Tú, ¿Quién eres que me arrastras?

Page 203

222 Capítulo 8_ Descubrimiento

son considerados blancos cuando viajan a África. Todos en la aldea se reunieron para ver al misionero y a su esposa. A él le tocaron las manos y la cara, pues estaban asombrados de ver al misionero y a su esposa. Como no había reloj en la selva, no tenía sentido decir: “Veámonos a tal hora”. No había una hora específica para realizar el servicio, pero cuando se juntaba la gente, el misionero se acercaba y compartía la Biblia con ellos. Mientras escuchaban, algunos se hablaban en secreto con otros, otros se acostaban en el suelo, otros sólo se acercaban sin escuchar y muchos hacían otras cosas. Sin embargo, el misionero y su esposa comenzaron a hablar con la gente, poco a poco, en la lengua de los nativos que ellos no hablaban muy bien. Así pasaban su tiempo en esta aldea. Un día, una pareja fue a visitarlos; les llevó dos huevos y les dijo que los comieran. El misionero y su esposa estaban muy agradecidos. Otra persona les llevó plátanos, otro papayas, uno más les llevó cocos y alguien más, mangos; hubo alguien que incluso mató un pollo, considerado muy valioso en ese lugar, y se lo regaló. Unos días más tarde, el hombre que había invitado al misionero y a su esposa a la aldea habló con ellos. —Misionero, estoy muy avergonzado. –– ¿Sobre qué? ––A pesar de que yo te invité a venir, no tengo nada que darte. Todos los pollos de este patio pertenecen a mi esposa. De las palmeras y árboles de plátanos que ves aquí, los míos son los que ya no tienen fruta. Los árboles llenos de fruta son los árboles de mi esposa. Aunque mi esposa es rica, yo soy muy pobre.

Queda prohibida la impresión total o parcial de esta publicación, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.