Silenciar la Democracia. Las Masacres de Remedios y Segovia 1982-1997.

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Capítulo 4

manera reiterada, en la presunta participación en la masacre de 1983, de trabajadores de Fidel Castaño y de miembros del Ejército Nacional adscritos al Batallón Bomboná. Una mirada judicial más atenta a la posible existencia de un modus operandi que tomaba forma en el Alto Nordeste Antioqueño en los hechos de 1983 y de 1988 y que se repetía en varias masacres, habría facilitado una reconstrucción más amplia del contexto y, con ella, la apertura de otras líneas de investigación y, muy seguramente, la vinculación al proceso, desde el inicio del mismo, de otros civiles —entre ellos algunos políticos359—así como la temprana vinculación de todos los miembros de la Fuerza Pública implicados en los hechos por delitos, distintos al de terrorismo, entre ellos los de concierto para delinquir, homicidio y lesiones personales. La masacre de noviembre de 1988, como crimen de sistema,360 compartía con los hechos de 1983 y con hechos ocurridos en otras zonas de Antioquia (entre ellos, las masacres cometidas en las fincas Honduras y La Negra en Currulao–Turbo en marzo de 1988) elementos similares: actos previos de amenaza a la población en general y a personas específicas, cometidos por miembros de la Fuerza Pública; hostilidad previa y sistemática de la Fuerza Pública hacia la población, al considerarla “cómplice de la guerrilla”; creación, por actuaciones intencionales de la Fuerza Pública, de un ambiente de zozobra permanente en la población; intimidación previa —por miembros de la Fuerza Pública— a la población y a sectores en particular para que se abstuvieran de realizar actos políticos (en Segovia, la participación en el paro cívico del 27 de octubre; en Urabá directamente el votar por la UP); retirada de los controles habituales del Ejército y de la Policía Estas vinculaciones se han venido haciendo con posterioridad, después de varios años de ocurridos los hechos y de que fueran adoptadas las primeras decisiones judiciales. 360 MH ha caracterizado los crímenes de sistema como aquellos hechos atroces no aislados sino articulados a actores colectivos, en un contexto determinado. Los crímenes de sistema se caracterizan generalmente por una división de labores entre los planificadores y los ejecutores de los delitos. Esto hace difícil establecer las conexiones entre los niveles de planificación y de ejecución con respecto a la pregunta sobre la autoría y la participación de los individuos involucrados. Esta labor se complica aún más por el hecho de que estos crímenes, en ocasiones, son perpetrados por organismos oficiales con la participación de personas que eran, o son todavía, políticamente poderosas. Además, normalmente afectan a un gran número de víctimas, y estos asuntos de escala y de contexto hacen que las investigaciones sean más complejas que las de crímenes ordinarios. 359

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