Una perspectiva de desarrollo para Costa Rica

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construcción social libre, sin un destino asegurado. Es, en el fondo, la esencia de nuestra especie. Aquí hay que encontrar las acciones, ideas y estrategias apropiadas para buscar la felicidad colectiva e individual, y en ese territorio algunas cosas pintan bien, aunque no haya "Idea Absoluta" o "infraestructura económica" que determinen lo que vivimos y nos aseguren un permanente "Reino de la Libertad". No se deben sobrestimar algunos elementos de esta fase histórica que vivimos ni sacar lecciones universales. Todo cambia, "nunca cruzarás el mismo río dos veces", y no es posible determinar su dirección con certeza apodíctica. Lo que sí constatamos es que al desaparecer los grandes bloques internacionales, que necesitaban un componente ideológico importante (democracia versus comunismo), muchos de los argumentos y justificaciones ideológicas se debilitan: el valor mismo de los cuerpos ideológicos se ha transformado hacia una "pragmatización" de los conjuntos de ideas sociales, políticas, económicas que siempre requiere una sociedad. La afirmación de la democracia y la derrota del comunismo soviético, que debilitan las formas ideológicas "metahistóricas", y el cambio en la percepción del tiempo, empujan hacia ideologías o cuerpos teóricos con una "vocación" de presente. El paso de una razón "doctrinaria" a una "práctica". Esto es particularmente importante para la cultura y la educación.

MERCADO, ECONOMÍA Y ESTRUCTURA SOCIAL Otra de las consecuencias de la caída del comunismo: la evidencia del fracaso de los sistemas de planificación estatal centralizada, y la reafirmación del mercado como el instrumento más adecuado para dirimir el flujo de transacciones que la producción económica determina. El mercado es el gran sancionador de la vida económica, para bien o para mal. No quiere decir esto, que el mercado sea el instrumento para lograr una distribución equitativa y justa de la riqueza social o de la producción económica; tampoco quiere decir que la ausencia de planificación deba ser la regla en la vida social contemporánea. Lo anterior solamente quiere decir que el mercado adquirió la relevancia cultural y política, que siempre ha debido tener para el devenir económico de nuestras sociedades, para dirimir la capacidad y la eficiencia de su manejo económico. De alguna manera, el vector "mercado" se vuelve un factor a considerar en cada una de las dimensiones de la vida social. No es, por supuesto, que deba determinarlas o regirlas (depende de la situación), pero se obliga a su consideración permanente. Hacer caso omiso de esta realidad, por razones ideológicas o políticas, sería por ejemplo, hoy más que nunca, un error de grandes implicaciones en las estrategias colectivas de desarrollo o en las reformas institucionales. Tampoco podemos olvidar sus límites. Se puede lograr mayor eficiencia productiva con el desarrollo de mercados competitivos, pero no necesariamente justicia y equidad sociales: son necesarios, pero no suficientes para el desarrollo humano. Fuera del mercado se encuentran vectores decisivos para el desarrollo humano: bienes y funciones públicos, acciones de atención social, la defensa del ambiente. Por eso, una época que fortalece la valorización del mercado presenta riesgos extraordinarios: 73


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