REVISTA MEDIEVAL 43

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AÑo VIII arqueología, historia y viajes sobre el mundo MEDIEVAL 43

NÚMERO 43 / Bimestral

La Batalla de Agincourt

LA BATALLA DE Agincourt

www.revistamedieval.com

Otro Mundo Medieval

La Mujer Vikinga 5,95 €

Arte

La Miniatura Altomedieval Románico

La transición del Románico al Gótico

• El Tesoro de Orrius • Los cristianos de Al-Andalús


AÑo VIII arqueología, historia y viajes sobre el mundo MEDIEVAL 43

NÚMERO 43 / Bimestral

La Batalla de Agincourt

LA BATALLA DE Agincourt

www.revistamedieval.com

Otro Mundo Medieval

La Mujer Vikinga 5,95 €

Arte

La Miniatura Altomedieval Románico

La transición del Románico al Gótico

• El Tesoro de Orrius • Los cristianos de Al-Andalús


Sumario 5 Editorial 6 La foto del lector 8 Relatos Medievales 12 Cine 14 Música 16 Genealogía 18 Cocina 20 Ferias, Festivales y Mercados 21 Libros / Cd / Dvd 96 Suscripción 98 En el próximo número...

Página 22 Los cristianos de Al-Ándalus

Página 30 El Vientre del Arquitecto (II)

Historia social

Los cristianos de Al-Ándalus

22

Románico

El vientre del Arquitecto (II)

30

Otro Mundo Medieval

La mujer Vikinga

38

Arte

48

La miniatura Altomedieval

Página 38 La mujer vikinga

Historia Militar

62

La batalla de Agincourt

Perspectivas Teóricas

78

Historiografías Inglesa, Francesa y Española en torno al Feudalismo

Arqueología

88

El tesoro de Orrius

Página 48 La miniatura Altomedieval www.revistamedieval.com 3


HISTORIA SOCIAL

Los cristianos de Al-Ándalus

La corte de Abd al-Rahmán III.

Pedro Herrera Roldán Profesor de Latín

Denominados nazara (“nazarenos”), dimmiyun (“protegidos”) o agam (“no árabes”) por los musulmanes, y mozárabes (“arabizados”) por sus correligionarios del Norte, los cristianos que vivieron en tierras de Al-Ándalus se debatieron por espacio de cinco siglos entre la fidelidad a su identidad y su integración en un estado islámico. Las siguientes páginas repasan las principales vicisitudes por las que estas comunidades pasaron

E

l contenido de estos pactos, de los cuales ha llegado hasta nosotros el concertado con el gobernador godo de la zona de Murcia, supone que los cristianos, como protegidos del estado (dimmiyun), podían conservar sus propiedades y costumbres, así como cierta autonomía respecto al poder musulmán; en efecto, contaban con magistrados propios como un conde (comes), un recaudador de impuestos (exceptor) y un juez (censor) que siguió aplicando el código de época visigoda, el Liber iudiciorum. A cambio debían pagar una capitación mensual (chizya) y quedar frente a los musulmanes en una inferioridad jurídica que, entre otras cosas, les impedía testificar contra ellos en juicios o tener esposas o esclavos de ese credo. Por otra parte, si bien se les garantizaba practicar su religión, tenían que proceder de forma discreta, sin hacer proselitismo de su fe y, mucho menos, ofender de alguna manera la islámica. Además se exigía que los hijos de los matrimonios mixtos fueran educados en este último credo y, mientras se condenaba a muerte a quienes renegasen del Islam, las conversiones a éste se facilitaban enormemente. En cambio, hubo determinados aspectos en que estos tratados se aplicaron de forma bastante más permisiva, al menos en un principio: a diferencia de otros lugares, en la Península no se prohibió a los cristia22

nos acceder a cargos en la administración, ejército y corte, poseer armas o adoptar nombres y vestiduras árabes, y tampoco se les obligó a llevar prendas distintivas ni se impuso de forma estricta ni generalizada la separación de comunidades por zonas de la ciudad. De esta “generosidad” no se benefició la Iglesia, sin duda la más perjudicada por la nueva situación: pese a mantener su estructura interna, veía muy mermadas sus propiedades y destruidos o confiscados bastantes de sus templos. Y lo que es peor, quedaba despojada del ca-

rácter oficial de que había gozado durante la etapa visigótica. El estado de cosas descrito se mantuvo durante buena parte del siglo VIII, pues el estado islámico, aún no muy afianzado en suelo hispano y amenazado además por continuas luchas entre etnias y clanes rivales, no se hallaba en condiciones de aplicar con rigor los pactos; por otro lado, tampoco estaba muy interesado en forzar conversiones en masa al Islam, pues con ello perdía la considerable fuente de ingresos que le reportaba el pago de la chi-

Monasterio de San Miguel de la Escalada.

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

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HISTORIA SOCIAL

Los cristianos de Al-Ándalus

La corte de Abd al-Rahmán III.

Pedro Herrera Roldán Profesor de Latín

Denominados nazara (“nazarenos”), dimmiyun (“protegidos”) o agam (“no árabes”) por los musulmanes, y mozárabes (“arabizados”) por sus correligionarios del Norte, los cristianos que vivieron en tierras de Al-Ándalus se debatieron por espacio de cinco siglos entre la fidelidad a su identidad y su integración en un estado islámico. Las siguientes páginas repasan las principales vicisitudes por las que estas comunidades pasaron

E

l contenido de estos pactos, de los cuales ha llegado hasta nosotros el concertado con el gobernador godo de la zona de Murcia, supone que los cristianos, como protegidos del estado (dimmiyun), podían conservar sus propiedades y costumbres, así como cierta autonomía respecto al poder musulmán; en efecto, contaban con magistrados propios como un conde (comes), un recaudador de impuestos (exceptor) y un juez (censor) que siguió aplicando el código de época visigoda, el Liber iudiciorum. A cambio debían pagar una capitación mensual (chizya) y quedar frente a los musulmanes en una inferioridad jurídica que, entre otras cosas, les impedía testificar contra ellos en juicios o tener esposas o esclavos de ese credo. Por otra parte, si bien se les garantizaba practicar su religión, tenían que proceder de forma discreta, sin hacer proselitismo de su fe y, mucho menos, ofender de alguna manera la islámica. Además se exigía que los hijos de los matrimonios mixtos fueran educados en este último credo y, mientras se condenaba a muerte a quienes renegasen del Islam, las conversiones a éste se facilitaban enormemente. En cambio, hubo determinados aspectos en que estos tratados se aplicaron de forma bastante más permisiva, al menos en un principio: a diferencia de otros lugares, en la Península no se prohibió a los cristia22

nos acceder a cargos en la administración, ejército y corte, poseer armas o adoptar nombres y vestiduras árabes, y tampoco se les obligó a llevar prendas distintivas ni se impuso de forma estricta ni generalizada la separación de comunidades por zonas de la ciudad. De esta “generosidad” no se benefició la Iglesia, sin duda la más perjudicada por la nueva situación: pese a mantener su estructura interna, veía muy mermadas sus propiedades y destruidos o confiscados bastantes de sus templos. Y lo que es peor, quedaba despojada del ca-

rácter oficial de que había gozado durante la etapa visigótica. El estado de cosas descrito se mantuvo durante buena parte del siglo VIII, pues el estado islámico, aún no muy afianzado en suelo hispano y amenazado además por continuas luchas entre etnias y clanes rivales, no se hallaba en condiciones de aplicar con rigor los pactos; por otro lado, tampoco estaba muy interesado en forzar conversiones en masa al Islam, pues con ello perdía la considerable fuente de ingresos que le reportaba el pago de la chi-

Monasterio de San Miguel de la Escalada.

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ROmÁNICO Catedral de Santiago

La transicion del Románico al Gótico

El vientre del Arquitecto (II) Autor: José Mª Fdez Chimeno Doctor en Historia (Depart. Arte de la Uned) y Escritor Dibujos: Carlos Sáez

E

l maestro escultor Mateo se quedo sorprendido, al igual que otros muchos peregrinos ávidos de luz, al avanzar por la nave central en compañía del maestro Fruchel. La alta bóveda central era semicilíndrica con una serie de arcos fajones que cubrían un espacio expedito –pues no existía el coro—, solución que permitía apreciar el templo en todo su esplendor. Tras escudriñar el recinto sagrado frunció el ceño con desagrado, al comprobar como resultaba ser más oscuro de lo habitual en las otras catedrales que había conocido (Saint-Denis y Chartres). No obstante, el atribulado Mateo aceptó el cargo de maestro de obras a requerimiento del rey Fernando II de León, como así atestigua uno de los primeros contratos conocidos, de 1168, guardado en el archivo de la Catedral de Santiago: “Conviene a la regia majestad atender mejor a aquellos que le son conocidos por mostrar obediencia fielmente, y especialmente aquellos que son notorios por dedicar sus servicios a los santuarios y lugares de Dios. Por estas cosas yo, Fernando, rey de las Españas, por amor de Dios, por quien reinan los reyes, y por la reverencia d Santiago, piísimo patrón nuestro, como pensión, te doy y concedo a ti, maestro Mateo, que posees la primacía y el magisterio de la obra del citado apóstol, cada año la percepción de dos marcos a la semana, sobre mi mitad de moneda de Santiago, y que lo que falte una semana sea suplido en la otra, de 30

Apóstol Santiago (Fachada occidental) & Plaza del Obraoiro

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

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ROmÁNICO Catedral de Santiago

La transicion del Románico al Gótico

El vientre del Arquitecto (II) Autor: José Mª Fdez Chimeno Doctor en Historia (Depart. Arte de la Uned) y Escritor Dibujos: Carlos Sáez

E

l maestro escultor Mateo se quedo sorprendido, al igual que otros muchos peregrinos ávidos de luz, al avanzar por la nave central en compañía del maestro Fruchel. La alta bóveda central era semicilíndrica con una serie de arcos fajones que cubrían un espacio expedito –pues no existía el coro—, solución que permitía apreciar el templo en todo su esplendor. Tras escudriñar el recinto sagrado frunció el ceño con desagrado, al comprobar como resultaba ser más oscuro de lo habitual en las otras catedrales que había conocido (Saint-Denis y Chartres). No obstante, el atribulado Mateo aceptó el cargo de maestro de obras a requerimiento del rey Fernando II de León, como así atestigua uno de los primeros contratos conocidos, de 1168, guardado en el archivo de la Catedral de Santiago: “Conviene a la regia majestad atender mejor a aquellos que le son conocidos por mostrar obediencia fielmente, y especialmente aquellos que son notorios por dedicar sus servicios a los santuarios y lugares de Dios. Por estas cosas yo, Fernando, rey de las Españas, por amor de Dios, por quien reinan los reyes, y por la reverencia d Santiago, piísimo patrón nuestro, como pensión, te doy y concedo a ti, maestro Mateo, que posees la primacía y el magisterio de la obra del citado apóstol, cada año la percepción de dos marcos a la semana, sobre mi mitad de moneda de Santiago, y que lo que falte una semana sea suplido en la otra, de 30

Apóstol Santiago (Fachada occidental) & Plaza del Obraoiro

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OTRO MUNDO MEDIEVAL Lillian Céspedes Universidad de Winchester

S

e suele decir que en la Edad Media las mujeres carecían de poder alguno en la sociedad de su época, excepto tal vez las que eran de familia noble. El caso de las mujeres vikingas no es ninguna excepción, si acaso la imagen suele agravarse por el hecho de pertenecer a una sociedad considerada típicamente barbárica. Por desgracia, la mayoría de los historiadores y expertos en el tema, suelen centrarse demasiado en las representaciones de estas mujeres

La Mujer Vikinga 38

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

en las Sagas, tratando de discernir si realmente eran unas frías y manipuladoras amas de casa, en lugar de intentar averiguar si realmente eran simples amas de casa o no. No obstante, es uno de los pasajes en la saga de Gisli lo que nos hace replantearnos la naturaleza de estos personajes y el papel que estas mujeres desempeñaban en la sociedad. El autor anónimo del escrito nos cuenta como Aud, la mujer de Gisli, hace frente con gran coraje al rencoroso Eyiolf y sus secuaces, que vienen

Se utilizó la madera en lugar de la piedra para construir las iglesias. www.revistamedieval.com 39


OTRO MUNDO MEDIEVAL Lillian Céspedes Universidad de Winchester

S

e suele decir que en la Edad Media las mujeres carecían de poder alguno en la sociedad de su época, excepto tal vez las que eran de familia noble. El caso de las mujeres vikingas no es ninguna excepción, si acaso la imagen suele agravarse por el hecho de pertenecer a una sociedad considerada típicamente barbárica. Por desgracia, la mayoría de los historiadores y expertos en el tema, suelen centrarse demasiado en las representaciones de estas mujeres

La Mujer Vikinga 38

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en las Sagas, tratando de discernir si realmente eran unas frías y manipuladoras amas de casa, en lugar de intentar averiguar si realmente eran simples amas de casa o no. No obstante, es uno de los pasajes en la saga de Gisli lo que nos hace replantearnos la naturaleza de estos personajes y el papel que estas mujeres desempeñaban en la sociedad. El autor anónimo del escrito nos cuenta como Aud, la mujer de Gisli, hace frente con gran coraje al rencoroso Eyiolf y sus secuaces, que vienen

Se utilizó la madera en lugar de la piedra para construir las iglesias. www.revistamedieval.com 39


ARTE

La Mi n i a t u r a Altomedieval 48

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

www.revistamedieval.com 49


ARTE

La Mi n i a t u r a Altomedieval 48

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HISTORIA MILITAR

La Batalla de Agincourt David Odalric de Caixal i Mata de Armagnac Historiador Militar / Decano del Campus Internacional Universitario de Seguridad y Defensa.

L

a Batalla de Agincourt (o Azincourt) fue una inesperada victoria que las fuerzas inglesas lograron sobre las tropas francesas en el otoño de 1415, en esta población del norte de Francia, en el transcurso de la Guerra de los Cien Años. Agincourt fue un hito clave de ese larguísimo conflicto, que dio inicio a una nueva fase del mismo, en que los ingleses se apoderaron de media Francia. Superados ampliamente en número (sextuplicados, según algunas fuentes), los soldados de Enrique V de Inglaterra pretendían restaurar los derechos de su rey sobre el control de los territorios que su corona poseía en Francia.

Antecedentes

La Guerra de los Cien Años (que duró en realidad 116) fue el último gran conflicto feudal de la Edad Media. Los condes de Anjou, ahora casa reinante francesa, poseían amplísimos y muy productivos territorios en el oeste y sudoeste de Francia, que por la Batalla de Hastings (1066) pasaron a depender del trono inglés. El control de los ingentes recursos económicos de esas regiones desencadenaría la Guerra de los Cien Años y, en definitiva, conduciría al enfrentamiento crucial en Agincourt. En 1204 Francia invadió Normandía y despojó a Inglaterra de una de sus provincias más importantes. Bajo Eduardo I estallaron algunas hostilidades entre ambos países, que duraron de 1294 a 1298. Entre 1324 y 1325, se desató un nuevo conflicto con Francia que se cono62

ce como Guerra de San Sardos. En 1329, el rey inglés Eduardo III respondió reclamando la corona de Francia en medio de lo que amenazaba con convertirse de guerra feudal a conflicto dinástico. Felipe VI consiguió adueñarse de Gascuña en 1337, dando origen oficialmente a la Guerra de los Cien Años. En 1346 los franceses atacaron a Eduardo III en Crecy y en 1356 a su hijo (el Príncipe Negro) en Poitiers, pero en ambas oportunidades fueron derrotados por las fuerzas inglesas. En ese mismo año, los ingleses capturaron al rey francés y a sus nobles, lo que les permitió obtener grandes ventajas en las negociaciones, que determinaron el Tratado de Brétigny (1360), desastroso para Francia. Finalmente un nuevo rey, fuerte, ambicioso y completamente decidido a obtener lo que, según la teoría inglesa, le pertenecía, hizo su aparición en este lúgubre escenario. Se llamaba Enrique V de Inglaterra y se juramentó a llevar la guerra, por última y definitiva vez, al corazón del territorio enemigo. De este modo, siguiendo sus órdenes, se planeó y ejecutó la operación que concluiría en la batalla de Agincourt.

Componentes de las fuerzas en Agincourt Caballeros A principios del siglo XV, y a diferencia de épocas anteriores, el caballero era también un soldado de infantería. El caballero era un hombre adinerado que podía mantener varios caballos y había sido ascendido

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

a ese estatus en una ceremonia oficial. El caballero estaba obligado a mantener al grupo de jinetes que comandaba (su «lance»), proveerlos de caballos, pertrechos y alimentos y mirar, en fin, por su bienestar en todo momento. Hidalgos Seguían en la jerarquía los hidalgos (franklins). Se llamaba de este modo a quienes, sin haber sido nombrados caballeros, eran susceptibles de serlo. Esto se debía a su altura de cuna, su valor y su patrimonio. Hombres de armas Los hombres de armas eran soldados tanto de infantería como de caballería y estaban a las órdenes de un caballero. Como su nombre indica, eran hombres entrenados en el uso de las armas. Se dice que los caballeros eran hombres de armas, pero los hombres de armas no eran caballeros. No habían nacido nobles, pero tenían mayor rango que los arqueros. Infantería / Lanceros En este período, la infantería estaba compuesta esencialmente por lanceros de a pie. Los lanceros llenaban los espacios más a retaguardia de las filas. A pesar de su nombre, sus armas más comunes eran las polivalentes, como la alabarda. Arqueros de Tiro Largo El arco largo inglés (longbow) fue uno de los principales responsables de la victoria

La batalla de Agincourt. Victoria and Albert Museum. www.revistamedieval.com 63


HISTORIA MILITAR

La Batalla de Agincourt David Odalric de Caixal i Mata de Armagnac Historiador Militar / Decano del Campus Internacional Universitario de Seguridad y Defensa.

L

a Batalla de Agincourt (o Azincourt) fue una inesperada victoria que las fuerzas inglesas lograron sobre las tropas francesas en el otoño de 1415, en esta población del norte de Francia, en el transcurso de la Guerra de los Cien Años. Agincourt fue un hito clave de ese larguísimo conflicto, que dio inicio a una nueva fase del mismo, en que los ingleses se apoderaron de media Francia. Superados ampliamente en número (sextuplicados, según algunas fuentes), los soldados de Enrique V de Inglaterra pretendían restaurar los derechos de su rey sobre el control de los territorios que su corona poseía en Francia.

Antecedentes

La Guerra de los Cien Años (que duró en realidad 116) fue el último gran conflicto feudal de la Edad Media. Los condes de Anjou, ahora casa reinante francesa, poseían amplísimos y muy productivos territorios en el oeste y sudoeste de Francia, que por la Batalla de Hastings (1066) pasaron a depender del trono inglés. El control de los ingentes recursos económicos de esas regiones desencadenaría la Guerra de los Cien Años y, en definitiva, conduciría al enfrentamiento crucial en Agincourt. En 1204 Francia invadió Normandía y despojó a Inglaterra de una de sus provincias más importantes. Bajo Eduardo I estallaron algunas hostilidades entre ambos países, que duraron de 1294 a 1298. Entre 1324 y 1325, se desató un nuevo conflicto con Francia que se cono62

ce como Guerra de San Sardos. En 1329, el rey inglés Eduardo III respondió reclamando la corona de Francia en medio de lo que amenazaba con convertirse de guerra feudal a conflicto dinástico. Felipe VI consiguió adueñarse de Gascuña en 1337, dando origen oficialmente a la Guerra de los Cien Años. En 1346 los franceses atacaron a Eduardo III en Crecy y en 1356 a su hijo (el Príncipe Negro) en Poitiers, pero en ambas oportunidades fueron derrotados por las fuerzas inglesas. En ese mismo año, los ingleses capturaron al rey francés y a sus nobles, lo que les permitió obtener grandes ventajas en las negociaciones, que determinaron el Tratado de Brétigny (1360), desastroso para Francia. Finalmente un nuevo rey, fuerte, ambicioso y completamente decidido a obtener lo que, según la teoría inglesa, le pertenecía, hizo su aparición en este lúgubre escenario. Se llamaba Enrique V de Inglaterra y se juramentó a llevar la guerra, por última y definitiva vez, al corazón del territorio enemigo. De este modo, siguiendo sus órdenes, se planeó y ejecutó la operación que concluiría en la batalla de Agincourt.

Componentes de las fuerzas en Agincourt Caballeros A principios del siglo XV, y a diferencia de épocas anteriores, el caballero era también un soldado de infantería. El caballero era un hombre adinerado que podía mantener varios caballos y había sido ascendido

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a ese estatus en una ceremonia oficial. El caballero estaba obligado a mantener al grupo de jinetes que comandaba (su «lance»), proveerlos de caballos, pertrechos y alimentos y mirar, en fin, por su bienestar en todo momento. Hidalgos Seguían en la jerarquía los hidalgos (franklins). Se llamaba de este modo a quienes, sin haber sido nombrados caballeros, eran susceptibles de serlo. Esto se debía a su altura de cuna, su valor y su patrimonio. Hombres de armas Los hombres de armas eran soldados tanto de infantería como de caballería y estaban a las órdenes de un caballero. Como su nombre indica, eran hombres entrenados en el uso de las armas. Se dice que los caballeros eran hombres de armas, pero los hombres de armas no eran caballeros. No habían nacido nobles, pero tenían mayor rango que los arqueros. Infantería / Lanceros En este período, la infantería estaba compuesta esencialmente por lanceros de a pie. Los lanceros llenaban los espacios más a retaguardia de las filas. A pesar de su nombre, sus armas más comunes eran las polivalentes, como la alabarda. Arqueros de Tiro Largo El arco largo inglés (longbow) fue uno de los principales responsables de la victoria

La batalla de Agincourt. Victoria and Albert Museum. www.revistamedieval.com 63


Perspectivas Teóricas

Fiesta de boda campesina. Pintura de Pieter Bruegel. galería de los Uffizi. Florencia.

Prof. Everton Grein NeMed (Nucleo de Estudos Mediterrânicos) / UFPR (Universidade Federal do Paraná) LEME (Laboratório de Estudos Medievais) USP (Universidade de São Paulo)

E

Historiografias inglesa, francesa y española en torno al FEUDALISMO 78

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

l estudio de las “relaciones sociales” en la Edad Media nos remite a uno de los temas más polémicos de la historiografía contemporánea: el feudalismo. Por lo menos, desde el siglo XIX numerosas fueron la líneas de interpretación desarrolladas sobre ese concepto, y en especial aquellas apoyadas por los franceses, británicos y más recientemente, por los españoles. De ese modo, desde el punto de vista de la historiografía, muchos son los caminos y las posibilidades de reflexiones generadas a partir de la propia noción de feudalismo, comprendiendo no solamente los términos, conceptos y los elementos derivados de sus respectivas definiciones, como así también a partir de la noción espacio-temporal que ha comprehendido el término en cuestión. El léxico feudum fue posiblemente un neologismo creado en el siglo XVII (c.1614) para describir la noción de “posesión / propiedad / dominio”, ejercido a través de prácticas y reglamentos que rigen un contrato de vasallaje, ligando hombre a hombre a un determinado espacio territorial. De ese modo, los terminos – “feudal” y “feudalismo” – surgirían solamente en el siglo XIX, como señaló Allen Brown (1997), empleados a veces de manera errónea y equivocada, para explicar de todo un modo de vida desarrollado especialmente a partir de la Edad Media Central (siglos X-XII) que llegaba a su auge en los siglos XIII y XIV. Todavía, más allá de esa primera noción jurídica, el termino recibe históricamente una connotación más larga, designando una estructura políticoinstitucional fundada sobre relaciones interpersonales “feudo-vasalláticas” que pasaron a conducir el conjunto de la sociedad, designando un proceso típico de la Edad Media. Los orígenes del feudalismo sigue siendo un tema de mucha controversia entre los estudiosos. Aunque todavía, el concepto sea reconocido en cuanto a un “nuevo orden” social, y en www.revistamedieval.com 79


Perspectivas Teóricas

Fiesta de boda campesina. Pintura de Pieter Bruegel. galería de los Uffizi. Florencia.

Prof. Everton Grein NeMed (Nucleo de Estudos Mediterrânicos) / UFPR (Universidade Federal do Paraná) LEME (Laboratório de Estudos Medievais) USP (Universidade de São Paulo)

E

Historiografias inglesa, francesa y española en torno al FEUDALISMO 78

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

l estudio de las “relaciones sociales” en la Edad Media nos remite a uno de los temas más polémicos de la historiografía contemporánea: el feudalismo. Por lo menos, desde el siglo XIX numerosas fueron la líneas de interpretación desarrolladas sobre ese concepto, y en especial aquellas apoyadas por los franceses, británicos y más recientemente, por los españoles. De ese modo, desde el punto de vista de la historiografía, muchos son los caminos y las posibilidades de reflexiones generadas a partir de la propia noción de feudalismo, comprendiendo no solamente los términos, conceptos y los elementos derivados de sus respectivas definiciones, como así también a partir de la noción espacio-temporal que ha comprehendido el término en cuestión. El léxico feudum fue posiblemente un neologismo creado en el siglo XVII (c.1614) para describir la noción de “posesión / propiedad / dominio”, ejercido a través de prácticas y reglamentos que rigen un contrato de vasallaje, ligando hombre a hombre a un determinado espacio territorial. De ese modo, los terminos – “feudal” y “feudalismo” – surgirían solamente en el siglo XIX, como señaló Allen Brown (1997), empleados a veces de manera errónea y equivocada, para explicar de todo un modo de vida desarrollado especialmente a partir de la Edad Media Central (siglos X-XII) que llegaba a su auge en los siglos XIII y XIV. Todavía, más allá de esa primera noción jurídica, el termino recibe históricamente una connotación más larga, designando una estructura políticoinstitucional fundada sobre relaciones interpersonales “feudo-vasalláticas” que pasaron a conducir el conjunto de la sociedad, designando un proceso típico de la Edad Media. Los orígenes del feudalismo sigue siendo un tema de mucha controversia entre los estudiosos. Aunque todavía, el concepto sea reconocido en cuanto a un “nuevo orden” social, y en www.revistamedieval.com 79


ARQUEOLOGÍA

Un conjunto de monedas codales de finales del s. X y principios del s. XI

El Tesoro de Orrius

Joaquim Graupera; Marc Pons; Josep M. Roque Fotografías: Toni Serra (Grupo Arqueológico de Vilassar de Dalt)

E

n el año 1981, miembros del Grupo Arqueológico de Vilassar de Dalt estaban realizando unas excavaciones en el poblado ibérico de Céllecs. Cada día iban a buscar la llave al pueblo para poder acceder al recinto del poblado. Un día observaron que el párroco. Joan Gorro Gorina, rector de la parroquia de Orrius, estaba haciendo unas obras de rehabilitación de la iglesia entre las cuales figuraba la sustitución del pavimento del templo. Los miembros del Grupo Arqueológico se ofrecieron para colaborar. Cuando fue el momento de cambiar el pavimento, propusieron al padre de sustituirlo por un enlosado de piedra labarada y construir un escalón de acceso a la capilla de Santa María del Roser para diferenciarla del resto de la iglesia, puesto que se evidenció que era el antiguo altar presbiteral de la iglesia prerománica del s. X. Para colocar este nuevo enlosado, había que rebajar más el nivel del suelo. Fue el día 24 de noviembre de 1981, cuando aparecieron las monedas, el llamado Tresoret de Orrius, al remover la arena que hacía de base al antiguo pavimento. Al día siguiente, el Sr. Pau Ubach Font (miembro de GAV) telefoneó al Dr. Manuel Riu de la Universidad de Barcelona para comunicarle el hallazgo. Este, a su vez, lo hizo saber al Servicio de Arqueología de la Generalitat de Cataluña, que requirió la presencia de un 88

ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL

Vista zenital de parte de los muros aparecidos en la segunda fase de la excavación. www.revistamedieval.com 89


ARQUEOLOGÍA

Un conjunto de monedas codales de finales del s. X y principios del s. XI

El Tesoro de Orrius

Joaquim Graupera; Marc Pons; Josep M. Roque Fotografías: Toni Serra (Grupo Arqueológico de Vilassar de Dalt)

E

n el año 1981, miembros del Grupo Arqueológico de Vilassar de Dalt estaban realizando unas excavaciones en el poblado ibérico de Céllecs. Cada día iban a buscar la llave al pueblo para poder acceder al recinto del poblado. Un día observaron que el párroco. Joan Gorro Gorina, rector de la parroquia de Orrius, estaba haciendo unas obras de rehabilitación de la iglesia entre las cuales figuraba la sustitución del pavimento del templo. Los miembros del Grupo Arqueológico se ofrecieron para colaborar. Cuando fue el momento de cambiar el pavimento, propusieron al padre de sustituirlo por un enlosado de piedra labarada y construir un escalón de acceso a la capilla de Santa María del Roser para diferenciarla del resto de la iglesia, puesto que se evidenció que era el antiguo altar presbiteral de la iglesia prerománica del s. X. Para colocar este nuevo enlosado, había que rebajar más el nivel del suelo. Fue el día 24 de noviembre de 1981, cuando aparecieron las monedas, el llamado Tresoret de Orrius, al remover la arena que hacía de base al antiguo pavimento. Al día siguiente, el Sr. Pau Ubach Font (miembro de GAV) telefoneó al Dr. Manuel Riu de la Universidad de Barcelona para comunicarle el hallazgo. Este, a su vez, lo hizo saber al Servicio de Arqueología de la Generalitat de Cataluña, que requirió la presencia de un 88

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Vista zenital de parte de los muros aparecidos en la segunda fase de la excavación. www.revistamedieval.com 89


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