Silenciar la Democracia. Las Masacres de Remedios y Segovia 1982-1997.

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Silenciar la democracia: las masacres de remedios y segovia, 1982-1997

die, pero al otro día una vecina me contó que tocaron la puerta y al nadie abrir, miraron y dijeron: “Aquí no está este hijueputa”, y se fueron.173

Cuando el grupo armado llegaba a una vivienda exigía su ingreso presentándose como Ejército Nacional, bajo el pretexto de realizar un allanamiento y con la pretensión de encontrar armas. Al no encontrar respuesta positiva recurría a la fuerza para entrar, llegando incluso a tumbar las puertas. Una vez dentro de la casa, intimidaba a las familias y por su nombre solicitaba la presencia de la víctima, a quien obligaban a vestirse, le amarraban las manos y la forzaban a salir a la calle: Estábamos acostados, eso fue como a la 1:00 de la mañana, cuando yo sentí un tropel en la calle, sentí que se pararon en la acera, y tocaron, pero yo no contesté, y volvieron y tocaron, y yo dije que quién es, ellos dijeron: “Necesitamos a la señora Rosa”. Yo les contesté pero que quién es, dijeron: “Somos el “Ejército Nacional que venimos a hacer un allanamiento”, yo no quise abrir ni nada, me paré, me levanté sin saber qué hacer, cuando unos dijeron “allá atrás”, respondieron otros “sí”, y empiezan a darle pata a las dos puertas. Ahí mismo se vino la puerta del frente y la de la cocina, y ahí fue cuando se entraron los de atrás y los del frente, entonces el pelado que tenía 16 años preguntó asustado “¿Qué pasa?”, y entonces ahí mismo lo hicieron colocar con las manos arriba. Y ahí mismo se levantó Rosa Angélica muy asustada con las dos niñas, también se levantó la otra niña que tenía 19 años, y también ahí mismo los hicieron colocar a todos juntos, y le dijeron a Rosa que los siguiera, que los acompañara. Entonces las niñas se pusieron a llorar muy duro y se pegaron de ella, entonces le dijeron a la otra pelada [mujer joven] grande que por favor entrara a las niñas para la pieza si no quería que se la llevaran a ella también. Entonces ahí mismo la cogieron y ella me dijo: “Mamá, las chanclas”, le dije: “Ay m´hija, yo no sé, estarán en la pieza”, entonces fue por ellas y ahí mismo le mandaron la mano atrás “Un momentico…”. Entonces ella les dijo: “Déjenme que voy a buscar las chanclas que yo no me voy a volar”, y ellos le dijeron: “No mamita, es que así nos ha pasado muchas veces…”. Pero ella entró y sacó las chanclas y salieron todos, y ellos le dijeron que siguiera para la calle

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Ibíd., Cuaderno N° 2, ff. 93–94.

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