Personajes
Recordó cuando su papá le decía que fuera fijándose en una chaparrita, a lo que él muy en su interior se decía “qué diablos una chaparrita: una más grande que yo”. Y a como platicó de ella, sí, definitivamente debía ser muy grande. “Desde que la vi en la escuela dije que me iba a casar con ella. Pasaron cinco años hasta que la volvió a ver, para iniciar un noviazgo de cuatro años y medio “y ya tenemos 13 años de casados”. “¿Así, tan pantera?”, le espetó Saúl, pero Pedro sostuvo que “pues ya tenía los informes, me faltaban los hijos”. Expuso que nada le cansa porque, como desde siempre le ha dicho a su espo-
Del 1 al 6 de septiembre de 2008
Político, abogado, esposo, padre, amigo, deportista… sí, le encanta el fut bol y no sólo verlo, ¡sino jugarlo! sa: “pienso en ti y en mis hijos, y nada me dobla”. “Estoy casado con una mujer extraordinaria”, remarcó. Luego de un suspiro recordó que cuando novios, y como mudo testigo el kiosco del pueblo, le manifestaba a Araceli su temor de no ser aceptado por sus ahora suegros, a lo que ella le insistía que “es mi decisión”. Por todo ello, Pedro le prometió que aunque fuera pidiendo limosna afuera de Catedral, la mantenía. “No ha habido
necesidad, todavía”. Refirió que su niña, muy contenta y orgullosa, le comentaba que sus compañeritas de la escuela le decían que vieron a su papá en la tele, pero “vamos a seguir trabajando aunque no salgamos en la tele”. A pregunta de sus entrevistadores, Pedro Martínez afirmó que madurez y trato fue lo que se le forjó en casa de sus padres, ya que mientras parientes y amigos les decían que ni para qué exigirle, sus padres, lejos de tomar
la decisión de ahí dejarlo para siempre, le dieron un trato parejo. Así es que a cortar frijol, chile, como uno más de la familia y aunque no había necesidad, él se engallaba y les decía que “yo quiero hacerlo”, porque siempre he sido “algo independiente”, adujo. “Desde siempre soy comerciante”. Platicó que de niño, cuando ya le caía algo de dinerito, puso su mesita y ¡a vender dulces! En ocasiones, apuntó, juntaba envases de la corona y también hacia ne-
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gocios. Incluso, dijo, “cuando fui diputado local les vendía chamarras de piel a los compañeros. Y aunque me preguntaban por qué, si no tenía necesidad, pues porque siempre me ha gustado”.
Aunque metiera la mano…
Político, abogado, esposo, padre, amigo, deportista… sí, le encanta el fut bol y no sólo verlo, ¡sino jugarlo! Claro, con el consabido permiso del árbitro y los rivales en cuanto a que Pedro le iba a pegar con el brazo y, a veces, a meter mano. Compartió que en una ocasión le tocaba entrar y dijo a su compañero-di-