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frondosa a la que llaman la “planta Paulino”. A su alrededor pusieron un banco pintado de verde y allí se sientan las mujeres a tejer, los campesino a comer y a fumar. Los viejos permanecen allí sentados hasta que oscurece y se ven las brasitas de sus pipas. Antes de irse a dormir, saludan a su amigo Paulino: –Buenas noches, Paulino. La verdad es que eres un buen muchacho. Gianni Rodari, Cuentos Largos como una sonrisa. Barcelona, La Galera, 2000.
SEXTO GRADO