VIGILIA PENTECOSTES 2010

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PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA HOMILIA CON MOTIVO DE LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS D. MARIANO CABEZA PERALTA


MISA DE LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS ROCÍO, 22 de mayo de 2010 …Pero mereció la pena por ver tu cara Rocío. Queridos hermanos rocieros: Nos despedíamos en nuestra parroquia el viernes de la semana pasada y cada uno hemos hecho nuestro camino particular. Distintos caminos sí, pero un mismo sentimiento, un mismo deseo, un mismo anhelo. Hemos llegado hasta la ermita de la Blanca Paloma y hemos encontrado el descanso de ese camino, el descanso después de un año transcurrido desde el último rocío. Anoche rezamos el Santo Rosario, momento de oración entre nosotros para ofrecer nuestras necesidades al Señor por intercesión de la Virgen del Rocío. Pedimos por las situaciones que nos afectan a todos pero cada uno de nosotros le pusimos rostro en las personas que sabemos que lo necesitan más que nosotros, que se han confiado a nuestras oraciones de peregrinos. Hoy, un momento muy deseado, la misa de la vigilia de Pentecostés. Cuando lo habéis visto peligrar habéis insistido mucho para que lo mantengamos porque es uno de nuestros signos de identidad. Y ciertamente me da mucha alegría que consideréis la Eucaristía fundamental en nuestra asociación y en nuestro encuentro. El día que no fuese así nos estaríamos alejando del ideal de lo que es una hermandad cristiana. La Eucaristía de esta noche en nuestra casa de Hermandad quiere ser como el cenáculo donde se reunieron los apóstoles con algunos discípulos más y la Virgen María entre ellos. Reunidos en esta noche, en oración y celebración, esperando la venida del Espíritu Santo, mañana Domingo de Pentecostés, corazón de esta peregrinación que se prolongará hasta el lunes a medio día cuando entre la Virgen de nuevo en su ermita. Esta espera debe de ser una preparación interior para recibir la efusión del Espíritu Santo. Nos lo decía el evangelio de San Juan proclamado en esta noche:


“De sus entrañas manarán torrentes de agua viva”. Nuestra oración interior debe ser: “Señor danos de beber con abundancia, sin medida”. Porque la presencia del Espíritu Santo en nosotros nos reportará dones y gracias que ni sospechamos. San Pablo, en su carta a los Romanos nos decía algunas de ellas: Hijos de Dios, esperanza, salvación, perseverancia, fortaleza, intercesión ante Dios. La primera lectura del libro del Génesis también apuntaba un aspecto muy interesante. Si el pecado del hombre, su orgullo y soberbia, acarreó división y desencuentro, ahora la gracia del Espíritu Santo nos trae unidad y comunión. El Espíritu Santo nos hace un solo cuerpo, un solo corazón, un mismo sentir. El Espíritu Santo ahuyenta la primacía de los intereses particulares, de los empeños personalistas para hacernos tender hacia una misma familia. Qué importante este aspecto en nuestra hermandad que se va gestando año a año, paso a paso, despacio pero sin anquilosarse ni detenerse. Si verdaderamente tenemos un mismo espíritu, un mismo sentir y un mismo corazón. Si verdaderamente todos los miembros de esta familia rociera baezana cumplimos con nuestra misión, sintiéndonos todos útiles, dispuestos, serviciales, sin más interés que el amor a Dios, a la Virgen del Rocío y a la Iglesia, conseguiremos nuestro objetivo y tendrá sentido nuestra vida. Todo esto lo podemos ver en las actitudes de la Virgen del Rocío. La Virgen María se deja hacer por el Espíritu Santo sin poner barreras ni límites a Dios. Con dulzura y obediencia. La Virgen María pone su vida al servicio de los demás como intercesora, sin querer nunca suplantar a Dios, sin pretender nunca interponerse delante de su Hijo Jesucristo. La Virgen María sabe vivir con una actitud de confianza plena, de esperanza sin límite y de caridad extrema. Intercede por todos y en los momentos de más crisis y dificultad llama a la unidad, llama a poner todo en manos de Dios, llama a no perder la calma ni los ánimos. Y todo porque la Virgen es sagrario del Espíritu Santo, ese Espíritu Señor y dador de vida que todo lo puede y todo lo transforma. Llegamos al final del tiempo de Pascua de Resurrección. Cristo nos ha envidado el Espíritu Santo y desde aquel primer Pentecostés siempre ha


permanecido con nosotros, soplando con fuerza y guiando la nave de la Iglesia hacia donde más le conviene. El Espíritu nos hace llamar a Dios Padre, el Espíritu fortalece a todos los bautizados y la Eucaristía que es la nueva presencia del Resucitado, nos alimenta para el camino que lleva a las marismas eternas. La Virgen, como madre y abogada, ora e intercede por nosotros. Lo demás está en nuestras manos hermanos. Podemos, como en la primera lectura de génesis, mirarnos a nosotros mismos, creernos más que Dios, podemos ser soberbios y autosuficientes. Eso nos llevará a la dispersión, el enfrentamiento y la soledad vacía. Podemos, como en la segunda lectura y el evangelio, saciarnos bebiendo el agua pura de Cristo, sintiéndonos salvados en esperanza, viviendo del aliento de Dios, construyendo juntos, formando una gran familia donde todos somos importantes, hijos de Dios y necesarios en la construcción de un mundo nuevo. Cada uno debe de hacer su propia elección. En esta noche como preparación y mañana en la gran fiesta del Espíritu Santo, pedimos que nuestra opción sea por Dios y nuestras actitudes ayuden a seguir levantando el Reino de Dios en la tierra. Que la Virgen del Roció interceda por nosotros. Que así sea.


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