Esferas—Issue Two

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olvidado que es alérgico a la lana? Sobre el escritorio la madre coloca un cenicero pesado de vidrio que dice Tabaris, no me vas a decir que no, este le gustaba seguro y a lo mejor todavía fuma. Le gustaba porque lo robó tu padre, como recuerdo, una vez que me llevó a ver a la Josephine Baker en ese cabaret. La hija no dice nada, piensa sacar el cenicero del cuarto, luego se olvida. Juntas planean las comidas que le van a preparar, no se ponen de acuerdo en qué le gusta y qué no, ya llegará el momento de preguntarle. Esta historia tiene varios finales posibles, elijo dos. Uno, el hijo vuelve está contento de volver a ver a la madre, a la hermana, pero no reconoce el cuarto, se ríe, lo recordaba más grande, dice rozando el cenicero con los dedos, qué lindo, muy art déco, lástima que ya no fumo ¿la cama no estaba debajo de la ventana? Otro final, que prefiero: a último momento el hijo decide no volver, por lo menos por ahora, dice, le ha salido una oportunidad que no puede no aprovechar, pero irá a verlos pronto, promete. Durante meses el cuarto queda igual, luego la hermana se lleva el acondicionador de aire, total para que nadie lo use, y vuelve la televisión de la madre. La cama, la misma que había usado de chico y que había estado en el sótano todos estos años, permanece un tiempo más. Un buen día la madre se la ofrece al portero que la desarma y se la lleva,

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