Karl Marx - El capital II

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El Capital, tomo II

Karl Marx

ello, disminuye. Pero esta disminución se limita y el valor de uso se conserva. Tampoco aumenta aquí el valor adelantado, existente en la mercancía. Pero se le añade nuevo trabajo, trabajo materializado y trabajo vivo. Debemos investigar ahora hasta qué punto estos gastos responden al carácter peculiar de la producción de mercancías en general y a la producción de mercancías en su forma general y absoluta, es decir, a la producción capitalista de mercancías, y hasta qué punto son comunes a toda producción social, aunque dentro de la producción capitalista asuman una forma específica, se manifiesten con una modalidad especial. A. Smith 6 ha expuesto la peregrina opinión de que el almacenamiento constituye un fenómeno peculiar de la producción capitalista. Ciertos economistas modernos, por ejemplo Lalor, afirman, por el contrario, que disminuye a medida que se desarrolla la producción capitalista. Sismondi lo considera incluso como uno de los lados negativos de ésta. En realidad, el fenómeno del almacenamiento se presenta bajo tres formas distintas: bajo la forma del capital productivo, bajo la forma del fondo individual de consumo y bajo la forma del almacenamiento de mercancías o de capital mercancías. Bajo una de estas formas disminuye relativamente cuando aumenta bajo otra, aunque, en términos absolutos, pueda crecer bajo las tres formas al mismo tiempo. Es evidente por sí mismo que allí donde la producción tiende directamente a la satisfacción de las propias necesidades y sólo se produce en pequeñas proporciones para el cambio o la venta, es decir, cuando el producto social no reviste nunca o sólo reviste en una pequeña parte la forma de mercancía, el almacenamiento de mercancías sólo puede constituir una parte pequeña e insignificante de la riqueza. En cambio, aquí, el fondo de consumo, especialmente el de los medios de vida en sentido estricto, es relativamente grande. No hay más que fijarse en la economía tradicional de los campesinos. La mayor parte del producto se transforma precisamente porque no sale de manos de su poseedor–, en medios de producción o medios de vida almacenados. No adopta la forma de almacenamiento de mercancías, y en esto es en lo que se basa A. Smith para decir que en las sociedades fundadas sobre este tipo de producción no se da el fenómeno del almacenamiento. Y es que A. Smith confunde la forma del almacenamiento con el almacenamiento mismo y cree que hasta nuestro tiempo la sociedad vivió siempre al día o expuesta a las contingencias fortuitas del 7 Esto es una equivocación demasiado pueril. El almacenamiento en forma de capital productivo se presenta bajo la forma de los medios de producción que figuran ya en el proceso de producción o, por lo menos, en manos del productor y, por tanto, de un modo latente, ya en el proceso de producción. Ya hemos visto que, al desarrollarse la productividad del trabajo y, por consiguiente, al desarrollarse también el sistema capitalista de producción que contribuye más que todos los sistemas de producción anteriores al desarrollo de la fuerza social productiva del trabajo–, crece constantemente la masa de los medios de producción (edificios, máquinas, etc.) incorporados de una vez para siempre al proceso y que figuran constante y reiteradamente en él, durante períodos más largos o más cortos, y que el incremento de estos medios es al mismo tiempo premisa y efecto del desarrollo de la fuerza social productiva del trabajo. El crecimiento no sólo absoluto, sino relativo de la riqueza bajo esta forma (v. libro I, cap. XXIII, 2 [pp. 565 ss.]) es lo que caracteriza, sobre todo, al sistema capitalista de


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