Noticias STIA Miercoles 12 02 2014

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La Vanguardia Fecha: miércoles, 12 de febrero de 2014 Fecha Publicación: miércoles, 12 de febrero de 2014 Página: 32 Nº documentos: 1

12 FEBRERO Recorte en B/NMIÉRCOLES, % de ocupación: 25,442014Valor: 3378,61€

Periodicidad: Diaria

Tirada: 202.488

Difusión: 172.263

Jordi Balló

En el futuro, con Ignasi M.

P

asarán los años, se revisará el periodo que estamos viviendo, y se buscarán las películas que mejor lo han representado. Y entonces alguien dará con Ignasi M. y reconocerá en ese retrato vitalista, exuberante y contradictorio del protagonista los trazos de una Catalunya situada en la contradicción de su propio movimiento: un presente de bancos que te persiguen por tus deudas; un futuro de un cambio necesario, como pura supervivencia. El independentismo del personaje no es solo ideológico, sino vital: al contrario del príncipe de Lampedusa, Ignasi M. piensa que necesitamos cambiar para que todo cambie. Esa es quizás una de las razones de la cada vez más extendida necesidad de disponer de un país independiente. El gran acierto del filme de Ventura Pons es que el pasado del protagonista no importa en absoluto. Cuando se evoca, la narración se ralentiza: no nos importa ni su infancia, ni cómo construyó su familia atípica, ni lo que hizo antes de que el filme empezara. Lo que nos importa realmente es el presente de su actitud, de como se confronta a la superación de los problemas que lo acucian, de ser un hombre endeudado con una enfermedad crónica, la del sida. Este instinto de superación es clave en toda dramaturgia: cuanto mayores son sus dificultades, mayor es el deseo mimético de que el personaje lo consiga. Pero Ignasi M. no proporciona soluciones concretas, porque este no es un filme liberal, ni posibilista. Su única respuesta es seguir adelante, sin detenerse, consciente de un sistema económico que crea los mecanismos que lo han llevado hasta allí. Para resolver sus problemas solo vale un cambio

El independentismo del personaje no es sólo ideológico, es vital: cambiar para que todo cambie radical. Y en ello está, esperanzado, como tantos otros. Por lo tanto este es un filme de futuro, porque la solución que se propone no está en el filme mismo, sino en la evolución imprecisa de la sociedad catalana. Y esto se consigue sin necesidad de lanzar arengas, ni proclamas militantes. Lo que el espectador capta es que este modelo irónico y abierto de vida debe sobrevivir para que el país lo haga con él. Se compara a menudo Ignasi M. con el que fue el primer filme de Ventura Pons sobre el pintor Ocaña. Más allá de tratarse de dos documentales, existe realmente una relación profunda entre ambos. Cuando analistas de todo el mundo han considerado Ocaña, retrat intermitent un filme emblemático, es porque refleja una Barcelona abierta, tolerante, comprensiva e ilusionante. Pero el filme de Ocaña no describía un paraíso, sino que planteaba la hipocresía social y la represión política que sufrían los homosexuales y los que eran distintos en aquella Barcelona postfranquista. Fueron los espectadores los que le añadieron el valor positivo y optimista de un personaje decidido a ser él mismo contra todos, que miraba más allá. Lo mismo que ocurrirá con Ignasi M., el filme de la antesala del cambio

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Impreso el 12/02/2014 14:07:24


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