Nos pegamos un feroz desayuno medio alemán medio Ambrosólico, pero harto llenador. Estábamos pegajosos de los pies hasta el pelo, pero felices de no sentir hambre.
Lo malo fue cuando nos quisimos parar y seguir caminando.
Yo sentí correr agua cuando estábamos en el refugio…
No puedo moverme… Yo… tampoco.
Volvimos nuestros pasos y Sedri comenzó a abrir camino.
A esa altura parecíamos arboles ambulantes.
¡Y al fin, después de mucho, una quebrada con agua cristalina!
¡Yupiiiiii!