Adviento 2011

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adviento 2011


PREGÓN DE ADVIENTO Os anuncio que comienza el Adviento. Alzad la vista, restregaos los ojos, otead el horizonte, daos cuenta del momento. Aguzad el oído. Captad los gritos y susurros, el viento, la vida... Empezamos Adviento, y una vez más renace la esperanza en el horizonte. Al fondo, clareando ya, la Navidad. Una Navidad sosegada, íntima, pacífica, fraternal, solidaria, encarnada, también superficial, desgarrada, violenta...; mas siempre esposada con la esperanza. Es Adviento esa “niña esperanza” que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas; una llama temblorosa, imposible de apagar, que atraviesa el espesor de los tiempos; un camino de solidaridad bien recorrido; la alegría contenida en cada trayecto; unas huellas que no engañan; una gestación llena de vida; anuncio contenido de buena nueva; una ternura que se desborda... Estad alerta y escuchad. Lleno de esperanza grita Isaías: «Caminemos a la luz del Señor». Con esperanza pregona Juan Bautista: «Convertíos porque ya llega el reino de Dios». Con la esperanza de todos los pobres de Israel, de todos los pobres del mundo, susurra María su palabra de acogida: «Hágase en mí según tu palabra». Alegraos, saltad de júbilo. Poneos vuestro mejor traje. Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note! Viene Dios. Avivad alegría, paz y esperanza. Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador. Viene Dios... y está a la puerta. ¡Despertad a la vida! F. Ulibarri: Al viento del Espíritu, Verbo Divino, 513


Marcos

13, 33-37.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: - Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad! Recordemos el anuncio del ángel a María, las aclaraciones que pedía María y la respuesta final del ángel. ”El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va nacer se llamará Hijo de Dios” Que ese mismo Espíritu nos acompañe para que nos haga comprender y poner en práctica lo que nos dice hoy la Palabra. 9¿Qué nos está diciendo Dios por medio de esta Palabra? 9¿Somos conscientes de esa triple venida del Señor? 9¿Cómo las vivo? 9¿Estoy vigilante o adormecido? 9¿Qué me ayuda a estar vigilante y que me adormece? 9Llamadas Dialogo con el Señor de todo lo que he contemplado Notas para situar este Evangelio ● Empezamos hoy el tiempo del Adviento, preparación a la Navidad, a la celebración del nacimiento del Hijo de Dios. ● En estas semanas del Adviento conmemoraremos la venida de Cristo Jesús. ● Con el tiempo del Adviento comenzamos un nuevo año litúrgico, el ciclo-B. Se trata de un tiempo atractivo que nos invita a empezar de nuevo.

● En los cuatro domingos de Adviento en las primeras lecturas escucharemos los anuncios proféticos que nos hablan del futuro que Dios promete y del Mesías que enviará. ● Las segundas lecturas contienen una invitación a tener sentimientos de esperanza, de confianza… mientras esperamos la venida del Señor.


● En el Adviento celebramos las tres venidas del Señor: la que ha hizo, la que permanentemente está haciendo en nuestras vidas y la última y definitiva en su Parusía gloriosa. A estas tres venidas hacen referencia los textos de los Evangelios. ● El texto del Evangelio de este primer domingo de adviento, ante la próxima celebración de la Navidad, de la venida del Hijo de Dios, proclama que el Señor, que tomó carne de María, vendrá: “velad entonces pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa”. ● O sea el Señor ha venido, es lo que celebraremos en Navidad. El Señor viene permanentemente en nuestras vidas por medio de la Palabra, los acontecimientos, los sacramentos… Y vendrá al final de la historia. ● Ante estas venidas del Señor se nos invita, como actitud nuestra, a estar vigilantes, a estar preparados a la espera del Señor que viene para no perder la oportunidad. ● Son unas palabras de esperanza, de consuelo ante las dificultades de la vida y al mismo tiempo de paciencia activa para no desaprovechar la venida del Hijo de Dios. ● Son unas palabras que nos piden cooperación, trabajo, ilusión porque la venida del Señor está próxima. No podemos estar de brazos cruzados.

● A la espera de su venida no podemos estar inactivos. Tenemos una tarea que Dios ha puesto en nuestras manos: trabajar por la realización en este mundo del Reino de Dios, trabajar por la paz y la justicia, ser compasivos, mostrando el amor de Dios en nuestras vidas, dándonos a los más necesitados, compartiendo con los otros lo que somos y tenemos, más en estos tiempos de crisis. ● Hoy se nos invita a estar vigilantes. El dueño de la casa conoce que uno de los peores enemigos es adormecernos con tantas frivolidades de nuestro mundo que nos despistan de lo esencial de la vida. De ordinario nos quedamos con frecuencia en lo accesorio, en lo superficial: las diversiones, la tele, la prensa rosa etc. etc. ● Ante este anuncio y esta invitación a la vigilancia lo primero que hemos de experimentar es sentir ganas de que venga, sentir necesidad de que venga, estar contentos de este anuncio. ● Jesús, según la parábola del dueño de la casa, es el dueño y nosotros somos los criados, los administradores de la propia vida, de la creación, de los dones del Espíritu, del mundo, de la Iglesia. Por ser sólo administradores tendremos que dar cuentas al dueño, a Dios.

● Se nos ha dicho que “Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados una tarea, encargando al portero que velara”.

Velad Señor, Tú nos invitas a que estemos vigilantes: “Velad entones, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al canto del gallo o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.” ¿Qué nos quieres decir, Señor Jesús? A lo mejor es que tenemos el peligro de pasar por la vida dormidos, sin darnos cuenta de las cuestiones fundamentales, sin ser conscientes de que Tú viniste y de que Tú, Señor Jesús, continúas viniendo y de que un días volverás.

Es cierto que cuando Tú viniste, muy pocos te reconocieron. Muchos de entonces estaban dormidos. Pero, Señor Jesús, ¿no sucede hoy lo mismo? ¿No abundan los que están dormidos? ¿Qué es lo que me adormece? ¿Qué es lo que me hace estar despierto, vigilante? Adormecen las muchas esclavitudes que hacen que uno se centre sólo en si mismo y cierre sus ojos a su entorno: el egoísmo, la comodidad, la avaricia, el no pensar otra cosa que en el pasarlo bien, el vivir para tener, el dejarse atrapar por las cosas y olvidar a las personas… son somníferos.


Señor Jesús, haz que con tu ayuda, no andemos por la vida dormidos.

pensar en los demás… escuchar la Palabra de Dios, rezar, formar parte de un grupo de vida cristina, participar de la Eucaristía… nos ayuda a permanecer despiertos.

En cambio: escuchar atentamente a los demás, estar a abiertos a las realidades de nuestro entorno y del mundo, cultivar la compasión, sentir las necesidades de los que sufren,

Señor Jesús, haz que utilicemos todo aquello que nos ayuda a permanecer despiertos.

El V J A están centradas en la “dinámica” de ir tomando conciencia de ser miembro de la Comunidad Parroquial y de la importancia de descubrirse corresponsables en la construcción de la misma. De ahí las imágenes de la construcción. Habría que adaptarlas a las realidades de cada Diócesis y Comunidad Parroquial

VJA VER: No hace mucho oímos hablar a los políticos de los planes que proyectan para las ciudades del

futuro. Había una “fiebre” por remodelar las ciudades; jardines, nuevas calles, lugares de descanso y convivencia, edificios nuevos... Todo eso, evidentemente, se hace con dinero: la base que permite hacerlo posible es el dinero. Basta dar una vuelta por Valencia para ver los nuevos barrios: la avenida de las Cortes, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la avenida de Francia... dejan con la boca abierta.

Pero a la vez somos conscientes de que todo eso, por sí solo, no hace felices a las personas: junto a esas grandes construcciones y jardines, la pobreza y la marginación están presentes, la soledad sigue en aumento, la falta de comunicación y el individualismo crecen, a veces parecen selvas... Toda la tecnología, todos los espectáculos, todas las construcciones, por sí solas, no llegan a dar a la persona la felicidad que en el fondo desea. Todo queda en apariencia, en brillo externo. Nos damos cuenta que, en el fondo, es como si no tuvieran cimientos, porque en cualquier momento puede derrumbarse. Y surgen en nosotros las palabras de Isaías: “¡Ojala rasgases el cielo y bajases!”

JUZGAR: Frente a esa situación, Jesús nos dice hoy: ¡Velad! Porque no sabemos cuándo vendrá el Señor. Cuando se espera a alguien a quien queremos mucho, la espera nos emociona y despierta nuestro deseo. Velar es muy diferente a vigilar: Se vigila para guardarse, para defenderse, se vigila porque se tiene miedo. Se vela para cuidar, para aguardar, para estar preparado. Se vela porque se tiene esperanza, confianza, amor. Jesús nos pide que velemos para reconocerle en cuanto venga.

ACTUAR: Esa actitud de “velar” no es algo pasivo, sino que se vela activamente. Nosotros queremos construir una ciudad para que en ella habita Jesús, una ciudad en la que todos nos llevemos bien y disfrutemos compartiendo la alegría de vivir unidos, frente al aislamiento actual. Para construir esa ciudad no necesitamos edificios ni parques, ni se sustenta con dinero.


Esa ciudad tiene un cimiento que hace que dure para siempre, y ese cimiento, esa roca es Jesús. Sobre Él hemos de apoyarnos, sobre Él hemos de edificar nuestra vida. Estar en vela supone prepararnos para recibir al Señor y acogerle. Esta semana nos serviremos del dibujo de una grúa para indicar ese proceso de construcción: Nos comprometemos a ser como una grúa: una grúa nos habla de trabajo, es capaz de levantar grandes pesos y elevarlos hasta lo más alto. Así queremos ser nosotros en este Adviento: queremos elevarnos hasta lo más alto y superar muchas dificultades. Cada uno hemos de elegir la acción que más nos cuesta “levantar” (para poderla realizar durante la semana, como compromiso), y procurar llevarla a cabo con ánimo dispuesto, con ilusión. Eso nos irá ayudando a estar espabilados, despiertos, en vela. Que la Eucaristía nos dé la fuerza que necesitamos para salir de esas perezas, de esa pasividad, de ese individualismo y aislamiento en que nos movemos, para que frente a la frialdad y vacío de nuestras ciudades, seamos constructores de esa otra ciudad que no tiene edificios sino personas, personas bien cimentadas en la roca que es Cristo y que ayudan y enseñan a otros a esperar la llegada del que nos trae la salvación que anhelamos.


Marcos

1, 1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: - Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. “Cómo es de necesario el Espíritu de Dios. Es por la oración como obtendremos el Espíritu de Dios. Dios no niega su Espíritu a los que se lo pidan. Dios mío, dame tu Espíritu” (Padre Chevrier) Pongámonos en presencia del Señor y pidámosle que su Espíritu nos ayude a descubrir lo que Él nos está diciendo por medio de esta Palabra. 9Contemplo a Juan predicando junto al Jordán rodeado de gentes, invitándoles a que se conviertan y se bauticen preparando la venida del Señor. 9Me fijo en su persona y escucho sus palabras que transmiten lo que vive. 9¿Qué caminos he de preparar, de adecuar ante la venida del Señor? 9¿Qué quiere Dios que allane en mi vida? 9Llamadas. Hago de todo ello una oración. Notas para situar este Evangelio ● Tenemos ante nuestros ojos el comienzo del primer Evangelio, el de S. Marcos. Estas primeras palabras de su Evangelio “Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” pueden ser el titulo de todo lo que nos dice Marcos a lo largo de su libro.

● Para Marcos, Jesús, sus palabras y sus obras, toda su persona es la Buena Noticia de salvación, de liberación para toda la humanidad. Jesús es la mejor de las Buenas Noticias para nuestro mundo.


● En la presentación que nos hace de Jesús empieza diciéndonos que Él es Cristo, el Hijo de Dios. Con Jesús ha llegado la plenitud anunciada por los profetas. Jesús, el Cristo y el Hijo de Dios, puede llenar de gozo y de felicidad a cada persona. ● Después de la presentación de Jesús nos habla de la preparación que realiza Juan Bautista a la venida de Cristo a este mundo. El domingo pasado se nos decía que hemos de estar vigilantes para acoger la venida del Señor. Hoy, dando un paso más, nos insiste la Palabra de Dios en la preparación. ● Como sabemos Dios viene, en la persona de Jesús, para ser en/del mundo luz y desde el principio pide colaboración para hacerlo realidad. Así quiere llevar adelante su proyecto: con nuestra participación. Dios nos ha hecho activos y espera nuestra cooperación. Dios cuenta con nosotros, espera mucho de nosotros. ● Juan habla de otra persona que viene detrás de él, de quien Juan dice que “no merezco agacharme para desatarle las sandalias”. Él se ve muy pequeño a su lado, incapaz de poder realizar convenientemente la misión que se le ha encargado. Nosotros también, como Juan, somos pequeños. Y añade Juan que hay una gran diferencia entre ambos. “Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo” El Mesías que va a venir es el único que puede bautizar con el Espíritu Santo. ● El mensaje de Juan es una invitación a preparar la venida del Señor. Este es el centro del mensaje de este segundo domingo de adviento. Juan es la voz que grita en el desierto de este mundo

invitándonos a que preparemos su venida “Una voz grita en el desierto. Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos” ● ¿En qué consiste esta preparación? ¿Qué senderos tenemos que allanar?: ● El sendero de la conversión, de ajustar nuestras vidas al proyecto de Dios (el sendero del orgullo, del olvido de Dios, del egoísmo, de la prepotencia, de la vanidad, de la insolidaridad, de poner nuestro corazón en las cosas y no en Dios y en las personas, de todo ello hemos de convertirnos etc.) Entre todos hemos de hacer del desierto de la soledad una tierra de compañía y amistad. Son muchos los senderos que hay que allanar. ● Este tiempo de adviento podría ser un buen momento para preguntarnos ¿qué senderos hemos de allanar en nuestras vidas, en nuestro entorno para adecuarlas al proyecto de Dios, para que nuestras vidas no desentonen demasiado de Jesús que nace en Belén? Hay que convertir el desierto inhóspito en tierra fértil. “Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán.”. ● Acudamos al Señor, como las gentes de Judea y de Jerusalén, a reconocer nuestros pecados.

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios Señor Jesús, con estas palabras empieza Marcos, el primero de los evangelistas, su testimonio que nos transmite el recuerdo y el impacto que produjo tu vida y tus Palabras en aquellas primeras comunidades.

Bien podría, Señor Jesús, ser este el título del Evangelio de que Marcos y el resumen de lo que irá diciendo a lo largo de su Evangelio sobre Ti. Tú eres Evangelio, toda tu vida es Evangelio, o sea Buena Noticia.

Su Evangelio, su Buena Noticia fue tu vida, Señor Jesús, toda tu persona. Marcos fue el primero que nos ofrece algunos aspectos más importantes de tu vida para aquellas primeras comunidades cristianas.

Buena Noticia fue todo tu estilo de vida: tu abajamiento, tu hacerte uno más, tu proximidad con los pecadores, tu compasión con los que sufrían, tu permanente contacto con Dios,


tu manera tan familiar de relacionarte con Dios a quien llamabas siempre Padre...

¿No es también nuestra misión, parecida a la de Juan?

Buena Noticia fueron todas tus Palabras, que no sólo eran tuyas sino de Dios Padre.

Él, Juan, fue como las señales que encontramos junto a las carreteras y nos indican el camino a seguir para llegar a nuestro destino.

Tú, Señor Jesús, según San Marcos, eres el Hijo de Dios. Esa es la definición de tu persona que nos ofrece Marcos. ¿No es esta una de las mejores definiciones que podemos hacer de Ti? Así te definió el centurión al pie de la cruz al ver tu manera de morir, así te proclamó la voz del cielo en el momento del bautismo y cuando te transfiguraste ante los tres apóstoles, esa es la afirmación de la voz del cielo. ¡Que bonito, con cuanta finura Juan te presenta!: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo” Juan era el que preparaba tu llegada, la voz que anunciaba el cambio de vida ante tu inminente llegada… Él, Señor Jesús, humildemente se postró ante Ti y reconoció tu superioridad. Yo también reconozco tu grandeza, tu supremacía.

No quiero ser en mi mundo otra cosa, Señor, que una simple señal en el camino de la vida. Quiero ser una señal que muestre la dirección para llegar a Ti, que eres la Buena Noticia, que posibilite que muchos te encuentren, te conozcan y te sigan … y dando un último paso puedan, a su vez, darte a conocer. Gracias, Señor Jesús, por tantas personas buenas, entregadas, constantes, testigos… que en nuestro mundo son los nuevos Juan Bautista: voz que grita también en el desierto de nuestro mundo con sus palabras y sus gestos anunciando tu proyecto, el Reino de Dios y sobre todo proclamando que tu persona es el Evangelio, la gran Buena Noticia para toda la humanidad. Perdón porque, a veces, Señor Jesús, no somos señal sino garaje, aparcamiento donde la gente se queda sin pretender seguir más adelante, sin pretender llegar a Ti.

VJA VER: Estamos en plena “construcción de la ciudad de Jesús”, para que Él pueda habitar en ella, (recordemos el compromiso de la semana pasada: ser “grúas”) En este 2º domingo de adviento, seguimos con esa tarea de construcción. Y en ese trabajo nos encontramos con dificultades, con “piedras”, lo que llamamos el mal, el pecado. A veces ante el mal, ante la avalancha de sufrimiento y dolor, en lo grande y en lo pequeño, nos parece que no hay nada que hacer, que es “batalla perdida”. Si nos paramos a pensar, el mal, el pecado, han descolocado al ser humano, le han hecho perder el rumbo, se ha roto la relación con uno mismo, con los demás... y también con Dios. Las otras personas, y Dios, se convierten en desconocidos, incluso en posibles enemigos de los que hemos de desconfiar y de los que hemos de protegernos. Y eso acarrea unas consecuencias: incomunicación, indiferencia, insolidaridad... que a todos nos afecta. Ante esto, en este tiempo de Adviento, hoy nos preguntamos: ¿es posible la esperanza?


JUZGAR: Hemos escuchado en el Evangelio: “Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el Profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Con estas palabras inicia el evangelista Marcos la Buena Nueva de Jesucristo. Con la venida de Jesús al mundo vemos que Dios sigue apostando por el ser humano, que a pesar de nuestro pecado Dios no nos abandona. Para preparar la venida de Jesús, Juan Bautista predicaba un bautismo de conversión, quiere sacarnos de ese encadenamiento del mal y del dolor que nos rodea. “Juan bautizaba en el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán”. Para que ese bautismo tenga sentido, es necesaria la conversión previa, empezar a preparar el camino al Señor. El bautismo de Juan es un anticipo de nuestro bautismo, decía: “Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”. Pero aunque nosotros hemos sido bautizados con Espíritu Santo, eso no nos exime de la conversión, porque necesitamos seguir allanando los senderos del Señor. La conversión inicial al recibir el Sacramento del Bautismo debe dar lugar a un proceso dinámico y permanente que dura toda la vida. Los cristianos hemos de estar constantemente convirtiéndonos al Evangelio. Esto implica ir muriendo al hombre viejo, a los criterios de este mundo, e ir pasando al hombre nuevo, a los criterios evangélicos. La conversión lleva consigo un cambio progresivo de nuestros pensamientos y criterios, de nuestros sentimientos y vivencias, de nuestros comportamientos y costumbres. En suma, de nuestro modo de sentir, de actuar y de vivir. Y esto no sólo en las repercusiones personales e interiores, sino en las consecuencias sociales de nuestro modo de estar en el mundo: en la familia, en el trabajo, en la convivencia social y política… porque en esos ámbitos también debemos preparar el camino al Señor.

ACTUAR: La invitación de Juan Bautista de “preparar el camino al Señor y allanar el sendero” la

tenemos que hacer realidad, hemos de quitar de nuestra vida esas piedras, ese mal, ese pecado que estorba que Jesús esté bien presente en nuestro corazón. Y trabajar también para quitar ese mal de nuestro entorno, nuestro mundo. Pero este proceso de conversión no se hace sin dificultades: las piedras, el mal, el pecado, están muy arraigados en nosotros, y la conversión conlleva rupturas profundas y separaciones hondas respecto a los criterios del hombre viejo. Aunque también se reciben de Dios gozos profundos y hondos. Con este dibujo de la excavadora, queremos simbolizar nuestro compromiso de escarbar con firmeza en nuestro interior, aunque sepamos que nos va a costar esfuerzo, para quitar de nuestra vida todo lo malo, lo grande que hay en nuestra vida, preparando unos buenos cimientos para edificar nuestra fe sobre la Roca firme que es Cristo. Nuestro compromiso puede ser quitar habladurías, envidias, rencores, perezas, indiferencia, pasividad... todo lo que nos estorba a la hora de acoger al Señor, de vivir como cristianos coherentes. Y cuando este proceso de conversión nos resulte difícil, recordemos que hemos sido bautizados con Espíritu Santo. Pidamos al Señor que su Espíritu sea quien guíe la excavadora que debemos ser cada uno, y nos ayude a profundizar en nuestro interior, sin miedo, para poder arrancar de raíz esas piedras, ese mal, de modo que las relaciones con uno mismo, con los demás y con Dios tengan una buena base sobre la que ir creciendo y desarrollándose.


Juan

1, 6-8. 19-28.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: -¿Tú quién eres? El confesó sin reservas: - Yo no soy el Mesías. Le preguntaron: - Entonces ¿qué? ¿Eres tú Elías? Él dijo: - No lo soy. ¿Eres tú el Profeta? Respondió: - No. Y le dijeron: - ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo? Él contestó: - Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el Profeta Isaías). Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: - Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta? Juan les respondió: - Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Contemplo a Juan Bautista, con su presencia austera, junto al río Jordán interpelado por los judíos que vienen de Jerusalén. Junto a él están sus seguidores que han venido a escucharle, a bautizarse y a cambiar de vida para acoger al Señor. Oigo el diálogo que mantiene con los enviados de los sacerdotes. 9¿Qué nos diría hoy Juan Bausita a nosotros y a nuestro mundo en vísperas de celebrar la Navidad? 9¿Qué me quiere decir el Señor por medio de estas palabras? 9Juan se define en relación al Mesías, Jesús. El Mesías es su espejo, su punto de comparación. ¿es también mi punto de referencia? 9¿Qué tengo que allanar para que el Señor tenga fácil la entrada en mi vida, en mi familia, en mi lugar de trabajo, en mi ambiente, en mi grupo, en mi comunidad? 9Llamadas. Dialogo con el Señor de todo lo que he contemplado y reflexionado.


Notas para situar este Evangelio ● La figura de Juan Bautista tuvo gran predicamento entre los primeros cristianos. Era el precursor del Mesías, el que había venido a preparar el camino. ● Pero toda su persona, toda su actividad está orientada al que ha de venir, a Jesús. Por eso tiene un lugar especial en este tiempo de Adviento, preparación a la Navidad. Él es el personaje de este domingo que sabe esconderse y señalar con su dedo hacia el verdadero protagonista de la historia: Jesús, el Señor. ● Juan, como se ve en el texto, nos muestra su identidad. Y lo hace de dos maneras. Primero, de forma negativa diciéndonos quien no es, y en segundo lugar, de forma positiva, mostrándonos lo que sí que es. ● Las autoridades religiosas judías envían una comisión de sacerdotes y levitas para interrogar a Juan sobre su verdadera identidad y su misión. ● Juan les responde que él no es el Mesías. Niega también que sea Elías o el profeta esperado. ● Su bautismo con agua tenía la función de preparar la venida del Señor, comprendía la confesión de los pecados y significaba la conversión al proyecto de Dios. El que vendría después de él es el que bautizaría con agua y con el Espíritu Santo. ● Juan de manera positiva dice de sí mismo “Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor (como dijo el Profeta Isaías)”. Y añade hablando de sí

mismo, de su acción: “Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. ● En ambas manifestaciones de Juan él se define a sí mismo con relación al Mesías.”No soy el Mesías” “Allanad el camino al Señor”, “Yo os bautizo con agua… El que viene detrás de mi”. ● Es un buen ejemplo a tener en cuenta. La vida cristiana tiene que definirse también en relación a Cristo. Él es nuestro punto de referencia. ● Esa es una buena llamada que nos hace hoy la Palabra de Dios: Descentrarnos y poner en el lugar que le corresponde en nuestras vidas a Jesús. ● Por otra parte Juan es realista y encarna la verdad y la humildad. Él se sitúa en el lugar exacto, no por falsa modestia sino porque son así las cosas. El protagonismo no lo tiene él sino el Señor, el Mesías, Jesús y así lo reconoce. ● El Señor sigue llegando a nuestro mundo y nosotros, como Juan bautista, somos la voz que grita y orienta la mirada de todos hacia Jesús. Somos testigos de la luz que es Cristo. Para poder serlo estamos llamados a dejarnos iluminar por Cristo. ● El mirar y contemplar a Jesús nos ha de llenar de alegría. Un cristiano ha de expresar en su vida la alegría de mirar a Jesús, de contemplarle.

Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino al Señor Ante un acontecimiento, una celebración… nos solemos preparar, para poder participar convenientemente. Señor Jesús, se acera tu Navidad, estamos a las puertas de la celebración de tu entrada en el mundo. ¿No tendremos que prepararnos para esta celebración? Por medio de Juan Bautista Tú, Señor Jesús, que eres la Luz y nosotros los testigos de esa luz, nos invitas a disponernos a recordar y celebrar tu presencia entre nosotros.

Tú nos invitas a dejarnos iluminar por tu Luz para que así podamos mostrar tu Luz a los demás. Juan Bautista nos dice que hemos de allanar los caminos “Allanad el camino del Señor” Por lo visto, Señor Jesús, si hacemos caso a lo que nos dice Juan Bautista en el camino de nuestra vida, de nuestras familias, de nuestros pueblos, de nuestras instituciones… hay muchos baches, muchos promontorios… el camino no va a ser transitable.


Es complicado, difícil que así Tú, Señor Jesús, entres en nuestras vidas, en nuestro mundo y que te acomodes entre nosotros. En nuestro entorno observamos que de vez en cuando los caminos que van a los campos son arreglados y lo mismo hacen con las carreteras de esta forma el tránsito no es perjudicial a los vehículos.

qué es lo que impide tu llegada. Es momento de ver, juzgar y actuar en consecuencia siempre a la luz de tu persona. Es el tiempo oportuno de mirar el mundo y contrastarlo con tu persona a fin de tratar de adecuarlo a tu estilo de vida, a lo que Dios quiere. Haz, Señor Jesús, que esta cuestión de allanar caminos, preparando tu llegada quede bien planteada en mi vida, en la vida del movimiento, en la vida de nuestras comunidades y en la vida de la Iglesia universal.

¿Qué puedo hacer, Señor Jesús, para adecentar el camino, tu camino? ¿Qué podemos hacer para eliminar algunas dificultades que existen en el camino de nuestra vida, de nuestro entorno y de otras realidades de nuestro mundo? Lo cierto es que el Señor está a la puerta y llama. Él que es la luz viene a nuestro mundo que anda en las tinieblas para poner mucha esperanza, alegría, compasión, perdón de amor a Dios, vida de Dios… Por una parte, Señor Jesús, hoy percibo una llamada a la acción, al compromiso. Así facilitaré tu entrada en nuestro mundo. Es momento de analizar mi vida y de ver mi mundo para observarlo con los ojos de Dios y ver qué es lo que te molesta, Señor Jesús,

Por otra parte, Señor Jesús, creo que es motivo de alegría caer en la cuenta, de lo que dice Juan Bautista: “ en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Ese eres Tú, Señor Jesús. Estás y a lo mejor no te conocemos, no te vemos. Gracias por que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han decidido que Tú vengas y vivas entre nosotros. Ayúdarnos a preparar permanentemente los caminos al Señor

VJA VER: Al comienzo del Adviento decíamos que las ciudades actuales resultan frías, anónimas, llenas de soledad, sin una base firme que sostenga a las personas. Llevamos dos semanas de Adviento: la primera semana asumimos el compromiso de construir la ciudad de Jesús. La segunda semana utilizamos la imagen de la excavadora para simbolizar nuestro deseo de quitar las “piedras”, el pecado y el mal que obstaculizan la construcción del Reino. Antes de seguir adelante, revisemos si hemos sido buenas excavadoras y hemos eliminado algo de lo que estorba a Jesús. Esta semana vamos a ver que, a veces, en esta tarea constructora, nos sentimos como en el desierto, como pretendiendo construir algo bueno, nada menos que la ciudad de Jesús, pero en medio de un desierto, en el peor desierto de todos que es aquél en el que estamos rodeados de gente. Gente entre la que abunda la indiferencia, la falta de comunicación, la falta de respuesta a nuestras iniciativas, y tenemos la firme sensación de estar empeñados en algo que no arraiga, ni siquiera en la gente más cercana a nosotros. Incluso el mismo Adviento suena a algo pasado, algo que poca gente sabe qué es, algo que no sirve de nada porque las invitaciones a prepararnos para la Navidad rebotan en la gente por falta de conversión. Y porque la sociedad materialista, capitalista, atea nos lleva a pensar en la Navidad sólo desde el consumismo.


JUZGAR: En medio de esta situación, cuando estamos ya a mitad del tiempo de Adviento, resuena fuerte la voz de Juan, la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”. Respondiendo a esa llamada, tras la eliminación de los grandes obstáculos, con la excavadora, ahora toca allanar el camino, y vamos a servirnos de la imagen de un bulldozer. Es una máquina con una placa metálica en la parte delantera y que se utiliza sobre todo para el movimiento de tierras, en la construcción y nivelación de caminos y accesos. Sirviéndonos de esta imagen, y continuando con nuestra dinámica, esta semana debemos pensar que mucha gente se cree que la conversión consiste solo en cambiar, eliminar los “grandes pecados”, o no cometerlos, te suelen decir: “yo ni robo ni mato”, sin caer en la cuenta que las pequeñas cosas del día a día también necesitan conversión. Debemos mirar nuestra relación con la gente, ver como nos comportamos, nuestras actitudes, nuestra forma de proceder, el trato… Pero “allanar el camino al Señor” requiere también que elevemos aquello que no lo desarrollamos o potenciamos, por tenerlo olvidado, infravalorado. Que pongamos nuestros talentos y dones al servicio del bien común, y que rebajemos aquellas actitudes que deterioran las relaciones con los demás, como los malos humos, el pesimismo, la prepotencia, los insultos y las envidias… Teniendo presente la imagen del bulldozer, debemos caer en la cuenta de que también deberemos remover todo aquello que no ocupa su lugar adecuado para llevarlo a su justo lugar, allanando así el camino, y dejándolo preparado para poder así construir, una ciudad para que en ella habita Jesús, y que por Él sea una ciudad en la que todos nos llevemos bien y disfrutemos compartiendo la alegría de vivir unidos, frente al aislamiento, indiferencia y falta de respuesta actual.

ACTUAR: La construcción de la ciudad de Jesús debe continuar aun en medio de las dificultades.

Tras quitar las grandes obstáculos, esta semana, el dibujo del bulldozer nos tiene que recordar ese compromiso que quisimos hacer al principio del Adviento para construir la ciudad de Jesús. Esta semana hemos de allanar los caminos del Señor, eliminar esos baches que nos hacen tropezar y hacen que el Señor no pueda llegar hasta nosotros. Hemos de eliminar mentiras, engaños, trampas, disculpas, excusas, miedos, orgullo, prepotencia... Esos baches hemos de rellenarlos, como Juan Bautista, removiendo nuestro interior para que surja la humildad, sinceridad, transparencia y testimonio de palabra y obra, desde la coherencia de nuestra vida. Acudamos al Sacramento de la Reconciliación para que el Señor, con su amor, remueva nuestro interior. Y que su presencia en la Eucaristía rellene los baches de nuestra vida de modo que seamos un terreno bien dispuesto para que su ciudad se haga realidad en y entre nosotros.


Lucas

1, 26-38.

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando a su presencia, dijo: - Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres. Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: - ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? El ángel le contestó: - El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: - Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Ante la dificultad que María ve que en ella se puedan realizar los planes de Dios, Dios le asegura que lo que en ella se realizará será obradle Espíritu Santo. Eso continúa sucediendo en la Iglesia. El Espíritu Santo la asiste y la fecunda. El Espíritu Santo es también quien hace en nosotros obras grandes. 9¿Qué es lo que Dios quiere hacernos comprender es este relato de la anunciación? 9Puedo fijarme en la decisión de Dios, fruto de su gran amor a la humanidad. En la acción del Espíritu Santo en María. En la actitud de manifiesta disponibilidad de María a los planes de Dios… 9¿Qué me enseña Dios por medio de la manera de ser y de reaccionar de María? 9Llamadas Dialogo con Dios contemplando su proyecto de amor con la humanidad y dándole gracias por María, de todo lo que ella es para el mundo y para la Iglesia.


Notas para situar este Evangelio ● Solamente el evangelista Lucas nos trae esta escena, que bien podría titularse: el origen humano de Jesús fue por obra del Espíritu Santo. ● Toda la narración está centrada en la persona de Jesús. ”Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. ● Pero además en el relato está presente la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ● Al llegar la plenitud de los tiempos Dios, como fruto del gran amor de Dios a la humanidad, manda a su Hijo al mundo para salvarlo. Y como nos dice el texto el Hijo de Dios se encarna por obra del Espíritu Santo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios” ● Jesús, el Hijo de Dios que va a nacer de una muchacha nazarena, María, se hará presente en el vientre de María por obra del Espíritu Santo. Jesús, el Hijo de Dios, es el gran regalo que Dios ofrece a la humanidad. ● María a la propuesta del ángel responde: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

● María que ha sido favorecida por Dios “has encontrado gracia ante Dios” acepta la propuesta de Dios, pero no sólo deja hacer lo que Dios le pide sino que se presta voluntaria a cooperar en su proyecto. María asume un papel excepcional en el plan de Dios. ● María es la madre virginal del Mesías. Jesús es fruto del Espíritu Santo en María. ● María coopera a la acción de Dios asumiendo el papel que Dios le ofrece. La maternidad de María del Hijo de Dios es el título más grande de María. ● María ante Dios se ve como la esclava del Señor, la servidora, la cumplidora de la voluntad de Dios Padre. ● María es la mujer de fe, la que se fía de Dios, la que se pone en manos de Dios. Como en otro tiempo lo hicieron Abraham, Moisés y tantas otras personas que se han fiado totalmente de Dios. ● María ha estado preservada del pecado original, de la inclinación natural al pecado que tiene todo ser humano. O sea ella es Inmaculada, la mujer perfecta. Ella es nuestra mejor intercesora ante Dios ● En este tiempo de adviento hasta ahora nos ha acompañado Juan Bautista, Isaías. Hoy María, Inmaculada, la llena de gracia desde siempre, se une a nosotros en este camino del adviento preparación para la Navidad. ● ¿Quien mejor que ella supo esperarlo? ● ¿Quién mejor que ella supo prepararse a su venida?

Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra Estamos en vísperas de la Navidad, de la entrada del Hijo de Dios en el mundo. Es el gran acontecimiento de la historia, de la humanidad. Dios que se hace hombre para hacernos a nosotros hijos de Dios. ¡Qué intercambio más maravilloso! ¡Qué don, qué gracia, qué amor!

Por eso me postro ante tanta hermosura, ante tanta grandeza, ante tanto amor. Gracias Dios Padre por haber querido dar ese paso, por haber descendido para enaltecernos.

No puedo pasar deprisa, sin más este hecho. No ha habido nada en la historia del mundo más grande que el Dios hecho hombre, que el Emmanuel.

Santa Madre de Dios mi plegaria hoy se dirige a Ti la esclava, la humilde, la disponible al proyecto de Dios, la llena de gracia,

Y a las puertas de tan bonito recuerdo no podía faltar María, la madre de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María.


de amor a Dios y al mundo la madre del Hijo de Dios. Gracias María. Tú fuiste la puerta por la que Dios se hizo presente entre nosotros. Dios quiera que como Tú María nosotros seamos puerta por la que pase Dios a nuestros mundos. Gracias María por tu disponibilidad, por tu sí. Ayúdanos a decir, como Tú, sí a lo que Dios disponga de nosotros. Tú María, Madre de Dios, escuchaste aquellas palabras del Ángel que te ruborizaron: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres… No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios… ”. Tú eres bendita entre todas las mujeres. Tú eres la más grande entre todos los seres humanos: una mujer, María. Así te reconocemos todos nosotros y te tenemos como ideal de nuestras vidas, como abogada nuestra,

como protectora de nuestros proyectos que son los de tu Hijo. Tú la inundada del Espíritu Santo. Nosotros también fuimos ungidos por Él. Que, como en tu caso María, nazca en cada uno de nosotros y en nuestro mundo tu Hijo Jesús, su estilo de vida, su amor a Dios y a las personas, sus actitudes… por obra del Espíritu Santo. Intercede María ante Dios Padre, en vísperas de la Navidad, dibujada con colores de paz para que de verdad la paz no solo sea una palabra bonita sino también una realidad. Paz te pedimos para las familias y los colegios, paz para las pandillas y para las que sufren, paz entre todos los países del mundo. Como los Papas nos recuerdan con frecuencia no hay mejor camino para la paz que la justicia. ¡María! ayúdanos a trabajar por la justicia para que en el mundo haya paz verdadera.

VJA VER: En el último domingo de este Adviento en el que hemos querido construir una ciudad para Jesús, la Palabra de Dios en la 1ª lectura nos habla el rey David y su deseo de construir una casa para Dios. Durante este tiempo hemos visto que una casa, una ciudad, es (debe ser) algo más que paredes y edificios. Es el lugar en que vivimos, nos relacionamos... debe tener el valor de cobijo, de acogida, de relación. Por eso sabemos que, por muy bonita que tengamos nuestra casa, nuestra ciudad... si no se da ese acogimiento, ese calor, esa relación... de nada sirve. En casi todas las religiones se han construido casas para los dioses, en forma de templos, santuarios... los cristianos lo hemos hecho, con el fin de que Dios estuviese cercano, y encontrarnos más fácilmente con Él. A veces, al edificar esos lugares sagrados, junto con el sentido religioso se mezclan afanes de grandeza, de prestigio, de que “se vea lo que yo he hecho”. Se adornan, se ponen dorados, pinturas valiosas, imágenes de artistas conocidos... En muchos templos, pequeñas placas nos recuerdan que “siendo párroco D. Fulanito se restauró este templo...” o bien “este altar fue construido a expensas de la familia...” Por eso, si todo se queda en las piedras, en las pinturas, en los dorados... y no hay un verdadero sentido de fe, si el templo no es el lugar de encuentro de los miembros de la comunidad parroquial en el que forman y celebran su fe, y desde el que salen a dar razón de su fe, si no es así, serán sólo piedras muertas. De ahí que hoy, cuando estamos llegando al final de nuestra “construcción de la ciudad”, Dios en el Evangelio nos dice cómo se prepara él un espacio para habitar entre las personas.


JUZGAR: Dios quiere estar entre nosotros y elige un templo, no de ladrillos sino de carne. Dios se hace hombre y quiere nacer entre y en las personas, y en María hoy tenemos el modelo para acogerle, para prepararle una “casa” a su gusto. María, desde su fe vivida y celebrada, escucha, acepta (aunque no lo tenga todo claro) y acoge. María cree la palabra del Ángel y por eso hace posible la cercanía de Dios entre nosotros, más de lo que puede lograr ningún templo. En María tenemos la demostración de que Dios está presente en quienes desde su fe reciben a Jesús y le hacen un sitio en su vida, en sus alegrías y tristezas, en sus gozos y penas.

ACTUAR: Los primeros cristianos no edificaban templos; tenían salas de reunión, pero ellos se sabían piedras vivas, templos vivos de Dios. En este último domingo de Adviento hemos de caer en la cuenta de que Dios no se queda encerrado entre cuatro paredes, sino que quiere llegar a toda persona, y quiere llegar a través de nosotros. Necesitamos espacios para formarnos, para reunirnos, para encontrarnos y celebrar como comunidad parroquial nuestra fe. Pero ese espacio no es lo más importante. Lo más importante es ser nosotros “templos vivos” que acerquen a Dios allí donde nos movemos, donde las personas viven con esperanzas y temores, con alegrías y penas. En María tenemos el ejemplo, el modelo a imitar, cuando nos sentimos fuertes en la fe y cuando nuestra fe desfallece. Para que seamos verdaderos templos, para llevar a Dios en nosotros, es imprescindible la Eucaristía: es verdadero encuentro con Dios, que nos dirige su Palabra, que nos da su Cuerpo y su Sangre. Que no nos limitemos a “cumplir un precepto”, sino que vivamos cada Eucaristía como ese encuentro profundo con Dios que viene a nosotros como fue a María, para que al acogerle y recibirle en la comunión, nosotros nos convirtamos en templos vivos de Dios y entonces, entre todos, estaremos haciendo realidad lo que hemos estado preparando desde el comienzo del Adviento: la ciudad de personas en las que Dios quiere y puede habitar.


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