Nuevos Ecos - Enero 1, 2016

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Editorial ESTOY AQUÍ

Sarahi Garcia sarahi@nuevosecos.com Editora

Noche de paz o noche de “stuff ” Por Silvia Casabianca

Amigos lectores: El tiempo pasa, y pasa rápido, a veces se nos antoja implacable, caprichoso, lento o parsimonioso. En ocasiones es inconsciente y pareciera entretenerse en arrasar con todo a su paso, es como si le costara detenerse a mirar lo que ha dejado atrás. Pero a pesar de todas esas personales y disímiles sensaciones temporales, muchos coincidimos en que su andar casi siempre es veloz, por ejemplo, hasta hace muy poco hablábamos de 2016 como un año que veíamos proyectarse pálidamente en el futuro y ahora, bien que quedamos sorprendidos al notar cómo la distancia se acortó y el 2016 se convirtió en nuestro presente. Pues sí, un nuevo año tocó a nuestras vidas y como todo lo que marca inicio nos hace forzosamente pensar en muchísimos proyectos, que vamos priorizando de a poco su concreción, dependiendo de la urgencia con que los deseamos ver consumados. El 2016 está ya de lleno acomodado en nuestras casas, en el trabajo, en cada momento que vivamos bajo su égida y desde que entró rutilante detrás del último día de diciembre, comenzaron a perfilarse los caminos que queremos desandar, probablemente algunos serán fáciles, otros enmarañados, empinados algunos... pero, al fin y al cabo, caminos que decidamos recorrer. Entre esos proyectos a defender en este 2016 está para nosotros Nuevos Ecos. Este periódico llega a nuestras vidas, y a la mía específicamente, con las mismas ansias que la devoran a una el advenimiento de un hijo. Sí, así se siente Nuevos Ecos en mis manos, como al hijo que hay que cuidar, enseñar y al que se ama de manera incondicional y el que será, como toda obra humana, perfectible y puede, que hasta incompleto. Me gusta decir a menudo que Nuevos Ecos está creciendo, está comenzando a dar sus primeros pasos hacia ese utópico proyecto que queremos lograr como producto comunicacional y periodístico. Nuevos Ecos es también una especie de experimento, el que pretendemos que sea leído y buscado por ustedes los lectores, y cuando digo experimento no quisiera que se malinterpretaran mis palabras, creyéndose a Nuevos Ecos como un periódico no serio, sin rumbo alguno. Con esta edición, la primera de enero y la de 2016, deseamos mostrarles parte de lo que queremos hacer con Nuevos Ecos. Nuestro propósito es que usted lo busque y lo necesite para informarse y para aprender. Sin duda, éste es nuestro principal proyecto profesional para el presente año, un proyecto que será trunco si no los tenemos a ustedes: los lectores, la razón de ser de cada número que imprimamos. Bienvenidos entonces a Nuevos Ecos, un periódico que defiende la palabra y que quiere contar con usted para continuar escribiendo nuestra historia, que también es la suya.

¿Nos acompañan?

Nuevos Ecos José Fernández Director jgff@nuevosecos.com

Jackie Figueroa Publicista jackie@nuevosecos.com Sarahi Garcia Editora

Quizás sea la época de Navidad y el fin de año la más propicia para notar cómo existimos. ¿Qué valores dirigen nuestra vida? O sea, en nuestra lista de prioridades, ¿qué es lo que cuenta? ¿La forma o el contenido? ¿La apariencia o la esencia? ¿El tener o el ser? Cuando pienso en Navidad lo primero que me viene a la mente es la familia desde luego. En mi infancia era Navidad la época en que nos reuníamos en casa de alguno de los muchos primos a rezar la novena, cantar villancicos, comer buñuelos y quemar pólvora y el 24 a comer y abrir regalitos. Era la Navidad la época de dar de comer al hambriento, estar en paz con quien nos había ofendido, tener paciencia para con los defectos del prójimo y contribuir a vestir al desnudo, practicando las obras de misericordia que se nos habían inculcado. Se trataba también de honrar a la familia del niño que llegaría con un mensaje de amor y cuya natividad se celebraba. Era el momento de cantarle al niño:“Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto.” Preparábamos el pesebre con devoción. Salíamos al campo un fin de semana a recoger musgo y quiches para replicar en miniatura el paisaje que fuera el escenario del gran evento y luego sacábamos de los closets las luces, los personajes del pesebre, los adornitos con los que decoraríamos en un rincón de la sala ese pueblito en miniatura que replicaba a Belén a donde 20 siglos años atrás había viajado una parejita de jóvenes a empadrarse para el censo obligatorio. Con arena trazábamos ese camino de por allá, el misterioso Medio Oriente, por el que aparecerían en camellos unos Reyes Magos que venían siguiendo una estrella, trayendo mirra, incienso y oro como regalos. Y frente al establo poníamos a los diminutos pastores que venían a adorar a ese niño prodigio. El árbol lleno de bolas frágiles y lazos y

objetos plásticos y luces vino después, mucho después. Y supimos desde el comienzo que era un cuento gringo, que no nos pertenecía de la misma manera que era nuestro, muy nuestro el Niño Dios. No hay duda que los tiempos han cambiado de manera significativa. La globalización ha facilitado la penetración de la cultura norteamericana y del consumismo en todos los rincones del planeta suplantando costumbres locales. Si mi lista de pedidos para el Niño Dios incluía en aquellas épocas cosas como la paz mundial, la salud de una tía o un hermanito, las listas de hoy en día para Santa Claus son de plástico en su mayoría. Los niños piden la última versión del iphone, el último video juego – el Witcher 3 -, la camiseta Adidas, los zapatos Nike o similares. Lo significativo y lo duradero han dado lugar a la preocupación por la apariencia y la imposición de lo perecedero. La Navidad no hace excepción para esas familias que ya no se hablan. No hay tregua. Si acaso se comunican, es por Messenger o email estando incluso en la misma casa y hasta en la misma habitación. Nos hemos ido perdiendo en el laberinto de “las cosas” o como se dice en inglés, del “stuff ”. Estamos llenos de stuff, pero muchas veces vacíos de contenido. A mi me gustaba esa tregua que eran los días de Navidad, esa generosidad que nos motivaba al ahorro para poder regalar a los seres queridos. Añoro los días en que todos participábamos en la preparación de la comida (pero entiendo la conveniencia de encargar viandas en el supermercado). Aún me llegan al alma los villancicos que hablan de una noche sagrada, una noche de paz. Aún quiero que el fin de año sea una época de reflexión, de concordia, de alegría y de perdón. Es que así uno puede completar un ciclo y comenzar el nuevo año con el alma livianita y el corazón limpiecito.

¡El periódico hispano de más larga trayectoria y circulación en el Suroeste de La Florida!

Diseño Gráfico: Esneider Caridad Columnistas: Silvia Casabianca Maritza Guevara-Sanchez Majani Lullein Rocío Navarrete Dr. Ilan Shapiro Ricardo Skerrett, Esq.

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