Una perspectiva de desarrollo para Costa Rica

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ESCENARIO INTERNACIONAL DE TRANSICIÓN HISTÓRICA LA MODERNIDAD QUE SE ESCAPA La nueva fisonomía del futuro no podrá entenderse bien si no se posee la perspectiva más amplia: el reclamo implacable de la historia. Varias de las dimensiones de lo que hemos llamado la modernidad han entrado en un replanteo esencial. Este no comenzó con el fin de la Guerra Fría, pero se nutre con fuerza del mismo, y, más aun, adquiere su posibilidad. En el mundo occidental, la Edad Moderna, que nació de las entrañas de la sociedad medieval, ha exhibido varias características centrales. En primer lugar, una nueva cultura: conjunción simbiótica de humanismo y nueva ciencia, se trataba de la crítica de una concepción de mundo y una vida amparada en el dogma religioso y en sociedades sumamente jerarquizadas y rígidas: una desacralización cultural, que afirmaba la razón. Debemos subrayar: las ciencias modernas (Bacon con su potenciación de los métodos empíricos y Descartes con la descripción matemática y, más aun, Galileo y Newton en la conjunción de ambos vectores) y su matrimonio con las técnicas, en la tecnología, han sido fundamento de la modernidad. En segundo lugar, una nueva unidad económica, política y cultural: el Estado-nación. Nadie puede negar que el rostro de la modernidad posee el signo de las naciones. La economía, la organización política, la cultura y hasta las ciencias y las tecnologías tan universales adquieren su fisonomía concreta en el Estado-nación. Todo se engloba aquí: desde la expansión del país (política, económica, militar, cultural) hasta las actitudes sociales e individuales cotidianas (vivencias, expectativas, discursos). Lengua, religión y política, factores de la diversidad y de la separación, se desarrollaron en este marco social. Para algunos, el Estado-nación surgió como respuesta a "impulsos trasnacionales": "... contrarrestar la amenaza de España fue la motivación y objetivo confesado del inventor del Estado nación, el político y abogado francés Jean Bodín (1530-1591), en su obra Six livres de la République, de 1576." [54] Entonces, desde un principio, ha existido una franca oposición entre lo nacional y los transnacional. Durante estos siglos, lo "inter-nacional" solo ha encontrado su lugar a partir de lo nacional y, también, del nacionalismo. Con Octavio Paz: "El nacionalismo puede ser destructor o creador. Ha sido el origen de muchas tiranías y el responsable de las guerras de la edad moderna. También le debemos casi todas nuestras instituciones, entre ellas la mayor de todas: el Estado-nación. La lengua, la literatura, las artes, las costumbres y, en fin, todo lo que llamamos cultura, sin excluir a la misma ciencia, es la consecuencia de un hecho básico, primordial: las comunidades humanas, las naciones. Newton y Shakespeare son impensables sin Inglaterra, como Petrarca y Galileo sin Italia o Racine y Descartes sin Francia." [55] Esto es fundamental para entender el pasado, pero sobre todo el futuro que tenemos encima.

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