en el departamento, según datos

entregados por el Ejército Nacional a la prensa, el pasado 7 de febrero, esta guerrilla sostiene su actividad en el territorio antioqueño gracias a que, “ha encontrado en Antioquia bases ideológicas y bases de poder en los municipios alejados que posee el departamento”, según sostuvo la secretaria de Gobierno de Antioquia, Victoria Eugenia Ramírez. Zonas montañosas de difícil acceso, otras con yacimientos mineros y otras más, con cultivos ilícitos, además del capital intelectual de sus cuadros políticos, han sido las condiciones óptimas para los más de 50 años de presencia del ELN en el territorio antioqueño. Dado lo que implica el secuestro, en lo operativo y su impacto en la opinión de la sociedad civil, la estrategia de guerra del ELN se ha modificado. Para la secretaria de Gobierno de Antioquia, “básicamente, el poder de este grupo armado es el narcotráfico, que aún es representativo en nuestra región y en nuestros municipios”, según dijo al referirse a las amenazas de este grupo, que han sido denunciadas este año en el municipio de Anorí. La presencia del ELN en Antioquia tiene un hito importante con las Milicias Populares del Pueblo y para el Pueblo, según documenta en su tesis de maestría en Estudios Políticos Arleison Arcos Rivas, al referirse al grupo que comandaba, quien fue conocido como Pablo García, exmilitante de esa guerrilla, desde las reuniones iniciales en la comuna 1 de Medellín. El accionar de estos grupos puso sobre la mesa la importancia del control de las ciudades en la estrategia militar, mediante el usufructo de rentas legales e ilegales. Ciertamente, los antecedentes del ELN en la ciudad constituían condiciones propicias para este nuevo desarrollo militar, que a su vez, fue determinante para la violenta arremetida de grupos autodenominados contrainsurgentes, a mediados de los años noventa; y su frontal ocupación de la periferia de Medellín, a finales de la década, como parte del proyecto de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que usaron casi la misma estrategia militar de las guerrillas de izquierda, a las que paulatinamente se fue sumando el cada vez mayor peso del usufructo sobre las economías ilegales. Pero la huella más dolorosa de la guerra del ELN en Antioquia se marcó en el año de 1998 con la voladura del oleoducto Caucasia-Coveñas, que pasa por el municipio de Segovia. El incendio producido por la explosión llegó hasta

el corregimiento de Machuca, donde más de 70 personas murieron quemadas. El episodio, considerado un crimen de lesa humanidad, fue condenado por organizaciones internacionales y la Corte Suprema de Justicia profirió en el año 2007 una sentencia de 40 años de cárcel, contra la cúpula del ELN, por este hecho. Esta acción, que ilustra la cadena de mando en las estructuras del ELN, constituye un aspecto a tener en cuenta en las negociaciones que comienzan. Según un informe de la Corporación Nuevo Arcoiris, publicado por la agencia Colprensa, “el ELN llega a la mesa de diálogos más dividido que unido, lo que explicaría los constantes ataques en diferentes zonas del país y lo que respondería a la imagen de poder que desean infundir”. En estas condiciones, hay otros factores que inciden, como la financiación de la lucha armada a partir de las rentas ilícitas. La Dirección Nacional de Inteligencia asegura que esta guerrilla, específicamente en el departamento de Antioquia y gracias a la minería ilegal, recibe más de 2.5 millones de dólares, los cuales son destinados a la compra de armas en el mercado negro internacional, además de otros insumos para los combatientes. Desde esta perspectiva, pueden relacionarse las disputas territoriales que sostiene esta guerrilla con grupos de las denominadas bandas criminales (bacrim), como las Autodefensas Gaitanistas en el territorio chocoano, por ejemplo. A su turno, fuerzas combinadas de la Policía Nacional, la Fuerza Aérea y Ejército Nacional, adelantan acciones contra el ELN en Antioquia: la operación Agamenón, que en la zona de Urabá busca desmantelar el conocido Clan Úsuga; y la Operación Greta, en el Nordeste antioqueño, también pretende afectar los cuadros del ELN, como parte de la política del Gobierno Nacional de mantener las ofensivas militares, a pesar del inicio de conversaciones, hasta tanto no se acuerde un cese de hostilidades. No obstante, el gobierno departamental ha demostrado su apoyo a los diálogos con las guerrillas. El gobernador Luis Pérez Gutiérrez, al tiempo que ratifica el respaldo, ha señalado que Antioquia, como otras regiones del país, ha sido tan golpeada por el ELN, que representa una ardua tarea para el Estado colombiano en temas de reparación a las víctimas y la reintegración social, que incluso pretenden los guerrilleros desde la mesa de diálogos.


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Memoria visual de Antioquia

TRAS LA PISTA DE UNA HUELLA LUMINOSA Simón Moreno Salinas / simon.moreno@upb.edu.co

El 28 de febrero del año 2017 se cumplieron 75 años sin ese hombre que entregó su vida a la tarea de capturar la historia, ese de ascendencia liberal y de descendencia artística; ese de mirada acuciosa y aguda: Melitón Rodríguez. Hay quienes se refieren a él como el artesano de la luz. Otros lo evocan como un visionario apocalíptico. Todos, más allá del apelativo, coinciden en que ese hombre entendió que la luz es como el agua y que, para no dejarla correr por entre sus dedos, debía capturarla con su lente, importado de los talleres Lumiere en Francia, antes de que fuera demasiado tarde y la historia pasara la página, y se escribiera el capítulo de la Medellín moderna. Qué difícil resulta hacerse a una idea de la transición de la villa colonial a la ciudad industrial; del éxodo del campo, a esa urbe incipiente de genuinos personajes que habitaron estas tierras, en los días del bipartidismo aguerrido y del Estado confesional; todos retratados en el taller de los Rodríguez. A lomo de mula y a campo traviesa, Melitón anduvo por esas montañas, con sus vidrios y su cámara Kodak. Por demás, fue marmolero ocasional, pintor inusual, y profesor circunstancial. Dicen, quienes lo han estudiado, que el terreno estaba fertilizado para que un personaje como Melitón se abriera paso en los medios artísticos de la Medellín que le tocó vivir. Se refieren con esto a su padre, a su hermano, a su tío, a su profesor. El investigador Juan Luis Mejía, no escatima en afirmar que el arte y la cultura en Medellín comenzaron en el taller de ellos. En efecto, Los Rodríguez son una dinastía excepcional.

Ascendencia Ramón Cipriano Rodríguez fue, luego de haber perdido en el azar la fortuna que otrora le dieron las minas

Rodríguez se interesó por nuevas perspectivas sobre facetas cotidianas. Foto: Melitón Rodríguez. Archivo Biblioteca Pública Piloto.

La fotografía de Melitón Rodríguez dejó un testimonio valioso por su historia y por su calidad estética. Foto: Melitón Rodríguez. Archivo Biblioteca Pública Piloto.

de Anorí y la renta de aguardiente, coronel durante la guerra civil de 1860 a 1862: liberal de trapo rojo. Sus convicciones políticas fueron un legado para su descendencia, y como coronel fue ejecutado el 16 de octubre de 1962, en la Plaza Principal de Medellín, frente a la mirada de sus dos hijos y la indignación de los testigos. Uno de ellos, quien se supone cargó su cadáver y a quien su padre dirigió sus últimas palabras: “¡Hijo mío, valor, valor!”, era Ricardo. Él era el mayor de cuatro hermanos, de manera particular fue la punta de lanza de ese arte que inspiró la obra de Melitón. En París, cuando estudiaba medicina, recibió una carta de su padre donde le notificó que sus reveses económicos impedirían que le siguiera enviando dinero; en otras palabras, que ahora dependía de sí mismo para acabar sus estudios. El hombre, arrojado a su suerte, resultó primero, ayudante de picapedrero; y después, auxiliar en un gabinete de daguerrotipos. Cuando Ricardo regresó a Medellín, además de asistir a la muerte de su padre, de ser diputado en 1883 y de fundar junto a Manuel Uribe Ángel la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, se encontró con su hermano Melitón Rodríguez (padre) en una comprometida situación financiera, que motivó que esos oficios aprendidos en Europa se ilustraran en la familia Rodríguez. Así, don Melitón se hizo marmolero y escultor de lápidas para difuntos. El cementerio de San Pedro terminó siendo, involuntariamente, su museo, y quienquiera que vaya puede admirar la MR, su firma y su sello de calidad. Don Melitón, como pocos en aquel entonces, tallaba en mármol de Carrara importado de la región de Toscana, en Italia: su fama se acrecentó en la medida en que su trabajo se dio a conocer en la oligarquía antioqueña, hacia finales de la década de los sesenta y principios de 1870. Su reconocimiento como marmolero, estuvo a la par con su fama de filántropo: de “Papá Tón”, se dice, solo se po-

día esperar humanidad en su más estricto sentido. Su altruismo se refleja en Peralta, un personaje icónico de la literatura antioqueña, construido por el siempre oportuno Tomás Carrasquilla. Sin embargo, la instrucción de Ricardo no se limitó a su hermano Melitón. El otro oficio, sin el cual no hubiera podido estudiar Medicina, se lo enseñó a sus sobrinos, a los hijos de “Papá Ton”: Horacio y Melitón Rodríguez. El resto fue ocurriendo a su debido tiempo: importar el material de trabajo, sofisticar la técnica de acuerdo con los principios de los libros franceses y fundar el Taller Rodríguez. Faltaba, en el universo de los hermanos, un ingrediente sine qua non.

Influencia La historia ya había hecho una parte, emparentando a Francisco Antonio Cano y a los Rodríguez; pues la esposa de Melitón padre, Mercedes Márquez, era, además de practicante de masonería, la prima hermana de Cano; y a su casa fue a dar él, en el año de 1885. No hay mal que por bien no venga. El plan de Cano era migrar de Yarumal a Bogotá, le urgía instalarse en un ambiente propicio para explotar su sensibilidad artística, pero la guerra civil que derivó en la Constitución del 86, lo encontró en Medellín, y seguir el camino hacia la capital, atravesando trochas hostiles y convulsionadas por la violencia bipartidista, no era una opción. A la guerra del 85 se le debe el encuentro entre los Rodríguez y Cano. La fotografía de Melitón Rodríguez está cifrada en clave de Francisco Antonio Cano. El entonces pintor, trabó amistad con Horacio y con Melitón y, viviendo agradecido con “Papá Ton” por permitirle vivir en su casa, trabajó con él, pintando retratos de difuntos y en el taller de fotografía con sus hijos. Allí aprendió el oficio, la técnica particular que emplearon


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los Rodríguez en su arte, y dialogó a través de ella con su pasión, la pintura. Como cabía esperarse, congeniaron. Fue la empatía, que solo puede darse entre los hombres con una sensibilidad especial hacia el mundo, lo que fluyó en ese taller situado en Palacé. No por nada la estética que reflejan las pinturas de Cano y las fotografías de Melitón son análogas. Años después, sería una pariente suya, María Cano, la flor del trabajo, la que pasaría por el taller fotográfico de Melitón Rodríguez. Ella, perteneciente a una familia ilustre, trabajó allí como auxiliar antes de ocuparse en la reivindicación de los derechos de los obreros.

Asistencia El taller fue ese espacio donde se afinó la fotografía, donde el burgués y el obrero llegaban ansiosos por inmortalizar su esencia en un papel albuminado; donde Melitón concentró sus esfuerzos en dominar la luz, como un pirómano al fuego. Allí cultivó sus conocimientos para compartirlos con sus discípulos y sus hijos. En un principio fue Horacio, que era 9 años mayor que Melitón, quien dirigió el local. Él fue el preludio de un proyecto que, si bien ya tenía precedentes en la ciudad (el primer taller de fotografía en Medellín se fundó en la década de 1850), tendría unas pretensiones más creativas. Horacio fue el que preparó el terreno para el acontecimiento de algo grande; él era un hombre metódico, serio, de carácter fuerte, puesto en su sitio. Su estoicismo fue clave en el devenir de la empresa fotográfica. Antes de retirarse, para dedicarse de lleno a la arquitectura y encargar definitivamente a Melitón en 1897, escribió “18 Lecciones de Fotografía”, el primer libro conceptual sobre este arte en Medellín. Por esos días, cabe mencionar también, se publicaría la primera revista ilustrada de Medellín: “El Repertorio”. Los editores: Horacio Rodríguez y Luis de Greiff.

Existencia Melitón tenía 22 años cuando asumió la dirección de la Fotografía Rodríguez y contrajo matrimonio con Carmen González Tobón, la prima del escultor Marco Tobón Mejía. Comenzó a tejerse la historia de un hombre que hizo de su existencia toda una experiencia estética. Como aprendiz fue paciente, estudió la preparación de las mezclas químicas necesarias para los revelados, a retocar los negativos. A acondicionar el montaje para fotografiar a cada persona, de acuerdo

con su profesión o con su esencia; desde los personajes más humildes hasta los más distinguidos, y desde los más icónicos hasta los más discretos. Melitón se ocupó en su fotografía de la diversidad de gentes de su tierra: Rafael Uribe, Manuel Uribe Ángel; “Cosiaca”, los toreros, los mineros, los médicos, los herreros, los estudiantes, grupos familiares y muchos más. Para todos hubo cabida en su taller. Los avances de la fotografía, la evolución del colodión húmedo a la plata seca, en forma de gelatino-bromuro, marcó el fin del sedentarismo de los fotógrafos. Antes, los tiempos de exposición y la dificultad para cargar con un taller de revelado portátil eran el obstáculo para salir a la calle. Ahora, con las instantáneas, una fotografía se lograba en un cuarto de segundo, pero era necesario un vidrio de medianas y grandes proporciones, que retuviera la luz hasta el día del revelado. Lanzándose al ruedo, su afán de documentar lo empujó a las montañas antioqueñas, a capturar personajes históricos como: las chapoleras y los carreteros; acontecimientos significativos como: la colonización antioqueña y la construcción del Ferrocarril. En ese trasegar, Melitón se encontraría con la arquitectura republicana, que tuvo como precursores a hombres como: Carlos Carré, Agustín Goovaerts y a su hermano Horacio. Y con grandes obras como: La Catedral Metropolitana, el Palacio Municipal, la urbanización del paseo La Playa, la evolución de la calle Caracas, de la calle Cúcuta; la remodelación del Paraninfo de la Universidad de Antioquia, del Parque Berrío. Todo lo registró Melitón con su lente trashumante, legándole a la ciudad un patrimonio histórico, expresado en más de 200 000 negativos; que hoy se guardan en el archivo fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto. Por supuesto, entre tantas capturas, su obra no puede ser más prolífica. Quizá no hubo algún campo de la fotografía en el que él no se haya desempeñado: desde la fotografía post mortem (cuando ofreció sus servicios de fotografía mortuoria de niños), hasta la fotografía publicitaria (cuando los cigarrillos Hidalgo y Victoria compraron e imprimieron sus fotografías de presidentes y personajes famosos para las cajetillas).

Herencia Por todo lo anterior, cuesta creer que la ciudad hoy, a veces tan prendida a la lógica de una caducidad siniestra, no dimensione la importancia de ese tesoro patrimonial, que aún existe para que alguien lo tome y le interrogue, lo acose con preguntas. La obra de Melitón, y la de muchos otros fotógrafos, en los que se destacan: Gabriel Carvajal, Benjamín de la Calle, es el

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El legado de Melitón Rodríguez también consiste en numerosos aportes a la técnica fotográfica. Foto: Melitón Rodríguez. Archivo Biblioteca Pública Piloto.

manantial del que innumerables investigaciones y tesis de grado y de posgrado han bebido. De esto es testigo Jackeline García, coordinadora del Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto; cuando los usuarios se acercan ansiosos por notar lo que ha pasado desapercibido, por entrever lo que hasta ahora permanece encubierto. Ella orienta esa búsqueda y, a pesar de tantos años en este oficio, no deja de sorprenderse con cada nueva revelación, cada nueva impresión que nota en sus fotografías, con los mitos que se tejen alrededor de la vida de Melitón y que se reproducen con cada generación, esos mismos que los historiadores discuten en las conversaciones de pasillo y con tinto en mano. Una de esos historiadores es Maribel Tabares, egresada del pregrado de Historia de la Universidad de Antioquia. Ella, que lleva lustro y medio sumergiéndose en la vida de Melitón, cuenta que hace rato perdió de vista la orilla, y por eso revisa la historia con un lente microscópico. Su monografía de grado sobre él la presentó en el año 2011, pero la inquietud por Melitón no empezó ahí y, a juzgar por esa mirada inquieta con la que cavila acerca del universo de los Rodríguez, está aún lejos de acabarse. Ella comprende que aquello que diferencia a Melitón, de quienes se ocuparon entonces de la fotografía, es su visión estética. Sin pavonearse de ello, Rodríguez logró retratar la historia con el arte. Su obra no concibe lo uno sin lo otro. Melitón Rodríguez murió en Medellín, en el año de 1942, pero su memoria está viva en su legado: en sus fotografías, en sus pinturas, en sus grabados; también en personas como Maribel, cuando lo evocan y van tras su huella, tras los seres que vivieron aquí hace tanto tiempo, en las casas, que recorrieron estas calles, disfrutaron de los parques; lugares por los que caminamos, a veces con premura, a veces sin prisa. A Melitón hay que agradecerle, sobre todo, porque nos ha ayudado a recordar, del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.

EN NUESTRA WEB Encuentre en nuestra página web más de la obra de Melitón Rodríguez: periodicocontexto.wix.com/contexto Melitón Rodríguez vivió en una ciudad en la que florecieron expresiones del arte y la arquitectura que todavía ho y se aprecian por su valor estético. Foto: Melitón Rodríguez. Archivo Biblioteca Pública Piloto.


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IMUSA y la historia de Copacabana

LOS EDIFICIOS SE VAN, EN LAS COCINAS LOS RECUERDOS SE QUEDAN Luis Felipe Gaviria Gil / luisfelipe.gaviria@upb.edu.co

A lo largo de su historia han desfilado por Imusa generaciones completas de familias copacabanitas. Esto produjo toda una mística local, en torno a la importancia de la empresa para el desarrollo temprano del municipio y la estabilidad laboral de sus habitantes. “El que ya conoce Imusa, otro aluminio no usa”. Más que una sonora frase publicitaria, la expresión simbolizaba un mantra para los habitantes de Copacabana, un municipio al norte del Valle de Aburrá (Antioquia). Ellos crecieron y vieron progresar a sus hijos, nietos y bisnietos a la sombra de una inmensa mole de ladrillo y cemento que se alza a una cuadra del parque central del municipio: la fábrica de Imusa, la primera compañía nacional en introducir productos de aluminio en las cocinas colombianas, en el año de 1935. Imusa era, hasta su partida definitiva de Copacabana en marzo del año 2016, todo un monumento municipal. El historiador Miguel Ángel Cuenca, quien ha escrito extensamente sobre la actividad social del municipio en el siglo XX, es categórico al valorar la importancia local de la empresa: “Copacabana se desarrolló de la mano de Imusa. Fue la primera gran manufacturera en instalar su planta central en el municipio. Trajo desarrollo al pueblo, pues era el primer empleador, e invirtió mucho en la comunidad. La historia de Copacabana no se puede entender sin Imusa, ni la de Imusa sin Copacabana”. La opinión no es exagerada: Imusa construyó el primer hospital del municipio. También le dio su primer centro educativo: la Escuela Imusa, creada en el año de 1950, exclusivamente para los hijos de los trabajadores de la empresa; y la cual se conocería luego como el Colegio la Asunción, hoy abierto para toda la comunidad. Si es cierto, como manda la usanza, que la importancia de las cosas se mide por su tamaño, Imusa es un coloso; basta con buscar una imagen satelital de Copacabana para apreciar la imponencia de la fábrica, respecto a su entorno. Fueron en total 84 años en los que la fábrica operó en la zona. Según lo detalla Javier Ramírez, presidente del Sindicato de Imusa, y operario allí durante más de 44 años, en este periodo la empresa llegó a ocupar 500 trabajadores, de los que el 90 % de ellos eran oriundos del municipio. No es raro entonces, que la presencia de la compañía fuera un orgullo para la comunidad; y que funcionara como un salvavidas en contra de la incertidumbre laboral y familiar: se cuentan por cientos, los niños y jóvenes que, en un lapso de 60 años hicieron su primaria y bachillerato becados en el Instituto la Asunción, gracias a que sus padres trabajaban en la firma de aluminios y plásticos. Hoy todas las actividades productivas de Imusa, en Antioquia, se concentran en el vecino municipio de Rionegro.

Allí se estableció la casa matriz de la compañía, ahora en manos del conglomerado francés SEB. En Copacabana se quedó el macizo edificio, que fuera su primera sede, de varias cuadras de extensión; y dentro de este, las nostalgias y los recuerdos de miles de trabajadores que pasaron allí sus días y sus noches, acompañados de las carcajadas amigas y del sonido acompasado de las máquinas. Son esos antiguos obreros, y los vecinos más ancianos, quienes lamentan más el traslado de la planta: “Era una muy buena empresa. Todos los días veía a los trabajadores entrar y salir a las dos de la tarde de allá: esperando, recogiendo a los hijos, ahí sentados en el puente (aledaño a la sede), a la sombra, viendo pasar los carros. Y ya se llevaron eso. Uno sí siente pesar”, dice Silvia Montoya, una anciana de cabellos largos y oscuros, habitante de la zona desde pequeña. Fernando Gaviria, antiguo operario de Imusa, la primera empresa que lo empleó, agrega: “Para mí Imusa representó la esperanza de tener un sustento económico bueno y estable, la oportunidad de tener una casa propia y poder vivir dignamente con mi familia. Para la comunidad es la pérdida de una empresa que simbolizaba el trabajo arduo y honesto de los habitantes de Copacabana”. Las razones de la partida del municipio son diversas. Juan Guillermo Sánchez, presidente de SEB Colombia, afirmó que ello fue una decisión estratégica, ya que la unificación de todos los procesos en la planta de Rionegro les permitirá ser más competitivos en términos logísticos y de distribución. “La planta que se construyó hace 84 años quedó en el centro del municipio, generando problemas para la comunidad. Hoy en Rionegro se adecuaron 5 500 metros cuadrados para centrar la distribución de la compañía, pues la antigua sede en Copacabana, cercana al parque principal, generaba problemas para una comunidad que había crecido en población”, puntualiza Sánchez. Las contingencias espaciales y los frenos al crecimiento en infraestructura, vinieron no solo de las construcciones aledañas a la antigua sede, también hubo conflictos con las administraciones municipales de turno. Javier Ramírez, el líder sindical, indica que a Imusa se le “prohibió crecer, no solo horizontal sino verticalmente. La planta de Copacabana es de un solo piso, se querían construir dos más. La Alcaldía municipal asociada con el Concejo no lo permitieron, sin que hubiera norma que lo impidiera”. Cuestionados al respecto, ni la secretaria de Gobierno actual, Luz Ma-

En línea con su negocio, IMUSA fue motor de progreso y bienestar para las familias de sus trabajadores, hecho que también le dio reconocimiento sus productos. Foto: Cortesía Fernando Gaviria.

rina Hincapié, ni el secretario anterior, Felipe Pineda, quisieron pronunciarse. Entre los trabajadores de Imusa y los copacabanitas hay, sin embargo, un rumor bastante arraigado, según el cual fueron los anteriores concejales quienes se opusieron a la expansión local de la empresa, luego de que esta se negó a pagarles los sobornos que le pedían para aprobar tal medida. Al respecto no existen investigaciones penales o disciplinarias en curso. Tampoco existen pruebas que solventen esta información, más allá de los comentarios sin evidencia de los “por ahí dicen”. Ninguno de los tres concejales de la época, que fueron contactados, contestaron a las solicitudes de entrevista para desmentir los rumores. Las directivas de Imusa, por su parte, no han emitido declaraciones que confirmen o contradigan las versiones que circulan por las calles de Copacabana. Los comunicados y entrevistas que se conocen sobre el traslado de la planta, repiten las razones arriba expuestas por su presidente, y sostienen que se trató de una decisión unilateral de la compañía, que obedeció puramente a cuestiones de eficiencia. A diferencia de un rumor, lo que sí es notorio, es el hueco fiscal en las arcas municipales, que deja la salida de Imusa. La administración local perdió uno de sus principales aportantes por concepto de impuestos. La relación financiera, o mejor, la dependencia financiera del municipio con Imusa llegó a ser tal, que la firma se convirtió para Copacabana en una suerte de refugio

económico extralegal; un banco improvisado al que se acudía cuando la chequera pública estaba en apuros. El líder sindical Javier Ramírez comenta que “en muchas ocasiones en que la Alcaldía no tenía con qué pagar la nómina, le pedía adelantos a Imusa de sus impuestos; o hasta le pedía plata prestada sin retribución de intereses. No fue una, ni dos, sino muchas veces en la administración anterior”. Hoy, en la sede de Imusa en Copacabana, solo se ve a un solitario celador. Atrás quedaron los días en que una horda de obreros ingresaba, rayando las 2 p. m., por una puerta inmensa que hacía de entrada principal. A pesar de afincarse de manera definitiva en Rionegro, la compañía se comprometió, con los 180 trabajadores que aún tiene de Copacabana, a recogerlos en la antigua sede, transportarlos hasta la nueva y a regresarlos cuando ellos terminen sus jornadas, todo esto gratis. Así mismo, se ofreció a ayudarlos con la financiación de una vivienda en Rionegro, en caso de que quisieran radicarse allí. La política de becas y subsidios educativos continúa, ahora ampliada a cualquier institución de Antioquia. Sin embargo, 17 trabajadores no quisieron continuar en Imusa, luego del cambio de sede; a otros 20 no se les tuvo en cuenta y fueron indemnizados. El edificio en Copacabana será demolido y las tierras puestas en venta. En las cocinas y en las memorias de las personas quedará este ícono industrial del municipio, símbolo de la pujanza y la honradez de sus gentes.


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Entreveros de nuestro sistema pensional

SOBREVIVIR A LA VEJEZ Valentina Vogt Albiser / valentina.vogt@upb.edu.co

La idea de seguir trabajando a pesar de los dolores, la enfermedad y el cansancio parece inverosímil. Como también parece mentira que todavía hoy miles de ancianos colombianos mueran a causa del abandono, de enfermedades que no pueden costear, pasando hambre. Cuesta creerlo, como cuesta creer tantos otros hechos que ni siquiera se mencionan para no despertar tristezas Colombia tiene el índice de pobreza, en la población mayor de 65 años, más alto de América Latina. Y aunque en el año 2013 se invirtió el 23% del presupuesto general de la Nación en la financiación del sistema pensional, las falencias de este condicionan la vida de los cerca de 5,2 millones de adultos mayores del país, según cifras del estudio Misión Colombia Envejece. Aunque se reconoce la ineficiencia de un sistema excluyente, la raíz del problema sigue intacta: “Quien no tiene dinero, está condenado a vivir toda la problemática que significa envejecer en Colombia”, afirma Lewis Quintero, asesor de la Federación Iberoamericana de Personas Adultas Mayores. En la actualidad, existen dos regímenes para la seguridad social en Colombia: el primero es el Régimen de Prima Media (RPM), un fondo común público regido por Colpensiones. Este modelo se sostiene con recursos de carácter presupuestales, es decir, a los jubilados de hoy se les paga con los aportes de los que aún trabajan. Esto significa un verdadero problema, pues no se sabe si en el futuro este pueda seguir respondiendo, si cada vez aumentan los jubilados y con esto disminuye el capital cotizado en los fondos. Por otro lado, el Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), está conformado por fondos privados de pensión. A diferencia del Régimen de Prima Media, este modelo no exige cumplir una cantidad estipulada de semanas, ni alcanzar la edad mínima de jubilación, que es de 62 años para los hombres y 57 años para las mujeres. El afiliado puede recuperar su capital en el momento que estime conveniente. Sin embargo, el problema de estos dos sistemas radica en que ambos exigen una cantidad mínima de capital para cotizar; así, una persona que gana el salario mínimo posiblemente no lo pueda pagar y, si su fuente de trabajo es informal, no recibirá porcentaje alguno de ningún empleador para su pensión, por lo que le será imposible ahorrar para el futuro.

Seguir trabajando A las cinco y media de la mañana, don Lisardo Ortiz llega, como todos los días, a su puesto de trabajo: una caseta azul oxidada, al lado de una concurrida avenida. Se sienta entre cigarrillos, dulces y paquetes de colores a esperar que pase el tiempo. Una persona de 77 años con suerte podría dedicarse, lo que le resta de vida, a descansar, pero la subsistencia de él depende de las ventas.

4% de su salario y su empleador el 12%. Pero las personas independientes deben cotizar el 16% por ellos mismos, para pensionarse con lo mínimo”. Esto para Vélez es un objetivo inalcanzable y podría ser la razón de que el 70% de los colombianos no ahorren para su jubilación, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Sin ahorros

Foto: Valentina Vog Albiser.

“Llegué aquí hace 15 años buscando una forma de mejor vida, es que ya a uno tan viejo le toca trabajar, al menos de cuenta de uno”. Y es que don Lisardo trabajó toda su vida en la venta ambulante y cuando la vejez lo enfrentó, no pudo dejar de hacerlo, pues la necesidad jamás lo dejó ahorrar. Se sienta sobre un banco de madera hasta las 7 de la noche, cuando coge un bus que lo lleva a la casa, que comparte con algunos familiares en Guayabal Cristo Rey. Aunque Lisardo nunca tuvo esposa, ni hijos, hoy tiene la tarea de mantenerse a sí mismo, a pesar de sentirse cansado, y ¿ cómo no estarlo?, si la preocupación lo invade cada mañana al pensar que quizás ese sea su último día de trabajo, ¿qué tal si alguna enfermedad le arrebata las capacidades de seguir haciendo lo que hace? Antes de que la oficina de Espacio Público le diera el permiso para establecerse en el lugar que hoy ocupa, don Lisardo, con un cajón de madera colgado a la espalda, deambulaba por el barrio Belén. En ese entonces también vendía dulces, pero su rutina le dejaba un sabor amargo: “Eso arriba no hacía ni pa’l tinto, en cambio aquí me consigo la comidita gracias a Dios”. Como él, el 58% de los adultos mayores que deben seguir trabajando, lo hacen en la informalidad, según el Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento publicado en el año 2015. Cifras que no sorprenden en un país donde más de la mitad de sus habitantes tiene trabajos informales. “La baja cantidad de empleos formales es responsable de la inestabilidad del modelo pensional. Cada vez son más los que reclaman y menos los que ahorran”, así lo explica el economista Andrés Vélez. La ley impone cierto porcentaje sobre el valor del sueldo, “en el caso de un trabajo formal, el empleado ahorra un

Si alguien conoce de cerca la necesidad, ese es el señor Álvaro Vanegas, el único inquilino sin demencia senil, del hogar Nuestra Señora de las Mercedes, en el barrio Sevilla. La falta de recursos, sumada a la soledad, lo condujeron a decidirse por un ancianato, según comenta: “No me alcanzaba ni para comer y debía 7 meses de arriendo en el apartamentico donde vivía”. Aunque su familia trató de ayudarlo, las circunstancias lo llevaron a irse para un lugar donde, por lo menos, tiene la comida asegurada. La pensión que recibe le alcanza solamente para pagar su mensualidad y para los tintos que sale a tomarse cada mañana; acción que para él, es un grito máximo de libertad. Álvaro trabajó toda su vida, y a pesar de que en Colombia se reglamentó el pago obligatorio de pensiones de los empleados privados en el año de 1967, sus jefes nunca aportaron a su jubilación, y por otro lado, su sueldo jamás fue tan alto como para ahorrar. “Criar a los hijos y sacarlos adelante era lo más importante, la gente no entiende que a uno le alcanza pa´ lo mínimo”. En Colombia no existe la cultura del ahorro, ni hay lugar para la planeación financiera. Sin embargo, esta realidad no es de extrañar, cuando tantas personas viven el día a día tratando de sobrevivir, o de llegar con algo de dinero a fin de mes. A estas problemáticas, se le suma la transición demográfica que vive el país, según

el Informe Mundial sobre la Vejez, en Colombia “ha disminuido y seguirá disminuyendo la población menor de 15 años, al tiempo que se incrementa aceleradamente la población de 60 años y más”. Se estima que para el año 2050, el país tendrá cerca del triple de adultos mayores que tiene hoy. Las aristas del problema están identificadas, faltaría entonces que, además de reestructuraciones al sistema, se mirara esta realidad de frente, entendiendo lo que significa que una persona mayor no pueda costearse la vida que le queda después del trabajo, ni suplir sus necesidades básicas, ni recibir la atención en un hospital a causa de su estrato. Al fin de cuentas, el abandono a las personas viejas recae en la misma sociedad.


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DESDE LA RAYA

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

CONTEXTO No. 58

Abril de 2017

Testimonios desde un crisol donde se forjan futuros profesionales

CAPURGANÁ, CANTERA SIN EXPLOTAR Juan Camilo Villa Múnera / jcvilla8@hotmail.com

Capurganá es un corregimiento del municipio chocoano Acandí, con una población de tan solo 3 000 habitantes. Su juventud debate su futuro entre dos variables principales: salir del golfo o permanecer allí. Las pocas personas que viven en este lugar se dedican a la pesca, la agricultura o en forma directa al turismo, ya que dentro de su pueblo no es posible acudir a la educación superior. El niño de Capurganá encuentra en el fútbol una opción de vida, una forma legal de conseguir dinero; una manera de ser reconocido por su gente. Es lo que él más ve en televisión, tal y como lo afirma Emerson Sánchez, uno de los habitantes y quien actualmente trabaja de la mano del concejal Darwin “Maradona” García, en pro de los jóvenes que sueñan con ser profetas en su tierra, en los estadios del país y por qué no, del mundo. ¿Y qué es ser profeta? Este término, romántico por cierto, se ha vuelto la manera popular de llamar a los jugadores profesionales en el Pacífico, en Urabá, y con el tiempo, ha ido llegando al departamento de Antioquia. Es parte de la jerga futbolera que se le adjudica a estas regiones, que son potencias en cultivar a los talentos de este deporte. Existen también muchos otros términos como: • • • • • • • • •

Caballo: Jugador fuerte, potente y que trabaja mucho dentro de la cancha. Máquina: Jugador talentoso, incansable, que va con todo a cada pelota. Rico: Una expresión que hace alusión al fútbol lírico, a la finta, al regate. Corte: Grupo de jugadores superlativos, buenos. Monta’o: Cuando un jugador logra éxito en su carrera profesional. Piratear: Jugar partidos extraoficiales, en el barrio, con amigos, desafíos. Arregla’o: Jugador cuyos documentos le dan una edad menor a la que tiene en realidad. Dar Melo: Exponer buen fútbol, demostrar el talento. Mochar: Dejar por fuera un jugador, sacarlo de un equipo.

Roberto Rosas es oriundo de la tierra del ají. En la actualidad vive en Quibdó y trabaja para una empresa privada como asesor comercial. Con frecuencia llega a Capurganá, en donde visita a sus familiares y amigos, y le da nostalgia recordar los días de pesca con sus ‘panas’, después del colegio; jugar fútbol en la cancha, que no da ninguna garantía para la integridad física de nadie; pero gracias a este terreno irregular de arenilla, con vetas de grama, lleno de piedras y cualquier cantidad de cosas, aprendió a driblar más que cualquiera. Él dejaba a un rival en el camino, luego a una piedra filuda, enganchaba a un perro que pasaba y después se inhabilitaba su jugada porque una carretilla, que era arrastrada por un táparo, se cruzaba en la plaza central del corregimiento. Al caballo nadie le había explicado que eso de ahí también era una cancha. “Lo que tenemos aquí es potrero, calle, zona rosa. En Capurganá ya no se puede jugar”, expresa Rosas, con humor. Por otro lado, está el microfútbol. Al no haber una placa deportiva para jugar, esto obliga que los sueños de estos pequeños aterricen en la pista Narcisa Navas; la que, siempre y cuando no se vea venir un avión, servirá para jugar al “futsal”, en esa superficie dura. Con respecto a este deporte, el año pasado Colombia fue anfitrión del mundial de microfútbol, con lo que estos muchachos se ilusionan; ellos ansían triunfar en la Liga Argos Futsal para que sus madres los puedan ver por el canal Win Sports, “el canal que todos queremos”. El talento sobra en la región, aunque de Capurganá aún no ha salido ningún jugador profesional, de Acandí sí. Entre los profesionales que vienen de allí están: Elkin Blanco, campeón de la Copa Libertadores con Atlético Nacional; José Erick Correa, quien milita en el equipo de Tigre del fútbol argentino; y Phil Jackson Ibargüen, quien juega en la segunda división de Ecuador. En Acandí se organiza un torneo con 17 clubes, en el que se destacan grandes talentos, así lo afirma John Edier Mosquera, un empleado de la discoteca La Brujita, quien tiene un hermano que juega allá: “Pablito, al que le dicen Messi, no se sabe si es zurdo o derecho, te gambetea con las dos. ¿James? ¿Macnelly?, este juega más”. Son muchos los que desde niños soñaron con ser profetas y por la falta de oportunidades, que ellos mismos denuncian, no lo lograron. El concejal Darwin García explica que el presupuesto del municipio, para deporte y cultura, es de 103 millones de pesos anuales, 8 millones y medio mensuales; y para Capurganá, va lo que sobra de Acandí. Es una cantidad irrisoria para mejorar las condiciones de los jóvenes que se divierten jugando al balompié. “Si al menos le dieran un buen manejo a esa plata, se podría hacer algo con los pela’os, pero quieren organizar un torneo y salen con que solo ponen dos balones. ¿Y el arbitraje, los uniformes y el agua? No hay derecho”. A Darwin se le conoce, por estas estrechas calles, como “Maradona”, un “paisa” le puso así por su talento en la juventud. Él es la persona que más ha luchado por el deporte en este corregimiento. “Con las uñas” sostiene al único club de fútbol que no es de Acandí y participa en el torneo. El equipo se llama “Maradona’s Fútbol Club”, y viajan todos los fines de semana a su municipio para representar a su pequeña villa. El recorrido se hace en lancha, dos de los jugadores son lancheros de oficio y facilitan el vehículo; la Alcaldía les ayuda con los 178 000 pesos que cuestan los 15

Las limitaciones en infraestructura deportiva no impiden que el fútbol sea parte de la vida cotidiana de los habitantes de este corregimiento de Acandí. Foto: Juan Camilo Villa Múnera. Desde la Raya.

galones de gasolina, para ir y volver; pagan 40 000 pesos de arbitraje y, según haya bonanza o no, compran 30 bolsas de agua, que si son frías valen 8 000 pesos; al clima, solo la mitad. Luego, cada jugador debe llevar dinero para almorzar, antes del regreso. Es un esfuerzo grande que hacen estos muchachos, por amor a este deporte; inclusive, hay dos jugadores que viven en Puerto Obaldía, Panamá; otro es de Sapzurro y su trayecto es mucho más largo. Sin embargo, esta decisión ha tenido sus frutos, pues en el año 2015 quedaron campeones, a pesar de todo lo que se maneja detrás de esta competición. “El fútbol en Acandí se ha vuelto una guerra de egos”, dice “Maradona”, refiriéndose a la presencia del narcotráfico en estos eventos. Según cuenta, existe un club cuyos jugadores se han probado todos en equipos profesionales, patrocinados por sus “padrinos”; los mismos que disponen bebidas hidratantes y energéticas, uniformes nuevos y remuneración para sus jugadores. Mientras en otros equipos se toma agua fría o caliente. Así, conforme algunos estrenan guayos de alta gama, estimados en 400 000 pesos el par, otros comparten estos elementos para jugar. Contrastes que, según concluyen personas de la zona consultadas para este reportaje, demuestran la disputa de los “traquetos” por tener el mejor equipo, exportar algún jugador y, de paso, lavar dinero con ello. En vista de lo anterior, el concejal García valora que, a pesar de las limitaciones, se haya podido llevar la copa para su turística Capurganá. Reconoce que los capitales que se mueven en torno al fútbol, han mantenido a este deporte en este municipio chocoano, al invertir en los equipos y llevar cazatalentos como: Herly Alcázar, Carlos Castro, Ever ‘Chaca’ Palacios, Hugo Castaño y Eduardo Pimentel; todos ex futbolistas vinculados a la búsqueda de nuevos talentos, como José Erick Correa, quien fue llevado por Pimentel a su club, el Boyacá Chicó. Paralelamente, García realiza con su club algunos intercambios a los municipios de Carepa, Chigorodó y municipios cercanos a esa zona del Urabá antioqueño, para mostrar algunos jugadores y sobre todo, para que los jugadores se recreen y mantengan el foco en la práctica del deporte, pues él trabaja con niños y niñas, 100 deportistas, desde los 3 años hasta la categoría de mayores. Además, están 50 muchachos que hacen parte de un programa conjunto, entre la Alcaldía, la Cancillería y el Instituto de Deportes, Educación Física y Recreación del Chocó (INDECHO), llamado “Deporte, Paz y Convivencia”. El entrenador Manuel Culio Rodríguez se encarga de entrenar y fundamentar a los niños y jóvenes participantes, a pesar de los pobres escenarios. Pero, más importante aún, según García, es que los beneficiados pueden crecer con aspiraciones, divirtiéndose y alejados de la drogadicción. “De no ser por el deporte, ¿qué haría yo con estos pelaos?, ¿con qué se entretendrían? Si no estuvieran jugando fútbol, estarían cerca de todo lo que el turismo ha traído acá: el SIDA, la gonorrea y las drogas”. El abandono estatal en este corregimiento, es el principal impedimento que acusan los deportistas capurganaleros, quienes quieren encontrar en el deporte una salida al destino de su pequeña aldea. Lo cierto es que, también sus deseos y perseverancia, abastecen al fútbol profesional colombiano de jugadores habilidosos, disciplinados tácticamente y que disfrutan del juego, alegres, tal como los describe Maiyer García, hijo de “Maradona” y que, por su calidad, también dio de qué hablar en la tierra del ají, antiguo territorio de los indígenas kunas.


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