NOCHEPOLAR 12

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¿DEL... WHAT?

El birrete es un gorro con forma prismática rematado con una borla, usado en actos ceremoniales, por magistrados, jueces, letrados, abogados y componentes de la comunidad universitaria en ocasiones solemnes. (fuente Wikipedia). Pero “del birrete” es la sección “de la gorra” de la gente universitaria.

Alguien a quien querer “No te preocupes que en la Uni vas a conocer a un tipo inteligente y pintón, vas a ver” me decían a mí, como si esa fuera mi verdadera meta y las horas que pasé quemándome los ojos leyendo no sirvieran de nada porque el tipo inteligente y pintón me iba a mantener el resto de mi vida. ¡Pero por favor! En serio, los que van a buscar pareja son fáciles de identificar porque en lo único que piensan es en que le presenten a el/la chico/a que vio caminando por el pasillo hace un rato, lo demás no existe.

El recursante Si bien todos los universitarios alguna vez rebotaron una materia, el recursante, es una clase de estudiante que tiene más que experiencia en este campo. Hace un constante viaje al pasado para nada placentero. Es aquél que no puede sacar una determinada cátedra por “culpa de un profesor o una profesora que no lo quieren aprobar”. Esas son las palabras de un recursante. ¡Le tienen bronca! por más que sepa, no lo van a dejar ir nunca. Son los que les dedican una sonrisa a los profes cuando estos les dicen “¿otra vez vos por acá?” en tono burlón, mientras preparan el muñeco vudú y los alfileres adentro del bolso. A veces su carrera se hace eterna, uno lo ve pasar y piensa: “Éste se queda acá, cuando se reciba le van a tener listo el ataúd al costado del escenario”. El que entra en esta categoría, tiene para rato con los libros.

El figureti entusiasta (A que ésta no la tenías). Si hay fiesta del ingresante de ingeniería y él estudia turismo, se manda. Si se necesita gente para ayudar a vender rifas, va con el taloncito a ofrecerlas por todo lugar que transite y vende las 200 que le tocaron. Si hay que

pintar carteles de algún tipo, improvisa un pincel con una rama y sus propios cabellos y empieza a trabajar sin más. ¡Está en todas! Y vos pensás: ¿Este chico no descansa?, ¿Cómo puede ser que esté vivo? Tiene las ojeras por el piso y, si bien lanza alguna que otra queja de vez en vez, tiene la sonrisa impresa en la cara porque sigue haciendo cosas. Es a quien le preguntan qué pasó o qué va a pasar con tal o cual cosa porque siempre está metido de alguna manera en la actividad correspondiente. Si no estuvo en algún lugar o no sabe algo, es porque eso nunca pasó.

El tupper Antitesis del anterior, es el que no participa en nada. Le pedís ayuda para juntar fondos y apura el paso, lo invitás a una asamblea y justo ese día no puede, cambiás de día la asamblea y ¡oh casualidad! él había cambiado su compromiso. Son los que alimentan la frase: “A la Uni se va a estudiar y después, a la casa”.

El militante Cuando entrás a la Universidad, tus sentidos de supervivencia se disparan ante la presencia de un individuo que intercala, extrañamente y con rapidez, sus ojos entre la puerta y tu persona. Te parece raro pero seguís avanzando. El otro, ansioso, se inclina hacia una mesita que está a su costado y le comenta a dos pares suyos algo, sosteniendo bien firme en el brazo derecho un montón diarios. Antes de que puedas reaccionar, ya tenés una de estas ediciones en tus manos y el personaje está ahora hablando de política. “¿Qué pasó?” te preguntás vos, que nunca te esperaste que fuera a lanzarse encima tuyo y mucho menos para fregarte en la cara una propaganda partidaria. Es así. La Universidad está muy ligada con la política y tiene mucha gente que quiere practicarla en todos los niveles. Pero que a veces los militantes parecen pastores

predicando la palabra del señor en vez de estudiantes, es cierto en algunos casos, y sí, te hace reír. Por eso tenés que saber identificarlos para huir si no te interesa lo que tienen para decir o todavía no estás listo para ellos.

El del mate La “tradición” de tomar mate en clase no sería tal si no existiera previamente la de designar a quien lo va a preparar, por eso hay que elegirlo con viveza. Alguien que no sea de quedarse en casa si le duele el dedo gordo del pie y que esté dispuesto a cambiar la yerba todas las veces que sea necesario hacerlo, sin quejas ni muecas. Eso estamos buscando, alguien con la concentración suficiente para que no le moleste andar recibiendo el mate mientras el profesor sigue hablando, algo para nada fácil. Uno genera (no se rían porque es cierto) vínculos especiales con el cebador, de manera tal que si éste se va de viaje, empiezan a extrañarlo. Y el día que vuelve, en el que por fin atraviesa la puerta con una sonrisa y moviendo la mano para saludar, los sedientos aúllan de felicidad al unísono “¡Volvieron los mates!”, como si una parte suya hubiese desaparecido por unos momentos. NP agradece a Soledad Cristina por su detallada radiografía universitaria.

¿Vos decís? Podés participar de esta sección, envianos tu escrito relacionado a la universidad y los estudios. Nos interesa tu mirada y tu forma de contar las cosas. Los textos son recibidos en: redaccion@nochepolar.com.ar (las 24 hs.)


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