Humanismo Poético: El Dolor y la Alegría

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Humanismo PoĂŠtico

El dolor y la alegrĂ­a


HUMANISMO POÉTICO: EL DOLOR Y LA ALEGRIA Libro Recopilatorio editado expresamente para este evento que dedicamos a reflexionar sobre conceptos tan humanamente poéticos como El Dolor y la Alegría; aunque hemos potenciado las aportaciones sobre el dolor en todas sus acepciones por su mayor complejidad e valoración científica y social. Acto celebrado en el Salón de Actos de la ONCE, en calle Resolana de Sevilla. Día 8 de marzo de 2010 Organizado por la Institución Literaria Noches del Baratillo con la colaboración de ONCE Contiene textos aportados por personalidades del ámbito socio cultural sevillano y poetas de Noches del Baratillo. Las imágenes han sido aportadas por: Enrique Sánchez Rodríguez, Paquita Tobaruela, José Antonio Borrás, Concha Vilches, José González Jaramillo, JLuis González Cáceres, Juan Orozco, Sonia Moreno, Inmaculada Delgado y Luigi Maráez Diseño y Maquetación de José Luís González Cáceres. Acto literario conducido por Nuria del Saz. Complementan el evento las actuaciones musicales de los profesores del Conservatorio Profesional de Música “Francisco Guerrero”: Camilo Jesús Irizo Campos al Clarinete Bajo, interpretando la obra “Inscriptio” del compositor José María Sánchez Verdú Miguel Romero Morán al Saxofón Soprano y Noelia Sierra Domínguez al Piano, interpretando la obra “Sin-cronía” del compositor Manuel Rosal Carlos Cansino Pérez a la Percusión, interpretando la obra “Rebonds B” del compositor Iannis Xenakis. Portada: Fotografía titulada “Y surge la alegría” de JLGC


HUMANISMO POÉTICO

Biafra. Delgado. Premio Nacional de Pintura. Cuadro propiedad de José González Jaramillo, miembro de N del B, que cede su reproducción para este evento.

EL DOLOR Y LA ALEGRÍA



La Institución Literaria Noches del Baratillo tiene entre sus objetivos la comunicación social a través del lenguaje poético. Hemos realizado recitales poéticos dedicados a la importancia de los abuelos, a Dios en la poesía, a la marginación social bajo el lema Poesía Incómoda, etc. Hoy queremos hablar de dos conceptos que se complementan y revitalizan al ser humano: el dolor y la alegría. Igual que en otras ocasiones, hemos buscado el apoyo y la colaboración de una entidad que trabaje con el lema elegido para el Recital, y qué mejor que la ONCE. Gracias a la sintonía encontrada en personas como Monte Herrera que ha puesto en marcha todos los mecanismos y los contactos personales posibles para que este proyecto haya podido desarrollarse Como en recitales anteriores, hemos ido al encuentro de personalidades relevantes del ámbito socio cultural sevillano y les hemos cursado una solicitud: Un texto reflexivo que tratara principalmente sobre El Dolor. Es una gran satisfacción la respuesta encontrada. Como podrán comprobar, en la primera parte de este Libro Recopilatorio se reproducen reflexiones de alto valor pedagógico, social, literario, científico e incluso poético. La segunda parte del libro se enriquece con poemas de miembros de la Institución Noches del Baratillo. Paralelo al lenguaje literario hemos tratado de concretar el lema del evento, principalmente El Dolor, también a través del lenguaje de las imágenes. Pero hay algo más. Los asistentes al Recital habrán podido comprobar la sintonía de los espacios musicales elegidos con los sentimientos analizados. Muchas gracias a todos.

En Sevilla, a 8 de marzo de 2010

José Luís González Cáceres. Presidente de la Institución Literaria Noches del Baratillo.



PROLOGO “Buenas tardes. Casi nueve grados en la escala de Richter. Con esa magnitud ha temblado la tierra esta madrugada en Chile. Nuevamente hablamos de víctimas, de personas que lo han perdido todo, sus viviendas, sus recuerdos… Muchos, cientos, han perdido lo más preciado, la vida” Otros días, tal vez el mismo día, las víctimas tienen nombre afgano, palestino o chino. Unas han recibido el impacto de una bala, otras han quedado atrapadas en una mina de carbón que no reunía las condiciones mínimas de seguridad. Otras veces, mis víctimas, de las que hablo sin conocerlas, tienen nombre Español y se dejan la vida en las carreteras o sufren el dolor de la pérdida de sus seres queridos por la inconsciencia de otro ser imprudente, tal vez. A veces el dolor se produce de una forma tan absurda… que duele más. El dolor es universal. Afecta a todos, sin importar la geografía ni el tiempo. Es condición sine qua non de la vida. En estas páginas, varios escritores, médicos, poetas, periodistas y personajes de la vida cultural de Sevilla nos ofrecen su particular forma de enfrentarse a ese sentimiento tan presente en la vida como la vida misma. Unos lo hacen desde la abstracción de la Poesía, otros desde la realidad doliente del que padece en carne propia o ajena, otros con la esperanza como alivio, algunos lo combaten mediante la negación, como quien esquiva un mal ladrón en una callejuela oscura… Muchos coinciden en que compartido el dolor es menos dolor (y cuánto nos duele que no nos sientan). Y todos lo reconocen, aunque sea para eludirlo mediante palabras o regocijarse con el sueño de una evasión inminente. Y concluyo como comencé. El dolor produce víctimas, seres que sufren, personas envueltas en dolor. Un dolor que se contagia y que se instala en el corazón de mi escritorio a través de los bites de los teletipos, a través de las ondas hercianas, un sufrimiento al que no soy inmune. Es un dolor prestado, de segunda mano, ante el que se puede cerrar los ojos a ratos o a días, por salud mental, pero que uno siente vivamente, porque el dolor tiene la habilidad de saltar de corazón en corazón, cuando menos lo esperas. En realidad, es contagioso como un virus que se hace resistente a los antibióticos, porque el dolor no es inocuo, por mucho que lo veamos a través del objetivo de una cámara. Al dolor, en contra de lo que se dice, al dolor uno nunca se acostumbra. Nuria del Saz. Periodista Canal 2 Andalucía.



HUMANISMO POÉTICO

Lo que esconde una mirada. Luigi Maráez.

EL DOLOR Y LA ALEGRÍA



PERSONAS QUE REFLEXIONAN

Alberto Rodríguez Sacristan. Endocrino. Escritor Emilio Carrillo Benito. Catedrático. Escritor. Francisco Cenamor. Escritor. Poeta Fran Nuño. Editor. Librero. Escritor. Grupo Ventana Literaria de Almendralejo. Grupo Poético Jaime Rodríguez Sacristan. Psicólogo infantil. Director Clínica con su nombre Jesús de la Lama. Presidente Fundación Jiménez Becerril Jorge Prádanos. Periodista. Locutor. Escritor. José Luis Rodríguez Ojeda. Profesor. Poeta. Letrista flamenco. José Manuel Delgado García. Catedrático. Escritor. José Manuel López Millan. Jefe Unidad tratamiento el dolor José Pérez Bernal. Coordinación de Trasplantes. Sevilla Lola López Enamorado. Directora Instituto Cervantes Marrakech Manuel García García. Hermano Mayor Hermandad de la Macarena Mónica Madrid. Presidenta Consejo Territorial ONCE Salvador Luzón. Ginecólogo. Escritor Sonia Moreno Guinea. Coordinadora Htal San Juan de Dios


12 SENTENCIAS SOBRE EL DOLOR

1.- Quien ha perdido a un ser amado sabe qué es el dolor. 2.- El dolor es un prisma con aristas cortantes, que siempre hieren. 3.- El amor frustrado produce dolor. 4.- La vida de cada persona empieza y acaba con llanto; al principio llora el niño, y al final la familia. 5.- Preguntaron a un sabio: ¿Cuánto dura el dolor de un viudo? Él respondió: “Depende de cómo era la difunta” 6.- El dolor espiritual lo mejora el paso del tiempo, pero difícilmente se cura… 7.- El dolor de muelas lo provoca una caries, y “el dolor de corazón” un mal amante. El primero se quita arrancando la muela, ¿y el otro…? 8.- El dolor físico se aplaca con calmante, ¿y el del espíritu? 9.- ¿La Inquisición fue una multinacional del dolor? 10.- El verdugo no quiere matar, pero vive de eso. 11.- El fracaso en el amor se sublima con el recuerdo. 12.- Juvenal, un poeta clásico latino, decía: “No le temo a la muerte no, pero sí al camino hasta llegar a ella”

Alberto Rodríguez Sacristan. Endocrino. Escritor


ANTE EL DOLOR, ¿QUÉ HACER Y HACERLO AHORA? Injusticias, marginación, manipulación, crisis, miedo, destrucción ecológica, enfermedades, incomprensión, incomunicación,… El dolor, físico y psíquico, nos rodea. Lo sienten más los pobres, pero también los pudientes; los cercanos y los lejanos; cada uno de nosotros. ¿Qué hacer y hacerlo ahora? El Amor nos impulsa a movilizar la Compasión ante el dolor: ante quien lo padece; ante quien lo causa; ante el hecho mismo que lo ocasiona; y en el interior de nosotros mismos. Ante quien padece el dolor, movilizaremos la Compasión en forma de amor al prójimo, de ayuda y apoyo inmediato y solidario. Lo daremos, por supuesto, de modo desinteresado, pero con disposición a recibir, pues nadie es mejor o superior que nadie y el que menos tiene o más precisa es, a veces, el que más nos puede dar. Y procurando que el que soporta el dolor no lo sublime como sufrimiento, ya que una cosa es el daño o padecimiento físico, psíquico o material –su naturaleza es nítidamente objetiva- y otra la interiorización del mismo –su naturaleza es subjetiva y estrechamente ligada al ego. Ante quien causa el dolor, movilizaremos la Compasión en forma de perdón. No caben excepciones de ningún tipo. Hay que desplegar el Amor Incondicional, que es, ineludiblemente, Amor contra Resistencia: Amor al que origina dolor o daño a otros o a nosotros mismos. Este es uno de nuestros grandes aprendizajes espirituales como seres humanos. Y requiere un perdón sin contrapartida alguna; un perdón completo y sincero, sin medias tintas ni ambages. Ante la situación o el hecho mismo que ocasiona el dolor, movilizaremos la Compasión poniendo el dedo en la llaga de lo que lo motiva, de la sinrazón que lo provoca. Porque el perdón no es complicidad, ni connivencia; perdonar sinceramente al que ha causado el daño no es consentirlo, ni tolerarlo, ni mirar hacia otro lado en cuanto a su origen y gestación. El Amor exige amor al prójimo y perdón. Pero también que expresemos y evidenciemos el abuso, el atropello o la mentira que causan el agravio, la pobreza, la exclusión,… el dolor. Y que lo hagamos sin tapujos; sin permitir que nos mediaticen las posibles reacciones, sus secuelas para nosotros mismos, de los que detentan el poder en la escala y esfera que sea. Sin violencia ni exasperación, sin amarguras ni insultos, libres y alegres, con el amor al prójimo y el perdón como únicas banderas, decir a la cara de tantos hipócritas que los tenemos calados, que su pretendida cordura es una colosal locura, que sus miedos y anhelos no van con nosotros y que su mundo no es el nuestro. En nosotros mismo, movilizaremos la Compasión en forma de una nueva consciencia que percibe nítidamente como la Luz nace al armonizar lo negativo con lo positivo y que la superación de la dualidad es la llave de acceso a la dimensión del Amor Incondicional. Constatamos entonces que Todo es Perfecto. Y nos sentimos como lo que auténticamente Somos: un Ser infinito, eterno, multidimensional, divino. Emilio Carrillo. Catedrático. Escritor. Exconcejal Urbanismo Ayto Sevilla


DESANGRO PALABRAS

Cuchillo que corta los dedos. Niña que escucha una bomba. Tiembla la tierra: carne, cemento, barro.

Asombro.

Vagina violentada que sangra. Pecho entregado que recibe el golpe. Anochece en los rostros de mis padres.

Me conmuevo: niño huérfano que huye abrazado a cualquiera.

Francisco Cenamor. Escritor y Poeta.


Compromiso 1. Dibujo de Concha Vilches. Miembro de Noches del Baratillo


CUANDO YA NO EXISTA

Cuando ya no exista no volveré a luchar contra esa serpiente que se desliza en silencio, a través de la maleza de lo real, buscando con cautela una madriguera de carne y mente. No temeré a la sombra que se esconde tras la cortina, que por no tener pies no logro a acertar si esta allí o aquí, en una u otra ventana. No tendré que seguir a ese instructor fecundado por esencias venidas de un pasado que nadie acierta a marcar en el mapa de lo inexplorado. No volveré a mirarme en el espejo que no reflejaba mi rostro, sino la mirada que nunca poseí. No tendré que disimular la cojera que produce la incertidumbre. No buscaré en el subsuelo de lo que se denomina legal las gotas de esa lluvia torrencial que a mí no me alcanzó. Mi esencia se desnudará y desaparecerá en una niebla que dibujará mi silueta con los colores que sobraron de mi retrato inconcluso. No recordaré, no escribiré, no haré reflexiones sobre lo que ocurrirá cuando yo no exista Fran Nuño. Editor. Librero. Escritor


DOS POEMAS DOLOR ESCONDIDO

Un grávido baile, sonoro tormento, la sombra del ocre, desnuda y artera. Luz envejecida, súbito lamento, voz deshilvanada vagando en tu esfera Fue en tu arrullo brizna la pena silente, doloroso acento, flor sin mariposa. Eres mar sin playa, río sin corriente, un perfil turbado de vergel sin rosa. Misterio infecundo. Dolor escondido en vigilia oscura, devenir adverso. Invade tu alma la cruz del gemido. Crúor candoroso, declive del verso. Un hálito frágil de estrella y ortiga pone en tu estructura dolorosa hiel. Alba sin rocío, corazón de espiga esperando ansioso su adarme de miel. María Bote.

DUELE A VECES EL CANTO

Para qué? ¡Oh, afán de mi poesía¡ Para qué me disfrazo de poeta fingiendo ser charanga y pandereta, si el alma está muriendo de agonía. Para qué sirve el verso cada día? Si el mundo sigue siendo bayoneta en la risa del niño y del profeta en la paz, el amor y la alegría. No quiero dulces cantos, no lo entiendo si he de mirar con rabia al infinito para clamar que un niño está sufriendo. No quiero ser filósofo ocurrente mientras exista un cristo pequeñito gritándome ¿por qué…? siendo inocente. María del Carmen Díez Figueroa. Grupo Ventana Literaria (Almendralejo)


EL DOLOR POÉTICO Y EL DOLOR HUMANO

Que cerca están el dolor poético y el dolor humano. El dolor siempre llama al padecimiento, a la congoja, a la pesadumbre, al desconsuelo, a la angustia y a la tristeza y el desgarro. El dolor es una palabra con miles de años de historia, los mismos que el sufrimiento humano. En idiomas tan antiguos como el sanscrito, hace tantos miles de años, se usaba con el sentido de lo se corta y se separa, y desde ahí a través del latín llega a nosotros, al poeta, que tanto sabe de desgarros, de pérdidas, de duelos, de dolor en definitiva. El dolor que el lenguaje poético sabe traducir en palabra escrita y comunicarlo, revivirlo, atenuarlo, esconderlo y quizás transfigurarlo con la libertad que la palabra del buen poeta posee. Para el dolor físico los avances de la medicina ofrecen cada vez más ayuda pero para el verdadero dolor del alma no disponemos de analgésicos; sólo tenemos la esperanza que si nos falla, que si nos falta, se convierte en un sentimiento infinitamente más insoportable que el dolor físico. No he podido olvidar jamás el grito agudo, repetido, de una niña de doce años que clamaba una y otra vez: “¡me duele el alma!” porque sabía que padecía una enfermedad que no tenía cura y que le llevaría sin esperanza, en pocos años, hacia la muerte. Todos los que por nuestros sino, por nuestro destino, o por nuestro trabajo estamos en medio del dolor humano debemos acercarnos entre nosotros. Un buen lugar para hacerlo es el sitio que ocupa la palabra poética, que tanto sabe del dolor humano. Jaime Rodríguez Sacristán. Psiquiatra infantil. Expresidente Academia Medicina Sevilla. Fundador y director de la Clínica que lleva su nombre.


Dolor y muerte, de Fernando G贸mez Mancha.


UNA MIRADA DESDE EL DOLOR “De la víctima se ven el cuerpo, las manos, el rostro, los ojos, y se ve el miedo... la locura de una muerte inútil. De su verdugo se ve sólo un brazo y aquel prolongamiento artificial de su brazo representado por la pistola. No se ven su cara, sus ojos, y sobre todo no se ve el pensamiento de venganza, de violencia y de muerte que nada en su mente... la locura de una muerte inútil” (Dario Fo) La ausencia produce dolor. “La vida es el único don, lo único que tenemos en verdadera propiedad sin haberlo merecido, sin haberlo ganado, sin haberlo elegido. Un don tan personal y privado que nadie puede disponer de él bajo ningún concepto. Matar a un ser humano carece de justificación y no hay en este bajo mundo ningún ideal que tenga credenciales para ello, aunque se haga en nombre de Dios, de la patria, del orden, de la ley o de la justicia. Matar a otro ser humano es siempre un asesinato” (Rosa Regás) El terror no tiene justificación. Cualquier asesinato, todos los asesinatos, sólo producen dolor, pero nos reafirman en la creencia de la libertad y de los valores de convivencia, respeto a la pluralidad y pervivencia del estado de derecho, que debe funcionar para llevar, más pronto que tarde, a los asesinos ante la justicia primero y a la cárcel después. La violencia terrorista no tiene justificación alguna y su único fin será desaparecer de nuestras vidas. Por ello, por más dolor que nos atenace, no nos plegaremos, ya no, en nuestro compromiso con la construcción de una sociedad avanzada, moderna y, sobre todo, democrática. “Cada vez que los terroristas atacan nuestras libres y abiertas sociedades, destrozan de manera cruel las vidas de las personas, de las familias y de las comunidades. En nombre de las vidas atemorizadas por el terror, todos tenemos la responsabilidad de ver prevalecer los valores de la democracia y de la dignidad sobre las malvadas fuerzas de la intolerancia y el asesinato” (David Trimble) Los violentos nunca conseguirán su objetivo. Nunca obtendrán ningún beneficio político a través de la violencia en una sociedad que cree profundamente en la democracia y en su convivencia en libertad. Y, aunque miremos desde el dolor, solo veremos memoria, reconocimiento, justicia y libertad. Jesús de la Lama. Presidente Fundación Jiménez Becerril


DAÑO Y DOLOR Una buena persona me pide que reflexione en breves líneas sobre el dolor. Empiezo por pensar en la necesidad de saber reconocerlo como premisa para interpretar también la alegría, el inevitable contraste que nos lleva de la vida a la muerte. Nadie es feliz naciendo, tal vez tu madre sí aunque le duela y también le doliera la primera vez que intentó copular tu presencia. Y sin embargo hay muertes con sonrisa placentera que se convierten en dolorosas para los vivos que te dicen el último adiós, presentes dolientes de tu eterna ausencia. Está el dolor que se lleva encima por marginación, por indiferencia, por desamor, por lo que te ha tocado vivir. El dolor que convive contigo y al que hay que saber reconocer para darle una palmadita con cariño y aliviarlo con una sonrisa que le haga ver que tu eres más fuerte que él. “Me duele mucho lo tuyo pero más me dueles tú” y uno siente un alivio desconocido para el inventor del Nolotil. El dolor se me antoja parecido a las lágrimas, una mezcla de reconocimiento y desahogo. Si hay algo que no soporto es la tristemente cotidiana e inhumana expresión de “le voy a dar donde más le duele”. Daño y dolor no escogieron la misma vía. Hay algo que me dolería y mucho, que ella no recuerde la escena del primer beso que le di, me sentiría fracasado y eso sí que duele. Jorge Prádanos. Periodista. Escritor. Exlocutor de RNE y RTVA


EL DOLOR Y LA ALEGRÍA EN LAS LETRAS FLAMENCAS Fui llamando a los portales y por ir con la verdad me dejaban en la calle (Tiento) No sé cómo tantas penas a mi corazón le caben, será porque a las que llegan las otras sitio les hacen. (Toná) Lo siento y qué escalofrío. Más fuerte entonces lo abrazo. Qué será de este hijo mío si algún día yo le falto. (Liviana) Hermanito mío, gran doló yo siento; pa estas fatigas búscame el alivio, que yo no lo encuentro. (Seguiriya) Se ha puesto el corazón mío tan duro de sufrir tanto que ni golpes de artillo pueden causarle quebranto ni traspasarlo un cuchillo (Malagueña) Tierras de las mismas penas y las mismas alegrías. Por lejos que estén aquellas de las de mi Andalucía, arde una misma candela por la que viven unidas. (Colombiana) No les bastaría verte con la corona de espinas y bajo látigo fuerte, que a tus espaldas divinas echan la cruz de la muerte. (Saeta) José Luis Rodríguez Ojeda. Profesor Lengua y Ltra. Poeta .Letrista flamenco.


Grito compartido. Fotografía de José Luis González Cáceres


HAY DOLOR PARA RATO Empezaré por el final diciendo que lo que más nos duele es que no nos sientan, que no nos escuchen, que nos consideren invisibles, que nadie nos quiera tocar… Los científicos distinguen dos tipos de dolor: un dolor agudo, concreto, lacerante, el que produce un cuchillo que nos corta la piel y un dolor crónico, difuso, terebrante, el que produciría un gusano que nos royese las entrañas. Al parecer, el dolor es necesario para vivir porque no podríamos movernos con seguridad en un espacio físico, dándonos encontronazos de continuo, si algún sistema fisiológico no nos avisase del daño que los golpes (o las infecciones) nos producen. El dolor psicológico es un añadido evolutivo, cuando con el pensar, decidimos introducir el universo en nuestro propio cerebro. Habría que recordar que todo aquello que deseamos está fuera de nuestro cerebro pero, aún así, lo queremos poseer. Este empeño de que el mundo externo (poblado de personas y de cosas) nos pertenezca es fuente de malestar y dolor y causa de tantos “fuertes y fronteras”, de tantas guerras y enfrentamientos fratricidas. Aunque el dolor no tiene dimensiones, es decir, no pesa, puede llegar a hacerse insoportable. También el dolor puede ser tan grande que nos deje inmóviles y sin aliento. Cuanto más se repite el dolor más duele, como la herida que se produce en una herida abierta todavía, o el golpe aplicado sobre un golpe anterior. El dolor es social: el hambre del hijo le duele también a la madre, mientras el soldado en la batalla no siente el balazo, como si de un combate de zombis se tratase. El dolor es también literatura: “el poeta es un fingidor / finge tan continuamente / que hasta finge que es dolor /el dolor que en verdad siente”. Pero el dolor se convierte de inmediato en alegría, cuando la ausencia se transforma en presencia: “no hay manjar blanco que pudiese / igualarse contigo, si te viese” José María Delgado García. Catedrático de Fisiología. División de Neurociencias. UPO


EL DOLOR. El dolor no es en absoluto ennoblecedor. Es algo caótico, un intruso que te incapacita para los afectos. El dolor físico no solo tiene un componente emocional asociado, sino que limita y reduce la capacidad de experimentar sensaciones y emociones. Resulta sorprendente la pobreza de conceptos médicos respecto al dolor y la escasa terminología para definirlo adecuadamente; esa es una realidad que nos corresponde a los facultativos cambiar. Se habla mucho del dolor moral, del afrontamiento de la muerte, pero no del dolor físico, que se acepta como parte integrante de una variante cruda de la realidad. Es una de las experiencias más viejas y frecuentes de la humanidad, y en cambio ha sido muy poco valorada para ser erradicada. Vivido en soledad, el dolor físico no hablado tiene un carácter embrutecedor. El esfuerzo de verbalizarlo puede ayudar, pero objetivar el dolor puede hacerlo más mítico, y sin perder la base de realidad, puede adquirir un componente alucinatorio; en situaciones de enorme dolor físico, la frontera entre lo real y lo imaginario se desvanece. Pero al mismo tiempo, por tratarse de algo natural, debe poder ser expresado y comunicado. En este fenómeno de verbalización del dolor el médico juega un papel crucial. La frontera que separa la comunicación que conduce al alivio o la curación del de la mitificación es muy estrecha. La aceptación del dolor como fenómeno social, de vínculo de masas, de elemento relacional, no debe ser un elemento de presión asistencial sino un motivo para la reflexión y el análisis, de lo contrario nos enfrentamos a una situación en la que la oferta de cuidados se convierte en generadora de más dolor. Queda claro que el tratamiento del dolor es un derecho, pero este debe basarse en el análisis de las necesidades reales del individuo. Que nadie experimenta en carne ajena nunca es más cierto que en lo que al dolor físico se refiere. Pudiera ser esta la razón de que la distancia entre el médico y el paciente sea aun hoy día excesiva. Hemos pasado del mundo de la heroicidad al de la sentimentalidad, de resistir el dolor en vez de expulsarlo, a experimentarlo desde el centro mismo de la vida, pues el dolor atenta contra el núcleo esencial, contra el propio yo. Ante la experiencia de dolor, debemos establecer mentalmente una distancia entre el lugar en que se sufre y el lugar en que se observa. El control implica distancia. No la distancia heroica, la que necesita valores y principios, sino la distancia estratégica del aprendizaje. Sin distanciamiento no hay sacrificio, no hay ascesis, tampoco hay superación, ni tan siquiera alivio. En esta época de sentimentalidad que vivimos, el distanciamiento se hace difícil. No hay grandes ideas a las que consagrarse y el dolor se entiende como profanación del templo orgánico que somos. El dolor irrumpe en un cuerpo y lo ocupa sin tiempo para sentimientos distintos de los que el invasor provoca: el miedo, la ira, la rebeldía. La única razón que funciona es aquella que diseña estrategias, y éstas vienen dadas más por el entrenamiento que se haya tenido en años de preparación que por la elección de uno entre los muchos comportamientos posibles. Ninguna cultura puede fraguarse en el dolor; en el dolor solo germina el grito, y el grito es estéril. Al final, por más que la realidad del sufrimiento no sea ajena a la historia de sus múltiples racionalizaciones, y que cada cual tenga derecho a explicar su propio padecer como mejor guste, el dolor del prójimo, gratuito e injustificable, reclama nuestro máximo respeto y cuidado. Jose Manuel López-Millán. Médico Anestesiólogo


LUZ EN LA SOMBRA. VIDA DESPUÉS DE LA VIDA ¿Una tragedia se puede transformar en esperanza? ¿El dolor y la pena pueden ser origen de alegrías? ¿Es posible la vida después de una muerte? ¿El fin puede ser el principio? Todas estas cuestiones son posibles en el mundo mágico de los trasplantes, un mundo de emociones sin límites en el que los sentimientos nobles, como la solidaridad y la nobleza de la condición humana, logran salvar vidas. Una muerte se puede transformar en vida para muchos enfermos terminales, pero siempre que una familia tenga la capacidad de transformar sus lágrimas en vida. Una donación de órganos hay que autorizarla en momentos terribles, pero esa decisión valiente y generosa, que hay que tomar en pocos minutos, hace que nos sintamos orgullosos de ella durante toda la vida. Incluso aparece la sensación de consuelo al ser la solidaridad un bálsamo para aliviar el dolor ¡Hay que tener mucha categoría para lograr que una tragedia sea la fuente de vida para muchas personas. La Medicina y la Cirugía disponen de un nuevo instrumental para salvar vidas: la solidaridad humana. Sin ella no se pueden hacer los trasplantes. Estos dependen de la nobleza de nuestro corazón, de las donaciones de órganos. ¡Claro que el fin puede ser solo el principio! La muerte, el final de nuestro camino, puede ser solo el principio para muchos enfermos. Cuando ya no necesitemos nuestro cuerpo, la generosidad hace posible que exista vida después de la vida. La clave de los trasplantes, lo que consigue emocionarnos, está en la solidaridad anónima. Cuando tenemos una muerte anunciada por una enfermedad terminal, cuando tu vida depende de la generosidad de personas que pueden estar bloqueadas por el dolor o, como tantas veces, por un lastre cultural, es lógico que aparezcan las sombras del miedo y la desesperación. Pero hoy es posible ver una luz, luz de esperanza, luz de solidaridad, luz de futuro y de vida. Quien vuelve a nacer nunca olvida a su donante. Sentimientos contrapuestos invaden a las personas trasplantadas. Alegría por tener una prórroga en la vida, pero tristeza infinita por quien de la regaló. Sentimientos de culpa y de esperanza, de alegría y tristeza. Sentimientos que les permiten ver la vida de otra manera, disfrutar de ella con una intensidad distinta, mas sincera, sentimientos que engrandecen al trasplantado y a todo su entorno. Si, es posible que lágrimas de dolor se transformen en vida. La grandeza de los trasplantes reside en una luz de solidaridad que elimina cualquier sombra. José Pérez Bernal Coordinación de Trasplantes. Sevilla.


Me duele. Pintura de Paquita Tobaruela


EL DOLOR DE LOS OTROS Todos los seres humanos buscamos la felicidad y el bienestar. Desde que nacemos elegimos aquello que nos da placer, y procuramos evitar el sufrimiento y el dolor. Pero este, el dolor, va unido inseparablemente a la vida. Nos sorprende cuando menos lo esperamos, detiene nuestros afanes, y nos recuerda que todos, sin excepción, tenemos un cuerpo y un alma vulnerables y susceptibles de ser dañados por los acontecimientos que, necesariamente, antes o después, conlleva el hecho de vivir. El ser humano asume el dolor con desesperación o con resignación; se rebela, lo combate o lo asume, jugando aquí un papel decisivo la tradición cultural del individuo, sus posibilidades económicas, sus creencias religiosas o simplemente la coordenada geográfica que el destino le ha asignado para nacer, vivir y morir. Es esta última circunstancia en la que me voy a detener. Es cierto que en el dolor todos los hombres y mujeres somos iguales. Pero es igualmente cierto que las sociedades más desarrolladas, lo que llamamos primer mundo, tienen a su alcance los medios para paliar un número importante de esos dolores, tanto del cuerpo como del alma. En estas sociedades hablamos del parto sin dolor, no concebimos operaciones sin anestesia, tenemos hospitales donde atienden a nuestros enfermos, y asépticos tanatorios donde la pérdida de nuestros seres queridos parece menos dolorosa, enseñamos a nuestros hijos solo la cara amable de la vida, y procuramos mirar hacia otro lado cuando enfrentamos el sufrimiento ajeno. Sin embargo, es cierto que la soledad y el individualismo son enfermedades propias de las sociedades avanzadas. Las otras, las menos favorecidas, los países en vías de desarrollo, tienen una experiencia del dolor muy distinta. Hay dolores que nos son ajenos, aunque sabemos que los sufre una buena parte de la población: destierros, hambrunas, terremotos, emigración, pobreza extrema, marginación, abusos sexuales, imposibilidad de acceder al agua potable, a la educación, a la sanidad, al trabajo, recortes en las libertades individuales y colectivas… Los analgésicos, los cuidados paliativos, la medicina preventiva o la psicología son lujos inalcanzables para la mayor parte de estas poblaciones. Sin embargo, en ellas, otros valores menos tangibles sustituyen a estos. En ausencia de hospitales, se arropa al enfermo en el hogar, se refuerzan los lazos familiares y sociales, se comparte el dolor y así, el dolor compartido es menor. Los pueblos más desfavorecidos no tienen muchos recursos para paliar el dolor. La falta de una formación adecuada hace que ni siquiera exista el recurso al lenguaje para expresarlo: el grito desgarrador y las lágrimas que vemos en la televisión se convierten en su forma de manifestar un sufrimiento extremo. Es cierto que un mayor grado de bienestar conlleva una menor resistencia al dolor. Y es igualmente cierto que quien conoce la cara más dura de la vida valora los pequeños momentos de felicidad como únicos e irrepetibles. Ahí está la clave de esas preciosas sonrisas y de esos ojos de mirada tan intensa y alegre que nos sorprenden cuando nos aventuramos a conocer a esas poblaciones que consideramos más desgraciadas y que, creo, cultivan y mantienen unos valores que, irremediablemente, se están perdiendo en las sociedades más avanzadas. Lola López Enamorado Directora del Instituto Cervantes de Marrakech


DOLOR Y ESPERANZA Nadie puede negar la realidad del dolor en la vida del ser humano. Desde que nacemos, sufrimos y causamos dolor a partes iguales, y todo nuestro caminar por la existencia tiene como uno de sus grandes objetivos una huída del dolor, un “aparta de mí este cáliz”. El dolor no solo es el físico, el que siente el cuerpo. Puede ser aún más destructivo el dolor emocional, el causado por los encontronazos de la convivencia, por la soledad, por las frustraciones y por un interminable etcétera que puede llegar a ser enciclopedia. Frente a las dolencias del cuerpo usamos la ciencia. Pero ante el dolor del alma, la mejor medicina se llama “esperanza”. En la sociedad frenética que nos ha tocado habitar, las necesidades se multiplican, y ya no nos basta con cubrir las básicas para alcanzar un cierto grado de felicidad. Como una montaña rusa que trae sensaciones fuertes a cada segundo, le hemos acabado pidiendo a la vida una constante inyección de ilusión. Y no sabemos vivir sin ella, a riesgo de caer en la temible depresión. Hay esperanzas pequeñas, que mitigan todos esos dolores del cuerpo, y ahuyentan a los que dañan el espíritu. Cualquier momento feliz que esperamos del futuro puede servir para que el negro se vuelva gris, y el gris, blanco brillante. Pero la Esperanza (con mayúsculas) es aquella que puede dar sentido absoluto a la vida. Tanto para creyentes como para no creyentes, no cabe duda de que esa Esperanza solo puede ser aquella que nos pone en relación con los demás. La auténtica felicidad, la que pone al dolor espiritual en huída, se concentra en lo que podemos hacer para calmar los dolores de los demás, y compartir con ellos la poca o mucha Alegría que podamos atesorar. Para los que somos creyentes, la Esperanza toma carácter absoluto. Esperamos que la esencia del ser se mantenga cuando el último dolor haya dibujado nuestra línea de meta. Es quizá, el punto común de todas las religiones de la Tierra. Los cristianos relacionamos especialmente ese anhelo trascendente con la necesidad de dar y recibir amor. En nuestra ciudad, hemos querido simbolizar la Esperanza con la figura de María, madre de Jesús de Nazaret. En Ella precisamente vemos esa mezcla dialéctica en la que conviven la Esperanza y el dolor, cómo hasta en los momentos mas duros de la existencia, tiene sentido esperar un mañana feliz. Ese es el mensaje que quiere transmitir la Hermandad de la Macarena –que me honro en presidir- a todos los hombres y mujeres del mundo. Que la Esperanza, pequeña o grande, es la mejor medicina contra el dolor de la humanidad. Manuel García García. Hermano Mayor de la Macarena


HABLEMOS DEL DOLOR ¿Cuánto dolor cabe en una expresión? ¿Cuánto derrama una lágrima? ¿Cuánto dolor es capaz de expresar un gesto? ¿Y un acorde? ¿Hasta dónde puede llegar el desgarro de un poema? ¿Acaso no es la poesía más que un reflejo del alma, un sentimiento escrito? ¿Acaso el dolor no es más que eso, un sentimiento, una prolongación más de la vida? ¿Es que acaso no se puede ser feliz sufriendo tanto? Sentimiento, vida, dolor. Una conmoción que nos lleva al viaje más profundo hacia nuestro interior. Que nos desnuda y nos descubre. Nos aísla del resto pero a la vez nos iguala al resto. Nos provoca, nos pone a prueba, nos reta en silencio. Y nos limita sí, pero para superarnos y fortalecernos de una incomprensión que tenemos que derribar a fuerza de pasión, de tesón y de lucha para seguir amando, para seguir sufriendo. Hoy quisiera reivindicar aquí el dolor con naturalidad. Hablemos del dolor sin pudor. Igual que el poeta vuelca en sus versos su ira, su temor, su desdicha y su delirio, podemos encauzar nuestro dolor en palabras para compartir y sentir que no estamos solos en nuestra emoción. Porque somos nosotros quienes destruimos o edificamos con el sufrimiento, no el sufrimiento el que construye o derrumba. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, dejó escrito Pablo Neruda. Esta noche, en la ONCE, el Recital de Humanismo Poético de la Institución Literaria Noches del Baratillo nos invita a reflexionar sobre el dolor. A comprenderlo mejor. Hablemos del dolor. No, no quisiera volver, Sino morir aún más, Arrancar una sombra, olvidar un olvido. Luis Cernuda, Dónde habite el olvido.

Mónica Madrid. Presidenta del Consejo Territorial ONCE Andalucía


Manos salvadoras. Detalle del cuadro “San Juan de Dios salvando del incendio a los enfermos del Hospital Real de Granada" Óleo sobre lienzo de Manuel Gómez-Moreno González (Granada, 1834 ? 1918). Museo de Bellas artes de Granada


EL DOLOR.- BREVES REFLEXIONES.

Hay quienes pueden considerar al dolor como el 5º jinete del Apocalipsis. Sin embargo, hay una gran diferencia, pues los cuatro jinetes clásicos son siempre perversos, en tanto que el dolor puede ser, y de hecho lo es, en muchas ocasiones deseable, casi siempre beneficioso, necesario y hasta imprescindible. Expresada así la idea, sin un elemental desarrollo, podría interpretarse como una manifestación de sadomasoquismo o, en el mejor de los casos, de santidad mística. Quizás porque se tenga la idea de que el dolor es siempre una sensación terrible e insoportable. Pero no es así. Efectivamente, existen dolores de tal intensidad que hacen desear la muerte inmediata y rápida como la única liberación, tal como muchos seres humanos lo hemos experimentado, pero es evidente que no todas las sensaciones dolorosas son de la misma intensidad. Pero es que, además, al hablar de dolor parece que nos estemos refiriendo siempre a una sensación física, cuando es cierto que cualquier tipo de sufrimiento, intranquilidad, ansiedad, humillación, depresión, incertidumbre o angustia y lo que se ha venido en general en llamar estrés también es dolor psicológico o moral y que ese tipo de dolor puede llegar a ser tan insoportable o más que el físico. Por otra parte y en principio, sin el dolor somático no sería posible la propia vida animal, pues, si no existieran los mecanismos neurológicos dolorosos de alerta y defensa contra los pequeños y grandes traumatismos que han de experimentar los seres vivos a lo largo de su desarrollo, ninguno alcanzaría la edad adulta, lo cual haría imposible la reproducción. Y ahí habría acabado todo antes de empezar. Pero es que también sin el dolor no sería posible el bienestar, pues habría desaparecido el elemento de comparación, de la misma forma que sin calor no puede haber frío y sin frío no puede haber calor, ni puede haber inteligencia sin necedad o necedad sin inteligencia. También sin el dolor sería imposible la felicidad, que pasaría así a ser más bien beatitud, y la beatitud, que es algo estable y sin posibilidad de cambios, carecería también de alicientes. Y, llegando a la frontera de lo que puede parecer absurdo, ni siquiera el Cielo, si es que existe, sería necesario ni concebible como tal, ya que estar en el Cielo se convertiría en el mismo estado de aburrida beatitud como simple continuidad de la vida terrenal. Y entonces, ¿para qué más de lo mismo? Salvador Luzón. Doctor en Medicina. Escritor


EL DOLOR AJENO “Tan pobres y mal cuidados los vi, que me quebraron el corazón”. San Juan de Dios Estas palabras de San Juan de Dios resumen como pocas el sentimiento de compasión ante el dolor ajeno. Son palabras que surgen de su corazón cuando, camino de Ceuta, se topa con una familia portuguesa con una fuerte necesidad. Al igual que al Buen Samaritano, a Juan de Dios se le remueven las entrañas cuando se encuentra con el sufrimiento en su camino. Toda esta preocupación por el dolor del otro le llevará a crear años después su primer hospital en Granada, y es lo que impulsará toda su vida. Y este es legado que seguimos recibiendo, siglos después, los Hermanos y Colaboradores de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Aliviar el dolor de todos los que llegan a nuestras casas procurándoles los mejores cuidados. Pero, ¿cómo aliviar el dolor? ¿Qué dolor está en nuestra mano curar? El dolor muestra quizás su cara más dura en los hospitales. Enfrentarse a una enfermedad suele propiciar el encuentro con nuestra propia realidad y sus grandes preguntas. El encontrarnos en un lugar extraño, la fragilidad, la dependencia, las perdidas y la falta de control sobre la situación genera preguntas del tipo: ¿por que a mi? ¿Para que seguir luchando? ¿Que sentido tiene esto? ¿Dónde está Dios?.... Estos interrogantes no tienen fácil respuesta, en ocasiones ni siquiera la tienen, y eso llega a crear un fuerte dolor; un dolor que, aunque nos cueste, hay que saber acompañar. Acompañamos el dolor con la escucha, porque escuchar no evita todo el sufrimiento pero abre un paisaje humanizador que permite al otro encontrar sus propias respuestas; acompañamos con compasión, sintiendo su dolor como nuestro, siempre desde una actitud de tremenda humildad y respeto, porque también nosotros somos seres “dolientes”. Solo cuando aprendamos a enfrentarnos a nuestro propio dolor, podremos acompañar al que sufre en su camino de sanación, como lo hizo el Buen Samaritano, y lo hizo Juan de Dios. Entonces contemplaremos como de la noche de la angustia, de la tristeza y la desesperación surge el nuevo amanecer de la esperanza.

Sonia Moreno Guinea. Hospital de San Juan de Dios



HUMANISMO POÉTICO

El dolor. Oleo de José Antonio Borrás

EL DOLOR Y LA ALEGRÍA



POETAS DE NOCHES DEL BARATILLO

Antonio Muñoz Maestre Araceli Ramos Quero Dolores Galera Ruiz Emilio Pérez Romero Enrique Hernádez‐ Luike Isabel Fernández Ruiz José Luís González Cáceres José Pedro Gil Román Juan Antonio Molina Juan Orozco Juan Martínez‐Aborojuan Loreto Mora Jiménez Manuel Senra Manuela Domínguez María del Carmen García Moruja Mari del Carmen Martín Ochoa Maria del Carmen Mesa García Mila Díaz Gálvez Pedro Luis Ibáñez Lérida Pilar Barranco Gómez Saray Pavón Márquez


NO VIVO PARA LLORAR. No vivo para llorar. Para eso, los funerales De tantos muertos vivientes Que llevan desde el momento del parto Comenzando a exhalar el último aliento. Y llorar, lloro, Pero las más de las veces Por una ventana abierta, Por una rosa abierta, Por unos brazos abiertos. Porque el mundo es un regalo para mí Y yo soy un regalo para el mundo. Porque el mundo y yo nacimos a la vez Y nos felicitamos mutuamente nuestros cumpleaños Con el pastel de una sonrisa Que aguarda escondida Entre lágrimas. Antonio Muñoz Maestre


UNA CASA LLENA

Una casa llena llena de alegr鱈a llena de voces, pero llena. Llena de ni単os; algunas veces llena de penas, pero llena 多es tan lindo? 多saber que eso existe? Se siente uno vivo

Araceli Ramos Quero


CADENA MISTERIOSA (El amor supera el dolor) Amor, tu impregnas toda la vida eres energía, eres potencia, intrínseca en la naturaleza de mi ser esencia. Eres felicidad, eres dolor enigmático e impenetrable , los atributos de tu energía son ilimitados, todo lo invades con tu don inefable. Acompañas la alegría y el dolor eres la grandeza del Cosmos engendras vida en lo creado, transformas y curas cuerpos y almas, se siente tu plenitud, amando. ¡Ven, ven amor con tu energía lléname con tu bondad, que ame y goce hasta sentir dolor cuando te comparta con los demás! El dolor y la alegría se unen en la entrega del amor, sacrificio y gozo, pura esencia del dolor creador. Como lluvia que cala la tierra igual que el buen trigo enterrado, el dolor se hace vida en el corazón cercano. Los días se despiertan con besos para inocular armonía, en todo dolor eres consuelo. Cadena luminosa de estrellas, que a la vida, tu plenitud. llevas. Mª Dolores Galera


Tristeza acumulada. Mandala elaborado por Inmaculada Delgado


REAL COMO LA VIDA MISMA Habría que preguntarse si vivimos para sufrir, y si efectivamente esto es un valle de lágrimas, o por el contrario nuestra existencia es más un disfrute que un castigo. Lo cierto es que nacemos llorando y lloramos por morir, pero ¿entre llanto y llanto como nos va la existencia? Hay muchos tipos de alegrías y muchas clases de dolores, según el espíritu, la naturaleza y el entorno de cada uno. Es lo filosófico del “Yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset y la mezcla de biología, psicología y status social. Vivir es sinónimo de alegría, de disfrutar todos nuestros sentidos, de alcanzar unas metas. Esta definición es un deseo y una forma de pensar desde la posición del que escribe, que pese a sus tropiezos, sus sinsabores, sus sufrimientos, sus perjuicios y sus prejuicios, no tiene derecho a enojarse. La humanidad es un desequilibrio y los humanos ponen de su parte para que la desigualdad se perpetúe y prospere. No basta con que existan barrios y pueblos donde las inundaciones, los terremotos, los volcanes desaten una impiedad desmesurada, sino que la explotación del hombre por el hombre ayudan de manera tremenda a que el mal vivir, el dolor, y la desesperación sea el santo y seña de buena parte del globo. Decía Jacinto Benavente que con la miseria no se puede hacer poesía, y no se refería a la poesía reivindicativa, sino a la que adorna de manera ridícula al pobre, al desgraciado. Tal es el caso de un cantante de “sevillanas” que recordaba en sus canciones con nostalgia los corrales de vecinos y unas formas de vida, por fortuna ya superadas, y a la que él mismo renunció en su vida privada. Cuesta trabajo aceptar que sean siempre unas determinadas capas de las poblaciones las que soporten el dolor más descarnado: guerras, inundaciones, terremotos, enfermedades, fríos, orfandad, explotaciones laborales y sexuales… todo para ganarse el más allá. Pues habría sido preferible que se hubiesen ahorrado el paseo. Que dura es la humanidad Para tantos desgraciados Que luchan desesperados Por un pedazo de pan. El dolor que muchos sienten Es de hambre y de injusticia Es un dolor que les asfixia El corazón y la mente ¡Ay lo que yo daría que por entregar mi amor quitara tanto dolor repartiendo la alegría! Emilio Pérez Romero


DOLOR, SUFRIMIENTO Y ABANDONO El dolor es un síntoma de vida, Llamada de atención, íntimo aviso De disfunción. Evita el caso omiso Y si te duele, frena con la brida. ¿Cuánto mide el dolor? ¿Tiene medida? Jesús lo hizo infinito porque quiso Por nosotros morir. Después de occiso Resucitó y al Cielo fue enseguida. Es parejo el dolor al sufrimiento Mental si se castiga al pensamiento Pues la pena del alma no se olvida. Sufrimiento y dolor son el tormento De medio mundo, marginado, hambriento, Desnudo y carcomido por el sida. EL DOLOR Y LA ALEGRÍA (Fandango) Quien se empeña en padecer Nunca encuentra la alegría Pero suele suceder A la noche un nuevo día Y está para amanecer Enrique Hernández.Luike


EL ÚLTIMO ADIÓS Hoy pronuncio un adiós muy triste y profundo. Adiós sin hasta luego, Un adiós sin retorno para nunca más vernos. ¡Qué dolor! ¡Qué tormento! ¡Qué vacío que ni pensar puedo! Cerraron tus ojos, tus ojos castaños, tus ojos de ensueño, causantes de inspirar en mí todos los versos. ¡Qué inerte! ¡Qué frío! ¡Qué cerca y qué lejos! Tocando tus manos me abracé a tu cuerpo, y el último abrazo seguido del último beso. Adiós a tu risa, a nuestros encuentros, a nuestro balcón donde en madrugadas de cada verano te esperaba yo. Adiós…, hoy te digo adiós, hoy me quedo aquí… ¡Si pudieras verme…! verías que si ti no puedo seguir. Llévame de prisa contigo donde tú ya estés, dormida en tus brazos al amanecer. ¡Llévame de prisa contigo al ocaso, no dejes que viva muriendo sin ver tus ojos castaños. Llévame contigo a tu sueño eterno, que quiero dormir por siempre a tu lado. María Isabel Fernández Ruiz


Compromiso 2. Dibujo de Concha Vilches. Miembro de Noches del Baratillo


EL DOLOR, TRÁGICO INTRUSO Cuando entra en mí el dolor, expulso a mi intelecto y soy sustancia abandonada al destino y sus desaires. Siento repulsa hacia la estética vibrante, desajuste vital, desequilibrio. Cuando el dolor es dueño de mi esencia, me siento seriamente transitorio, inquilino del miedo y de la nada, suspiro interminable, cruel desatino. Cuando el dolor se instala en mí y me suplanta, y ocupa posiciones estratégicas, me reduzco a un espacio de silencio en un rincón de oscuridad. Expulsado mi yo, soy presa fácil del odio y del suicidio. Cuando soy todo dolor, soy todo llama, escombro, humo, ruido convertido en quejido permanente. No pienso. Y al no pensar, no existo. José Luis González Cáceres


DOLORES DEL ALMA Hoy me duelen más las penas Que van matando por dentro, Que las heridas que veis, Que me desangran por fuera. Por fuera las cicatrizan Los médicos y enfermeras, Pero las penas del alma… ¿Quién las cura? ¿Los versos de algún poeta? Me duelen más las miradas De incomprensión y miseria, De abatimiento y tristeza, Que las llagas de la carne… Que duelen de otra manera. Hoy me duele el corazón, Sin motivo pa que duela… Que no ha sufrido un infarto, Ni pierde sangre siquiera, Que me duele por el pobre Que llora solo y tullido A la puerta de una iglesia. José Pedro Gil Román


AMAPOLAS DESNUDAS (Doloroso desamor) Sombras como negras amapolas desnudas pasan ante nosotros hurgando en el frío de manos eternamente cerradas, apurando las calles en busca de la noche para arropar su cuerpo sin júbilo de huésped conmovido hasta decir basta bajo un deseo nunca satisfecho o palabras presentidas en un crepúsculo inmóvil. Herida frente que reposa en opulentos pechos hechizados, en la carne soñada como un alma tangible y necesaria que insinúa un latido deshaciéndose en la luz remota que escucha todos los sueños. Un mundo que cabe en los labios se desvanece en el corazón que pervive con la sangre poderosa y virginal de un destino transparente, en el soplo inútil de un viento erguido y lejano como organismos ocultos en desvanes sombríos, apenas una imitación de la existencia donde todo retrocede en un melancólico jadeo. En esta interrogación de oscuridad contenida que descansa sobre un pecho que ama, garras ardientes habitan la memoria victoriosa que nos acoge como cristales de un cielo inmenso mientras beso esa muerte pequeña de tus ojos cerrados. Juan Antonio Molina


El dolor y la alegrĂ­a. Dibujo de Juan Orozco


EL DOLOR Y LA ALEGRÍA CUANTA DULZURA HUBO en tus besos, cierva mía, cuanta ternura y amor en las caricias del tiempo; y ahora cuanto alejamiento, cuanta pena electrizada en el frío de la helada. Tanta alegría hube antaño, calor, que te hice un altar para poner tu fuego. Hoy sin embargo, tengo tanta desventaja, que se me hielan cual témpanos los acordes del corazón al recordar el viento de tus caricias que ayer derretían las espesuras de mis nieves. Cuanto quejido tengo: ¡Ay, dentro del alma herida y casi yerta! Cuanta angustia acumulada, cemento, en los adentros de mi existencia: ¡Oh dolor, por haberte perdido, tremenda! Y me desgajo, y me desangro, porque no se cierra mi daño, Paloma; cuando mi ser desea tus besos y tus manos, cuando mi ser contempla tu presencia junto a mis alas… y sin embargo, estás lejos, calentura de mis entrañas, peña mía. ¿Por qué, por qué la huida y el destierro, si yo te amo, corazón, en la mañana? ¿Por qué me haces derramarme y romperme en mil pedazos, alondra del huerto florido? Entre tanto, llanto desgrano desde mi pecho sediento de ti: ¡Ay dolor, de soledad, de no tenerte ya, cuando te tuve! Juan Orozco Ocaña.


LA VIDA, LA ALEGRÍA Y EL DOLOR Negra cuna de adversas sensaciones, truhán, ladrón de calma placentera ¿Quien te invitó a cruzarte por mi acera poniendo zancadilla a mis misiones? La vida me enseñó con sus lecciones que he de aceptar que vivas a mi vera. Te advierto con firmeza, a mi manera, ¡Jamás dominarás mis emociones! Un día me esposé con la Alegría la cuido, soy legal y fiel amante, ella es mi capa escudo a tu guadaña. Su puro vitalismo es energía; su compañía, brillo destellante que diluye el Dolor con hábil maña. Dolor... no hagas campaña. Te ganó la Alegría con buen tino, limándome las piedras del camino. Juan Martínez-Aborojuan


MOMENTO INDESCRIPTIBLE El dolor trajo la calma. Tú, junto a mí, en el lecho. Impregnada de tu amor olvidé los sufrimientos y aquellos preliminares antes del crucial momento. La luz del sol otoñal languidecía en silencio. Te miraba embelesada, te acariciaba el cabello, algo tan fino e incipiente y frágil como tu cuerpo. Los poemas de Gabriela, sobre todo “Encantamiento”, se reveló en mi mente cortándome hasta el aliento. Entre mis brazos, tu boca, succionaba de mi pecho. Aquella tarde otoñal viví mi mejor momento. Diste alegría a mi vida, a mi casa, ¡fuiste un sueño! hecho realidad al fin al cabo de tanto tiempo. Loreto Mora Jjiménez.


Sentimiento 1. Trabajo de Enrique Sánchez Rodríguez


AVIVANDO EL DOLOR “el dolor no me lo puedo llorar en un pañuelo” TRISTÁN TZARA Yo era como un verso afortunado, adolescente todavía. Era un muchacho cualquiera. Alguien feliz de alba a alba y de beso en beso. En mis manos cabían la luz para ver claro, el pan como alimento y toda el agua dulce que bebieran mis labios. Nunca antes dolor. Pero aquel día sentí romperse un grito en mi garganta. Un desgarro del alma. Y hasta un clavo en el mismo corazón. Y caminé por el valle de lágrimas, ese lugar del que tanto había yo oído hablar a los mayores, a los ministros de la santa madre iglesia y a mi madre. Todo el llanto del mundo lo hice mío sin verter una lágrima siquiera. Creí que el sufrimiento no era para mí. Que todo aquello sería pesadilla pasajera. Pero noté enseguida que en mi cara llovían los rescoldos ardientes de la vida. Y mis manos estaban ya vacías de pan blanco y de agua. Lentamente el dolor mordía mi carne, lanzándome sus garras a los labios sagrados de un suspiro. Y yo salí corriendo, como corre animal malherido. Abandonando -yo casi sin saberlola luz angelical del paraíso. Después ya lo he sentido cada día: la ceguedad sonara de la noche ha ido derramando cal viva en mi almohada. Manuel Senra


HAY DÍAS Hay días, que preferirías estar dormida, sentir el caracoleo de un sol tibio en los párpados cerrados, dejarte acariciar por su luz lenta, olvidarte de los rasguños bajo la piel, del zumbido de abejas en las sienes, de los aguijones en la espalda. Hay días, que están desnudas las ramas del olmo viejo, que la nieve blanquea el aire, que el reloj salpica las horas que transcurren en su quietud helada, Y una mano de aire, de nudillos enrojecidos, de dedos ateridos y despellejados, trenza un nudo alrededor de tu garganta, El fuego se encoge poco a poco y ahoga la luz del salón, te quedas mirando un punto incierto, una línea sus pendida, una sombra, y sabes, que tu vida es un trigal sembrado de espera. Hay días, que preferirías estar ausente y que el dolor pasara sin rozarte, hoy, es uno de esos días. Manuela Domínguez


LLORANDO DESCALZA Si conocer yo pudiera qué es lo que a veces me pasa, voy andando entre las sombras en noches de luna clara. Quiero encontrar la respuesta, porque se inunda mi alma de una fuerza incontenible, y hay tinieblas que me matan. Me envuelve el aire en misterio. Me abrazan las horas blancas. Llevo a mi lado las rosas, y ando triste y devastada. Me echo en brazos de los sueños. Veo danzando las aguas. Me baña el sol en silencio, y estoy llorando descalza. Siento el latido del árbol. Las olas del mar me llaman. Miro brillar las estrellas y hay penas en mi garganta. A su paso me habla el viento. Me seduce la alborada. Soy hierba verde en el campo, y tiemblan mis esperanzas. Oigo un eco que me arrulla. Pido a las aves sus alas. Busco luz en mi camino, y a veces no encuentro nada. Como puedo definirme de mil formas o palabras. Tengo una puerta que se abre De emociones encontradas María del Carmen García Moruja


El Dolor que dan las aristas. Detalle de obra del MOMA de Nueva York. Fotografía por José Luis González Cáceres


DICHA Y DOLOR Le abrazaba la vida generosa sintiéndose halagada por su suerte; amor, le procuraba dicha fuerte y el alma se mostraba luminosa. Su vida transcurría jubilosa, y destino fatal dejaba inerte; A su amado acomete dando muerte; tornando su existencia dolorosa. La vida es cual jardín de luz y sombra, Y aparece la hiel y la ambrosía. Y aunque muerda con fuerza el padecer, es prodigio brotar a la luz que asombra, maravillar el alma cada día. ¡Gratitud por la suerte de nacer! Carmen Martín Ochoa


NO HABÍA VUELTA ATRÁS Espejo de torturas que mis latidos aprisionan, cuando su brazo en tu brazo me gritan que me olvidaste. La llama se movía en la habitación sin viento como si un poder oculto quisiera hacer malabarismos. No, no había vuelta atrás. Tu maleta hecha, tu andar lento como si te costase trabajo, hicieron resonar tus pasos. Te paraste en la entrada. Me miraste como si me enviaras un mensaje de socorro. Tu mano en el pomo se negaba a moverse. La puerta era una muralla insalvable. Seguías mirándome, pidiendo un gesto que detuviese tu marcha. El destino jugó sus cartas y habías perdido. Tú apagaste la llama. Carmen Mesa García


HORAS DE ABATIMIENTO En esta sala llena de nieve un alfabeto ha muerto ahogado por las palabras. Son horas de abatimiento asesinas del tiempo y mirada burlona, sombras de harapos que crecen tropezando torpemente con un sordo, mudo y ciego corazón -arrinconado por una luna que siempre alumbra la noche de otrosTemores y abandonos vencieron al sueño. No le busques grietas, son máscaras impasibles pintadas de monotonía, porque todas las mariposas están pegadas en el cristal de la ventana. Mila Díaz Gálvez


Mala sombra. Fotografía de José Luis González Cáceres



MI MADRE Mi madre, es un olvido en sí misma. Quiso el amor, que él viviera en sus ojos, y el azar, que muriera en sus brazos. En el olvido no hay angustia, aunque sus ojos se hacen pequeños, y sus brazos, cansados de soledad, añoran a mi padre. Pedro Luis Ibáñez Lérida.


¡VETE DOLOR, OLVÍDATE DE MÍ! No te quiero de huésped en mi hogar. No te quiero y te tengo que alojar. No te quiero rondando en mi portal ni acechando mi reja por las noches; y no vengas ¡por Dios! a importunar en mitad de mi sueño a mi almohada. No te quiero de huésped en mi hogar. No te quiero y te tengo que alojar. No vengas a contarme mas pesares ni te instales en mis entrañas perenne; y no rompas mi entorno a tu merced ¡maldito seas dolor, vete al infierno! No te quiero de huésped en mi hogar. No te quiero y te tengo que alojar. Cuando te vayas vendrán días venturosos, mañanas claras y noches perfumadas; pero ahora estas aquí, en mi antesala, agazapado y presto a devorarme. Que no quiero inquilinos de tu estirpe, que te vayas de aquí, que no es tu sitio. Esto no es más que un espejismo. ¡Vete dolor, olvídate de mí! Pilar Barranco Gómez


NO QUEDA TIEMPO

"Un golpe de ataúd en tierra es algo perfectamente serio." Antonio Machado. Cuando no queda tiempo, ni para llegar tarde, ella baja por el río y las escaleras. Nos hace perdernos de vista y tacto, pone una mordaza en nuestra boca, arranca el pasado y el presente de cuajo. Entonces sólo queda gente yendo y viniendo, subidas y bajadas de tensión. Entonces sólo queda el río como mayonesa cortada, cuerpos con tinte gris mortuorio y el silencio de las palabras. Saray Pavón





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