198. De la A a la Z por un poeta La A
Y mejor, si se cocina
La A sabe que es un reto
–con un poco de buen tino–
–no se le puede negar–
con un clavo, con comino,
hallarse en primer lugar
cilantro y canela fina.
de todito el alfabeto. Al mismo tiempo, la A,
La Ch
inveterada viajera,
Con la Ch, lo que sucede,
se aparece dondequiera:
es que no siendo chismosa,
aquí, acá y acullá.
o chocarrera o chistosa, quiere ser seria, y no puede. Pues por más que se le busca,
La B Soñaba, sí, ser un día
en palabras como “chasco”,
buena, bella y bondadosa,
“chisgarabís” o “chubasco”,
pero también otra cosa
no dejará de ser chusca.
–y no era una bobería–: Deseaba, yo bien lo sé, ser de grande muy delgada,
La
alta, larga y estirada,
Sin la E, ¿cómo decir
la B cuando era bebé.
“excluir”, si se la excluye?
E
¿Cómo, si no se la incluye, La C La C estará en la comida
cómo “escribir”? Y tú me dirás: sin ella,
de quien la coma con coles,
¿cómo hablar con elocuencia?
coliflor o caracoles,
Y si brilla por su ausencia
cruda, con caldo, o cocida.
¿cómo llamar a una estrella?