Los recuerdos del porvenir

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se dijo, y en ese momenta se dio cuenta de cometido un error irreparable. EI coronel Corona y el taqufgrafo esperaban nes. Rosas sigui6 mirando hacia el hotel. "IAlH repiti6 con violencia. "AI volver Ie dire que se se opone yo mismo la sacare a la calle... iRepu palabra 10 hizo sonrefr. Imagin6 las caras alarm vecinos ante su nuevo escandalo, y los ojos obs Isabelle volvieron a la memoria. No era ella la sustituir aJulia. EI nombre de su amante 10 llev sado de vainilla. La dulzura de la piel de Julia s aguda en las yemas de sus dedos y oy6 su voz ll Asustado pOI' el recuerdo, se volvi6 hacia Coro -iQue pase el primero de esos pendejos! -d mo tiempo que se prometfa lleno de ira: "L hotel, la saco... " Los detenidos pasaron uno p te su presencia. Cuando lleg6 el turno del pad el general sonri6. La vista del sacerdote luciend y el pantal6n rayado del loco Ie produjo alegria -Sf, senor, se Ie dara ropa interior limpia, pe usted vestido como esta. Es una prueba... El sacerdote no contest6. Rojo de ira, firm6 raciones y sali6 del despacho de Rosas sin desp Entr6 Juan Carino. Francisco Rosas, tratando ferencia, se puso de pie y 10 escuch6 como si fuera el presidente de la republica. El loco pa fecho, pero al ofr que tendria que asistir al juic con la sotana del sacerdote, esta1l6 en c61era: ~EI general ignora que desde 1857 existe la s entre la Iglesia y el Estado? -No, senor, no 10 ignoro -contest6 humild general. -Entonces, 2c6mo se atreve a volver perma fortuito cambio de investiduras? iQuiero hacer

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